10
Todo cesó cuando Doyle entró con Riley en brazos. Sawyer, que estaba a punto de demostrarle a Annika la forma correcta de sujetar un taco de billar, se enderezó de golpe y sonrió de oreja a oreja. Annika rio de contenta y se las arregló para ejecutar una voltereta en aquel espacio relativamente reducido.
Bran, que estaba en el bar sirviéndose un whisky en un vaso corto, dejó la botella y se acercó para posar una mano en el hombro de Sasha. Ella estaba sentada en un sofá con la abuela de Bran, que desplegó con cuidado unas cartas del tarot.
—Se pondrá bien —dijo Brigid cuando Sasha se levantó de repente al tiempo que contenía la respiración y las lágrimas le empañaban los ojos.
—¡Aquí está! —Sawyer dejó el palo de billar y apoyó una mano en el respaldo de una silla para acercarse. Tomó el rostro de Riley entre las manos y le plantó un sonoro y fuerte beso—. Sí, aquí estás.
—Déjame en el suelo. —Riley le dio un ligero golpecito en el hombro a Doyle—. Estás haciendo una montaña de un grano de arena.
—Es que es una montaña. Venga, pásamela a mí. —Sawyer apartó a Riley de Doyle y giró en círculo—. ¡Damas y caballeros, ha vuelto!
—Corta el rollo. —Mientras Riley reía, Sasha rompió a llorar—. Ah, venga ya, corta el rollo. Bájame —le dijo a Sawyer con los dientes apretados—. Bájame, bájame.
Sawyer rodeó el sofá con ella y la bajó con cuidado.
—Sasha…
—Lo siento. Lo siento. —Sasha se secó los ojos mientras se arrodillaba delante de Riley y le cogía las manos—. Lo siento muchísimo.
—Pero si tú no hiciste nada. Así que para. No, eso no es correcto. Sí que hiciste algo. Lo hiciste todo. Así que te estoy agradecida…, muy agradecida. ¿Puedo comer algo? Lo que sea.
—Hay sopa en el fuego. —Brigid continuó echando las cartas sobre la mesa baja—. Sasha tenía antojo de sopa de pollo y es justo lo que toca.
—Yo te la traigo. Estoy muy contenta, Riley —dijo Annika mientras iba hasta la cocina con paso alegre.
—Yo también estoy bastante contenta. —Con las manos de Sasha todavía sujetas, Riley estudió a Brigid—. Eres clavada a ella.
—He visto los dibujos de nuestra Sasha y sí que me parezco. Salvo por unas cuantas décadas.
—Creo que me has salvado la vida. Te lo agradezco.
—No hay de qué. Bran, ¿vas a darme ese whisky o a dejar que el vaso esté medio vacío hasta que pasen los años?
Bran sirvió un buen par de dedos y se lo llevó. La besó en ambas mejillas.
—Tienes mi gratitud eterna, Móraí.
—No hay de qué. Todavía estás pálida —comentó Brigid, estudiando a Riley por encima del borde del vaso—. Pero tienes los ojos cristalinos. ¿Sasha?
—Oh, yo no…
—Tú sí. —Brigid rechazó su protesta—. Sabes mirar, sabes ver. Así que mira a tu hermana y no protestes.
Sasha tomó aire de manera entrecortada y cerró sus ojos llenos de lágrimas.
—Aún hay dolor, pero es soportable. Todavía queda por sanar, pero está mejorando. Tiene hambre y eso es buena señal. Necesita comer, por el momento con cuidado, y descansar uno o dos días más.
—¿Y la mano? —indagó Brigid.
—Ah… Le dolerá cuando le retiren el vendaje; Bran te tratará, mitigará el dolor —le dijo a Riley—. Pero está sanando bien. Deberíamos retirar el vendaje mañana. —Sasha miró a Brigid—. ¿Es así?
—Así es. Eres mucho más de lo que piensas. Su mente lo sabe, pero su corazón se culpa —le dijo Brigid a Riley.
—Pues entonces es tonta. Eso es una idiotez.
—Claro que lo es. —Brigid acarició el cabello de Sasha—. Pero el amor suele estar lleno de idioteces, ¿no es así?
—¡Aquí llega la comida! —Alegre como unas campanillas, Annika llegó con una bandeja—. Sasha ha preparado sopa de pollo, fideos y verduras y Móraí ha elaborado pan integral.
—Tú me cantabas —dijo Riley cuando Annika dejó la bandeja.
—¿Me oíste? Móraí me dijo que si te hablábamos o cantábamos, tú lo oirías con el corazón, y que debíamos tumbarnos contigo y mantenernos cerca.
—Lo oía. —Se volvió hacia Sawyer—. Terry Pratchett.
—Encontré Ronda de noche entre tus cosas. Parecía que lo hubieras leído un millón de veces.
—Casi, casi. —Riley tomó una cucharada de sopa, que le supo a gloria—. Ay, Dios mío de mi vida.
—Despacio —le aconsejó Brigid—. O vomitarás.
—Dame un minuto y luego podemos hacer un resumen, pero tengo la sensación de no haber comido desde hace semanas. —Riley tomó más sopa y trató de ir despacio—. Enviaste a buscar refuerzos —le dijo a Bran.
—No sabía lo suficiente. Te estábamos perdiendo.
—He visto muertos en el campo de batalla con más vida que tú.
Doyle se sirvió un whisky en el bar.
—Menuda forma de empezar con tacto —farfulló Sawyer.
—Es mejor ir al grano. —Riley comió otra cucharada y se echó hacia atrás—. Tienes razón: hay que ir despacio. Fue Malmon.
—¿Estás segura? —exigió Bran.
—Muy segura. Salí afuera…, todavía está un poco inconexo…, pero salí afuera. Necesitaba un descanso e iba a dar un paseo. Vi el coche. No había oído volver a Doyle y a los demás, pero vi el coche. Vi la compra, así que me dispuse a acercarme y a coger unas bolsas. A echar una mano. Y Sasha… —Se interrumpió cuando esta se sentó sobre los talones y se rodeó con los brazos—. No tú, ¿vale? Él adoptó tu apariencia. O fue Nerezza quien le dio tu aspecto.
—Si yo no hubiera vuelto a salir, podría haber adoptado la forma de Bran, de Sasha o la tuya —dijo Doyle, señalando a Riley con la cabeza mientras se apoyaba contra el bar—. La ilusión se adaptaba a las circunstancias.
—Sí. —Agradecida por la aclaración, Riley tomó un mordisco de pan con cuidado—. Creo…, creo que si me hubiera limitado a internarme en el bosque como era mi intención, me habría estado esperando dentro. Con la forma de Sasha o la de cualquiera de vosotros. Pero me desvié y me dirigí hacia el coche, así que tuvo que atraerme. Me dijo que había encontrado algo que tenía que ver. No dudé, ¿por qué iba a hacerlo? Fui de cabeza. Grabados, algo sobre unos grabados. ¿En un árbol? —Sus recuerdos se desdibujaban—. Algo así. Caminamos y nos desviamos del sendero. Ajena, no tenía la más mínima idea y él me golpeó a traición. Volé por los aires. Me di con algo. Una roca, un árbol. Sentí que algo se rompía dentro de mí. Mi brazo… no respondía. No podía coger mi pistola ni mi cuchillo. No podía luchar, no podía, y él me estaba dando una paliza de muerte. Pensé que estaba acabada. Muerta.
—Sasha nos llamó. —Annika le llevó una taza de té a Riley—. Entró corriendo y dijo que nos diéramos prisa. Doyle dijo que nos necesitabas, así que todos salimos corriendo tan rápido como pudimos. Pero…
—Él se había marchado cuando llegamos allí —concluyó Sawyer—. Doyle llegó primero. Él te encontró. Le vio. A Malmon.
—No pudo o no quiso mantener la ilusión. —Doyle se encogió de hombros—. La ilusión de Sasha titubeó solo un instante. No se quedó a luchar. Huyó.
—Doyle te trajo a casa, Bran fue a por sus medicinas mágicas y Sasha intentó curarte, empezar a curarte, pero era tan grave que… ¿Cómo se dice? —preguntó Annika a Sawyer.
—Perdió el conocimiento.
—No tenía… no tenía suficiente energía —acertó a decir Sasha.
—Ni yo —le recordó Bran—. La gravedad de las heridas, cómo se infligieron y el veneno que ya tenías dentro. Sanar no es mi especialidad.
—Podría haberlo sido. —Brigid agitó un dedo en el aire—. Pero a ti te iba más lo llamativo. Te quieren, sí-mac tíre. —Aquello significaba mujer lobo en gaélico, tradujo Riley, divertida—. Te quieren bien y te valoran. Mi chico mandó a buscarme. Y en el momento justo. Tienes un corazón, un espíritu y un cuerpo fuertes. Ha sido una suerte para ti. Y también para mí. —Brigid levantó su vaso, brindó y bebió.
—Gracias por mi vida, máthair.
Brigid asintió con aprobación.
—Eres respetuosa. Come. Bran, sírvele a nuestra chica media copa de vino.
—A mí ni siquiera me dejaron tomarme una cerveza cuando me dieron una paliza —se quejó Sawyer.
Brigid se echó a reír.
—Claro, deberías haberme llamado a mí. Una cerveza nunca hace daño a un hombre tan robusto como tú.
—La próxima vez. Disparamos a un par de docenas de cuervos mientras estabas inconsciente —agregó Sawyer.
—Cuervos.
—Me parece que Nerezza quería regodearse. Pero no le dimos nada de qué presumir. —Bran le llevó el vino—. Tienes mejor color. Me alegro de verte, cariño.
—Yeats —recordó Riley—. Leías a Yeats.
—Me parecía oportuno. Necesitabas dormir más.
—Me siento mejor.
—Y dormirás todavía mejor.
—No…
—Duerme ahora. —Brigid tan solo le dio una palmadita en el hombro a Riley. Esta se quedó dormida—. Doyle, sé buen chico y llévala arriba. —Brigid acarició el cabello de Riley, esbozó una sonrisa y asintió—. Lo conseguirá. Se pondrá bien.
El sol brillaba cuando Riley despertó de nuevo y una agradable brisa, que olía a flores y a bosque, se colaba por las puertas abiertas de su balcón.
Durante un instante, todo lo demás pareció que era solo un desagradable sueño, hasta que intentó incorporarse y sintió la típica debilidad que acompañaba a una dura enfermedad o una herida.
Y Sasha entró desde el balcón.
—Espera. —Se acercó con rapidez para colocarle los almohadones a la espalda—. Tómatelo con calma. Dios, tienes mejor cara. Tienes mucha mejor cara.
—Si me dices que he dormido otros cinco días te doy con el cinturón.
—Ni siquiera uno. Un poco más de medio día.
Con tono alegre, Sasha mezcló en un vaso algo de un vial con algo de una botella.
Riley entrecerró los ojos con desconfianza.
—¿Qué es eso?
—Un reconstituyente. Brigid ha dicho que podrías beberlo cuando despertaras de forma natural.
Riley miró el vaso con más interés.
—¿Cómo el que Bran preparó para Sawyer?
—Brigid lo ha rebajado.
—Aguafiestas. —Pero Riley lo aceptó y se lo bebió—. ¿Cuánto tarda en…? Vale. —La resaca causada por dormir tanto se desvaneció y por fin, por fin, sintió que su cabeza estaba despejada—. Me gustaría tener unas cuantas dosis de eso para la próxima vez que me pille una borrachera de tequila.
—Riley.
—No empieces otra vez, Sasha. Puede que anoche estuviera medio ida, pero me acuerdo de lo suficiente. Esto no es culpa tuya.
—Necesito soltarlo. —Sasha se sentó en el lateral de la cama—. Hazme un favor, ¿vale? Deja que lo haga.
—Vale, pero si empiezas a soltar idioteces otra vez, te callo la boca.
—Sé que cualquiera podría haber salido solo de la casa…, que fue algo aleatorio y oportunista.
—Por ahora vas bien.
—Pero fuiste tú. Sé que podrían haber utilizado la cara de cualquiera de nosotros para alejarte de la casa y llevarte al bosque. Pero fue la mía. Me horroriza y me enfurece saber que tienes una imagen de mí atacándote, haciéndote daño, casi matándote. Ponte en mi lugar por un momento y dime que tú no estarías igual que yo.
Agradecida por que tener la mente despejada, Riley tardó un momento en organizar sus pensamientos…, y los sentimientos que los acompañaban.
—Pensé que eras tú. Cuando me llamaste, cuando fui contigo. Creía que eras tú cuando me estrellaste contra lo que me pareció un muro de hormigón. Creía que eras tú —repitió mientras a Sasha le temblaban los labios—. Y que estabas poseída, que Nerezza se había apoderado de ti. Me había pegado una tremenda patada en la cabeza y en ese preciso instante, tirada en el suelo, mirándote, pensé que ella había conseguido meterse dentro de ti de alguna manera. Intenté coger mi pistola…, eso lo recuerdo…, recuerdo que si no hubiera tenido el brazo inutilizado, lo habría hecho, te habría disparado. Habría intentado darte en la pierna, pero te habría disparado, creyendo que eras tú.
—Para defenderte de…
—Me horroriza y me enfurece saber que te habría disparado. Las dos tendremos que superar el horror y la ira, Sasha. No hay más. O pasamos página o habrán ganado este asalto.
—Quiero la ira. —Y ardía en los azules ojos de Sasha—. Quiero infligirle dolor, pena y terror por hacerte pensar, aunque solo fuera un instante, que yo te haría daño. Por hacerte elegir, aunque fuera por un instante, hacerme daño.
—Vale. —Riley asintió—. La ira es buena. Nos la quedamos. Pero tú y yo estamos en paz.
—Estamos en paz.
—Estupendo. Tengo que levantarme.
—Todavía necesitas descansar.
—En serio, tengo que hacer pis. Pis de verdad.
—Yo te ayudo.
—Deja que intente levantarme yo sola. Me siento razonablemente bien.
Consiguió hacerlo. Tal vez un poco temblorosa, pensó Riley, pero la habitación se mantuvo quieta y no se le nubló la vista.
—Todo bien por ahora. No es por pudor…, no tengo mucho de eso en todo caso, pero voy a intentar vaciar mi desesperada vejiga yo solita. Espera.
No fue pitando al cuarto de baño adjunto, pero se movió con rapidez y dio gracias por poder hacerlo. Pero no había gratitud comparable a la que sintió cuando vació su pobre vejiga.
—¡Conseguido! ¿Lo siguiente podría ser una ducha caliente? —Primero salió y alargó la mano vendada—. ¿Y si antes me quito esto?
—Deja que vaya a buscar a Bran o a Brigid.
—¿Para qué?
—Tienen mucha más experiencia.
Riley se limitó a enarcar las cejas.
—Estoy de pie. Estoy lúcida. Yo elijo a mi sanadora. Quítamelo y échale un vistazo.
Sasha comprendió —la criatura con su rostro le había roto la mano; la mujer, la amiga, estimaría su salud— y retiró el vendaje.
—No la muevas. —Sasha la tranquilizó mientras sujetaba la mano de Riley entre las suyas—. Parece… limpia. Dolorida, agarrotada, pero limpia. Puedes mover los dedos.
Riley experimentó tal alivio al sentirlos, al verlos moverse, que casi no podía hablar. Cuando lo hizo, le temblaba la voz.
—Me daba miedo no poder utilizarla o al menos perder cierta movilidad. —Cerró el puño, lo abrió y lo cerró de nuevo—. Sí que está dolorida. Puede que un uno y medio en una escalada de diez. —Animada, giró el hombro derecho, flexionó el bíceps, intentó un rango de movimiento—. Puede que un dos en la escala, pero disminuirá con el uso.
Fue hasta el espejo móvil de cuerpo entero para realizar una prueba mayor. Ojerosa, demacrada, pensó. Débil.
—Por Dios, parezco esmirriada.
—Aparte de la sopa de anoche, hace casi una semana que no has comido nada sólido.
—Pienso ponerle remedio. ¿Queda algo? De sopa.
—Sí.
—La quiero…, después de darme una ducha y ponerme ropa de verdad.
—Te esperaré.
La ducha alcanzó la categoría de milagrosa, igual que poder utilizar las manos y los brazos sin apenas molestias. Mientras se vestía reparó en el caballete de Sasha, que estaba en el balcón, y en el dibujo del bosque a medio terminar.
—También estaba furiosa con el bosque —le dijo Sasha—. En realidad es absurdo, pero así me sentía. Pensé que pintarlo me liberaría y me ha ayudado. Verte levantada ha terminado de lograrlo.
—Pues espera a verme comer. Mientras lo hago tal vez puedas contarme lo que ha pasado cuando aún estaba inconsciente.
—Bran ha hecho verdaderos progresos con el escudo que está creando. Cuando no estaba con los libros, Doyle ha estado blandiendo el látigo.
Riley se paró en seco al imaginarse a Doyle investigando sin provocar a nadie.
—¿Con los libros?
—Sobre todo traduciendo. Algunos pasajes en griego, otros en gaélico o en latín sobre las estrellas y la isla. Todavía no hay respuestas definitivas.
Mientras bajaban por la escalera de atrás, Sawyer entró en el vestíbulo.
—¡Hola! Iba a subir a verte. ¡Fíjate!
—No te fijes mucho —le aconsejó Riley, pero Sawyer la abrazó—. Ay, Dios, me has echado de menos.
—Pues sí. Por aquí nadie quiere discutir los detalles, ya sean intrascendentes o importantes, de la chapuza cinematográfica que es La guerra de las galaxias: Episodio IV. Una nueva esperanza.
—Sí que has sufrido.
—Dímelo a mí. —Aunque lo hizo de forma sutil, mantuvo rodeada su cintura con el brazo para acompañarla hasta la mesa—. Pero buscas comida.
—Ya te digo.
—Yo me ocupo —le dijo a Sasha—. Bran sigue con Doyle en el campo de tiro. Annika está fuera con Brigid; la abuela de Bran le está enseñando a hacer punto —le contó a Riley mientras sacaba el recipiente de sopa de la nevera.
—¿Punto?
—Sí, los hilos las han unido. En fin, querrían saber que la hija pródiga ha vuelto.
—Voy a salir.
Sasha echó un último vistazo a Riley y salió.
Riley se recostó, picada por la curiosidad.
—Vale, te has librado de ella.
—Solo quería que supieras que le preocupa que la mires de forma diferente.
—Ni lo hago ni lo haré y ya hemos zanjado todo eso.
—Sabía que lo haríais. —Mientras se calentaba la sopa, le cortó una generosa rebanada de pan, le troceó con destreza una manzana y partió unos taquitos de queso—. Un aperitivo.
—Gracias. Yo también te he echado de menos. Supongo que la búsqueda de la estrella está parada.
—No del todo. Comentamos la posibilidad de ir a bucear, ya que Brigid estaba aquí para cuidarte, pero no tenía sentido… y no nos parecía bien. Tenemos que estar los seis, así que lo pospusimos. Por unanimidad. Doyle y yo hemos hecho un mapa de algunas zonas por tierra. Annika dice que está un poco colado por ti.
—¿Qué tipos de zonas…? ¿Qué? ¿Qué?
Sawyer esbozó una sonrisita de suficiencia, sin duda divertido por su reacción.
—Puede que sea porque Sasha le dio Orgullo y prejuicio para que te lo leyera. Annika piensa que Doyle es como el señor Darcy.
—Ah, venga ya.
—Eso mismo dije yo. —Agitó un dedo en el aire—. Es una romántica. Una ventaja para mí. De todas formas, Doyle ha estado bastante echo polvo por lo que te ha pasado. Todos lo hemos estado, pero… —Lanzó una mirada a la puerta por si acaso mientras servía sopa en un tazón—. Supongo que yo mismo lo he notado. Tuvimos que inmovilizarte. —Exhaló un suspiro y dejó la sopa delante de Riley—. No me gusta recordar aquello. Fue espantoso de verdad en todos los aspectos. Pero tuvimos que sujetarte mientras Bran y Sasha se ocupaban de ti, cuando te subimos de nuevo arriba. Yo estaba muy pendiente de ti; te sujetaba las piernas. Doyle estaba detrás de ti en la cama, manteniéndote erguida para que Bran pudiera darte de beber una poción, sujetándote los hombros.
—No lo recuerdo… con exactitud. Está todo mezclado.
—Seguramente sea lo mejor. Deja que siga así. Bueno, Doyle tenía mala cara. Ya sabes que casi nunca deja entrever nada. Pero tenía mala cara. Supongo que todos la teníamos. No le di mucha importancia, hasta que Annika empezó con lo de Darcy y todo eso, pero Doyle no dejaba de hablarte…, sobre todo en gaélico y en voz baja, así que no sé qué decía, pero era la forma en que lo decía. Son solo especulaciones, tómalo por lo que es. Solo pensaba que querrías saberlo.
—Anni te lo está pegando.
—Me pego a ella siempre que puedo.
Riley se echó a reír e hizo caso omiso, dedicándose a la sopa.
—¿Recuerdas lo que te dije cuanto estabas cabizbajo y enfurruñado por estar débil y herido?
—No estaba enfurruñado. —Y la idea le enfurruñó un poco—. Tal vez cabizbajo, ligeramente.
—Pues arrójame mis palabras a la cara si hago lo mismo.
—Considéralo hecho.
—¿He estado muy cerca de estirar la pata? No te reprimas.
Sawyer la estudió primero de forma prolongada, evaluándola con sus ojos grises.
—Estabas guardándote el recibo en el bolsillo, diciéndole a los parientes fallecidos que te llamaban desde la luz que se quedaran con el cambio.
Asintió mientras comía.
—Entonces no me comeré el coco ni me pondré de mal humor demasiado porque, oye, estoy viva.
—Buena actitud —dijo Brigid cuando entró con Annika—. Te será muy útil. Vamos a echar un vistazo. —Rodeó la mesa y asió la barbilla de Riley con una mano, posando la otra en la parte superior de su cabeza—. Mente despejada, un poquito débil, un poquito dolorida. Durante un día o dos te cansarás más rápido de lo que te gustaría. El descanso y el reconstituyente te ayudarán con eso. El dolor muscular pasará lo mismo que la debilidad. Esta noche carne roja para ti, niña.
—Y mi gratitud no conoce límites.
—¿Puede comerse las galletas? Móraí me ha enseñado a hacerlas. Están muy ricas.
—Un par de galletas de azúcar nunca hacen daño a nadie y un poco de té para acompañarlas, ángel mío —agregó Brigid—. Con solo dos gotas del vial. Sawyer King, eres un chico muy dulce y muy valiente. Ya casi te la mereces.
—Estoy en ello.
Cuando llegaron los demás, Riley trató de hacer caso omiso de las especulaciones de Sawyer y devolverle la mirada a Doyle con despreocupación. Que Bran se acercara y repitiera el gesto de su abuela le fue de ayuda.
—Casi te has recuperado. Yo te recomendaría un filete poco hecho para esta noche.
—Ya me han dado la noticia.
—Vamos a tomar té y galletas —anunció Annika.
—Y yo estoy entusiasmada con ambas cosas. Sasha me ha puesto un poco al tanto sobre lo que ha pasado los últimos días. Me ha contado que has hecho progresos.
Bran se sentó y estiró las piernas.
—Estaremos preparados para ella si nos ataca tal y como predijo Sasha. Puede que hayamos perdido rato de buceo, pero me está proporcionando más tiempo para dedicarlo a mi propio trabajo. Y Doyle y Sawyer han aprovechado para explorar los alrededores.
—Hay algunas posibilidades que deberíamos comprobar —agregó Sawyer—. Annika ha encontrado un par de cuevas costa arriba.
Riley cogió una de las galletas de la bandeja que Annika dejó sobre la mesa.
—He oído que has ejercido de bibliotecario —le dijo a Doyle.
—No he encontrado más que fragmentos y nada que aporte algo al conjunto. Ahora que vuelves a estar en pie, puedes recuperar el puesto.
Riley probó la galleta y le pareció que estaba buenísima.
—¿Ninguno pensáis que es extraño que no nos hayan atacado mientras teníamos una baja en el equipo?
—Vinieron los cuervos —dijo Annika, todavía atareada con el té.
—Más cuervos…, mencionaste algo anoche. Lo tengo borroso.
—Llegaron dos días más tarde de que te atacaran. —Doyle permaneció de pie—. Poco después del amanecer. El día siguiente no salimos.
—Bran envió a buscar a Móraí. —Annika dejó la tetera en la mesa—. Tus heridas eran muy graves y teníamos que ayudarte, así que no hicimos ejercicios de calistenia ni entrenamos.
—Pero cuando retomasteis el entrenamiento, ¿ella envió a los cuervos?
—Un par de docenas. —Doyle miró por la ventana, como si comprobara si había más—. Fue más una molestia que un ataque.
—Está débil.
Sasha captó la atención.
—No temas —murmuró Sasha.
—No temo. Tan solo me preocupa que encuentre un modo de utilizarme. Pero puedo sentirlo…, está débil. Se hace más fuerte, pero… Ah. Transformar a Malmon, la ilusión para disfrazar a la criatura, exigió cuanto tenía. Pero ella le necesita. Él la alimenta; le sirve. La ama de manera irracional. Carece de toda razón. Ella lo es todo. Y el Orbe que todo lo ve… Esperad, esperad. —Sasha extendió ambas manos, con las palmas hacia arriba—. Bebe un brebaje de sangre. Eso la mantiene. Y el Orbe que todo lo ve está turbio…, solo por momentos recobra la nitidez…, y a un precio desorbitado. Ve la casa del acantilado y lo que había antes. Oh, si hubiera destruido a los antepasados, ahora no habría presente. No habría guardianes. ¿Por qué él no terminó con la mujer, con la loba? Si acaba con uno, acaba con todos. ¿Por qué no le puso fin antes de que llegara el inmortal? Tráeme su cuerpo inerte, tráeme su sangre. La sangre de la loba, la sangre de un guardián. Su sangre, mi sangre. Me atiborraré de ella y llevaré las estrellas a la oscuridad.
Sasha exhaló y se sentó.
—Una gota también en el té de Sasha, cariño —le dijo Brigid a Annika.
—Estoy bien. Me ha sentido y me ha hecho retroceder, pero todavía está demasiado débil. Él…, Malmon…, no tenía que matarte, solo dejarte medio muerta y llevarte con ella. A ti o a cualquiera a quien pudiera llegar. Tenía que sacarte sangre y devolverle las fuerzas a ella…, para la juventud además de su poder. Drenarte la sangre despacio para mantenerla con vida. La sangre de los vivos es más poderosa que la sangre de los muertos.
—Siempre lo ha sido en tales asuntos. —Brigid cogió su taza de té—. Un asunto desagradable.
—Casi tanto como para quitarme las ganas de esta galleta. —Riley le dio un mordisco despacio.
—Es la primera vez que he podido atravesar sus defensas desde que te hirieron. No sé si eso significa que he estado demasiado distraída o que te necesitábamos de vuelta. Da igual. —Con la misma lentitud que Riley, Sasha eligió una galleta y la mordió—. Ya hemos vuelto.
—Hemos vuelto —convino Riley—. Ahora vamos a joderla bien. Lo siento —se disculpó con Brigid.
—Es algo que apoyo por completo. Mañana por la mañana me pondré en camino y os dejaré con ello.
—Oh, no te vayas, Móraí. —Annika rodeó a Brigid con los brazos desde atrás.
—Volveré cuando hayáis terminado con esto y espero que todos encontréis la forma de venir a verme a mí y a los míos. Pero quiero mi propia cama y a mi hombre. ¿Más? —Le palmeó la mano a Annika mientras miraba a su nieto a los ojos—. Esto va para ti. Para los seis. Todo lo que soy estará a vuestro lado. Bébete el té —le dijo a Riley—. Y que uno de estos salga contigo un rato a dar un paseo. Te sentará bien.
—Sí, señora.
—Móraí —la corrigió Brigid—. Pues también soy la tuya.
—Móraí.
«Abuela», pensó Riley, y se bebió el té.