Fábula de la señora que vive del señor que vive de su renta
Soy para él una sabrosa fruta
que come libremente. Sólo espero
no me empuje al dolor y al desespero
que la gente vulgar me llame puta.
Porque es muy cierto que por esta ruta
que yo recorro hoy, incluso el clero
ha establecido más de un ruin fuero
y no sé si aún conservan la batuta.
Han llegado a decirme «zorra astuta».
Vivir tranquila únicamente quiero,
gozosa y no por eso disoluta.
Vivir de mi señor, con gran esmero
cuidar mi cuerpo, aquél del que disfruta,
a cambio, sí, es verdad, de su dinero.