El primer día

7:00 a.m.

Desperté con una campana sonando en mi oreja. El dormitorio está en lo alto de una de las torres de la escuela. Es totalmente circular y las camas están dispuestas como los números en la carátula de un reloj. Yo estoy a las siete en punto (que es también la hora a la que escribo esto). Jeffrey está junto a mí, a las seis en punto. No creo que haya dormido bien. Su almohada está en el piso, sus sábanas están todas revueltas y quién sabe cómo lo logró, pero le hizo un nudo a su cobija. No hay señales de Julia. Las niñas duermen en otra ala del edificio.

7:30 a.m.

Ya me lavé y me vestí. Uno de los niños me enseñó el camino al baño. Me dijo que se llamaba William Rufus, lo cual es un poco extraño pues el nombre en la etiqueta de su piyama es Denis Blakeway. Le pregunté por qué llevaba la piyama de otra persona, pero sólo sonrió como si supiera algo que yo ignoro. ¡Creo que sí sabe algo que yo no sé!

No me agradan los niños de Groosham. No son estirados como los del Colegio Beton, pero son… diferentes. No se oyen pláticas después de que se apagan las luces. No hay almohadazos. Nada. En el Colegio Beton, a los recién llegados les tocaba dormir en la cama de agua (y era de pura agua, sin colchón). Aquí, nadie parece estar interesado en mi persona. Es como si no estuviera aquí (y ojalá no estuviera).

7:45 a.m.

Desayuno. Huevos con tocino. El tocino estaba rancio y de seguro los huevos no eran de gallina. Se me quitó el apetito.

9:30 a.m.

William Rufus —si de verdad se llama así— me condujo a mi primera clase. William es bajito y flacucho, de nariz respingada y ojos de color azul claro. En Beton sería la clase de niño al que los demás molestan y echan pleito, pero no creo que haya pleitos en la Granja Groosham. Todo el mundo es muy cortés. ¡Es increíble que haya escrito esto! ¿Alguien ha oído hablar antes de escolares corteses?

William y yo tuvimos una extraña discusión de camino al salón de clases.

—Nos toca latín doble —dijo.

—Odio el latín —contesté.

Pensé que tendríamos por lo menos una cosa en común, pero me equivoqué.

—Te va a gustar —me dijo—. La clase la da el señor Tragacrudo y es muy bueno. —Miró su reloj y añadió—: Mejor nos apresuramos, si no llegaremos tarde.

—¿Cuál es el castigo por llegar tarde? —pregunté.

—No hay castigos en la Granja Groosham.

¿Buenos maestros de latín? ¿Una escuela sin castigos? ¿Me estoy volviendo loco?

Pero el latín doble no resultó tan malo como suena. En Beton nos enseñaban el latín como una lengua muerta, y el maestro tampoco parecía muy sano. ¡Pero el señor Tragacrudo lo hablaba fluidamente! ¡Al igual que todos los demás! Al final de la clase todos platicaban como viejos amigos y nadie mencionó siquiera a César o la invasión de la Galia.

Otra cosa extraña. El día estuvo radiante, pero el señor Tragacrudo dio la clase con los postigos cerrados y con una vela en su escritorio. Le pregunté la razón a William Rufus.

—No le gusta el sol —contestó; al menos creo que eso fue lo que dijo. Seguía hablando en latín.

11:00 a.m.

Vi un momento a Julia en el descanso. Le conté de este diario. Ella me contó cómo le había ido hasta ese momento. Quién sabe por qué está en un grupo distinto al de Jeffrey y mío.

—Tuve clase de modelado con el señor Oxisso —dijo.

—¿Hicieron ollas? —le pregunté.

—¡Hoyos! Tuvimos que hacer figuras de cera, hombres y mujeres. El maestro les puso cabello de verdad.

Julia me enseñó su pulgar. Tenía una herida igual a la mía. Se había entrevistado con el señor Tragacrudo después del desayuno.

—Yo lo voy a ver después de la comida —dijo Jeffrey.

—Lleva tu frasco de tinta —le sugirió Julia.

12:30 p.m.

Inglés con la señorita Pedicure.

La señorita Pedicure debe tener por lo menos cien años. Es medio ciega y completamente calva. Yo creo que lo que la sostiene son las vendas. Parece estar vendada de pies a cabeza. Pude ver cómo le asomaban las puntas de las vendas bajo las mangas y sobresalían del cuello de su vestido. Tardó quince minutos en llegar a su silla y, cuando se sentó, casi desapareció en una nube de polvo.

La señorita Pedicure tiene dientes perfectos. El único problema es que los conserva en un vaso en la esquina de su escritorio.

Nos dio una clase sobre Shakespeare. Por el modo en que se expresa cualquiera pensaría que lo conoció en persona.

1:15 p.m.

Comida. Estofado. ¿Pero qué animal era antes de que lo estofaran? Creo que voy a morirme de hambre.

3:00 p.m.

Se supone que iba a tener clase de francés por la tarde, pero el maestro no apareció. Le pregunté a William Rufus por qué:

WILLIAM: Debe de haber luna llena esta noche. Monsieur Leloup nunca da clase cuando va a haber luna llena.

YO: ¿Está enfermo?

WILLIAM: Bueno, digamos que tiene un pequeño problema de personalidad…

Todos teníamos libros para leer, pero yo no le encontré ni pies ni cabeza al mío. Pasé casi toda la clase escribiendo esto, y luego observando a los otros niños del grupo. Ya sé cómo se llaman casi todos. Marión Grant —pelirroja, pecosa y dientona—. Besi Dunlop —delgada y bonita si no la miras muy de cerca—. Roger Bacon —un niño asiático—. ¿Desde cuándo Roger Bacon es un nombre asiático?

De hecho, todos estos nombres suenan mal. Besi no tiene cara de llamarse Besi. ¿Por qué tengo la impresión de que todos ellos comparten algún espantoso secreto y qué Jeffrey y yo somos los únicos que estamos fuera?

4:30 p.m.

Fútbol. Jugamos con una vejiga de puerco inflada. Yo metí un gol, pero no me hizo muy feliz que digamos. Deberían intentar darle un cabezazo a una vejiga de puerco inflada…

6:00 p.m.

Nos comimos el resto del puerco a la hora del té. El animal daba vueltas en un asador con una manzana en la boca. ¡Por lo menos pude quedarme con la manzana!

6:30 p.m.

Estoy de vuelta en la clase de Monsieur Leloup haciendo mis deberes. Bueno, se supone que eso es lo que debería estar haciendo. Más bien estoy escribiendo esto. Y acabo de darme cuenta de algo. Supongo que lo noté desde el principio, pero es hasta ahora que lo tengo en cuenta.

Todos en el grupo llevan un anillo. Un anillo idéntico. Es una argolla de oro liso con una piedra negra engarzada. ¿Qué carambas significa? Había oído hablar de gorras y de escudos escolares, pero ¿anillos escolares…?

Volví a leer lo que escribí el primer día. No tiene mucho sentido. Es como si todo lo hubiera visto en un video que pasa en cámara rápida. Tengo las piezas pero no consigo armar el rompecabezas completo.

Pero si anotara todo, terminaría con un libro. Y algo me dice que debo darme tiempo para escribir mi testamento…

7:30 p.m.

Una hora libre antes de ir a la cama; no encontré a Jeffrey ni a Julia. Salí a dar un paseo al aire fresco.

El campo de fútbol está detrás de la escuela. Junto a él hay un bosque —el bosque más espeso que yo haya visto jamás—. No debe ser muy grande, pero los árboles parecen formar un muro sólido. Hay una capilla al fondo y también un pequeño cementerio.

Vi que Gregor estaba sentado en una tumba fumándose un cigarro.

«Muchos de ésos, Gregor —le dije—, y acabarás debajo».

Era una broma. Gregor no se rió.

8:15 p.m.

Resulta que vi a Jeffrey hablando con William Rufus. Los dos se veían como si fuesen grandes amigos. ¿Es como para preocuparse?

8:40 p.m.

En cama; las luces se apagarán en cinco minutos.

Me di un baño de tina esta tarde. El baño es antiguo. Cuando uno abre la llave, el agua corre como las cataratas del Niágara, sólo que con más lodo. Salí del baño más sucio de lo que entré. La próxima vez usaré una regadera.

Después de terminar de escribir la última parte de este diario, lo dejé sobre la mesita que está al lado de la cama con un lápiz adentro para marcar dónde me había quedado. Cuando regresé, el diario estaba exactamente en la misma posición, pero el lápiz había rodado fuera de él.

¡ALGUIEN LEYÓ MI DIARIO MIENTRAS ESTUVE FUERA DEL CUARTO!

Así que no escribiré más mientras siga en la Granja Groosham. Tengo el presentimiento de que será mejor guardarme mis pensamientos. Preguntas:

¿Todos los nombres son falsos?, y si es así, ¿por qué?

¿Qué significan los anillos con piedras negras?

¿Qué sucede realmente en la Granja Groosham?

Y no te preocupes —quienquiera que lea esto—. De alguna manera voy a encontrar las respuestas.