10. La luz del día y la oscuridad
Las noches “blancas” son prueba clara de que la noción que conservamos desde nuestra niñez sobre la secuencia de las noches y los días, en espacios iguales de tiempo en la Tierra, resulta demasiado facilista. Realmente, la secuencia continua entre la luz del día y la oscuridad es más intrincada y no encaja en el modelo típico del día y la noche. Por esta razón, el mundo en que vivimos se puede dividir en cinco zonas, cada una con sus propias variaciones entre la luz diurna y la oscuridad.
La primera zona, exterior al ecuador en cualquier dirección, se extiende hasta los paralelos 49. Aquí, y solo aquí, se da un día completo y una noche completa cada 24 horas.
La segunda zona, entre el paralelo 49 y el 65 ½, abarca el conjunto de la Unión Soviética, el norte de Poltava, tiene un crepúsculo continuo alrededor del solsticio de verano[17]. Esta es la zona de las noches “blancas.”
Dentro de la estrecha tercera banda, entre los paralelos 65 ½ y 67 ½, el Sol no se pone durante varios días alrededor del 22 de junio. Ésta es la tierra del Sol de media noche.
La característica de la cuarta zona, entre 67 ½º y 83 ½º, aparte del día continuo en junio, se presenta la larga noche de diciembre, cuando hay días sin ninguna salida del Sol, y la mañana y el crepúsculo de la tarde duran todo el día. Ésta es la zona de los días “negros.”
La quinta y última zona, al norte del paralelo 83 ½, tiene una notable variación entre la luz diurna y la oscuridad. Aquí, la ruptura que producen las noches “blancas” de Leningrado, en la sucesión de días y noches, perturba completamente el orden normal. Los seis meses entre el Verano y el Solsticio de Invierno, del 22 de junio al 22 de diciembre, se pueden dividir en cinco períodos o estaciones. Primero, el día continuo; segundo, los cambios entre el día y el crepúsculo de media noche, sin las noches propiamente dichas (las noches “blancas” de verano en Leningrado, son una ligera imitación de este período); tercero, el crepúsculo continuo, sin noches apropiadas o días en absoluto; cuarto, un crepúsculo continuo que alterna con una verdadera noche alrededor de la medianoche; y quinto y último, oscuridad completa todo el tiempo. En los seis meses siguientes, de diciembre a junio, estos períodos siguen en orden inverso.
Al otro lado del ecuador, en el Hemisferio Sur, se observan los mismos fenómenos, lógicamente, en las latitudes geográficas correspondientes.
Si nunca hemos oído hablar de las noches “blancas” en el “Lejano Sur”, es sólo porque el allí reina el océano.
El paralelo en el Hemisferio Sur correspondiente a la latitud de Leningrado no cruza absolutamente nada de tierra; hay agua por todas partes; de modo que sólo los navegantes polares han tenido la oportunidad de admirar las noches “blancas” en el sur.