VII. Milton Cooper
Mientras los chicos jugaban en el recreo, un hombre los observaba desde detrás de la malla metálica que separaba el patio de los alrededores. Era un tipo alto y delgado, como de metro noventa de estatura, con la cara fina y angulosa. Vestía un traje gris, camisa blanca, zapatos negros y un sombrero que recordaba a viejos tiempos.
Rápidamente llamó la atención de Érika, que se acercó a la malla a interesarse por los motivos de su presencia como medida de protección de los chicos.
-¿Desea algo señor?. -Le preguntó.
-Miraba a esos dos chicos. Uno gordo y otro flaco. Tan distintos pero a la vez tan humanos. Dos versiones distintas de un mismo tipo de ser.
Érika se temió lo peor.
-Llamaré al sheriff Duncan si no se marcha ahora mismo. -Le espetó.
-Señorita Clayton, no hay motivos para temerme. En realidad vine a verla a usted.
Su voz era tremendamente pausada y agradable. Poderosa pero sutil a la vez.
-No recuerdo conocerlo.
-Por supuesto, no tuve el placer de hablar con usted ni en este lado ni en el otro.
Érika se acercó más a la malla, hasta casi rozarla. Acercó su cabeza a los agujeros y habló en tono más bajo.
-¿Qué podría decirme sobre ello?. ¿Usted también ha estado allí?.
-Yo he estado en muchos lados señorita Clayton. ¿Puedo llamarla Érika?.
-Cuando me diga su nombre. -Dijo en un tono ya amigable.
-Puede llamarme Milton Cooper.
-Bien Milton, ¿ha estado usted al otro lado?.
-Claro Érika. Estuve cerca de usted y volví a este lado justo después de usted. Pero me parece que éste no es un lugar adecuado para trasladarle lo que he venido a contarle. ¿Qué le parece si tomamos café esta tarde?.
-Perfecto. Le esperaré ansiosa a las cinco, en Moody's.
Milton hizo una reverencia sombrero en mano y se alejó con andar pausado.
-Allí estaré. -Dijo antes de retirarse.
Durante toda la mañana y parte de la tarde, Érika se planteó mil y una preguntas e hipótesis sobre la existencia del otro lado, y al parecer de otros muchos. Pensó en la existencia de otras dimensiones paralelas. Era la respuesta más fácil a todos los interrogantes, y también la más lógica. Dimensiones iguales a ésta pero con algunas diferencias. Quizá existiesen algunas tan dispares que configurasen mundos absolutamente distintos al que conocemos. Uno donde los nazis hubiesen ganado la guerra, otro donde los dinosaurios no se hubiesen extinguido, los estadounidentes hubiesen perdido la Guerra de la Independencia, o no hubiese tenido lugar el 11-S. Mil preguntas asaltaban su mente y sólo Milton Cooper parecía tener las respuestas. Finalmente llegó la hora y éste ya se encontraba ocupando sitio cuando Érika llegó a Moody's.
-Es usted puntual en extremo señor Cooper. -Le dijo-. Debe ser la única persona en este pueblucho capaz de cumplir con una cita.
-Por favor tome asiento. -Dijo incorporándose y haciendo el ademán correspondiente.
Parecía que todas las dudas iban a disiparse.
-¿Qué sabe de las dimensiones?. -Le preguntó de sopetón mientras se sentaba.
-¿Dimensiones?. Jaja. Érika Clayton, tiene usted una gran imaginación. Seguro que le ha estado dando vueltas a la cosa durante toda la mañana y parte de la tarde.
-Pues sí.
-¿Café?.
-Sólo.
Les sirvió café Tricya, otra atractiva chica del pueblo que a Érika le parecía la más presumida y presuntuosa de todas. La conocía desde la infancia y habían tenido sus rifirrafes. Se podía palpar cierta tensión ambiental entre ellas y Cooper pudo notarla.
-No es usted indiferente a nadie, Érika Clayton.
-Érika. -Puntualizó ella.
-Bien, Érika. No existen tales dimensiones. El motivo de mi llegada es para advertirle y pedirle que no cruce usted más al otro lado bajo ningún concepto.
-¿Y qué es ese otro lado?. -Preguntó ella inclinándose hacia Cooper desde su asiento.
-Producto de su imaginación. -Contestó éste con una sonrisa.
-Por supuesto. Cada día sueño que me miran con lascivia, que me intentan violar y que unos gángsteres árabes vuelan medio pueblo en un atentado terrorista. -Contestó con sarcasmo.
-¿Y que tiene usted relaciones con su hermosa amiga?.
Érika miró desafiante a Cooper. Aquel comentario no le pareció adecuado.
-Baje la voz. Aquí en esta aldea de conservadores y trogloditas no se pueden hacer ni mucho menos decir ciertas cosas. Explíqueme qué es ese otro lado.
-Verá Érika. Nosotros no somos como ustedes. Tenemos el poder de crear realidades alternativas. Pero éstas no pueden considerarse dimensiones, ya que no son permanentes; aparecen cuando alguien entra en ellas y se difuminan como el polvo cuando sale.
-¿Entonces creó usted esa realidad?.
-Así les estudiamos sin interferirles.
-Y pensó en un lugar en el que medio pueblo me quiere violar o hacer volar por los aires.
-Eso escapa a nuestro control, Érika. Allí, tan sólo usted era real. El resto de personas son residuos de lo que podrían haber sido. Las experiencias vitales construyen la personalidad en función de cómo responde cada uno al estrés del ambiente que le rodea.
-¿Quiere decir que esas personas eran versiones de lo que pudieron haber sido en este lado?.
-Exactamente.
Érika recordó a Carmelo Batalla. Indudablemente, a este lado no era más que un chico enamorado perfectamente capaz de contenerse. ¿Qué tendría que haberle pasado, rondado por la mente, o qué decisión hubo de tomar un buen día para convertirse en lo que era a este lado y no en el otro?. ¿Y el resto de personajes?. Sobre el Alcalde Jackson lo tuvo claro: un buen día pensó que era mejor dialogar que gritar, acercarse al enemigo y tratar de convencerlo antes que acusarlo públicamente. Por eso, pensó, a este lado Eric Jackson era Alcalde de Valley Hills en vez de Charlie Mena.
Érika creyó que la explicación de Cooper cuadraba perfectamente con su experiencia. Al otro lado el sheriff Duncan -continuó pensativa y en silencio- se había corrompido por la influencia de Duffy. Quizá todo el cambio se obró en un efímero momento de un mal día, o quizá se trató de un proceso más o menos largo. Un tipo honrado, trabajador y decente podría corrompense a causa de las malas compañías. La genética marca nuestra respuesta al estrés que nos rodea, pero no siempre resulta vencedora. Un instante puede bastar para hacer de nosotros, a la larga, una persona bien distinta de la que somos.
De repente recordó que estaba ante un ser extraordinario al que podía y debía seguir interrogando.
-¿Qué es usted exactamente?.
-Un observador, un vigilante, como le dije antes.
-¿Observador y vigilante de qué cosas?. -Preguntó con gran interés Érika.
-De ustedes. En realidad, nosotros somos muy distintos. Existimos desde siempre, adoptando las más variopintas formas para observar a las distintas culturas del universo.
-¿Qué edad tiene, Milton Cooper?.
Cooper dejó caer la cabeza a un lado, intrigado por la pregunta.
-No existe forma de responderle a esa pregunta. Nosotros existimos fuera del tiempo. Vamos y venimos a nuestro antojo.
Érika, aunque consternada a la par que divertidamente intrigada por lo que estaba oyendo, tenía bastante interés en conocer qué peligros podría aguardarle el otro lado, lo suficientemente importantes para que Cooper le estuviese advirtiendo de no volver.
-¿Por qué me pide que no vuelva alli?. -Le preguntó.
-¿Se vió usted a sí misma al otro lado?.
-No, es curioso. -Contestó pensativa-. Ahora que lo dice, soy la única persona que no tenía un doble allá.
-Porque es usted su propio doble, Érika. ¿Qué hubiese sucedido si el ayudante del sheriff la hubiese golpeado antes de tratar de hacerla suya?. Probablemente la habría violado. Piense en ello. ¿Cuál habría sido su respuesta emocional a algo así?. -Preguntó Cooper tratando de escudriñar su mente.
-No recuerdo haber mencionado esos detalles más que vagamente.
-Yo estuve allí y pude verlo. Como le dije, soy un observador, un vigilante y un viajero.
-Ciertamente eso habría marcado mi vida. Quién sabe cuál habría sido mi reacción. Matarle a él, o matarme yo.
Érika cambió de tercio y se propuso conseguir más información personal del observador.
-¿Qué le sucedió al sheriff Duncan para convertirse en lo que era al otro lado?.
-Como le dije -respondió Cooper- nada al otro lado es real, sino un reflejo de historias posibles.
-Haga un esfuerzo...
-Las malas compañías y el poder corruptor del dinero. Como toda persona, el sheriff tiene sus tentaciones. Las comenzó a superar cuando dijo 'no' por primera vez. Se le han presentado más oportunidades y en cualquiera de ellas podría hacer dicho 'sí', pero cada vez que se negaba se hacía más fuerte ante ellas.
-Comprendo. Decir 'no' una vez no garantiza la siguiente, pero decir 'sí' una sola vez puede arruinarte la vida.
-Así es, así funcionan ustedes. Viven en una eterna guerra de decisiones. Todas las personas que vió al otro lado son la representación de tomas de decisiones equivocadas.
-Si no quiere que vuelva, ¿por qué creó ese lugar y me permitió entrar?.
-Porque entró usted justo cuando iba a hacerlo yo. Los accidentes existen, Érika. Hemos decidido que ahora tiene usted el poder de elegir entre el 'sí' y el 'no'. No pondremos trabas si de sea volver. Pero le advierto que sería un error.
-Usted está jugando conmigo, Milton Cooper. Pero es tentador. ¿Es siempre el 'no' la respuesta correcta?. Quién sabe... Voy a pagar el café, he de entrar a trabajar a las seis.
Érika pagó la cuenta, intercambió una mirada felina con Tricya y cuando se dió la vuelta Cooper había desaparecido. Caminó hacia la puerta, se volvió para mirar el interior y tuvo algunos pensamientos involuntarios.
-Qué bella es Tricya. -Dijo, y dejó que la puerta se cerrase a su espalda.