CAPÍTULO 18
Decepción
(Diario de Gina Mann)
Berlín, 1947
Viernes, 14 de noviembre. Destapemos las cartas, que ya van 17 años. Larga vida a esta desesperada y aburrida chica de ciudad, harta de casi todo. Cuando no eres ni vives como todo el mundo, todo el mundo no te puede entender. Las ruinas de esta ciudad después de la peor guerra que la humanidad haya padecido esconden muchas ganas de vivir. Claro, la gente se enamora de sus expectativas; ¿qué más nos quedaría sin ideales? Sin embargo, no me conformo con un vestido de novia de Norman Hartnell, igual al de la princesa Isabel de Gran Bretaña en su boda con el teniente Felipe Mountbatten. Los cuentos de hadas no me van en absoluto. Me identifico totalmente con el estilo Corolle, la nueva silueta que ha creado el modisto parisino de nombre Dior y que no acaba de gustar a los más conservadores, a la gente gris. Me da lo mismo si lucir una figura de reloj de arena me obliga a ceñirme el corpiño. La minicintura y el pecho alto son la sensación entre mis admiradores del club. No creo que me oigan cantar tanto como me ven balancearme. Estoy entusiasmada por conocer a monsieur Dior y a sus colegas en París. Eso sí que es un regalo de cumpleaños.
Al fin podré salir de este ambiente deprimente y descarado y moverme entre satenes y tules drapeados. Cantaré invitada por el mismísimo Fath en una de esas fiestas cuya fama alcanza nuestros oídos, desde la Francia elegante a la Alemania sinvergüenza. ¡Brindo por mí!
Martes, 25 de noviembre. Querido diario, de acuerdo, tienes razón, te tengo apartado, no escribo mucho, pero debes ser comprensivo, porque sabes que paso las noches en vela de club en club. No me llaman «oveja negra» por nada. Tendría que haber nacido en Irlanda antes de que empezara este siglo y hubieran celebrado mi nacimiento, porque ahora ser la oveja negra de la familia implica que me califiquen de diablo disfrazado de corderito. Igual lo soy, no nos engañemos. Lo peor de esta disidencia es que piensen que soy una mala influencia para la prosperidad de la granja, o sea, la familia. La última vez que hablé con mis padres se presenta como un eco muy lejano.
Puedes amar a una persona y no entenderla. Puedes entenderla y que no te despierte ningún cariño. Pero no puedes decir que amas a alguien cuando intentas cambiarle porque no le entiendes. He aquí el dilema de mis progenitores: querían casarme bien, cuando yo bien quería perder de vista a cualquier tipo que me encerrara en una cocina.
Huí, me bebí todo mi dinero, algunos amantes se hacen cargo de mí. Yo digo que los míos, en cambio, se cargaron mi inocencia a cañonazos. Diario, ya ves que mi ánimo no ha mejorado. Te dejo de momento, a la espera de recuperar el optimismo.
Miércoles, 26 de noviembre. ¿A que no imaginas quéhice anoche? Dejé a un hombre plantado. ¿Que no es una novedad? Depende. Suena muy de película, y me encanta. Hace unos días, a la misma hora, un mensajero empezó a traerme lilas malvas. Cada noche me he recreado con los mensajes decimonónicos de sus notas: «Te he encontrado y te recuperaré», «Deseo llegar a tu corazón y que lo abras de par en par», «He estado muerto sin ti». Debo confesar que al principio me confundió, y estaba segura de que era otra estratagema de ese acosador empalagoso, Diego Williams, el playboy más famoso de Europa (eso dice él). No obstante, el tono resultaba misterioso, demasiado literario y entregado para un hombre simplón y encendido como Williams. Me atreví a contestarle de vuelta, porque me intrigaba saber qué cara tenía el conquistador. En el último momento, me lo cuestioné: ¿Una cita a ciegas? Es solo lo que dos desean y no desean ver. Por lo tanto, no aparecí. Él firma como Dominique. Un francés. Oh là, là, très romantique!
Si alguien encuentra mi romanticismo, agradeceré aviso. Probablemente duerme en el cementerio de las decepciones.
Jueves, 27 de noviembre. Mi diario, me marcho. Voy a París, a actuar en esa fiesta de la maison de monsieur Jacques Fath. Me regalarán vestidos, adulación y gloria. No sé si volveremos a vernos, diario. Mi plan radica en dejar a la chica que te escribe y en renacer como una mujer independiente. París será mi Meca y te aseguro que pienso triunfar cantando. Voy a ser una estrella de verdad.