2. LOS JORDIS S. L.

El ascenso

La intrusión en las dependencias de la calle Ganduxer número 5 de Barcelona en la primavera de 2002 no fue casual. El despacho de Jordi Pujol Ferrusola y Jordi Puig Godes era el más famoso de Barcelona entre los empresarios que querían hacer negocios con la Administración. Existía la creencia, ampliamente extendida, de que determinadas concesiones públicas no se llegaban a producir si antes no se contrataban sus valiosos servicios. De ello tenían culpa las malditas habladurías que en cualquier momento podían convertirse en un campo de minas. Ellos eran conscientes de su poder y eso les hacía sentirse más importantes. «Jordi Puig no es tan prepotente como Jordi Pujol. De hecho, es el cerebro de las operaciones», razona un empresario que les conoce desde jóvenes.

Su sociedad viene de lejos. Cuando a mediados de los noventa Jordi Pujol Ferrusola, alias Júnior, «aterriza» en el grupo de Natural Stone junto al gallego José Manuel Gómez Salgado, Jordi Puig es nombrado gerente en Natural Stone Marketing Center. El hijo del president fue fichado por conveniencia empresarial, porque Salgado quería sacar tajada y Pujol Ferrusola era una marca ganadora.

En uno de los innumerables informes que se hicieron sobre el clan Pujol y los Puig desde las instancias policiales de Madrid, se señala que Felip Puig (otrora el hombre con más peso en Convergència) «cuenta como aliado esencial para fortalecer su poder, amén de aumentar sus negocios, a su hermano Jordi, socio y persona de total confianza de Jordi Pujol Ferrusola, con quien comparte negocios, sociedades e incluso oficinas». Júnior lo desmintió en su comparecencia parlamentaria del 23 de febrero del 2015 ante la comisión de investigación del fraude. Hizo un perfecto homenaje a la manipulación: «Jordi Puig estuvo como realquilado en mi despacho hasta el 2009. Él hacía sus operaciones y yo hacía las mías. La única operación que hicimos fue una en la que él me presentó, en el 2005, a un empresario de Barcelona que quería hacer una operación inmobiliaria en Marina Botafoc, en Ibiza». Mentía como un bellaco. Manipulaba. No solo habían hecho multitud de negocios juntos, sino que le había prestado dinero en muchas ocasiones para poder llevar a cabo, precisamente, esos negocios que querían ocultar.

Tenían otro punto en común. Lo cuenta la policía española en otro de sus informes:

Ambos Jordis utilizan habitualmente a personal de sexo femenino en casi todos sus desplazamientos, las cuales, voluntaria o involuntariamente, sirven de coartada para moverse sin dificultad, aparentando viajes de placer en pareja y/o por separado ellas solas, como correos para llevar dinero en efectivo y/o documentación reservada. Tal es el caso de Masha y Ajda Petek, siendo la primera hermana de la actual esposa de Jordi Puig, a las que utiliza entre otras acciones como titulares de cuentas offshore.2

Se han de distinguir, sin embargo, dos modus operandi: uno, el de las operaciones interiores, es decir, en España; y otro, el de las operaciones internacionales. Por lo que respecta al primero, ambos «enterraron» al alimón más de 78 millones de pesetas (más de 470.000 euros, una barbaridad en los años noventa del siglo XX) en la inmobiliaria Nou-Cents S. L., pero también diversificaron riesgos metiendo fondos en Globus Barcelona, Petrocat, Elecnor, WTC Maremágnum, Demo, Taisc, Prointer, Torrent y Coto, Radiotrónica, Laboratorios Serés, Ininvest, Algodonera San Antonio o Coge España.

Júnior empezó a dominar el arte de la intermediación en los años noventa. Participó en la venta del 16 por ciento de World Trade Center de Barcelona, que estaba en manos de FCC, pero también se dedicó a promociones inmobiliarias puntuales. En solo dos o tres años, sus inversiones, según estimaciones de los investigadores, llegaron a unos 1.000 millones de pesetas, una cantidad demasiado elevada para los años noventa. Nadie sabe de dónde salieron esos fondos. Sí le siguieron el rastro, por ejemplo, a 90 millones de pesetas invertidos a finales de los noventa en el Fondo Prudential y gestionados por Jordi Puig Godes.

Eran los años de bonanza del mercado inmobiliario y los dos socios no hicieron ascos al mismo. Años más tarde, Júnior negaría solemnemente que hacía negocios con Jordi Puig, pero lo cierto es que ambos fueron unos inversores prolíficos a finales de los noventa y principios de la década siguiente. Compraron el 17,4 por ciento de la sociedad Nou Cents Habitatges, en la que invirtieron casi 78 millones de pesetas de
la época (unos 470.000 euros) para la construcción o rehabilitación
de inmuebles en la Via Laietana de Barcelona (esquina con Ronda Sant Pere), calle Mallorca, calle Navas de Tolosa, Paseo Maragall y en la población de Begur. En esta última localidad de la Costa Brava, habilitaron dos casas a través de la sociedad TAISC, de la que compraron el 18,43 por ciento y cuyo capital social era de 600 millones de pesetas (3,6 millones de euros actuales).

En COGE España, se hicieron con el 20 por ciento del capital. Ayudaron a Shelter a instalarse en España, firmaron un contrato con Amena y otro con Emte, por el que esta compañía les pagaría el 3,5 por ciento como comisión sobre la facturación, más un 50 por ciento del margen bruto ligado a la consecución de objetivos. Por tener, los dos socios tenían hasta una tienda textil en la calle Muntaner, de la que Jordi Pujol Ferrusola copaba el 40 por ciento del capital y Jordi Puig Godes el 7,5 por ciento (Santiago Ballesté tenía otro 7,5 por ciento). La inversión en esta tienda fue de más de 18 millones de pesetas (unos 115.555 euros).

También invirtieron en dos sociedades offshore con las que operar en el mercado internacional. Una de ellas era Conter, que tomaba participaciones en otras. Su testaferro en esta compañía era un jordano llamado Zeid Mango. La otra era Crena, ubicada en la isla de Madeira, orientada al mercado americano, y que les «prestó» dinero, por ejemplo, para invertir en Laboratorios Serés.3 Curiosamente, su aventura internacional a través del paraíso fiscal de Madeira tiene lugar en paralelo a la que había iniciado el Rasputín Lluís Prenafeta.

Los dos socios —Jordi Pujol y Jordi Puig— fundan en el año 1996 la compañía Ibadesa Cat. El 51 por ciento de su capital social de 500.000 pesetas estaba en manos de otra empresa controlada por ellos, Ibadesa S. A., mientras que el 34 por ciento era de Jordi Puig y el 15 por ciento estaba en manos de Ignacio López del Hierro, marido de María Dolores de Cospedal. Una cláusula del contrato de constitución establecía que el 34 por ciento de Puig pertenecía en un 50 por ciento a Jordi Pujol Ferrusola, con lo que él no aparecía en el registro de la propiedad, pero tenía su parte. El 30 de septiembre de 1998, López del Hierro vendía sus acciones a Jordi Puig y se desligaba de la compañía. Su sobrino, José Herrero, no obstante, siguió siendo el hombre de confianza de los Jordis en todos los negocios que emprendían y el que manejaba las riendas de Ibadesa en Madrid.

Con Ibadesa Cat comenzaron a operar con proyectos en toda África. Eran proyectos «llave en mano», con financiación de fondos de ayuda al desarrollo. Ahí penetraron, por ejemplo, en un proyecto de electrificación en Yemen, un proyecto de aprovisionamiento de agua en Ghana, una venta de vehículos en Turquía y otros negocios en Argelia.

En pocos años, los Jordis extienden sus tentáculos por Ghana, Djibuti, Yemen, Senegal, Marruecos, Uganda, Angola, Egipto, Turquía, Jordania, Rusia, El Salvador, República Dominicana, México, Panamá y Nicaragua. La pareja sabe enfocar sus negocios. Participan en rehabilitación de hospitales, en equipamientos de centros sanitarios, en electrificación, en suministro de ambulancias, en compra de tabaco o de café, en fábricas de pescado, en canalización de agua, en construcción, en plantas de cerámica, en fábricas de ladrillos, en laboratorios…

Por construir, llegan a construir en Uganda un hospital militar e intentan financiar barcos de pesca en Guinea Bissau, guiados por el cónsul de ese país en Barcelona. La intención era estructurar una empresa mixta que sería la titular de las licencias y faenaría con barcos desamortizados de la Unión Europea y con ayudas comunitarias. En América, invierten a través de Ipromar y compran una participación importante de Tabacos Nicarao y de Deschiss, la principal distribuidora mexicana de café en Estados Unidos, de la que llegan a tener el 4 por ciento después de invertir alrededor de 1,5 millones de dólares.

Pero lo cierto es que, en los años noventa, Jordi Pujol Ferrusola comenzó a establecer su red de valiosos contactos. «Pudo conectar con una sociedad que hacía de lobby, formada por embajadores y con sede en Madrid. Esa sociedad le abrió las puertas a varios negocios internacionales», dicen fuentes que le conocen bien. Y es muy posible que sea así. De todos modos, también es cierto que, a pesar de su nacionalismo radical, trabó fuertes lazos con los gobiernos del PP. Con José María Aznar en el poder, los negocios de Jordi Pujol Ferrusola se asentaron, crecieron y contaron con el apoyo institucional e incondicional de Madrid. Sus intervenciones se extendieron como mancha de aceite por África, América y Oriente Próximo, ya fuese a través del apoyo dado directamente por el gobierno español o por las embajadas.

Operación en República Dominicana

Uno de sus puntales en la capital de España era José Manuel Fernández Norniella, un hombre de Rodrigo Rato.4 A través de él, tenía las puertas abiertas del gobierno español a finales de la década de los noventa. Jordi Pujol y su socio Jordi Puig maniobraron para conseguir las obras de construcción de Merca Santo Domingo. Era una inversión de 80 millones de dólares en un inicio y los Jordis consiguieron formalizar un consorcio Mercasa-Ibadesa-Incatema, que firmó la ejecución del proyecto. A mediados de 2001, acuden a los buenos oficios de José Manuel Fernández Norniella para conseguir que Juan Costa, secretario de Estado de Comercio y Turismo, enviase una carta de recomendación al gobierno de República Dominicana con el fin de que este reordenase sus prioridades y adjudicase el proyecto. De salir bien, según un memorándum de la época, los Jordis se embolsarían 500.000 dólares «por la “gestión”».

En enero del 2002, Jordi Puig Godes enviaba una carta a Norniella en la que señalaba textualmente: «Te adjunto carta del secretario técnico de la Presidencia de la República Dominicana en relación con el proyecto de Merca Santo Domingo. Como puedes ver, es la comunicación priorizando el proyecto para que Costa pueda dar su autorización para la cobertura con Cesce. Asimismo, te adjunto carta del Ministerio de Agricultura español indicando el procedimiento para que pueda ser priorizado el proyecto. Tenemos constancia de la voluntad de Moncloa para apoyar este proyecto». Apenas unos meses después se firmaba la primera fase del proyecto, que preveía unas inversiones de 42 millones de euros.

Sin embargo, las cosas no funcionaron bien. En marzo de 2010 el diputado de ICV Joan Herrera presentaba una batería de preguntas en el Congreso de los Diputados sobre los incumplimientos de proyectos o adulteración en los precios de dichos proyectos que habían recibido créditos o seguros del Estado español a través del Deutsche Bank. Los que hacían referencia a Ibadesa eran una instalación de paneles fotovoltaicos en Argentina, el equipamiento del Hospital Libra en Brasil, el equipamiento del Grupo Fator, también en Brasil, el equipamiento del hospital Koforidua en Ghana, el equipamiento de los hospitales Estelí y Chinandega en Nicaragua, la construcción del hospital Brasov en Rumanía, el equipamiento del hospital FAM en Senegal y varios proyectos en República Dominicana: construcción del hospital general Área de Monte Plata, reforma del Sector Salud, suministro de equipos de la Red de Emergencia Sanitaria, puesta en marcha de la Ciudad de la Luz y la construcción de Merca Santo Domingo.

Los Jordis empezaron a finales de los noventa a realizar inversiones especialmente en África y América. A través de Ibadesa aportaron unos 200 millones de pesetas a la financiación de la compra de atún en Senegal, mientras que en Gabón pusieron en marcha varios proyectos. Para coordinarlos, Jordi Pujol Ferrusola echó mano de un amigo andorrano que fue el encargado de canalizar las conversaciones con los diferentes ministerios, Pierre Duró.

A medias con Tchokotua

Los dos socios llegaron a hacer negocios con el príncipe Tchokotua, un aristócrata georgiano muy relacionado con el rey Juan Carlos. Zourab Tchokotua sentó sus reales en Mallorca, donde estableció un círculo de amistades peligrosas y se casó con Marieta Salas, de una de las familias más ricas de las islas. En su casa, Villa Altea, ubicada en la urbanización Son Vida, se realizaban selectas cenas presididas en muchas ocasiones por el monarca. En los años noventa, llegaron a circular rumores de que había fotos de algunos amigos en un yate en alta mar. Uno de ellos era el magnate Adnan Kashogi, a quien se relacionaba con tráfico de armas. Para entonces, Tchokotua ya había sido procesado en un par de ocasiones por presunta estafa. Cuando comenzaron a circular los rumores de las fotos aéreas que les habían hecho en alta mar, el rey cortó oficialmente toda relación con sus «amistades peligrosas».

El aristócrata georgiano, a quien popularmente se le conoce como Zou, se asoció a los Jordis en la década de los noventa para buscar oportunidades de negocio en Marruecos, donde mantenía excelentes relaciones con su monarquía. Tchokotua logró un contrato de renovación de las líneas férreas en Marruecos para Guinovart, por un monto de 1.432 millones de pesetas. La comisión a repartir fue del 1,25 por ciento, o sea, 17,9 millones de pesetas. La operación fue articulada a través de la compañía Ibadesa, que al final renunció a su parte de la comisión (le tocaba la mitad de los 17,9 millones)5 para que pudiese cobrar la parte marroquí que había ayudado en la operación. Era, por así decirlo, renunciar a un beneficio inmediato con vistas a poder tener más negocios jugosos en el futuro. Esa renuncia era, en realidad, una inversión a largo plazo.

África fue un terreno fértil en el que maniobrar para hacer negocio. Los Jordis trabajaban con créditos FAD de ayuda al desarrollo. Conocían a miembros del Gobierno de España y solo tenían que ponerlos en contacto con miembros de los gobiernos de otros países para atar negocios. Jordi Puig le presenta en esa época a José Herrero, sobrino de Ignacio López del Hierro, esposo de María Dolores de Cospedal. Su empresa, Ibadesa, ya está introducida en América y África. Júnior se pone manos a la obra y comienza a gestionar negocios en Etiopía, Mauritania, Chad, Senegal y Ghana. Se trata de proponer infraestructuras, esencialmente sanitarias o de abastecimiento de agua, e incluso de transportes. Así, el 31 de julio de 1996 crean Ibadesa Cat, de la que él es nombrado director general. Para tener un socio potente, acude a su amigo Luis Delso y firma un contrato con Isolux. Para percibir sus emolumentos, no estará en plantilla, sino que girará facturas mensuales como si fuesen su salario.

Fue una época con mucha actividad, especialmente en Gabón y Marruecos. Incluso en Senegal, donde ambos socios llegan a financiar compra de atún por más de 100 millones de pesetas, realizando aportaciones tanto personales como a través de Ibadesa.

En Gabón, su amigo Pierre Duró hace de introductor de embajadores y se le comienzan a abrir las puertas de la Administración. En ese país, los servicios de Duró y de su hermano dieron fruto. Los Jordis lograron un contacto directo con los ministros de Economía, Emile Doumba, y de Sanidad Pública, Faustin Boukoubi. Jordi Pujol Ferrusola hizo llegar incluso sus credenciales al presidente, Fradique Bandeira Melo de Menezes, y al primer ministro, Evaristo do Espirito Santo Carvalho. Y a la ministra del Plan y de Finanzas, María dos Santos Tebus Torres, y al ministro de Infraestructuras, Mateus Meira Rita.

Júnior supo hacer su trabajo y enroló a Isolux en los proyectos africanos. Para ello, fue imprescindible la ayuda de su gran amigo y valedor Fernández Norniella, que tenía ascendencia sobre Juan Costa, que sería el que, al final, podía avalar el proyecto. El esquema operacional era siempre el mismo: una vez identificado el proyecto, la primera etapa consistía en conseguir una carta de intenciones de la institución o del grupo inversor solicitando a Ibadesa Cat una oferta técnica y económica de acuerdo con las especificaciones del proyecto y con las condiciones financieras del crédito comprador acordes con las de la OCDE. Paralelamente, junto a la Compañía de Seguros Española para la Exportación (CESCE) y el ICO, clasifican y conceden los créditos para el proyecto, de acuerdo con la OCDE. El paso siguiente es que, si el negocio pertenece al sector público, se ha de conseguir un documento donde conste que tiene carácter prioritario y ese documento se entrega en la embajada española para que lo remita. Si el cliente era privado, el mecanismo era articular un crédito a la exportación.

En el año 2006, por desavenencias en la forma de trabajar, Pujol Ferrusola deja de colaborar con Ibadesa Cat y comienza a hacerlo con su empresa Project Marketing Cat. Luego, acabará traspasando de nuevo el negocio a su más reciente compañía, Active Translation.

En Marruecos, los socios se circunscribieron al Protocolo de Acuerdo de Cooperación Económico y Financiero firmado el 6 de febrero de 1996 entre el Reino de España y el Reino de Marruecos, por un montante de 150.000 millones de pesetas (60.000 millones en créditos FAD y 90.000 millones en créditos a la exportación, dentro de las condiciones de la OCDE), en vigor hasta junio del 2001. El 19 de septiembre del 2000 se firmó un Programa de Cooperación Financiera para el Desarrollo del Norte de Marruecos, por un importe de 50 millones de dólares y vigencia de dos años, y ahí los Jordis detectaron algunos sectores donde podrían ofrecer negocios: saneamiento de aguas, proyectos de electrificación rural, infraestructuras, tecnologías agrícolas, telecomunicaciones, transportes, educación y sanidad.

Solo habían de tener a alguien en el gobierno marroquí para poder presentar proyectos y lo demás sería fácil: una vez aprobado el proyecto, ya encontrarían a una compañía dispuesta a llevarlo a cabo. Jordi Pujol Ferrusola se hizo en ese país con contactos de altura: A. Ghallab, director general de Finanzas, y Farid Dellero, presidente del Banco Nacional para el Desarrollo Económico.

Pujol tenía sus proyectos muy claros: llevó a Cataluña a altos directivos marroquíes para enseñarles industrias y exportarlas, pero su objetivo era llevar adelante proyectos turístico-hoteleros, para lo que necesitaba terrenos. Es más: Jordi Pujol Ferrusola convenció a Carlos Díaz, director de explotación internacional de la cadena AC Hoteles, para que este grupo se pudiera implantar en el país vecino, ya que en aquellos momentos tenía la vista puesta solo en Italia para expandirse internacionalmente. También introdujo a Hotusa en el circuito y organizó viajes de los responsables de estos grupos a Casablanca para hablar con las autoridades del país. En la diversificación de su actividad, logró encontrar un socio, la compañía Agromillora, para invertir en plantaciones de olivos y en la construcción de un vivero en terrenos próximos a Casablanca.

2 Se trata de un informe con fecha 12 de octubre de 2012 de la Unidad de Inteligencia, grupo de investigación que dependía directamente del comisario principal Eugenio Pino.

3 Los dos Jordis invirtieron 11.168.000 pesetas el 4 de julio de 1997 en la compra de acciones de Laboratorios Serés. El préstamo obtenido de Crena fue garantizado con acciones de Hispasalud Ibérica S. L.

4 Fernández Norniella llegó, en 2006, al consejo de administración de Cajamadrid y acabaría de vicepresidente de Bankia con Rato, implicado en el escándalo de las tarjetas black. Norniella fue uno de los más de ochenta directivos imputados por administración desleal y apropiación indebida al haber cargado a su visa 175.400 euros, que al final consignó en el juzgado.

5 Su parte ascendía a 8.956.928 pesetas, según un contrato firmado en otoño de 1999.