VIII. El premio de la manzana de oro

En cierta ocasión, un consejo de sabios llamó a juicio a la Riqueza, al Placer, a la Salud y a la Virtud, para premiar con una manzana de oro a aquel de los cuatro que demostrara ser más útil al hombre.

Habló la Riqueza y dijo:

—Aspiro al galardón, porque yo soy el Dinero, que es lo que más apetecen los hombres. Con el dinero todo se alcanza.

Dijo el Placer: —Yo valgo más que la Riqueza. Todos los afanes del hombre para ganar dinero tienen por objeto mi adquisición; divertirse y darse buena vida. La Riqueza es el medio, yo soy el fin.

Dijo la Salud:

—De nada sirven la Riqueza y el Placer sin mí. Soy la alegría del hombre. El pobre sano es más feliz que el rico doliente.

Y dijo la Virtud:

—Más que el Oro, el Placer y la Salud valgo yo. Una conciencia tranquila es el mayor de los bienes humanos. Los remordimientos pueden más que el dinero, las diversiones y la salud.

Oídos estos alegatos, el tribunal deliberó y dio a la Virtud el premio de la manzana de oro.