Ruido y mensaje

El inconsciente puede reservar mensajes esenciales para los oídos que sepan ponerse a la escucha.

Cari Gustav Jung.

Durante la Segunda Guerra Mundial, una división de expertos británicos conocida como los «interceptores» logró descifrar el código nazi Enigma usando computadores supervisados por Alan Turing, que podían hacer miles de sustituciones en un segundo, pero también gracias a un método que los emparenta con Holmes y Legrand, pues lograron descubrir signos donde otros solo habrían visto detalles insignificantes o simple ruido de fondo. Una de las cosas que descubrieron es que los alemanes, antes de empezar a escribir en morse con su código secreto, se enviaban mensajes personales más o menos triviales en morse, pero en alemán: «Invariablemente, aparte del texto cifrado, había preámbulos e intercambios ilícitos: “¿Qué tal estás hoy?”, “¿Cómo está tu novia?”, “¿Qué tiempo hace en Munich?”». Esta información podía llegar a resultar muy útil, porque indicaba a veces desde dónde estaba siendo transmitido un mensaje. Los alemanes no mencionaban sus propios nombres, ni siquiera en morse-alemán, pero los interceptores, generalmente mujeres, fueron capaces de detectar algo que no estaba en el código morse, sino en la manera de transmitirlo: un estilo, una voz, lo que se llamaba el «puño morse», es decir, las pausas entre rayas y puntos y entre palabras.

El estilo de cada operador, como es obvio, no era buscado a propósito ni constituía parte del mensaje, pero era un signo accidental, al menos para quien supiera verlo así. Podemos imaginar una situación semejante si pensamos en dos indios del Salvaje Oeste transmitiendo un mensaje con volutas de humo: las volutas dicen algo concreto a otros indios, como: «El general Custer se acerca»; pero también dicen algo al general Custer: «Hay indios cerca de aquí, puesto que veo esas incomprensibles volutas». Holmes es capaz de prestar atención, al mismo tiempo, a todo tipo de signos, tanto a los no intencionales como a aquellos que esconden un mensaje en código. La combinación de estas dos lecturas a menudo le lleva a la solución de un misterio, pues descubre e interpreta no solo lo que alguien ha querido ocultar de manera consciente, sino también aquello que ha mostrado sin darse cuenta.

No tan elemental
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