Una visita a Pompeya
Una visita a Pompeya no decepciona casi nunca. Sólo hay tres cosas de las que no se puede prescindir: un mapa del lugar (puede conseguirse uno en la entrada principal, en Puerta Marina), una botella de agua (con una pequeña basta, pues siempre puede rellenarse en alguna de las muchas fuentes que hay en la ciudad) y un par de sandalias o zapatos cómodos (las calles están llenas de baches y son una verdadera trampa mortal para todo tipo de tacones altos).
Hay tres entradas principales a las ruinas. El medio de transporte más conveniente es la Ferrovia Circumvesuviana, que va de Nápoles a Sorrento, con parada en la estación Pompei scavi-Villa dei Misteri. Conviene acceder luego al yacimiento por la entrada principal, intentando sobrevivir a la marea de vendedores de guías y de recuerdos. Asegúrese de que lleva algún documento oficial con foto (DNÍ, pasaporte, permiso de conducir o carnet de estudiante), si quiere conseguir un billete de entrada gratuita o a precio reducido. Y a la llegada compruebe el horario de los trenes de vuelta. Funcionan habitualmente, pero, aunque existe un bar típico de estación de trenes bastante decente, esperar, aunque sólo sea media hora, después de pasar un día entero en las ruinas, se hace una eternidad.
También se puede entrar en las ruinas por el Anfiteatro o por la Piazza Esedra, entre el Anfiteatro y la Puerta Marina. Pero para utilizar estas entradas, debería usted coger un ramal distinto de la Circumvesuviana (el que va a Poggiomarino) y bajar en Pompei santuario, o utilizar los ferrocarriles estatales (FS), y bajar en la estación Pompei. A menos que tenga usted razones de peso para decantarse por estas otras rutas, la de Pompei scavi es la mejor opción y la que cuenta con la mejor librería.
Se puede salir de las ruinas (pero no entrar ni volver a entrar) por la Villa dei Misteri (véase n.° 10).
Hay un bar y restaurante de autoservicio cerca del Foro, donde encontrará usted los únicos lavabos que hay en toda la zona (son gratuitos, pero será mejor recibido si deja 50 céntimos de propina).
Lo más agradable de cualquier visita es pasear simplemente por las calles de la ciudad. No gaste usted demasiado tiempo pasando calor en el Foro, donde se llega rápidamente desde la Puerta Marina. Le aguardan cosas mejores. Un plan excelente consiste en recorrer la Via dell'Abbondanza, fijándose en las fachadas, las tabernas, las tiendas y el carácter cambiante de la calle a medida que vaya usted bajando por ella. Mantenga los ojos bien abiertos para ver las medidas de reducción del tráfico, las formas en que se frenaba la presión del agua, los agujeros existentes en los lados de las aceras para atar a los animales, etc. Y entre usted en cualquier casa que encuentre abierta. Íntente también tomar cualquier calle lateral por la que pueda escaparse de la marea de visitantes y, por mucho que suene a tópico, imagínese que ha vuelto al siglo I d. C.
La superintendencia de las ruinas recibe muy poca financiación, lo que significa que alguno de los edificios que desee visitar estará cerrado. Puede conseguirse la apertura de algunos a través de una página web (www.arethusa.net), que permite reservar con antelación la entrada a una determinada casa, que se abrirá especialmente para la ocasión. (El sistema suele funcionar, pero no siempre.) La lista que viene a continuación representa, en mi opinión, los diez mejores edificios que están habitualmente abiertos. Sería una lástima que no visitara al menos varios de ellos.
1. Casa del Poeta Trágico (pp. 121-131), la casa de Glauco según Bulwer-Lytton.
2. Casa de Octavio Cuartión (pp. 162-164). Maravilloso jardín con instalaciones hídricas, y un triclinio al aire libre.
3. Casa de la Venus Marina (p. 222). Admire la pintura de la diosa del amor arrellanada en una concha.
4. Termas Estabianas (pp. 342-349). El mejor sitio para hacerse una idea de lo que eran unas termas romanas.
5. Termas del Foro y Termas Suburbanas (pp. 349-351). Si le interesan las termas, éstas permiten establecer una buena comparación con las Estabianas; y sólo por las pinturas eróticas de las Suburbanas vale la pena la visita.
6. El Lupanar. Vulgar, pero… (pp. 327-338).
7. Templo de Isis (pp. 424-428) El mejor conservado de la ciudad.
8. El Anfiteatro y la palestra contigua (pp. 365-376). Pero recuerde que hay una gran distancia desde la Puerta Marina hasta aquí. Probablemente tenga usted que decidir con antelación si está dispuesto a recorrerla.
9. Batán de Estéfano (en la parte sur de la Via dell'Abbondanza, en 1.6.7). Permite hacerse una buena idea de cómo era un establecimiento comercial.
10. Villa dei Misteri (pp. 189-194). Aunque han sido retocadas, sus pinturas son impresionantes. Es una buena idea dar un paseo hasta esta villa extramuros como última etapa de la visita, pasando ante las tumbas que flanquean el camino. Allí puede usted salir directamente y regresar a la estación.
Una vez haya visto usted Pompeya, si tiene tiempo, debería intentar visitar la vecina ciudad de Herculano (se llega también con la Circumvesuviana; las ruinas están a unos minutos andando de la estación Ercolano). La zona excavada es mucho más pequeña que la de Pompeya, pero el estado de conservación de algunos materiales (especialmente la madera) es mucho mejor, y hay menos visitantes.
Muchos de los mejores hallazgos de ambos lugares están expuestos en el Museo Arqueológico de Nápoles (y todavía son más numerosos los materiales almacenados y las salas cerradas temporalmente y por lo tanto no accesibles al público). Es muy fácil llegar al Museo desde las estaciones de metro de Piazza Cavour o Museo. Cierra los martes, y la última vez que lo visité sólo tenía una cafetería pequeña y muy poco surtida, pero menos es nada.