Antes 38
Cuando era pequeña odiaba a los adultos; A María y Antonio por no ser padres de Mari, a los míos por no defender a mi amiga de las garras de María. Cuando me imaginaba de grande, de ninguna manera me veía como un adulto, me veía como un Capitán América versión mujer. Observando la hermosa fachada de la casa de mis padres, fue triste darme cuenta que yo era un adulto de esos que odiaba tanto.
Nic pasaba por primera vez una fiesta con nosotros sin que la novia de Chucky la jodiera. Con la libertad de una mujer bien amada, mi hermano finalmente se dio valor y peleo por ella. Quería verla, necesitaba verla, constatar por mí misma que era una mujer completa, entera, que el abandonarla no constituyó la muerte de la mujer que amé desde que tenía memoria. Moría de curiosidad por ver a mi hermano con ella. Oli era muy inteligente, pero la bondad a veces jugaba en su contra.
<<Solo ve despacio>>, tenía cerca de veinte minutos estacionada afuera de la casa, entrar parecía un castigo divino. Finalmente, me di valor, y entré. Como siempre, fui recibida con besos y abrazos y amor, y, por supuesto, con una enorme carga de culpa.
Parada enfrente de Nic, sentí como si nunca nos hubiéramos separado. Se sentía como si tuviera a mi hermana de vuelta, y la había extrañé.
Sonrió con tristeza antes de saludar―: Hola, Chris ―nadie tomó su lugar en todo el tiempo que estuvimos separadas, simplemente fue como dejarnos de ver por cinco minutos. Se sintió bien.
Teo era una maravilla. Se sentó junto a mí en el piso y disfruté de la voz grave, simpática, solidaria y cálida de cada una de las anécdotas que vivió junto a Nic en los últimos seis años. Realmente la quería como hermana, y la cuidaba como tal.
Después de mi segunda copa de vino levanté la vista y me encontré con la pareja perfecta, lo que debería ser una pareja; Oli veía a Nic con devoción, con respeto, con humildad, ella devolvía la mirada con la misma intensidad. Se podía ver el amor vibrando de un cuerpo al otro en un lazo invisible e irrompible.
Tan diferente a lo que yo tenía con Josh…
Tuve cuidado de no tomar más de tres copas de vino. Siempre que hablaba con mis padres cuidaba que mi voz sonara lo más sobria posible, no quería exhibirme en la primera noche. Como la última vez; Una botella de vino se vació en la cena, cuando en casa las botellas duraban semanas, incluso meses. Recuerdo claramente como batallé para reemplazar otro par por la noche.
No sé si fue el ansia de encontrarme con Nic, de ver que mi pretexto estaba sano y salvo, o que estaba en casa de mis padres, pero el vino no hizo el efecto necesario. Necesitaba algo más fuerte. Fui a la cocina y bebí el resto de Dalmore que escondí en la alacena mientras el resto de la familia disfrutaba la vista de la nieve cayendo en el pórtico. No quería ser atrapada por un descuido, como que mi madre la encontrara, así que más valía terminarla.
Apenas alcancé a disfrutar el delicioso sabor del whisky recorriendo mi sistema, cuando escuché pasos en la planta alta. Como toda una delincuente, me apuré a servir una taza de chocolate caliente y a correr al sillón junto a la chimenea. No sé cómo diablos no terminé toda quemada.
―Siéntate ―le ordené a Nic en cuanto bajo las escaleras. ¿Cómo? No sé. Pero fui capaz de ir a la cocina y servir una taza de chocolate para ella sin que descubriera mi estado. El vino tinto era muy suave para mí, pero más de media botella de Dalmore hacia maravillas con mi sistema.
Para cuando regrese, Nic ya estaba cubierta por una de las mantas que mi madre siempre mantenía a mano en invierno.
― ¿Te puedo preguntar algo? ―Más valía que fuera yo la que iniciara el interrogatorio, eso siempre da ventaja.
Me mato cuando me ayudó a cubrir con la manta y sonrió como chiquilla. ¡Mierda! Una sensación extraña empezó en mis ojos. Lágrimas, eran lágrimas. ¡Qué raro!
― ¿Por qué no hablaste conmigo? ¿Por qué no me dijiste nada? Yo te hubiera ayudado, yo hubiera ido y te hubiera defendido, yo… yo ―en ese momento sucedió lo que mucho temí, me rompí.
Empecé a llorar como pocas ocasiones me permitía. Nic dejó su chocolate y me abrazó, me acunó. Por primera vez los papeles se intercambiaban y se comportó como lo que era, una mujer fénix, una mujer fuerte y protectora. Me dio un beso en la cabeza y esperó a que sacara todo el dolor, la impotencia, el enojo, la frustración, la maldita culpa que no me dejaba.
Cuando me vio más calmada, empezó a hablar―: Me sentía muy avergonzada. Eso es todo. Me avergonzaba que los golpes solo hubieran cambiado de manos, que solo fuera un imán de problemas…
Nic habló de impotencia, de vergüenza, de emociones que ningún ser humano debe sentir, y que yo conocía tan bien.
Fue toda una experiencia conocer Nic, ¡era tan diferente a Mari! Habló de como dejo ir a su madre, de cómo el amor no se debe mendigar. Que el que su madre no la quisiere, era perdida justamente de Chucky, no de ella. Todo el dolor, la desesperanza, y resentimiento por abuso de años y años estaba diluido del cuerpo y cabeza de Nic.
Sonaba tan fácil, tan sencillo perdonarse. Yo no podía, yo estaba destrozada, rota, podía sentirlo en mi interior.
―Amar, empieza con amarse a uno mismo, Chris. Aceptarnos como somos, con todos nuestros defectos y virtudes. No sé qué te aqueja, pero si me necesitas, aquí estoy. Siempre.
―Lo sé ―no en realidad, yo solo esperaba que acabara esta tortura y me dejaran ir.
―Te prometí que me iba a cuidar, ¿recuerdas? Cuando nos despedimos en Great City ―asentí no muy segura de a dónde se dirigía―, ¿me puedes prometer lo mismo?
Fueron las palabras con las que se despidió Nic. No pude mentirle, tampoco pude aceptar. Simplemente guardé silencio y me recargué en su hombro. ¡Bendita mujer!
Yo sabía que se preguntaban por qué no me acercaba a ellos, por qué me alejaba de ellos. Era muy simple; Estaba con Josh, porque no me merecía algo mejor, porque era lo mejor para mí, porque tarde o temprano iba a conseguir que cambiara, que me amara como yo lo amaba, porque me lo merecía. Porque éramos la Luna y la Noche.
∼∼∼§∼∼∼
La boda de mi hermano con Nic fue rápido, lento si contabas con todos los años de espera.
― ¡¿Quince días?! ¡Estás loca, Christine! No te vas a ir por tanto tiempo.
―No te estoy pidiendo permiso, Josh. Te estoy avisando qué no voy a estar disponible por las siguientes dos semanas. Gloria se va…
― ¿A dónde vas?
Por alguna razón, no mezclaba a Josh con mi familia, temía que también se dejaran corromper por él. Solo Gloria sabía que la boda de mi hermano era en Manzanillo, y así se iba a quedar.
―Todavía no estoy muy segura, no me han querido decir.
―No me has invitado… ―fue una queja con deje de dolor.
― ¿Te vas a comportar con mi familia? Ellos no son tus amigotes, con ellos te tienes que comportar ―su respuesta fue rápida, me llevo al aeropuerto sin rechistar.
Teo organizó la boda a la distancia y vale decir que le quedó perfecta. Su gusto era delicado, elegante. Nic y yo chillamos cual chiquillas al subirnos a la limosina que nos esperaba en cuanto bajamos del avión. Nos servimos tremendas copas de champán, e hicimos cara de asco cuando Nastia mordisqueó a Teo como felicitación por su organización.
Oli no escatimó en gastos, todo era perfecto; la villa, el océano, incluso las cuatro personas contratadas para atendernos se veían perfectas. El único inconveniente es que iba a compartir habitación con Nic una noche, afortunadamente estaba demasiado feliz como para notar que siempre tenía una copa en la mano.
―No es justo, ustedes son modelos.
Mi altura nunca me incomodo, pero si te parabas junto a dos supermodelos, no había modo que no te sintieras insegura. Incluso con los más altos de mis tacones les llegaba a los hombros, eso sin contar lo terriblemente guapas.
―Vamos, Chris, si la que roba el aliento eres tú. Nosotras parecemos jirafas: flacas y altas ―Nic tenía razón, si parecían un pelín jirafas. Me afiancé a esa idea y me dirigí al carro de golf que nos esperaba para movernos dentro del complejo que tan bien escogió Teo y festejar la despedida de soltera de mi hermana.
Aunque, Nastia tenía otros planes, en cuanto tuvo oportunidad se dirigió afuera del complejo para llevarnos a un club de estríperes. ¡Me encantó la mujer! Hacia lo que le daba la gana sin importar los comentarios de Teo, ni los sobresaltos de Nic. Era la mala influencia de esos tres.
― ¡Oh! Hogar dulce hogar ―exclamó con placer Nastia ante la consternación de Nic.
Después de sentarnos en la mejor mesa del lugar, llegaron los reclamos de la festejada―: Nastia, dijimos que no íbamos a salir del complejo.
―Relájate, Perra. Traemos guardaespaldas. Además, dijimos que la madrina de la despedida era yo, ¿cierto, Chris? ―contestó Nastia completamente relajada.
Dejé de sacar billetes de mi minúsculo bolso y de seguir el punchis-punchis de la música para asentir―: Sí. Nastia es la jefa hoy, relájate ―acepté la copa de champán que el mesero con sonrisa de ‘se aceptan propinas’ nos sirvió, y brindé por mis hermanos―: Por Nic. Porque sea muy feliz junto a mi hermano.
―Y porque follen todos los días como perros en brama ―terminó el brindis por mi Nastia.
Las tres tintineamos nuestras respectivas copas antes de vaciarlas, junto con un par de botellas. Una de las mejores noches de mi vida; No tenía a Josh para joderme, mi conciencia estaba relajada en una hamaca en la playa junto a mis padres, y yo estaba brindando junto a mi hermana.
Mi mamá hizo un mohín cuando me vio desayunar a las tres de la tarde con una jarra de mimosa, pero también estaba cegada por la felicidad, así que lo dejo pasar.
―Todavía no te vistes ―le di una de mis fresas y recibí una sonrisa como agradecimiento―. Vas a estar tarde para la ceremonia, ya no falta mucho y eres la dama de honor.
―Má, relájate ―me llevé una fresa a la boca e hice un guiño. Yo sabía cómo tratar a mi madre.
La playa de Malenque era el fondo perfecto para la ceremonia con más amor que se podía realizar. Nic se veía espectacular en color marfil y Oli en traje de manta, además de ser físicamente atractivos, sobresalía el amor que se tenían. Oli la veía asombrado, sus ojos azules se intensificaban cada vez que la veía, el orgullo se desbordaba. Con una sonrisa que nunca le había visto, atestigüé como la tomó de la mano y sin importar que la familia estuviera presente, se la comió en un gran beso.
∼∼∼§∼∼∼
Nic y Oli pronto tuvieron piedras en el camino, regresando de la luna de miel hizo su aparición Dennis, y como siempre, quiso acabar con la vida de Nic. Pidieron mi ayuda y fue imposible negarme, se trataba de mis hermanos.
― ¿Confías en mí? ―Le pregunté a Nic. Por un segundo rogué que dijera que no, el efecto del alcohol se difuminaba y con Olivier en el hospital no tenía la libertad de ponerme a tono.
―Con mi vida.
Literalmente. Si no hacia bien mi trabajo, podía terminar con la vida de Nic y la de mi hermano.
Pero yo era buena, más de lo que debía. Acaricié los documentos disfrutando de la textura, de la tinta que prometía darme otra victoria. Una corriente de adrenalina recorrió mi cuerpo, aspiré profundamente inhalando el aroma de los costosos perfumes y del temor que se me tenía. Vivía por esto.
Por la adrenalina.
El poder.
La tensión.
Por ganar.
Ganar dinero era mi vida, no recordaba nada más. Los viejos idealismos de ‘ayudar’ quedaron en el pasado, ahora todo era ganar dinero, y era buena en ello. Sin importar que al final Dennis falleciera, me las arregle para limpiar el nombre de Nic, de Oli, y sacar una buena indemnización de los padres del bastardo que le disparó a mi hermano.
Y todos felices por siempre jamás.
Menos yo.