DEL DELFÍN
a él, en lo hondo del mar sin olas, de flautas
lo ha movido amablemente el canto[73].
El canto de la naturaleza, en el clima de las musas, cuando encima de las flores cuelgan como copos las nubes, y encima del esmalte de flores de oro. Por este tiempo cada ser declara su tono, su fidelidad, el modo en que se encuentra unido en sí mismo. Sólo la distinción de los modos hace entonces la separación en la naturaleza, de modo que todo es más canto y pura voz que acento de la necesidad o, del otro lado, lenguaje.
Es el mar sin olas en que el pez móvil siente el silbido de los tritones, el eco del crecimiento en las muelles plantas del agua.