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LOS HÁBITOS DEL TRIUNFADOR HUMILDE
Laura entró por sorpresa en la redacción de la revista mientras el administrativo repasaba la lista de impagados. Antes de entablar conversación con su antiguo compañero, miró con nostalgia el viejo PC donde había iniciado el artículo que ahora se disponía a continuar.
—¿Qué tal con la nueva becaria?
—Es muy divertida —se limitó a decir—. Está todo el día colgada al teléfono hablando con su novio y con sus amigas. La verdad es que me concentraba más cuando estabas tú.
—¿Puedo usar el ordenador? Quiero retomar el artículo en el punto en el que lo dejé.
—Todo tuyo. De cualquier forma, creo que tu sucesora solo lo usa para conectarse a Facebook.
Laura sonrió mientras abría el documento que algún día se publicaría en aquella revista que de repente le parecía un valioso escaparate. «Para que todo esto cambie, hay que empezar a hablar del triunfador humilde», se dijo al tiempo que leía las notas que había apuntado sobre los hábitos de su jefe, así como los consejos que él daba al personal.
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Compórtate como empresario y gestor en la parcela en la que trabajas. Para lograr la excelencia, debes asumir que eres el presidente ejecutivo de tu tarea, tanto si trabajas en el departamento de recursos humanos como si te ocupas de la limpieza.
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Busca la excelencia en algo y deja tu huella personal, por humilde que sea, a tu paso por el mundo. Debemos ser conscientes de que la vida es una maravilla en la que tenemos la oportunidad de desplegar nuestras posibilidades.
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El triunfador humilde practica con su vida y sus actitudes. Se muestra con la sencillez de un aprendiz, pero hace de su vida un claro mensaje que inspira y alienta a los demás a ser mejores personas, más sensatos y felices.
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Somos solo una pequeña hebra en el gran tapiz del mundo, cada una con su propio color y textura. Por eso debemos dejar huella y el recuerdo más bello posible de nosotros mismos a los demás.
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Proporciona a los demás todo aquello que deseas tener y disfrutar tú mismo. ¿Quieres para ti más respeto, admiración, valoración, comprensión, simpatía, halagos, muestras de cariño y amistad? Empieza por regalarles a los demás todas estas formas de pensar, de sentir y de gozar de tu respeto.
Laura interrumpió un momento la redacción para consultar su correo electrónico. Se había enviado a sí misma unos cuantos documentos sobre el «triunfador humilde» que podía utilizar en su artículo.
Como si al pensar en su jefe hubiera tirado de un hilo que comunicaba con otro extremo de su tapiz cotidiano, justo en ese momento entró un correo electrónico de Ángel.
Querida Laura:
Estoy dándole vueltas a lo del test de la felicidad. El guarda del parquin, que es un hombre muy ilustrado, me ha dicho que un escritor, Marcel Proust, tenía un cuestionario sobre eso. Ha prometido conseguirme esas preguntas para mañana.
Otra cosa: creo que tengo una idea para que todos los empleados de Aquasprit, del primero al último, se sientan parte importante de esto. Mañana te lo cuento.
Disculpa que te hable de trabajo en tus horas libres. Será que te echo de menos ;-)
Gracias por estar aquí,
Ángel
P. D. He estado pensando en tu artículo y he recordado unos cuentos que me contaba mi abuelo sobre Nasrudín. Era un sabio de Oriente Medio que se disfrazaba de tonto para ilustrar a los demás. Te adjunto uno de esos cuentos por si quieres citar a este personaje. Trata sobre la necesaria generosidad y los que abusan de ella. Espero que te haga sonreír :-)