I

La Tierra fue conquistada.

Los tacones de hierro resonaron por las calles de Nueva York y Moscú.

En un arco de ciento veinte millas desde Yinkow a Antung, a lo largo de la base de la península de Kwantung, los chinos muertos se corrompían en las pilas de cadáveres.

En las ruinas de la mitad norte de Londres, la lucha había terminado, en medio de restos humeantes y radiactivos. Al sur de la línea del Támesis, no había ningún mortal con vida desde Portsmouth a Márgate.

La Tierra fue conquistada.

No había en ninguna parte del globo un cuerpo de tropas bien equipado que fuese mayor que un pelotón.