Capítulo 42
Kuma. Un término que quiere decir exactamente eso, esposas sucesivas a la primera. Una palabra que no existe en español porque, al no haber poligamia en nuestra sociedad, no tenemos la necesidad de hacer distinción entre mujeres. Pero es un concepto que sí recoge el idioma turco porque para ellos es una realidad. Una realidad no del todo exenta de tabúes.
Con la mitad de la población turca jugando a ser occidentales modernos y la otra mitad desviviéndose por conservar sus tradiciones más conectadas con el mundo árabe, la poligamia quedaba en un limbo cultural en el que se aceptaba, pero se enmascaraba.
Segundas o sucesivas nupcias no estaban admitidas desde un punto de vista legal, es decir, que el código civil no lo contemplaba. Sin embargo, sí lo permitía la religión islámica, y eso es más que suficiente para una sociedad que respeta más los dictados de un supuesto dios que las leyes elegidas de forma soberana.
Por lo tanto, si un hombre desea tener más de una esposa, se puede casar siguiendo un rito religioso y se considera igual de válido o más a ojos de la sociedad que si el enlace fuera civil.
Es cierto que en Turquía no eran habituales los casos de poligamia. En general, se asumía el modelo de la familia formada por un hombre y una sola mujer, pero si en algunos casos era necesario contraer matrimonio con una segunda mujer, se hacía sin ningún miramiento porque la religión lo permitía.
Digo si en algunos casos era necesario porque la mayoría de las veces, en este país, un hombre tomaba una esposa adicional no por simple capricho, sino por circunstancias que le conducían a ello. Por ejemplo, en el caso de que su primera mujer estuviera enferma, no pudiera tener hijos, o en el caso de que la segunda chica necesitase ayuda para no quedarse sola.
Sean cuales fueran los motivos, a mí todos me parecían injustificados. No hacía falta casarse con alguien para ayudarlo, y, en otros casos, lo único que se buscaba era tener sirvienta y prostituta gratis veinticuatro horas de servicio.
Aun cuando se daban estos casos de segundo matrimonio por fuerza mayor, se intentaban enmascarar, como decía anteriormente.
Al igual que mis suegros habían acogido a una ahijada en su casa, otros muchos podían decir que también tenían a una pariente con ellos cuando en realidad era la kuma. No era el caso de mi familia política, mi suegro no se había casado con Elcin. No. Ella iba a ser la segunda esposa de Yusuf.
Desconocía las razones por las que Yusuf iba a hacer aquello. Suponía que habría presiones familiares y que la situación era más complicada de lo que yo sabía. O quizá no. A lo mejor solamente se había enamorado de la chica, que representaba el prototipo de mujer que él siempre había querido para sí.
¿Sería cierto que se le había despertado la vena paterna? Ahora resultaba que quería tener hijos. Si en algo él había tenido razón, había sido en que nunca nos habríamos puesto de acuerdo en la educación de los niños.
Él los haría creer a pies juntillas en cosas que no podría demostrar y los haría seguir normas que no les permitiría cuestionar. Por el contrario, yo no les impondría ningún pensamiento y me gustaría que cuestionaran todo, que juzgaran todo según sus propios criterios. Los animaría a leer todo tipo de corrientes y opiniones respecto a religión, política, filosofía… para que a la postre, se formasen la suya propia. Los querría libres; libres de pensamiento, que es la única libertad total de la que podemos disfrutar en este mundo.
Habríamos terminado jugando un partido de tenis con nuestros propios hijos de haberlos tenido. Seguro que me hubieran pedido a mí permiso para cosas en las que no lo hubieran obtenido por vía paterna y yo se lo habría dado y les habría dicho «pero que no se entere tu padre».
Tampoco me habría gustado convertir mi matrimonio ni mi familia en una guerra fría con conspiraciones a tres bandas.
Tal vez Yusuf tuviese hijos con Elcin y se convirtiesen en una familia muy bien avenida. A lo mejor la razón era esta.
Me daba igual lo que fuera y no quería saberlo. No había palabras en el mundo, en ningún idioma, que sirvieran para darme una explicación que yo pudiera aceptar.