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Si creemos apasionadamente en algo que todavía
no existe, lo creamos. Lo no existente es todo lo
que no hemos deseado suficientemente.
NIKOS KAZANTZAKIS
No abandone su cuerpo. Esta es la casa de Dios;
cuídela; solo en este cuerpo puede experimentar-
Se a Dios.
NISARGADATTA MAHARAJ
Sus creencias reflejan la salud actual de su cuerpo, tanto como su dieta y su régimen de ejercicios. Si desea un cuerpo sano pero su comportamiento resulta poco saludable, es evidente que estará desequilibrado. Pero aún más reveladores son los pensamientos y las creencias que tiene sobre su salud.
Evidentemente, al igual que todo el mundo, quiere gozar de perfecta salud. Pongamos ese deseo idealista en el último escalón de una escalera imaginaria de diez peldaños. Allí, en el vértice de sus deseos referentes a la salud, está su anhelo por un cuerpo que sea sano y con el que se sienta bien. Veamos, visualice esa escalera de diez peldaños teniendo presentes estas dos preguntas:
1. ¿En qué peldaño de la escalera están sus comportamientos en relación con su deseo de diez peldaños?
2. ¿En qué peldaño de la escalera están sus creencias sobre sus comportamientos en relación con su deseo de diez peldaños?
He realizado el cálculo con alguien que tenga sobrepeso, y que esté tan poco en forma que subir unos tramos de escaleras le deje sin aliento,. Esa persona está contribuyendo con energías de segundo peldaño a unos deseos de diez peldaños. En otras palabras, están muy desequilibrados. Lo mismo puede aplicarse a las personas que padecen muchas enfermedades físicas atribuibles al estilo de vida, como úlceras, hipertensión, indigestión, palpitaciones cardíacas, etc.
Crear un equilibrio en el que pueda decir sinceramente que su cuerpo está disfrutando de un nivel óptimo de salud y que está agradecido de vivir en la gloriosa Casa de Dios significa tomar nuevas decisiones sobre las dos cuestiones que he planteado. Le sorprenderá saber que no estoy sugiriendo un cambio radical de dieta o que realice un programa de ejercicios diseñado para un atleta o un corredor de maratón (aunque no por ello son descartables). No, estoy proponiendo una realineación radical de la energía de las creencias que tiene sobre el deseo de los diez peldaños.
Si tiene sobrepeso, no está en forma y sufre innecesariamente de enfermedades físicas que están relacionadas con el estilo de vida, esa idea radical que le he expuesto puede exigir mucha determinación por su parte para superar su incredulidad. Empiece ahora mismo a releer el título de este capítulo. ¿Le resulta extraño pensar que su dieta o falta de ejercicio no sean los responsables de su estado de salud? Quizá tiene que ver con lo que usted cree.
La segunda cita que aparece al principio de este capítulo es del autor de Zorba el griego.
Zorba es uno de los personajes de ficción más apasionados que se han creado jamás, alojado en un cuerpo que no era precisamente el sueño de ningún atleta. Nikos Kazantzakis nos anima a creer apasionadamente, porque a partir de esa creencia se manifestará el deseo. El deseo de los diez peldaños de disfrutar de la vida en un cuerpo sano se manifestará cuando lo desee lo suficiente. Y así es precisamente cómo puede corregir el desequilibrio que tiene un extremo ladeado hacia el suelo con comportamientos y creencias que son diametralmente opuestos a lo que desea.
REEQUILIBRAR SU SALUD REEQUILIBRANDO SUS CREENCIAS
Deepak Chopra, mi amigo y colega desde hace muchos años, observó en una ocasión: “Su cerebro produce una sustancia química que transmite su felicidad a cincuenta y dos millones de células corporales, que se regocijan y participan”. Imagínese a sí mismo como si estuviera a punto de disfrutar de un helado de frutas o de un pedazo de pastel de cumpleaños. ¿Es feliz, o siente culpabilidad y aprensión antes de tomar el primer bocado? ¿De qué creencias se ha imbuido que impiden a su cerebro producir y transmitir buenas noticias al resto de su cuerpo, incluso las que están a punto de convertirse en células grasas de infelicidad en lugar de células sanas de felicidad?
Por muy difícil que resulte aceptarlo, es más importante que cambie y examine sus creencias sobre lo que ingiere y cómo vive que las actividades en sí de comer y hacer ejercicio. La conexión mente-cuerpo se ha determinado claramente en las investigaciones médicas y científicas. Sus creencias son pensamientos, y sus pensamientos son energía. Si se ha convencido de que lo que está a punto de hacer tendrá un efecto nocivo en su cuerpo, está haciendo precisamente lo que Kazantzakis propone: cree apasionadamente en algo que todavía no existe. Es decir, el perjuicio que aporta a su cuerpo con lo que está a punto de hacer no es más que un pensamiento; no se trata de una realidad física. Sin embargo, si se aferra a ese pensamiento, facilita el proceso de convertirlo en una realidad física.
Suponga ahora que decide creer apasionadamente en algo que todavía no existe, y ese algo es usted con un cuerpo perfectamente sano, compuesto enteramente del bienestar que lo caracterizaba cuando se materializó en un alma física. Además, incluye la creencia de que su cuerpo es capaz de convertir cualquier combustible que reciba en células sanas y felices: una idea radical, quizá porque la mayoría cree más bien todo lo contrario. De todos modos, créalo apasionadamente, aunque esa realidad todavía no exista.
Al adoptar la idea de que su cerebro y su cuerpo son capaces de convertir cualquier combustible en células sanas y felices, se inicia el proceso de mirar alrededor en busca de pruebas que apoyen su creencia, más que apagarse a sistemas de creencia contrarios, que no producen salud. “Sí — dirá usted —, hay muchas personas que consiguen lo que quieren, cuando quieren, y que no prestan atención a las dietas, que no se obsesionan con el peso cada día, y no solo mantienen un peso normal, sino que son felices. Voy a pensar como ellas un tiempo a ver si funciona”
Cuando se compromete con esa nueva idea radical, ¿adivine qué ocurre? Que empieza a cambiar sus hábitos alimenticios. ¿Por qué? Porque comer alimentos sanos en pequeñas porciones hace que se sienta bien, y sentirse bien es de lo que trata el deseo de los diez peldaños.
Pero tiene que empezar con un pensamiento que le haga sentirse bien, y es el siguiente: “Todo lo que como está bien. Instruiré a la química de mi cuerpo y mi cerebro para que conviertan todo lo que como en salud”. Tiene todo un nuevo ciclo de pensamiento que examinar, y esa nueva forma de pensar apasionadamente sobre algo que todavía no existe se aplica también a estar físicamente en forma.
DAR FORMA AL PENSAMIENTO DESEQUILIBRADO
¿Cuáles son sus creencias sobre los esfuerzos a realizar para estar en forma y físicamente sano? ¿Es necesario que una persona sufra cada día y tenga que llevar a cabo una rigurosa rutina de ejercicios para estar en buena forma física? Esas son creencias muy extendidas de las que debe dudar si lo que busca es una vida más equilibrada. Usted desea un cuerpo que parezca estupendo, y que usted lo sienta así: ese es el deseo de los diez peldaños.
¿Qué clase de pensamientos tiene para alcanzar ese deseo? Demasiado a menudo sus pensamientos son lo que sigue: “No soy una persona activa. Por mucho ejercicio que haga, no consigo perder peso ni ponerme en forma. No soporto correr ni sudar. No estoy destinado a ser una persona atlética”. Esas creencias, y otras muchas similares, le mantienen en los peldaños más bajos de esa escalera. Además contribuyen enormemente a la crisis de obesidad y a la existencia de muchas enfermedades relacionadas con el estilo de vida que se origina con este tipo de pensamiento colectivo.
Cuando cambia sus pensamientos, y lo que cree sobre lo que es posible para usted, lo cambia todo, incluso su fisiología. Debe creer fervientemente que usted es un espécimen de salud perfecta, creando así una imagen de sí mismo en la que se vea y se sienta de maravilla. ¡si lleva consigo esa imagen a donde quiera que vaya y cree apasionadamente en su realidad logrará un cambio total!
Ahora el diálogo interior sonará más o menos así: “Me dirijo hacia la salud perfecta. No siento vergüenza ni culpa de mí mismo ni por mi comportamiento. Si quiero ser un calientasofás, seré un calientasofás sano, delgado y guapo. Me gusta mi cuerpo. Voy a cuidarlo bien porque aloja el ser sagrado que soy yo”. Cuando inicie el nuevo ritual de cambiar la forma en cómo mira su cuerpo, este cambiará.
Ha estado inmerso en una sociedad que le dice cómo debe sentirse con su cuerpo, una sociedad basada en empresas comerciales que desean obtener provecho de su insatisfacción personal. Lo que le dicen es que si no es como una supermodelo, debe sentir remordimiento. Así empiezan los trastorno alimenticios, la obesidad y las constituciones físicas débiles. Si se traga ese lavado de cerebro colectivo, se colocará en un punto de gran desequilibrio entre su deseo de tener un cuerpo sano que le haga sentirse bien, y los decepcionantes comportamientos diarios que le conducen a una mala salud y a sentirse agotado y en baja forma
Recuerde que se convierte en lo que piensa. ¿Por qué pensar en sí mismo de manera que le haga tener una salud menos perfecta? ¿Qué sentido tiene mirarse el cuerpo en su actual estado de deterioro y aferrarse a una serie de creencias que garantizan que las cosas se pondrán peor?
Esa es una nueva opción radical para usted. Crea apasionadamente en lo que todavía no existe, y recuerde la observación de Kazantzakis de que “lo que no existe es lo que no hemos deseado suficientemente”. Puede adoptar un sistema de creencias que esté tan equilibrado que nadie, ni ninguna presión social, pueda debilitar o dejar el amor por sí mismo y el respeto por el templo sagrado que es su cuerpo. Entonces puede experimentar lo que se siente creyendo apasionadamente en algo que todavía no existe. Ese nuevo sistema de creencias será el punto de equilibrio que le permitirá disfrutar de una relación amable, cariñosa y saludable con su cuerpo, y cambiar cualquier comportamiento de autosabotaje.
ACTUAR SEGÚN SU NUEVA Y APASIONADA CREENCIA EN ALGO QUE NO EXISTE... ¡TODAVÍA!
A medida que cambian sus creencia, su comportamiento se transforma. Cuando puede verse a sí mismo como una creación divina que emanó de una fuente de amor puro e incondicional, con una ausencia total de vergüenza y repudiación de uno mismo, su cuerpo no tiene más remedio que disfrutar del viaje. Decida lo que decida comer, si sus pensamientos son: “Es mi intención que esta comida se convierta en energía que haga mi cuerpo más vigoroso y fuerte”, su cuerpo empezará a responder en consonancia. En cuanto elimine las viejas creencias que fomentaban la ansiedad, la culpabilidad, la preocupación e incluso el temor, su cerebro empezará a producir sustancias químicas que le devolverán el equilibrio por lo que se sentirá bien y creará un cuerpo sano.
Sí, digo que para reprogramar su pensamiento de modo que sintonice con su deseo de ser y sentirse sano puede cambiar los comportamientos poco saludables que le provocaban mala salud y desequilibrio. Esa es una función de la ley. Así lo expresó William James, el padre de la psicología moderna:
Existe una ley en psicología que dice que si usted se forma
una imagen mental de lo que le gustaría ser, y la mantiene y
retiene esa imagen el tiempo suficiente, pronto será exactamente
como deseó ser.
Así de asombroso es el poder de nuestros pensamientos. Pero también digo algo que va más allá de la idea de su cuerpo actuando automáticamente en respuesta a su pensamiento reprogramado. Cuando empiece a equilibrar expectativas estereotipadas para su cuerpo que no están en armonía con su deseo de estar sano y sentirse bien, notará otra reacción automática: sus comportamientos empezarán a buscar espontáneamente el equilibrio con la expresión de sus deseos.
Puede suceder de forma gradual, pero ahí está: se ve a sí mismo viviendo sin miedo o abiertamente concentrado en su apariencia. Esa maravillosa conciencia de aceptación de uno mismo combina con un fuerte deseo de tratar su cuerpo con respeto. Sus hábitos alimenticios cambian sin que haya una decisión consciente de cambiar nada. Deja de contar calorías y simplemente disfruta con lo que come,; sabe que puede confiar en la inherente sabiduría espiritual que está programada en su ADN, en su conexión con la Fuente que creó al bebé que un día usted fue.
Ha descubierto una forma mejor de equilibrar y disfrutar de su vida confiando en sus pensamientos para atraer la salud que desea. Puede relajarse y disfrutar de su viaje. Dejando conscientemente que el Espíritu intervenga mediante la energía de sus pensamientos, ha decantado la balanza a favor de sus deseos. Su ego, que se identifica con su cuerpo, ha sido relegado a un papel menos dominante. El espíritu no tiene un exceso de grasa, no padece indigestión, punzadas de hambre o la costumbre de comer demasiado, y ahí es donde ahora ha decidido usted situarse.
Está eligiendo pensamientos que están en armonía con su Espíritu original, y al hacerlo no hay espacio para comportamientos poco saludables. Está en paz con sus pensamientos, y cree que todo lo que hace puede convertirse en una reacción sana, por lo que adoptará la misma respuesta nueva y automática en su forma de abordar el ejercicio y el bienestar físico. Su proceso de imagen interna recién equilibrada confirma la declaración de William James.
“Soy un ser humano divinamente sano y en forma.” ¡Piénselo! ¡Créalo! Aunque se siga viendo como una persona con sobrepeso y en baja forma, dígalo igualmente. Está iniciando el proceso de creer apasionadamente en algo que todavía no existe. Afirmándolo y convirtiéndolo en su realidad interior, activará una nueva respuesta automática que se hace eco de su deseo. Lo que sucederá después es que saldrá a dar un paseo. Luego, tal vez, participará en algo que no formaba parte del equilibrio de su vida hasta ese momento: quizá una carrera, una clase de yoga, o se apuntará a un gimnasio. Todo eso sucederá sin esfuerzo alguno, porque usted actuará de acuerdo con sus pensamientos.
El desequilibrio entre su deseo de un cuerpo sano que le haga sentirse estupendamente y unos persistentes hábitos poco saludables no se remedia simplemente cambiando esos hábitos. Debe tener la firme determinación de aprender el arte de la creencia apasionada en algo que todavía no existe, y negarse a dejar que la imagen se distorsione, por su culpa o por la de los demás. En realidad usted no es lo que come o el ejercicio que realiza, sino lo que cree del yo que en este momento se está originando a partir de sus pensamientos.
No deje de recordárselo: “ obtengo lo que pienso, tanto si lo quiero como si no”.