Nuevos horizontes
La bioética, desde el punto de vista epistemológico, busca ofrecer juicios en torno a la vida, reflexión que no puede ser emitida a la ligera, y tiene su rigor científico, su deliberación, su manera particular de ser tratado en cada caso particular, la cual debe evitar el dogmatismo, el nihilismo y el relativismo extremo. La meditación sobre la vida debería permitir el abordaje del conocimiento discursivo desde diversos referentes hacia el horizonte de experiencia (horizontsverschmelzung)[77] tal y como establecen Kenan Osborne y Hans Georg Gadamer en sus obras[78], la tolerancia y el entendimiento de la realidad del «desconocido» (el alter, la persona a quién se asesora y protege) estando parado en frente a este, se trata de comprender y ayudar a tomar la mejor decisión.
En el conocimiento discursivo que se lleva a cabo en la deliberación bioética, la mente va conociendo gradualmente, como por etapas o por aproximaciones sucesivas se converge a un mejor juicio del dilema o el problema, recorriendo diversos enunciados o proposiciones, enlazados entre sí por razonamientos (técnicos, teológicos, filosóficos, sociales, personales), tratando de comprender mejor los multivariados referentes de la realidad en que se encuentra el «sujeto vulnerado». Estos razonamientos pueden ser inferencias inmediatas o pueden ser razonamientos lógicos encadenados mediante una sucesión de premisas y conclusiones. El proceso argumentativo es una vía racional que permite ampliar la visión que se tiene del «alter», de aquel que como «yo» participa activamente en el mundo, con sus ideas, creencias, valores y actitudes propias. Consideración clave que tiene que ser tomada en cuenta, ya que las creencias de cada persona hacen más difícil el poder arribar a un consenso y, desde este tipo de convicciones, es trascendental plantear el problema desde la responsabilidad que debiera orientar el consejo, hacia fines racionales y justos, donde se empleen los medios más adecuados y aptos para su consecución.