Anexos
Ésta es la historia que el Courrier ha tenido la buena fortuna de poder ofrecer a sus lectores.
El folletón es generalmente obra de la imaginación, y los hechos que relata, incluso los más sorprendentes y los más verosímiles, no podrían producir en la sensibilidad y la inteligencia del lector, la impresión duradera de un relato que es la transcripción exacta de la realidad.
La que el Courrier comenzará a publicar es la aventura más inesperada, la más apasionante, la más viva y al tiempo la más verídica. El autor es también el protagonista de un drama en el que la intriga, la acción y el encantamiento tienen constantemente en vilo la curiosidad del lector.
Se trata de una vasca que cuenta su propia historia sencillamente, sin maquillar ni adornar la verdad.
Es un trozo de vida, la más agitada, la más extraordinaria que pueda ser. No es una novela de tesis, menos aún la apología de tal o cual doctrina, de tales o cuales costumbres, de tal o cual religión.
En ella el autor no busca ni convertir, ni demostrar ni aconsejar. Él dice lo que ha vivido, lo que ha hecho, sin tomas de posición, sin apasionarse. Y esta historia es, como Las mil y una noches, un deslumbramiento.

Matrimonio celebrado el 27 de Zil Kaadat 1351,
en el hotel Koukab el-Chark.
El esposo: Solimán, treinta años, domiciliado en Haifa.
Profesión: camellero.
Su padre: Abdel Aziz.
La esposa: Marga Clérisse, treinta y siete años de edad.
Sin profesión.
Su padre: Maxime Clérisse.
Referencia 152-131
Tribunal Charii de Haifa
(en M. C. de Taillac, La comtesse de Palmyre,
París, 1995,p. 90)
28 de abril de 1933
La señora d'Andurain cuya mentalidad no parece muy normal encarcelada se arriesga a la pena de muerte.
29 de abril de 1933
Me esfuerzo por obtener personalmente de Ibn Saud en nombre de la amistad franco-hiyaziana y en razón del efecto deplorable de que una condena no se llevara a cabo por haberse pagado en Francia el perdón de la acusada por el pago de la diya [precio de la sangre].
5 de mayo de 1933
Según me ha dejado entrever el asesor diplomático del rey, la autopsia ha certificado el envenenamiento.
11 de mayo de 1933
Que la prensa se calme, me molesta. Confirmo que puedo salvar a nuestra compatriota debido a las relaciones particularmente amistosas con el rey.
26 de junio
Estoy feliz de comunicar a Su Excelencia que la señora d'Andurain ha sido liberada hoy.
(en M. C. de Taillac, La comtesse de Palmyre,
París, 1995, p. 113)
La condesa d'Andurain fue ahorcada ayer en La Meca.
Un despacho llegado de La Meca, hoy miércoles por la mañana, informa lacónicamente que la condesa d'Andurain, después de ser juzgada sumariamente ayer martes por la mañana, y condenada a muerte, ha sido ahorcada de inmediato.
Una investigación nos permite dar detalles sobre este asunto.
La condesa d'Andurain es francesa. Hace dos meses llegó a Damasco y se presentó, en compañía de un meharista musulmán, ante el jeque Abdal Rauf, cónsul de Nayad-Hiyaz en la capital siria.
La condesa expuso al cónsul que quería contraer matrimonio con el meharista, y registrar este casamiento en la cancillería, para poder obtener un pasaporte legal. El cónsul pidió a la condesa que volviera al día siguiente. Entretanto investigó sobre el asunto. Se le informó de que la mujer era una agente del espionaje franco-británico… Cuando volvió, el cónsul dijo a la condesa que lo sentía mucho, pero que le era imposible dar curso a su solicitud.
Madame d'Andurain no se dio por vencida. Se fue a Palestina, y encontró en Haifa a un cónsul más complaciente, que satisfizo todos sus deseos.
Tras despedir a la condesa, el jeque Abdal Rauf, como pueden imaginar, envió un amplio informe al sultán del Nayad-Hiyaz, Ibn Saud, haciendo resaltar la extraña petición de la condesa.
Ibn Saud ya estaba sobre aviso.
Hace diez días, las noticias de La Meca indicaban que se había hallado envenenado al marido de conveniencia de la condesa, y que ésta había sido detenida, al haber encontrado sobre ella, metido en una bolsita, un veneno muy potente…
El telegrama que notifica el juicio sumario y la ejecución de la condesa d'Andurain se nos presenta como el doloroso epílogo de un arriesgado y azaroso viaje.
¿Ha matado realmente la condesa a su compañero, como señalan ciertos contactos?
La cosa no está clara.
Dadas las circunstancias que acabamos de exponer sobre esta odisea, parece que los hechos podían haber ocurrido de la manera siguiente: la policía wahabí habría matado al meharista, y hecho caer la responsabilidad de este crimen sobre la audaz espía extranjera, para luego poder desembarazarse de ella legalmente.
(en Le Mari-Passeport, p. 151)
Informamos ayer, según un telegrama privado de La Meca (que nos costó mucho descifrar, al estar redactado, como pueden suponer, en lenguaje convencional), que la condesa d'Andurain, acusada de haber envenenado a su marido de conveniencia, un beduino, fue juzgada sumariamente y ejecutada de inmediato.
No hemos recibido aún ninguna confirmación oficial de tan terrible suceso.
La información difundida ayer por L'Orient ha provocado una profunda y dolorosa impresión por todas partes. Queremos pensar, y lo deseamos, que el telegrama de La Meca sea una equivocación.
Ayer hemos podido conseguir nuevos informes, que nos permiten suponer que el autor del comunicado de La Meca sólo informa de un rumor, que ha circulado por la capital del islam.
Nuevos detalles
Los informes nos permiten afirmar que la tragedia, si es que la hubo, ha debido desarrollarse en Yidda, y no en La Meca.
Es sabido que la ley wahabí obliga a todo cristiano que abraza el islam a esperar un año, tras su conversión, antes de realizar el viaje a La Meca.
¿Desconocía la condesa d'Andurain este detalle, o quería apresurar su visita a la Kaaba por motivos que desconocemos?
Pero lo cierto es que la viajera tuvo que detenerse en Yidda, y fue allí donde su marido ficticio, el beduino, ha sido hallado muerto.
Podemos añadir que el cadáver fue enviado a Egipto para hacerle la autopsia, y que la respuesta de los expertos del laboratorio egipcio no ha tenido tiempo material para llegar a Yidda, a menos que fuera enviada por cable, lo que parece dudoso… y a la vez verosímil.
Dudoso porque un informe médico de tal gravedad necesita explicaciones, precisiones… Verosímil porque las autoridades wahabíes, cuyas formas de actuar son conocidas, han querido, dada la personalidad de la víctima, poner al mundo ante un hecho consumado, impidiendo así toda intervención diplomática.
La policía de Ibn Saud aparece como sospechosa, y con razón.
Hay contra ellos ciertos datos preocupantes:
1.° En primer lugar, la advertencia del cónsul del Nayad-Hiyaz en Damasco, avisando, con razón o sin ella, de la llegada de una «indicadora», que lleva un veneno y va acompañada de un marido ficticio.
2.° La súbita partida del cónsul de Damasco, y su embarque para Egipto, justo la víspera de la ejecución de «la francesa».
3.° Las autoridades wahabíes de Yidda, en lugar de impedir la entrada de la condesa, la han retenido en esta ciudad, con el pretexto de la aplicación del plazo de un año previsto por la ley.
Sea lo que sea, ante tantas noticias e informes contradictorios, todas estas hipótesis sólo pueden ser aceptadas con grandes reservas.
El único hecho cierto es que la condesa d'Andurain, acusada de haber envenenado a su marido ficticio, fue encarcelada en Yidda el 21 de abril y no ha sido liberada.
Queremos recordar, para los que no lo saben, que el conde y la condesa d'Andurain llevan residiendo cinco años en Palmira, donde compraron el hotel Zenobia, que se ha convertido en un lujoso palace del desierto, de reputación mundial.
La condesa d'Andurain es para los beduinos la castellana de Palmira, una especie de nueva reina Zenobia. Madame d'Andurain es conocida en todo el desierto sirio, que recorre continuamente, comprando caballos, prestando dinero…
Para facilitar sus desplazamientos, obtuvo hace poco el carnet de piloto aéreo, pero el gobierno no le ha concedido la autorización para tener un avión privado.
Um Alquara de 7 Rabia 1352.
El cadí del tribunal de primera instancia de Yidda acaba de dictar sentencia en el proceso de los herederos de Soleiman Dikmari contra Zainab bent Maksime. Este juicio ha sido visto en apelación por el cadí de los cadíes, que lo ha confirmado.
El proceso de la inculpada ha tenido lugar en Yidda, con fecha de 23 Safar. Para la instrucción, la comparecencia de los testigos y las formalidades judiciales han sido necesarias varias sesiones. La sentencia del cadí se halla contenida en un extenso documento, que llenaría varias hojas de este periódico. Nos contentamos con reproducir en extracto el fallo.
El cadí, después de examinar la principal inculpación, así como las cuestiones secundarias que han venido a sumarse a la primera, ha dictado separadamente para cada uno de los casos los siguientes fallos:
1. En base a las actas escritas, que provienen de los servicios competentes del lugar del matrimonio, ha quedado establecida la validez de este matrimonio entre la inculpada y la víctima.
2. La parte civil no ha podido establecer la culpabilidad de la acusada, y sólo ha podido presentar como única prueba al respecto ciertas declaraciones puestas en boca de la víctima, que las habría hecho en el momento de la agonía, y según las cuales acusaba a su mujer.
Dada por un lado la ausencia de pruebas, y, por otra parte, habiendo tomado en consideración el cadí el desacuerdo existente entre los dos esposos.
Temiendo, en consecuencia, que la víctima quisiera vengarse de su mujer, y también por otras razones legales expuestas en este acta, el cadí ha dictado sentencia absolviendo a la interesada de la inculpación de haber envenenado a su marido, y deteniendo cualquier diligencia contra ella por parte de los herederos.
3. Respecto a la sucesión, el cadí ha dictado sentencia desheredando a la acusada.
4. Ha condenado a la inculpada a un castigo infamante, al quedar establecido que fue encontrada con un extranjero.
Dado que el período de detención de la inculpada coincide con el previsto para esta última sentencia, la inculpada ha sido puesta en libertad.
(en Le Mari-Passeport, p. 143)

Tours, 24 de mayo de 1934
Señora d'Andurain
a la atención de L'Intransigeant
Paris
Señora:
Hemos encontrado en su apasionante relato «Bajo el velo del islam» varios pasajes en los que cita nuestro producto.
Kalmine, como sabe, no hace ninguna publicidad, por lo que nosotros sólo podemos ser receptivos a la confianza que usted manifiesta hacia nuestra especialidad.
Permítanos enviarle 100 cajas de 1 pastilla, aunque sólo sea para reemplazar la provisión que le cogió el «shauish» que, evidentemente, ha apreciado él también los beneficios de kalmine.
Reciba, señora, nuestra más distinguida consideración.
P. Pon P. Metadier
La familia de Pierre d'Andurain, que vive en los Bajos Pirineos, acaba de recibir un telegrama que anuncia que este último ha sido asesinado en Siria, en Palmira.
El hijo del señor d'Andurain, que firma el mensaje, no da otras informaciones.
El señor Pierre d'Andurain era esposo de la señora d'Andurain, que tuvo aventuras sensacionales en Oriente. Ella fue condenada a muerte hace cuatro años por haber entrado en el santuario de La Meca. Debió su salvación a las intensas intervenciones de altas personalidades del mundo diplomático.
Estuvo igualmente implicada en el asesinato de un jefe árabe.
De nuestro enviado especial, Palmira 11 de enero
¡Pierre d'Andurain ha sido asesinado! La noticia ha provocado en Damasco, tanto en la zona europea como en los zocos, una conmoción notable.
En efecto, ¿quién no conoce a la señora d'Andurain, aventurera, viajera a La Meca, reina del desierto? ¿Quién no apreciaba al señor d'Andurain, peculiar gran señor, hotelero, establecido desde hace años en Tadmor, la ciudad de los palmerales del rey Salomón, la antigua Palmira? En el cruce de las carreteras de Siria e Irak, un nuevo drama vivifica la célebre mansión por donde han pasado todos los que visitan la ciudad muerta.
¡Qué decorado!
Al pie del templo del Sol
La carretera es larga y difícil, sobre todo en este momento, cuando atraviesa las montañas sirias. Después de varias horas de automóvil, llegamos al desierto donde campearon Marco Antonio y Nabucodonosor.
La fabulosa ciudad, que contaba con cien mil habitantes hace varios siglos, no es hoy más que una modesta aldea donde encuentran acogida los beduinos trashumantes. Ni Baalbek ni Babilonia muestran una desolación semejante.
Las ruinas, acumuladas en montones, dominan las arenas. En medio de las columnas, cuya base por sí misma supera la altura de un hombre y cuyos fustes coronan el cielo oriental, se alza un fantástico templo del Sol, verdadero refugio para gigantes. No lejos se encuentra el hotel d'Andurain, desde donde se descubre un desierto en el que es imposible aventurarse sin un guía beduino. No hay carretera, las pistas se pierden; sólo hay curvas en las que no hace mucho un meharista anduvo ocho días y acabó sucumbiendo a la fatiga y el hambre.
Le ha matado un beduino
El hotel, que se eleva a la entrada de Palmira, se compone de un caravasar con dos patios, donde se detienen nuestros oficiales, comerciantes sirios, ingenieros del oleoducto de Mosul y ricas caravanas persas.
El señor d'Andurain había salido el 29 de diciembre hacia las siete de la mañana, como cada día, para controlar el funcionamiento del molino de viento que hace llegar el agua al hotel; llevaba ausente unos diez minutos cuando se le oyó lanzar un grito.
Regresó inmediatamente; estaba cubierto de sangre. Se desplomó.
Su mujer y sus criados intentaron que recobrara el conocimiento y lo lograron con dificultad.
– Un beduino ha intentado robarme y me ha matado -murmuró el señor d'Andurain.
Fueron sus últimas palabras, pues entró en coma.
Como el cadáver estaba acribillado de puñaladas, la señora d'Andurain logró del mando militar de Palmira que un avión trasladara inmediatamente a su marido a Damasco. La aeronave se preparaba para partir cuando el señor d'Andurain expiró.
Un médico militar practicó la autopsia al día siguiente. Estableció que el señor d'Andurain había recibido tres puñaladas, la primera de las cuales le atravesó el omóplato, la segunda le abrió la bóveda craneal y la tercera le sacó el ojo derecho. Las autoridades judiciales de Damasco fueron entonces avisadas por radio.
La investigación
La investigación ha mostrado dos huellas de calzado desgastado en el lugar del crimen. Estas huellas hacen suponer que el asesino es un antiguo criado del hotel.
El móvil del crimen fue el robo. En el momento en que fue asesinado, el señor d'Andurain tenía 30.000 francos en efectivo en su cartera de mano. Esta suma ha desaparecido.
Se busca […] valioso que el señor d'Andurain llevaba a menudo grandes sumas […] En efecto, el gran señor hotelero tenía numerosos negocios con los beduinos. Él les compraba rebaños y les daba a menudo préstamos considerables.
Rey del desierto
En toda la región de Palmira, el conde y la condesa d'Andurain eran considerados verdaderos reyes del desierto.
Se habían divorciado hacía algunos años por alguna misteriosa razón. Poco después de haberse separado de su marido, la condesa d'Andurain se casó con el jeque Soleiman, un beduino que había convenido llevarla a La Meca, la ciudad santa […] La pareja […] Yidda, la capital de Ibn Saud […] el jeque Soleiman sucumbió en extrañas circunstancias. Había sido envenenado. La señora d'Andurain fue puesta en prisión y condenada a muerte. El cónsul francés en Yidda, señor Maigret, la salvó a tiempo de una condena arbitraria y ella volvió a Francia.
Hace unos meses regresó a Siria y el pasado 15 de diciembre se casó de nuevo con su anterior marido ante nuestro cónsul en Beirut.
Como los ligaba una vieja amistad, se dijo en aquella época que el señor d'Andurain se proponía únicamente que su antigua mujer recuperara la nacionalidad francesa. Ellos dejaron entrever la posibilidad de un próximo divorcio. Sin embargo, regresaron juntos a Palmira para explotar el hotel los dos.
Amazona intrépida, mujer valerosa, la señora d'Andurain […] en Siria, en las regiones que recorrieron, no existen ya los temibles salteadores de caminos, una […] admirable leyenda. Se le atribuyen aventuras tan sorprendentes como heroicas, aventuras en las que ella mostró tanta audacia como agallas. ¿No ayudó a capturar al más terrible de los bandidos del Líbano?
Niza, 24 de diciembre. Una sorprendente aventurera, cuya actividad en Oriente Próximo fue ya muy comentada antes de la guerra y cuya personalidad real sigue siendo misteriosa, la ex condesa Marguerite d'Andurain, de cincuenta años, acaba de ser arrestada en Niza por el comisario Courtant, de la Primera Brigada Móvil de París.
Este último, antes de llegar a la Costa Azul y de detener a Marguerite d'Andurain, que vivía allí desde hacía algunos meses con su hijo Jacques, había realizado una prolongada investigación que le había llevado sucesivamente al norte de África, Siria y el Líbano.
Esta investigación reveló datos de extraordinaria gravedad, y la condesa quizá estuviera implicada en una tragedia que parece salida de un cuentacuentos oriental, en cuyo curso un gran número de personas encontró la muerte. Por otra parte, no es posible saber todavía si este asunto no es paralelo a la actividad de los servicios secretos en esta parte del mundo, en la que ellos tienen que intervenir.
Condenada a muerte en La Meca
El drama en el que la «condesa» parece haber representado el papel principal, estuvo precedido de un alzamiento de telón en 1933 que ya hizo sensación. La señora d'Andurain dirigía en Palmira con su esposo, de la antigua nobleza vasca, un gran hotel de turismo. Pero ella hacía largas incursiones por el desierto para comprar y vender ganado y prestar dinero a los beduinos con fuertes intereses. Después de haberse divorciado en 1931, se casó con un jefe de tribu wahabí que murió envenenado en 1932. Como consecuencia de este asunto, la ex condesa d'Andurain, condenada a muerte por ahorcamiento en La Meca, logró, no se sabe en qué condiciones, huir y regresar a Francia.
Durante la Ocupación se refugió en el norte de África, donde su pasado misterioso no le impidió introducirse en medios políticos gracias, se dice, a los servicios secretos.
El asesinato del camellero
No se sabe en qué medida los hechos que actualmente se le imputan están en relación con los que antes de la guerra fueron causa de sus primeros tropiezos. A pesar de la discreción policial, esto es lo que nos ha sido posible saber: la señora d'Andurain emprendió una peregrinación a La Meca, no con un fin turístico, sino para vender un lote importante de perlas y diamantes.
Para conseguir sus fines, se hizo amante de un camellero y, disfrazada de hombre, se introdujo en una caravana. Así llegó hasta la ciudad santa del islam. En el camino de vuelta, y sin duda para no compartir los beneficios de la operación, se desembarazó del camellero. A eso siguieron una serie de muertes. Varios estorbos, sus amantes, sus cómplices o sus asociados fueron asesinados a puñaladas o envenenados. Llegó incluso a aplastar a uno de ellos con su automóvil para que pareciera un accidente.
Los policías han dejado Niza este mediodía con su prisionera, que llegará a París mañana por la mañana.
25 de diciembre de 1946
«Por hierro o por veneno, la bella marquesa debe de haber suprimido a quince personas.» (L'Humanité)
«Aventurera con veinte crímenes, la baronesa d'Andurain arrestada después de una larga investigación en el norte de África, donde ella asesinó a un jefe árabe y a un camellero, testigos molestos del tráfico de piedras preciosas.» (Liberation)
«La marquesa d'Andurain, detenida en Niza, es sospechosa de quince asesinatos… que quizá cometió en el camino a La Meca.» (France-Soir)
«Para liquidar joyas en La Meca, una bella aventurera sedujo a un camellero que no iba a volver a ver. La policía sospecha que "eliminaba" a sus amantes y cómplices cuando se volvían molestos.» (Libé-Soir)
«Hija del desierto. ¿La vizcondesa d'Andurain ha matado a su marido, su hijo y su primo? Ha sido detenida en Niza por la policía de París.» (Nice-Matin)
26 de diciembre de 1946
«Una misteriosa aventurera ha sido detenida en Niza.» (Le Monde)
«La aventurera de los veinte crímenes. Por donde pasaba la marquesa d'Andurain, la muerte golpeaba inmediatamente… ¿Se conocerá la suma total del muertes?» (L'Aurore)
«Marguerite d'Andurain, amazona y agente doble, ha sido trasladada hoy a París. Ex reina de Palmira, ¿Marga d'Andurain ha matado?» (Parisien Liberé)
27 de diciembre de 1946
«Aventurera. Así aparece la condesa d'Andurain, de nuevo sospechosa en relación con la muerte de su primo.» (Le Monde)
«Una única acusación contra Marga d'Andurain: el envenenamiento de su sobrino Raymond Clérisse.» (Liberation)
«Detención en Niza de Marguerite d'Andurain, sospechosa de varios crímenes.» (Le Figaro)
«Una misteriosa condesa ha sido detenida. Disfrazada de árabe, viajó a La Meca.» (Daily Graphic)
28 de diciembre de 1946
«La misteriosa vida de Marga d'Andurain. Del comercio de perlas falsas a la hostelería en el desierto.» (Liberation)
«La vizcondesa d'Andurain, envenenadora. En un billete de metro, Raymond Clérisse había escrito: "Marga me ha dado un bombón que tenía un gusto raro…". Murió tres días después.» (Franc-Tireur)
29 de diciembre de 1946
«La señora d'Andurain es culpable… lo dicen los amigos de Clérisse, pero el hijo de la inculpada acusa a su vez.» (L'Aurore)
30 de diciembre de 1946
«La carretera de La Meca terminaba en el harén. No obstante, Marga se había hecho musulmana y se había casado con un camellero.» (Liberation)
31 de diciembre de 1946
«Caballero del puñal, amazona de las arenas, la vizcondesa d'Andurain eclipsa a la Brinvilliers y a Mata-Hari.» (La Presse)
«Llegada a París, Magda [sic] d'Andurain fue interrogada por el señor Goletty."Es una mujer inteligente, pero sobre todo una colgada…", nos dijo uno de los que vivieron con la inculpada en un campo de concentración español.» (L'Aurore)
«Princesa de la aventura, Marga d'Andurain me dijo: "Estoy lista para la pelea". "Tenía el diablo en el cuerpo. El canónigo d'Ascain me exorcizó."» (France-Soir)
2 de enero de 1947
«Enamorada de Arabia, me he convertido en Zainab, jefe de tribu y reina de las arenas.» (France-Soir)
7 de enero de 1947
«Marga d'Andurain ha sufrido su primer interrogatorio.» (Parisien Liberé)
22 de enero de 1947
«Marga d'Andurain, en libertad condicional.» (Parisien Liberé)
16 de diciembre de 1948
«Marga d'Andurain vuelve a la superficie desapareciendo misteriosamente en Tánger.» (Liberation)
«Marga d'Andurain, mi madre, partió para dedicarse al tráfico de polvo de oro entre el Congo y Tánger. Ella desapareció tres años, día tras día, después del envenenamiento de su sobrino.» (France-Soir)
17 de diciembre de 1948
«Marga d'Andurain, ¿ha sido eliminada por la banda del oro?» (Liberation)
«Detenidos ayer en Casablanca Renato Poncini y Hélène Kulz. ¿Son los secuestradores de la condesa?» (France-Soir)
18-19 de diciembre de 1948
«En la rada de Tánger un alemán, Hans Abele, ha asesinado a Marga d'Andurain y ha arrojado su cuerpo por la borda.» (Le Courrier de Bayonne)
20 de diciembre de 1948
«La policía duda de la muerte de la condesa. Se pregunta si la condesa d'Andurain no ha escenificado su propia muerte.» (Liberation)
21 de diciembre de 1948
«"Ni accidente ni puesta en escena. Marga d'Andurain ha sido estrangulada por Poncini", confiesa finalmente Hélène Kulz.» (L'Aurore)
29 de marzo de 1949
«Los asesinos de Marga d'Andurain, ante un jurado internacional.» (L'Aurore)
30 de marzo de 1949
«El alemán Hans Abele, condenado a veinte años de reclusión. A su cómplice se le inflige una pena de un año de prisión.» (Le Courrier de Maroc)
31 de marzo de 1949
«Veredicto en Tánger. Veinte años de reclusión para Abele, asesino de Marga d'Andurain.» (France-Soir)
[en Julie d'Andurain, Marga d'Andurain (1893-1948).
Une Occidentale d'avant-garde en Orient, octubre 1996]
En 1934, la condesa era atractiva incluso con su bata con forma de saco. Bajando del tren para ir a la cárcel de París, ocultaba la cara y llevaba prendas extra.
La fabulosa vida y amores de Marga d'Andurain son una versión de «Arsénico por compasión» en el desierto.
Unas palabras crípticas, garabateadas al dorso de un billete del metro de París por un hombre moribundo, llevaron al arresto, el mes pasado, de una de las bellezas más legendarias de Oriente Próximo. Las palabras -«El dulce que Marga me dio tenía un sabor raro»- fueron escritas en noviembre de 1945 por Raymond Clérisse, de veintiséis años de edad. La belleza, la condesa Marga d'Andurain, de cincuenta y un años, fue arrestada por haber envenenado a Raymond, su sobrino.
Era sólo otro episodio más de la historia de la condesa d'Andurain, en cuya misteriosa vida ha habido más amores, asesinatos y salvaciones milagrosas que en el argumento de una película de clase B. Cuando la policía la arrestó, era una mujer esbelta, de ojos oscuros y aspecto corriente que no mostraba huellas visibles de sus experiencias. Su rostro recordaba ligeramente a la belleza que le había valido el título de Reina del Desierto. La prensa dijo que era «un personaje de Arsénico por compasión», porque «la muerte atacaba de inmediato dondequiera que Marga estuviera». Su turbulenta historia empezó en la provinciana Bayona, donde nació y se casó con el rico conde Pierre d'Andurain. Tenaz y romántica, Marga convenció a su afable y débil esposo para que se establecieran en Palmira, Siria.
Allí, no tardó en convertir su hotel Reina Zenobia en un nido de intrigas, coqueteando con los jeques locales y los representantes coloniales. Para 1932 estaba tan enamorada del mundo musulmán que dijo haberse convertido al islam; se divorció de su esposo, se casó con un beduino e inició una peregrinación a La Meca. Pero entre Yidda y La Meca fue raptada por la tribu de su nuevo marido, furiosos porque éste se hubiera casado con una infiel. Luego, durante su cautiverio en las montañas, su marido fue envenenado. La condesa fue declarada culpable por un tribunal tribal y sentenciada a morir lapidada. No obstante, los franceses intercedieron ante el rey Ibn Saud y fue liberada.
De vuelta en Palmira, volvió a casarse con el conde Pierre, que pocas semanas después moría apuñalado en el hotel Zenobia. Las autoridades investigaron, pero no pudieron probar nada. Poco antes de la guerra, volvió a Francia y, después de la ocupación alemana, se trasladó a un piso en París, donde su sobrino Raymond la visitaba con frecuencia. Un día, justo cuando él se marchaba, le metió jugando, un pastelillo en la boca. Para cuando llegó a casa, sufría unos violentos espasmos y sus desesperadas últimas palabras pusieron en marcha la investigación policial. Cuando la arrestaron en Niza, había alquilado una casa abandonada y la estaba decorando con recuerdos de su vida.
El mes pasado, la condesa, envuelta en pieles antiguas, vestida con unos largos calzones de lana y ocultando la cara fue trasladada a una cárcel de París, mientras protestaba de su inocencia. Hasta ahora, no ha aparecido ningún jeque del desierto para salvarla.
En la estación de Lyon destellaban los flashes. Los cazanoticias se daban codazos para ver a la glamurosa prisionera. La puerta de un compartimiento de tercera clase en el expreso de la Riviera se abrió y aparecieron tres gendarmes. Entre dos de ellos, caminando con elegancia, con sus botas altas, forradas de piel, los hombros envueltos en armiño y sus encantadores rasgos ocultos detrás de un espeso velo negro, estaba Marga, la condesa d'Andurain, de cincuenta y un años, trotamundos y supuesta agente secreto. Había vuelto a París, esta vez acusada de asesinato.
Hija de un notario del sur de Francia, Marga escapó de la aburrida tranquilidad de una vida de clase media casándose (1911) con un rico conde vasco, mucho mayor que ella. El paciente Pierre d'Andurain la siguió dócilmente mientras ella recorría a toda velocidad España, Marruecos, Argelia y Sudamérica. En 1923, la pareja se estableció en Palmira, Siria, desde donde, en otro tiempo, la reina Zenobia dominaba las rutas de las caravanas del desierto. Allí el conde era dueño del hotel Reina Zenobia, un caravasar con paredes de barro, pero lujosamente amueblado, preparado para recibir a los magnates del petróleo, los jeques del desierto y a los ocasionales viajantes de comercio sirios. En pocos años, Marga convirtió este oasis en un refugio de intrigas y amoríos. Se dice que el emir Fawaz el Sha'lan despilfarró el tesoro de su tribu con Marga. Según parece, incluso el infatigable rey Ibn Saud era asiduo. Marga no tardó en amasar una fortuna personal de unas 20.000 libras.
Diecinueve heridas de puñal. En 1932, Marga decidió visitar la prohibida Meca. Sin más preámbulos, se divorció del conde y se casó con un devoto musulmán. Cuando la pareja iba en peregrinaje a la ciudad santa, la tribu de su marido -resentida por aquel matrimonio con una infiel- los secuestró a los dos. Marga estuvo semanas cautiva en las montañas. Luego, un día, su jeque fue encontrado muerto, envenenado. Los musulmanes se apresuraron a declarar culpable a Marga y ordenaron que fuera lapidada. Sólo salvó la vida por la intervención de Ibn Saud.
Entonces volvió a casarse con el conde. Poco después, también él fue encontrado muerto, apuñalado por la espalda diecinueve veces. Las investigaciones no consiguieron inculpar a Marga (aunque dos oficiales franceses que habían dudado de su testimonio la acusaron de haber tratado de atropellados posteriormente con su coche). Justo antes de la Segunda Guerra Mundial, Marga apareció en una villa francesa, cerca de la frontera española. La prensa insinuó que traficaba con los nazis. Pero después de la ocupación nazi, Marga fue al norte de África. Allí, los rumores la asociaron con las actividades secretas británicas y francesas.
En 1943 estaba en París, cómodamente instalada en un pequeño apartamento, donde su sobrino, Raymond Clérisse, un joven abogado francés, a veces se dejaba caer para tomar el aperitivo. Un día, Marga tuvo una visita especialmente agradable de Raymond. Cuando se iba, le metió un pastelillo en la boca. «Gracias», dijo Raymond y se marchó. Más tarde fue presa de unos horribles espasmos. Sólo tuvo la fuerza necesaria para garabatear en el dorso de un billete de metro: «El pastel que Marga me dio sabía raro». Unos días más tarde había muerto. La policía interrogó a Marga, pero pronto abandonó el caso.
Hace quince días, en el lujoso apartamento de Niza que comparte con su hijo Jacques, editor comunista, Marga y tres amigos fueron bruscamente interrumpidos a la hora del almuerzo por el fantasma del difunto Raymond. Tres gendarmes arrestaron a Marga como sospechosa de asesinato. «Volverá -afirmó una amiga con seguridad, cuando se llevaban a la condesa-. Es una de las personas con más sensibilidad artística que he conocido nunca. Es incapaz de hacer daño a una mosca.» Pero la florista de Marga dijo, moviendo la cabeza, dubitativa: «Era una clienta extraña. Siempre pedía flores que ya hubieran empezado a marchitarse».
Los Andurain nos esperan como al Mesías. Han tenido problemas graves, interminables discusiones con los escasos pobladores del oasis debidas a su falta de sangre fría. El mudir de la aldea y el oficial meharista, capitán Ghérardi, que manda el destacamento, se han convertido en sus enemigos a muerte y aquí, como nadie tiene nada que hacer, todos se preocupan de todos (es preciso decir que Marga Andurain volvería loco a un psiquiatra). La autoridad militar está cerca de considerarla una espía después de que un avión, en el que ella se encontraba en compañía de un oficial inglés, aterrizó en las ruinas; Ghérardi se encarga de vigilarla. Ha derribado un muro que cerraba una chabola que ella llamaba «mi parque de las gacelas» con el pretexto de que invadía la carretera y el incidente ha arrojado leña al fuego. Marga, que presume de tener pequeños y grandes contactos en el Alto Mando de Beirut, no deja de repetir: «¡Iré a ver a Ponsot! ¡Se lo diré a Ponsot!». En cuanto ha visto a un hombre dos veces, le llama por su nombre de pila cualesquiera que sean sus títulos, edad o rango, y le basta ver a una mujer durante más de una hora para llamarla «amiga mía». Sus proyectos de arreglo del hotel son tan grandiosos como extravagantes: quiere ampliar el edificio construyendo otro en la parte de atrás (para relegar a los turistas maleducados), instalar una moderna central lechera, una piscina, un palmeral y tener una avioneta de turismo que pensaba encargar en Nueva York; en fin, representar el papel de una Zenobia del siglo xx. ¡Y esperando estos lujos, no hay agua para llenar una bañera! ¡Ella afirma que están matando a sus gacelas arrojando por encima del muro alimentos envenenados, que le roban el berro que ella se hace subir, sin preocuparse del deseo irresistible que tiene de comerlo, que intentan despedir a sus criados, beduinos que ella educa con paciencia angelical -es lo único que tiene de angelical- y que, para acabar, una parte de la aldea está en contra de ella! Un día, en ausencia de su marido, la vizcondesa d'Andurain se dio cuenta de que unas mujeres habían penetrado en el recinto de su casa. Les gritó en árabe que «dispararía al bulto» si se acercaban, pero las otras, creyendo que era una broma, avanzaron riéndose. Sonó un disparo de fusil que, afortunadamente, no dio a nadie, pero que no contribuyó a aumentar la popularidad de esta mujer extravagante, esta aventurera que se equivocó de siglo para nacer. Su hermoso rostro está bien conservado por los cuidados de belleza, tan meritorios en este desierto, viste con elegancia, pero su verborrea y sus quejas son tan insufribles que sólo se tiene un deseo: ¡huir, huir lo más lejos posible!
(Diario inédito de Hélène Hoppenot, 4 de abril de 1930
Publicado en el Blog de Julie d'Andurain, 2008)
Nació en Lyon, Francia, en 1898. Consiguió el título de condesa al casarse con el conde Donne de Ranne. Vivía con él, cómodamente, en la opulencia y la ociosidad, sin ningún respeto por las tradiciones ni la moral.
Durante la Gran Revuelta árabe de 1916 fue secretaria de Lawrence de Arabia. Se alojaban en el hotel Shepheard, de El Cairo. Después de la conferencia de San Remo, en 1920, se trasladó a Siria, donde vivía en el hotel Zenobia, de Palmira. Se lo compró a la compañía francesa Kettaneh, que lo había construido entre Damasco y Bagdad. Por ese tiempo, una agresiva compañía de viajes británica llamada Nairn puso en marcha una línea directa entre Damasco y Bagdad, sin pasar por Palmira.
Por aquel entonces, la condesa vivía en Palmira, con su marido. El hotel se iluminaba mediante un molino eólico que también suministraba agua y cargaba las baterías. La condesa se alojaba en las habitaciones números 1 y 2; eran sus aposentos privados. En la estancia había una pequeña ventana para que la condesa pudiera ver a los huéspedes que entraban y salían. Construyó algunos de los anexos del hotel, como el garaje y el restaurante.
Los oficiales franceses solían acudir al hotel con frecuencia para tomar bebidas alcohólicas en el bar. Agatha Christie vivió en el hotel más de tres meses, en la misma habitación, y escribió algunas de sus novelas allí. El presidente francés François Mitterrand también ocupó la misma habitación.