Retratos defamilia
El adolescente viendo a sus compañeros
zambullirse conéxito
desde una roca elevada,
juzgó mal sus habilidades
y el accidente previsible sucedió.
Le pasó lomismo que a su padre,
cuando escuchando una conferencia
sobre autonomía,
decidió renunciar a su trabajo
poco excitante pero seguro.
O a su tía,
feriando un matrimonio llevadero
por un amor juvenil,
con duración exacta
de dos meses y trece días.
Sin ser uno adivino,
todo hace suponer
una cierta tara de familia
para los saltos al vacío sin paracaídas.
Los equilibristas profesionales
—caminando sobre cables entre edificios-
también suelen heredar la actividad
de padres y abuelos.
Grabado en lo sgenes
o a lo largo de arduos entrenamientos,
finalmente logran balancear
las fuerzas desequilibrantes,
para tenerlos vivos y dispuestos a hornear
la siguiente generación.
A pesar de los riesgos,
todo está controlado.
La familia tarada,
además de una natural conmiseración
creo que merece una segunda atención.
La tía por lo poco que sabemos,
no la pasaba nada mal.
Apostarlo todo a un amor imposible
es de una radiante belleza moral,
opacada con una ética
de lealtades y traiciones.
El padre tomó al pié de la letra
la frase inspiradora
de cambiar de actividad cada cinco años
con mucha más pasión que previsión,
mostrando eso sí,
una determinación que más de uno quisiera.
Y el adolescente para rematar,
tuvo un arrojo y amor propio
que ninguna pierna enyesada
puede compensar.
¿Y si ela ffaire burbujeante de la tía
hubiera resultado?
La tendríamos en alguna revista rosa
dando declaraciones
sobre la fuerza del amor
y la reportera exaltaría
el coraje deser leal a su corazón.
¿Y si los cincoaños
hubieran sido la dosis perfecta
en el camino aléxito del fogoso padre?
Lo único cierto a posteriori,
fue la popularidad
de ese yeso autografiado
gracias al cual,
nuestro adolescente ligó novia.