2
¿Cuáles son los diversos tipos de dificultades de aserción?
¿Cómo reconocer la diferencia entre aserción y agresión?
¿Cuándo es correcto el defender las propias opiniones... y cuándo no?
¿Cómo aplicar los principios del Aprendizaje Asertivo a su propia conducta?
Como casi todo lo demás en la vida, esta cualidad de la aserción no es sólo cuestión de «o blanco o negro». Posee tantos matices como los que se hallan en la paleta de un pintor. Sin embargo, las personas con dificultades de aserción pueden agruparse fundamentalmente en siete tipos básicos,
TIPOS DE PROBLEMAS DE ASERCIÓN
(1) El tímido. Usted sé deja atropellar por todos, no sabe defenderse y se muestra pasivo en cualquier situación posible. Si alguien le da un pisotón es usted el que dice: «Perdone». Tal vez sea un Caspar Milquetoast, pero no es un cero en cuanto a aserción. Por grandes que sean su timidez y su irresolución, siempre hay un punto desde el que se puede iniciar el cambio.
(2) La persona con dificultades de comunicación. Repito que la aserción posee cuatro características de conducta: franqueza y rectitud, honestidad y aptitud. Tal vez ande usted deficiente en cualquiera o en todas esas áreas, pero con frecuencia sólo le falta aserción en una.
Comunicación tortuosa. Usted tiende a hablar demasiado, una característica que suele ir acompañada de sentimientos superficiales, falta de deseos definidos y dificultad en el trato con los parientes más próximos. En vez de pedirle a su marido: «¿Te importaría traerme dos chuletas de cordero para la cena, ya que vas a pasar muy cerca del ¿supermercado?», usted dice: «Sé que te vas ahora a que te corten el pelo. ¿Has de pasar por casualidad por la Calle Treinta y Ocho?». Ni usted hace la petición directa, ni su marido sabe lo que usted pretende, ni consigue usted lo que deseaba. La práctica de hacer declaraciones sencillas y directas, sin complicaciones, cambia a menudo todo su esquema de conducta.
Comunicación deshonesta o pseudoasertiva. Usted parece sincero y honesto, por lo general muy apto, a menudo extrovertido, pero esta aserción aparente oculta una carencia básica de honestidad. Usted dice: «[Cuánto me alegro de verte!... Llevaba unos días pensando en ti» cuando no le importa nada, y di otro lo sabe. En esta clasificación entran esas versiones estereotipadas del vendedor que saluda con afecto a todo el mundo y los políticos que andan besando a los niños. También figuran en este grupo los que tienen problemas con su familia y sienten una insatisfacción general ante la vida («Nunca me sale nada bien»).
Comunicación inadecuada. Por falta de dominio de las realidades de las relaciones sociales, usted dice lo que juzga más correcto en el momento más inadecuado. Por ejemplo, su marido le comenta que ha tenido un «día terrible en la oficina» y en respuesta usted le echa en cara todas las cosas que él hizo mal. Tai vez sea abierta y sincera» pero ese modo tan inmaduro de hablar la lleva con frecuencia a graves dificultades interpersonales, con lo que, más que intimar, usted se distancia de los demás. En el trabajo, su ineptitud produce disensión y trastornos. Como dice lo menos adecuado, y en el momento más inoportuno, usted misma se expone a la explotación o al insulto. Esta insensibilidad con los demás suele llevar a la introversión y al desprecio de las necesidades de los compañeros de trabajo, los amigos y la familia.
(3) El asertivo de doble personalidad. Hay quien falla en un área de la aserción y triunfa en otra. Quizás usted sea capaz de expresar abiertamente un sentimiento de ternura y en cambio sea totalmente incapaz de demostrar sus sentimientos de cólera... y viceversa.
Un hombre puede ser el epítome de la pasividad en la oficina y comportarse como un tirano en casa. O actuar asertivamente en el trabajo, en sus relaciones sociales, con los hijos y, sin embargo, mostrarse inseguro ante su esposa. Por ejemplo, en su papel de ejecutivo, Tom Johnson tomaba decisiones importantes a lo largo de todo el día. Por la noche él era el que preparaba la cena para sus dos hijos, su esposa... y el amante ocasional de ésta. Después de la cena lo ¿cegaba todo y cuidaba a los niños, mientras la señora Johnson y su Romeo del momento se iban de fiesta. Aunque Tom buscó explicación a su conducta y vino a mí para unas cuantas sesiones, descubrió sin embargo que le daba miedo la idea de cambiar. Cuando supe de él por última vez, todavía seguía preparando la cena para todos y esperando que su esposa resolviera el problema largándose con el otro de una vez.
El área de alcance de esos asertivos de doble personalidad suele ser muy limitado. Tal vez sí son asertivos en el trabajo... excepto con un superior, un subordinado o alguna persona específica. Quizá sean asertivos en una relación de tipo individual, pero no en grupos. Una mujer puede ser asertiva con todo el mundo... menos con la asistenta que viene un día a la semana. Y hay quien puede ser asertivo con todos... menos con la suegra.
En general, cuanto más limitada el área, más sencillo resulta cambiar con el Aprendizaje Asertivo.
(4) La persona con déficits de conducta. La que no logra establecer el contacto visual, ni domina la conversación intrascendente ni se atreve a una confrontación o a iniciar una conversación. Estas habilidades asertivas pueden aprenderse.
(5) La persona con obstáculos específicos. Usted sabe lo que debería hacer, y tiene capacidad para llevarlo a cabo, pero su temor al rechazo, la cólera, la curiosidad, la crítica o la ternura le impide realizar lo que desea.
Tiene ideas equivocadas. Usted no comprende la diferencia entre agresión y aserción. Usted sabe el qué y el cómo de lo que ha de hacerse, pero discute su derecho á hacerlo.
Tiene un concepto equivocado de la realidad social. Usted no comprende que existen diferentes clases de relaciones con personas distintas. Cree que es obligado el tratar a un extraño como a un amigo. Ni se le ocurre siquiera tratar al extraño como extraño, y al amigo como amigo. Por ejemplo, un paciente nuevo anunció: «Yo no me fío de nadie». La exploración demostró que confiaba su dinero a unas personas, sus secretos personales a otras y aún acudía a otras para pedirles consejo en los negocios. ¿Su error? El pensar que, porque no podía confiar en todos para todo, no se fiaba de nadie.
Tiene una idea equivocada de la realidad psicológica. Se preocupa por saberse preocupado, sufre angustia porque se nota angustiado, sin comprender que la vida nos presenta problemas en los que la ansiedad es la reacción más adecuada. Un hombre vino a mí con un acervo de problemas. Su padre acababa de morir de repente, su esposa había sufrido una operación a causa de un cáncer. Acababa de perder el empleo, y su hijo estaba arrestado por tomar drogas. Pero, porque se sentía deprimido a causa de todo eso, el hombre se creía un neurótico. Es natural que nos sintamos angustiados cuando la vida nos da un golpe. Sin embargo, en vez de decir: «De acuerdo, estoy atravesando una situación muy difícil que hace que me sienta tenso», usted analiza: «Me preocupo de tal modo que estoy hecho un neurótico, y será mejor que empiece a preocuparme por eso». Debido a su preocupación por una posible neurosis, usted inhibe su espontaneidad. En un caso como el que acabo de citar suele ser mucho mejor hablar con amigos y parientes que consultar a un terapeuta.
No admite la independencia en los demás. Usted piensa que, en tanto tenga razón, el otro ha de seguir la dirección que usted le marque. Y el otro se niega con mucha frecuencia, movido por sus propias necesidades, sentimientos e impulsos.
Cree que, mientras baga lo más correcto, ha de conseguirlo todo. Y si no lo consigue, es que hay algo raro en usted. La realidad no suele ser así. Tal vez usted pida, y merezca, un aumento de sueldo, pero la situación económica de su firma lo haga imposible.
(8) La persona cuyos hábitos interfieren en sus deseos. Si usted ha aprendido a hacer mal algunas cosas, tal vez tenga problemas para llegar a hacer lo que desea. A esos hábitos que interfieren les llamo yo el «síndrome del bocadillo de mantequilla de cacahuete». Se lo explico a los pacientes, contándoles la historia de los dos obreros que almorzaban juntos. Uno abrió su caja del almuerzo, sacó el bocadillo, lo mordió y dijo: «¡Vaya! ¡Otra vez un bocadillo de mantequilla de cacahuete! Odio los bocadillos de mantequilla de cacahuete».
«¿Y por qué no le dices a tu esposa que deje de ponértelos para el almuerzo?», preguntó su amigo.
El primero contestó: «¿Qué esposa? ¡Yo mismo me preparo el almuerzo!».
Si sabe cuál es la conducta qué le está estorbando, quizás esté en su poder el cambiarla sin dificultad. O tal vez sepa lo que es, pero no haya pensado en cambiarla. Entonces sigue comiendo bocadillos de mantequilla de cacahuete...
CASO
Rick Shulman, recién graduado en filosofía, acudió a mí con un problema en su carrera. Solía disfrutar enseñando en la universidad, pero últimamente el trabajo se había convertido en una carga y en un motivo de depresión para él. Nuestra conversación reveló que el cambio había surgido al iniciar su trabajo para la tesis doctoral. Como estaba tan ocupado, ya no preparaba sus clases y siempre iba algo despistado. Después de haber terminado la tesis, continuó con el hábito —ya adquirido— de dar las clases sin preparar. Rick comprendía que eran desorganizadas y superficiales, y este conocimiento era lo que le producía depresión e insatisfacción. Jamás se le había ocurrido la idea de hacer algo al respecto.
Le conté la historia del bocadillo de mantequilla de cacahuete y se mostró de acuerdo en que sí estaba en su mano el comenzar a preparar de nuevo sus clases. Y así fue. A mediados del semestre siguiente, telefoneó para decirme que «había recuperado la afición a la enseñanza».
(7) La persona que tiene problemas de aserción con sus propios hijos. Los padres quieren que sus hijos lleguen a ser personas asertivas, que se respeten a sí mismos. Sin embargo no comprenden las distintas artes necesarias para producir, de una parte, unas buenas relaciones íntimas y, de otra, un ser humano independiente; ni entienden hasta qué punto influyen en los hijos sus propias dificultades de aserción.
El padre ha de ser el modelo adecuado. Si su hijo le ve actuar con respeto hada sí mismo, defender sus opiniones y comunicarse con franqueza, aprenderá también a hacerlo. Si usted es la reencarnación de Caspar Milquetoast, por mucho que le hable a su hijo y por muchas directrices que le dé, éste será inseguro. Recuerde bien estos dos puntos:
(1) Puede que usted sea muy asertivo por lo general y tenga sin embargo dificultades con sus hijos porque quiere evitar la misma clase de discusiones y roces que surgieron entre usted y sus padres. (2) Si usted tiene una vida muy llena, es menos probable que influya en sus hijos, dándoles así más oportunidades de hallar su propio estilo.
ASERCIÓN CONTRA AGRESIÓN
Las dificultades de aserción llevan a una conducta equivocada. Si usted es fundamentalmente inseguro, sin duda será un hombre débil en exceso. Y, al no saber defenderse, se sentirá herido y angustiado, y se despreciará a sí mismo. Sus acciones y reacciones deficientes despertarán sentimientos de desprecio en los demás.
Y a la inversa, si usted se conduce agresivamente y resulta duro en exceso. Debido a diversas experiencias a lo largo de su vida, se siente tan dominado por la cólera que gran parte de su organización psicológica se centra en el objetivo de herir a los demás, a veces por venganza, a veces por la necesidad que percibe de defenderse. Aunque esa conducta agresiva puede alcanzar sus fines durante algún tiempo, en la mayoría de los casos lleva a una comunicación defectuosa con los amigos, provoca la agresión defensiva de los otros, y tiende a aumentar su propia agresividad.
En cambio, la conducta adecuadamente asertiva no siempre le lleva al logro de sus metas deseadas, pero sí aumenta su autoestimación. Cuando las cosas no le salgan bien tal vez se sienta decepcionado, pero nunca irrazonablemente hostil...
Tomemos algunos ejemplos, y veamos cuál seria la respuesta asertiva más adecuadla.
CASO A: La maestra llama a la señora Block al colegio y, en una conversación privada, le dice que su hijo de seis años no presta atención en dase y se porta terriblemente mal... y todo porque la señora Block no ha sabido educar a Ted con la debida disciplina.
CASO B: Jane espera su turno en la cola de una rebaja de medias en una tienda. El empleado está a punto de terminar con la cliente que va delante de ella cuando otra mujer llega y se cuela. El empleado pregunta: «¿A quién le toca ahora?», y la recién llegada contesta: «A mí».
CASO C; Madge y Rose trabajan como secretarias en una oficina de seguros y están solas en el despacho. Tres veces a la semana, Madge sale más temprano para ir a ver a su psiquiatra. Rose tiene que contestar al teléfono y terminar el trabajo del día. En realidad, no le importa este trabajo extra, pero sí tiene la impresión creciente de que la situación es injusta.
CASO D: Hace un año, John pidió prestados doscientos dólares a Ken. En aquel tiempo John tenía deudas, su madre estaba enferma y él se hallaba sin trabajo. Ahora su madre ha recuperado la salud y John gana un buen sueldo en un empleo del gobierno. Ken desea que le de vuelva su dinero porque quiere irse de excursión a la nieve, pero no ha hecho nada al respecto. Cada día se siente más disgustado ante la situación.
CASO E: Phyllis, de diecinueve años, estudia en una gran universidad del Medio Oeste, pero estas Navidades va a pasarlas en su casa, en Filadelfia. Su madre sabe que Phyllis ha estado viviendo con un chico en el colegio^ A primeros de diciembre, Phyllis deja caer por teléfono que ella y su amigo dormirán juntos en su dormitorio. Con dos hermanitos pequeños en casa, la madre se opone resueltamente.
Estos ejemplos representan situaciones que exigen una respuesta asertiva. Ahora decida usted cómo las resolvería.
He aquí las respuestas:
CASO A: La señora Block y las quejas de la maestra.
Respuesta carente de aserción: La señora Block dice: «Sí, tiene razón. El niño necesita más disciplina en casa. Envíenos una nota cada vez que se porte mal. Mientras tonto, le prohibiremos que vea la televisión por la noche». Esa misma noche apaga el televisor, le da una buena regañina a Ted, rechaza sus intentos de explicarse y le envía a la cama sin cenar. Y, claro, también ella se queda despierta toda la noche. En este caso lo único que Ted ha aprendido es que sus necesidades y sentimientos no importan. Se convence de que, o bien él es «malo», o el mundo es injusto. En cualquier caso, le están enseñando a sentirse impotente.
Respuesta agresiva: La señora Block responde: «Es que usted no comprende a mi hijo. Por cuanto he oído, creo que usted es una maestra horrible. Voy a hablar con el director al respecto, y haré que cambien a Ted a la dase de la señorita Jones. Ella sí que es una buena maestra». La señora Block habla con el director pero no le dice nada a Ted, que se ve trasladado de dase. Con eso sólo aprende que no tiene opinión sobre lo que le sucede, que sus necesidades y sentimientos no cuentan en absoluto. Empieza a creer que vive en un mundo irrazonable.
Respuesta asertiva: La señora Block dice: «Permítame que hable de esto con Ted. Y la próxima semana volveré con alguna idea». Esa noche sostiene una larga conversación con Ted —y con su marido— y descubre que un chico de la clase le tiene dominado. Como resultado, d niño se siente trastornado. Luego vuelve al colegio, se lo cuenta a la maestra y entre las dos discurren las posibles soluciones. Debido a su actuación asertiva, Ted comprende que lo que él siente y piensa es importante para los demás y puede influir en cuanto suceda. También disfruta de la experiencia de una comunicación constructiva con sus padres y de cómo su madre ha sabido resolver un problema de modo constructivo.
CASO B: Jane, en la cola de las medias.
Respuesta carente de aserción: Jane no dice nada, espera su turno y decide que nunca más volverá a «esa tienda».
Agresiva: Jane organiza una pelotera, tanto con la que se colaba como con d empleado.
Asertiva: Jane dice sencillamente: «Lo siento, era yo la que estaba primero». Y le pide al empleado unas medias negras, tamaño pequeño.
CASO C: Rose, resentida de que Madge se vaya más temprano.
Respuesta carente de aserción: Como no desea interferir con las sesiones psiquiátricas de Madge, Rose guarda silencio. Crece la tensión. Al fin decide si no será mejor buscar otro trabajo.
Agresiva: Rose se pelea con Madge y le dice cosas como: «Estoy cansada de hacer tu trabajo... Esta oficina ya no resulta agradable porque tú te estás aprovechando de mí... Será mejor que dejes de ver al doctor, o se lo iré a contar al jefe...».
Asertiva: Rose habla francamente del asunto diciendo: «Tenemos un problema. ¿Qué podemos hacer al respecto?». Estudian las soluciones posibles, como la de que Madge venga más temprano y haga su trabajo por adelantado, o intente cambiar la cita con el médico a una hora más tarde.
CASO D: Ken, que prestó doscientos dólares a John.
Respuesta carente de aserción: Cada vez que los dos se encuentran, Ken menciona con vaguedad que todo cuesta dinero. Espera que John capte la indirecta.
Agresiva: Se enfurece con John y estalla en un: «¿Cómo te atreves a llevar ese traje nuevo, cuando me debes doscientos dólares desde hace un año?».
Asertiva: Ken dice: «Me gustaría que me devolvieras d dinero que me debes». Entre los dos discurren el modo de realizarlo y Ken sugiere: «Si no puedes hacerlo de golpe, ¿por qué no me das diez dólares cada semana?».
CASO E: La universitaria que quiere que su novio, comparta su dormitorio en casa.
Respuesta carente de aserción: Mamá deja que Phyllis y el novio duerman en la misma habitación, pero se muestra hostil con el chico durante toda la visita. Así estropea las Navidades de toda la familia.
Agresiva: Mamá telefonea varias veces a Phyllis a la universidad, llamándole «zorra». Y amenaza: «¡No te atrevas a traer aquí a ese chico!».
Asertiva: Mamá dice a Phyllis: «Lo que hagas fuera de casa es cosa tuya. Sin embargo, yo tengo ciertos derechos en mi hogar. Si quieres invitarle, ese chico puede dormir con tu hermano pequeño».
Las situaciones anteriores le habrán dado una idea de la respuesta adecuada y asertiva. Ahora permítame que le presente dos «encuentros» interpersonales en los que usted debe dar la respuesta. Ambos figuraban entre los utilizados por Michel Herson, Richard M. Eisler y Peter M. Miller en una prueba de aserción de conducta en el Centro de Administración de Veteranos, Jackson, Mississippi.
(1) Lleva usted su coche a una gasolinera para que se lo engrasen y le cambien el aceite. El mecánico le dice que el coche estará listo en una hora. A su regreso descubre usted que, además del trabajo de engrase, le han hecho un repaso total y a fondo al coche. El cajero le anuncia: «Nos debe doscientos cincuenta dólares. ¿Paga en efectivo o se lo cargamos en cuenta?». ¿Qué dice usted?
(2) Está almorzando con una amiga cuando de pronto ella le pregunta si puede prestarle treinta dólares hasta que cobre la semana próxima. Usted tiene el dinero, pero se proponía gastárselo en otra cosa. Su amiga le ruega: «Por favor, préstame el dinero. Te lo pagaré la semana próxima». ¿Qué dice usted?
Al comparar las respuestas posibles en estas situaciones con lo que usted ha hecho en situaciones similares a lo largo de su vida, debe comprender el principio fundamental: no se puede ser demasiado asertivo. El exceso de aserción suele ser agresión y esto siempre es inadecuado.
SUS DERECHOS
Según señalé en el Capítulo I, el doctor Arnold Lazarus, de la Universidad Rutgers, cree que algunas personas están tan preocupadas con una gama arbitraria de «lo que está bien» y «lo que está mal» y se conceden tan poca libertad de movimientos, que viven como en una prisión emocional o cápsula de confinamiento.

En las figuras anteriores, el individuo emocionalmente libre considera que el territorio limitado por los polos AD y GH es su propio terreno psicológico, o su propio espacio vital. Puede moverse a cualquier parte, dentro de esas fronteras, sin creer que ha traspasado sus límites o que se ha introducido en la propiedad emocional de otro. Si alguien entra en su territorio sin ser invitado, él defenderá tranquilamente sus derechos y le pedirá que se marche.
La persona encapsulada se siente incómoda o temerosa, y muy insegura cuando se aventura más allá de los puntos B, C, E o F. Por lo general, no cree tener derecho a ningún territorio más allá de sus límites estrechos dentro de la cápsula.[3]
Usted debe reconocer sus derechos y defenderlos. Si no lo hace, otras personas definen su papel por usted, con lo que deja de ser usted mismo. Su espacio vital disminuye. Pierde libertad de movimientos. Se convierte en el «ser encapsulado» y el precio que paga por ello es una conducta neurótica.
Muchas personas experimentan esta dificultad porque no tienen una idea bien definida de cuáles son sus dore— dios... o tienen una idea equivocada. Otros tienen problemas porque no saben defender sus derechos. Creo que servirá de ayuda a ambos tipos el ofrecerles una lista de algunas preguntas acerca de los derechos con los que he tropezado en mi práctica.
«¿Tengo derecho a contestar sinceramente cuando me preguntan si algo me gusta y no es así?»
«¿Tengo derecho a negarle el coche a mi hijo di sábado por la noche?»
«¿Tengo derecho a decirle a mi esposa que ha aumentado demasiado de peso y que ello me repele?»
«¿Tengo derecho a decirle al jefe que no quiero trabajar horas extra?»
«¿Tengo derecho a salir y trabajar parte del tiempo, dejando a mis hijos en una guardería?»
«¿Tengo derecho a negarme a prestar mis nuevos palos de golf a un amigo?»
«¿Tengo derecho a negarme a atender a un amigo del cónyuge, que no me gusta?»
«¿Tengo derecho a mimarme a mí mismo?»
«¿Tengo derecho a defender mis derechos?»
Los dos casos siguientes incluyen el principio de derechos asertivos.
CASO
Ralph, que había sufrido una amputación y estaba hospitalizado para rehabilitación física, se sintió extraordinariamente agitado hasta el punto de que no podía dormir y requería tranquilizantes. Dos semanas antes le habían hecho unas pruebas para un diagnóstico especial a propósito de unos dolores en la espalda, y todavía no le habían dicho nada acerca de los resultados. Durante catorce días había estado preocupado en exceso.
En nuestra conversación, Ralph reveló que no creía tener derecho a preguntar a ninguno de los doctores sobre los resultados de las pruebas: «Están muy ocupados con tantos pacientes. ¿Cómo habrían de preocuparse por mí?», dijo tristemente. A lo largo de nuestra entrevista, Ralph llegó a admitir que se trataba de su cuerpo y por tanto sí tenia derecho a saber lo que ocurría con él. Practicamos distintos modos de enfocarle la cuestión al médico, y luego Ralph fue y habló con él exactamente según el modo ensayado. El doctor le aseguró que sólo se trataba de un dolor muscular temporal y expresó su disgusto por el hecho de que nadie le hubiera informado antes de los resultados de las pruebas. De este modo, al afirmar sus derechos, Ralph se aseguró la información que necesitaba para calmar su ansiedad.
CASO
Margaret Jones, de treinta años, una ocupadísima esposa y madre de tres hijos pequeños, vino a mi con este problema: «Mi vida es un infierno». Como se ocupaba de todo lo de la casa y del cuidado de los niños desde las seis de la mañana hasta medianoche, estaba constantemente fatigada y en tensión, y cada vez más deprimida, por lo que se habían desarrollado en ella una serie de temores hipocondríacos. Estas consecuencias nacían del hecho de que no reconocía en absoluto sus propios derechos en el hogar: leer el periódico, tocar el piano o descansar cuando se sentía agotada.
Fuimos repasando una por una las situaciones triviales diarias. «¿Tengo derecho a sentarme y leer el periódico durante diez minutos por la mañana?... ¿Tengo derecho a practicar el piano sólo porque me gusta?... ¿Tengo derecho a preguntarle a mi marido a qué hora estará en casa para la cena?» Discutamos sobre lo que ella juzgaba sus derechos, lo que podía decir y hacer (por ejemplo, un sereno pero firme: «Mamá está leyendo ahora; te atenderé dentro de cinco minutos») y practicamos cómo había de decirlo en mi despacho. Luego le dije que tratara de repetirlo en casa. De este modo, paso a paso, Margaret aprendió a defender sus derechos. Pronto dejó de preocuparse por unas enfermedades imaginarias, disminuyó su sensación de fatiga y comenzó a disfrutar más de la vida.
La respuesta a las preguntas sobre derechos asertivos siempre deben basarse en la situación personal, las personas involucradas en la situación, y las consecuencias posibles; peto usted siempre tiene cinco derechos básicos:
(1) Tiene derecho a hacer cualquier cosa mientras ello no suponga un daño para nadie.
(2) Tiene derecho a conservar su dignidad mostrándose adecuadamente asertivo —incluso si eso hiere a otro— mientras su motivo sea asertivo, no agresivo.
(3) Siempre tiene derecho a pedirle algo a otra persona, mientras acepte que esa persona tiene derecho a decir que no.
(4) Debe comprender que hay ciertos casos límite en algunas situaciones interpersonales en los que los derechos no están del todo daros. Pero siempre tiene derecho a hablar sobre el problema con la persona involucrada y a aclararlo de ese modo.
(5) ¡Y tiene derecho a obtener sus derechos!
EVALUACIÓN DE SUS PROPIAS DIFICULTADES
Al estudiar sus propios problemas de aserción, usted debe evaluar sus problemas específicos en la aserción y los temores que le impiden conseguir una personalidad asertiva.
INVENTARIO DE ASERCIÓN
Propósito: Darle conciencia de las áreas de su problema particular, de modo que este libro sea más significativo para usted.
Primer paso: Compre un cuaderno del AA que utilizará para este ejercicio y los que siguen.
Segundo paso: En éste (o en una hoja de papel) escriba las preguntas siguientes. (Algunas son mías y otras han sido adaptadas de las obras de los doctores Lazaras; Spencer A. Rathus, psicólogo del Hospital Samaritano; Troy, de Nueva York; y Joseph Wolpe, de la Escuela de Medicina de la Universidad Temple).
Tercer paso: Responda a cada pregunta escribiendo sí o no sí continuación de la misma. Para una respuesta aligo más precisa, puede utilizar los términos: siempre, a menudo, a veces, nunca.
Cuarto paso: Rodee con un círculo las preguntas que indican que ahí tiene usted cierta dificultad en la aserción.
Y veamos si puede escribir una frase, o una serie de frases, a continuación de esas respuestas con un círculo, explicando sus problemas de aserción con sus propias palabras.
Por ejemplo: Si su respuesta a la Pregunta 7 demuestra que se siente insatisfecho con su vida social, podría escribir: «No tengo vida social porque no me gusta establecer nuevos contactos y nadie lo hace conmigo», o si su respuesta a la pregunta 22 demuestra que tiene problemas de aserción con los subordinados, podría declarar: «Tengo problemas al dar órdenes a mi ayudante, porque me temo que dejará de apreciarme si lo hago».
(1) ¿Compra cosas que no desea realmente, sólo porque le resulta difícil decirle no al vendedor?
(2) ¿Vacila cuando ha de devolver algo a una tienda, incluso cuando hay buenas razones para hacerlo?
(3) Si alguien habla en voz alta durante una película, obra de teatro o concierto, ¿es capaz de pedirle que se calle?
(4) ¿Es capaz de iniciar una conversación con un extraño?
(5) ¿Tiene problemas para mantener la conversación en los actos sociales?
(6) ¿Actúan los demás como si le juzgaran aburrido?
(7) ¿Está usted satisfecho de su vida social?
(8) Cuando un amigo le hace una petición irrazonable, ¿es usted capaz de negarse?
(9) ¿Es capaz de pedir favores, de hacer peticiones a sus amigos?
(10) ¿Puede usted criticar a un amigo?
(11) ¿Puede usted alabar a un amigo?
(12) Cuando alguien le hace un cumplido, ¿sabe usted qué decir?
(13) ¿Existe alguien con quien usted comparta sus sentimientos íntimos?
(14) ¿Preferiría reprimir sus sentimientos que hacer una escena?
(15) ¿Está usted satisfecho con sus hábitos de trabajo?
(16) ¿Tienden los demás a explotarle o a aprovecharse de usted?
(17) ¿Puede hablar con franqueza, tanto al expresar sentimientos de ternura como de cólera hacia los hombres?
(18) ¿Puede usted hablar francamente, tanto al expresar sentimientos de ternura como de cólera hacia las mujeres?
(19) ¿Está satisfecho con los progresos realizados en su carrera?
(20) ¿Es usted espontáneo durante el acto sexual?
(21) ¿Está satisfecho con los progresos realizados en su carrera?
(22) ¿Encuentra dificultad para reñir a un subordinado?
(23) ¿Es usted (o lo seria) un buen modelo de aserción para su propio hijo?
INVENTARIO DE TENSIÓN
Propósito: Identificar todo aquello que le hace sentirse tenso, temeroso o turbado por cualquier razón.
Primer paso: En su cuaderno del AA escriba una lista de los siguientes estímulos, que son en realidad cosas o experiencias.
1 Voces muy altas. 10. Alguien con aspecto rudo.
2 Hablar en público. 11. Ser observado en el trabajo.
3 Alguien con aspecto de loco. 12. Recibir un cumplido.
4 Que le tomen el pelo. 13. Ser criticado.
5 Fracasos. 14. Personas encolerizadas.
6 Desconocidos. 15. Ser ignorado.
7 Sentimientos de cólera. 16. Hacer el ridículo, dad.
8 Personas con autoridad 17. Ser menospreciado.
9 Sentimientos de ternura 18. Cometer errores,
19. Un silencio repentino en la
conversación.
Segundo paso: Añada a la lista cualquier otro estímulo adicional que le perturbe a usted.
Tercer paso: Indique hasta qué punto le produce tensión cada uno de esos estímulos. Utilice esta escala:
En absoluto Mucho
Un poco Muchísimo
Escriba su respuesta junto a cada apartado y, al hacerlo, manifieste lo que siente en este momento, no su reacción en algún momento del pasado, ni lo que usted imagina que sentiría.
Después que haya terminado de leer este libro y (como es de esperar) haya aplicado algunas técnicas del ÁA a las situaciones de su vida, vuelta atrás y haga de nuevo el Inventario de Aserción y el Inventario de Tensión.
FIJE SUS PROPIAS METAS DE ASERCIÓN
Aparte de utilizar los inventarios, y aplicar a las situaciones de su propia vida lo que ha leído hasta ahora, estos pasos le ayudarán a comenzar su propio AA.
(1) Asegúrese de que comprende el concepto de aserción. Los ejemplos presentados anteriormente en este capítulo le serán de utilidad. Creo que también servirá de ayuda la lectura de Terapia de reflejos condicionados de Andrew Salter, y mi propio libro Ayuda sin psicoanálisis.[4]
(2) Reconozca sus raciocinios para no ser asertivo como tales raciocinios. Pueden dividirse, en tres categorías:
A. Algunas personas se aferran a un suceso muy poco probable como excusa para no ser asertivas. Por ejemplo, deja usted que alguien le quite el lugar de aparcamiento con el raciocinio de que «Si insisto en que es mío, ese tipo me acuchillará los neumáticos». No puede garantizar que no suceda, pero es improbable. Y usted no debe basar sus actos en sucesos «poco probables».
B. Algunas personas se aferran a un suceso muy probable, pero le dan más significado del que tiene, añadiendo: «...y sería terrible que ocurriera esto». Por ejemplo, usted cree que si se muestra firme y defiende sus derechos ante un amigo, éste se enfurecerá con usted. Entonces usted añade la suposición de que eso le resultaría terrible y demoledor.
C. Las personas, a base de imaginación, inventan raciocinios para su falta de aserción que no tienen validez en absoluto. Los campeones de este tipo son capaces de examinar su vida a los setenta años y descubrir que sólo han tenido razones imaginativas para que su vida no haya sido mejor.
(3)Descubra las áreas en las que tiene problemas de aserción. ¿Son situaciones impersonales, sociales o personales? ¿Surgen en el trabajo, en la escuda, en casa? ¿Se presentan más, por lo general, con ciertos tipos de personas (dominantes, superiores, del sexo opuesto) que con otras? ¿O sólo cuando se trata de una persona específica: esposa, amigo, colega?
(4) Admita francamente lo que teme: rechazo, cólera o ternura. Formúlese a sí mismo lo peor que puede suceder, y luego examine esa eventualidad y sus consecuencias tan objetivamente como le sea posible.
(5) Busque las áreas de conducta en general en la que surgen las dificultades y luego trate de formularlas en términos de conductas muy específicas y concretas. El área general tal vez sea que usted se siente constantemente explotado, y la conducta específica consistirá en decir no cuando quiere decir no. El área general puede ser una falta de intimidad con los demás, y la conducta específica consistirá en expresar de modo más franco sus sentimientos.
Al formular estas conductas específicas empiece en el punto en que está ahora. Como primera conducta aprenda o practique algo que, razonablemente, crea que puede dominar en un período relativamente corto de tiempo. Luego dé el paso siguiente. Si tiene problemas en el primer paso, es que ha seleccionado algo demasiado difícil. Busque una tarea más sencilla en la misma área, o en otra relacionada con ella. Luego pase a la más difícil.
Sea cual sea su problema, hay ciertos principios básicos para el que aspira a ser asertivo:
Revele su propio yo todo lo posible, siempre telendo en cuenta la situación y la relación.
Trate de expresar todos sus sentimientos, ya sean de cólera o de ternura.
Actúe de tal modo que aumenten su autoestimacíón y el respeto por sí mismo.
Examine su propia conducta y defina las áreas en que le gustaría ser más asertivo. Preste atención a lo que usted puede hacer de modo distinto, sin confiar en que el mundo también podría ser distinto.
No confunda la agresión con la aserción. La agresión es un acto contra los demás. La aserción es la defensa adecuada de usted mismo.
Comprenda que puede ser muy inseguro en un área como los negocios y muy asertivo en otra, como el matrimonio.
Practique la aserción en asuntos triviales. Si es capaz de decir: «Váyase al final de la cola», a una mujer en el supermercado, al fin podrá decirle: «No, no quiero hacer eso», a su esposo.
No confunda la conducta manipuladora con la verdadera aserción. El propósito del AA consiste en profundizar la experiencia y la expresión de su humanidad, no en convertirle en un artista del engaño.
Actúe. Siempre es posible encontrar cincuenta razones para no hacer las cosas, de modo que con el tiempo uno llega a dominar el arte de crearse una vida vacía. A medida que cambien sus actos, a menudo cambiarán también sus sentimientos.
Comprenda que la aserción no es un estado permanente. Usted cambia, cambian las situaciones de la vida, y así se ve constantemente enfrentado a nuevos desafíos y necesita nueva habilidad para vencerlos.