32
¿Y ahora yo qué hago? Tras apuntarme al paro, comprarme un nuevo portátil y hacer la compra semanal, me he sentado en casa frente al ordenador. Ya he exprimido Twitter y Facebook y cuando me he cansado, he comenzado a actualizar mi currículum. Pero me ha dado una pereza terrible. Creo que se me ha olvidado lo que hay que decir en una entrevista. He perdido práctica, voy a ver qué puestos vacantes hay por LinkedIn. Tengo que tener cuidado con lo que pongo aquí. En cuanto modificas tu nuevo empleo, le llega una notificación a todo el mundo para que te feliciten por tu logro. Pero la cara de gilipollas que se les tiene que quedar en cuanto lean «En busca de nuevas oportunidades», tiene que ser de foto.
Llaman al timbre de la puerta. Contenta de recibir visita y de que alguien me entretenga, abro sin mirar.
—¡Sorpresa!
Mi prima se lanza a mis brazos a punto de derribarme. Confundida, me separo para comprobar que efectivamente es ella y no alguien que se le parece. Va cargada con una shopping bag y una maleta enorme. Da saltitos y grititos emocionada ante mi estupefacción. Al final, me acaba contagiando y yo también suelto alguna que otra carcajada.
—¿Te vienes a vivir conmigo y no avisas? —pregunto señalando la maleta—. Muy bonito.
—Que no, tontaina. Mañana vuelo a Múnich, pero pensaba pasar la noche contigo.
Eso tiene sentido. Empiezo a entender el motivo de su visita. Cierro la puerta y la ayudo con la maleta.
—¿Y tus exámenes?
—No empiezan hasta la semana que viene, tendré tiempo de estudiar allí.
—¿Los tíos no han dicho nada? —inquiero desconfiada.
—Oh, sí… Han dicho muchas cosas, pero esta escapadita es lo de menos.
Mi prima me pide algo de beber y mientras se acomoda en mi sofá, abro una botellita de vino. Beber sola con Dani no tiene gracia así que voy a beneficiarme de la compañía de Noe por un día.
Entre risas, charlamos un rato sobre mi estado de salud. Noe dice que me ve en muy buen estado, mejor que en Nochevieja. Le hace gracia mi ceja partida. Menos mal que me partí solo eso y no la crisma. Dice que mis tíos están planeando una visita para venir a verme en breve. No he sabido muy bien qué contestar a esa noticia, sobre todo porque no me ha parecido tan mala idea, y eso me confunde.
Poco después, nos centramos en sus propios dilemas. Que mi prima interrumpa sus horas de estudio por un hombre es algo completamente fuera de lo habitual así que le pido que desembuche.
—César y yo nos hemos dado cuenta de que llevar una relación a distancia va a ser muy duro para los dos.
Asiento.
—Y más si la empezáis directamente así. Ni siquiera habéis tenido oportunidad de convivir en una misma ciudad.
—Sí. Por eso hemos barajado varias posibilidades.
Sus ojos dan un rodeo hasta que quedan fijos en mí. Mi prima se encoge de hombros y sonríe con inocencia.
—No me fastidies, Noe.
—Voy a pedir el traslado de expediente a la Ludwig-Maximilians.
—¿Eso qué es?
—La universidad donde pretendo estudiar el curso que viene.
Esta niña no está bien de la cabeza.
No puede largarse a Alemania sin más. Es una cría y lo peor de todo es que parece que César no se da cuenta. Me pregunto que habrá opinado el resto.
—¿Por qué los tíos no te han encadenado en casa y han tirado la llave a la bahía?
Ella ríe sin ganas.
—Han discutido bastante los dos. Papá dice que si me admiten, tendré muchísima suerte porque es una universidad con muy buena reputación. Y también le alivia que César esté allí conmigo, cree que estaré en buenas manos —sonríe—. Sabes que le aprecia mucho. Pero mamá cree que me estoy confundiendo.
Es que las madres son muy sabias, pero nosotros nos empeñamos en pensar lo contrario continuamente.
—¿Han hablado con César?
—Sí, mamá tuvo una larguísima conversación telefónica con él. Acabó algo más convencida, pero sigue un poco dudosa.
Porque es una ida de olla monumental. ¿Qué pasará cuando discutan? Noe estará sola, allí solo estará él, no tendrá a quién acudir ni en quién apoyarse. No quiero verla sufrir por él.
Cambiar de residencia por amor es algo más que sacrificado. Tienes que hacer frente a tantas cosas desconocidas que siendo tan joven e inexperta, es muy posible que le vaya muy mal. Tan solo estuvo dos días a finales de año y discutieron unas cuantas veces. No quiero ni pensar lo que ocurrirá ahora.
—Me asusta un poco dejarlo todo e irme corriendo a otro país para comenzar una nueva vida allí, pero luego pienso que es César quien me espera y se me pasa enseguida. ¿Crees que es una idea estúpida?
—Sí —suspiro—, pero solo en parte. Lo que más me preocupa es que ese hombre no te haga daño.
—No lo hará —replica a la defensiva.
—Noe, tuvisteis vuestros más y vuestros menos en el pasado…
—Tú lloraste por una discusión que tuviste con Morales en Nochebuena y después te dejaste atropellar por un autobús para que no le atropellara a él.
Menudo planchazo me acaba de dar la niña.
—A ver… Piénsalo…
R3hab suena por algún punto del sofá. “How We Party” es mi nuevo tono de móvil y acaba de cortarme el habla.
Mira qué casualidad, la otra medio germana. Descuelgo poniendo el manos libres.
—Eva, cielo, no te vas a creer con quién estoy.
—¿Y yo? —grita alteradísima—. ¿Sabes con quién estoy yo?
—No… —musito—. ¿Con quién?
—¡Con Manu!
Joder, ¿tan pronto?
Mi prima arruga la nariz desconcertada.
—¡Está aquí! ¡En Stuttgart! ¡En mi plató! Bueno, ya no, lo estaba hace un momento. ¡Qué coño hacía aquí! ¡Cómo se le ocurre!
—Para, para, Eva. Tranquilízate, respira, por el amor de Dios…
—Es que… —balbucea—. Es que…
Noelia y yo nos miramos descolocadas.
—¿Está llorando?
—Eso parece…
—¿Noe?
—¡Hola, Eva!
Mi amiga alucina y Noe le explica brevemente por qué está en Madrid.
—Menos mal —dice llorando a moco tendido—, por fin una amiga en este agujero negro de mierda.
—¿Qué ha pasado? —interrumpo—. ¿Por qué dices que ya no estás con él?
—Porque le he echado.
Mi prima y yo nos llevamos las manos a la cabeza y nos dedicamos a llamarle de todo.
—¡Estoy trabajando, esto es serio, joder! —protesta ella—. Mi vida no es una maldita comedia romántica. ¿Sabes el ridículo que me ha hecho pasar?
—Dime que lo has hecho con cariño.
—Lo intenté. Pero si lo hacia así, no se iba.
Manu me va a matar, de esta deja de hablarme. Va a pensar que todo lo que le he dicho es mentira. Noelia toma el relevo de mis insultos.
—Eva, lo primero: deja de llorar. Lo segundo: sabes por qué estás llorando, ¿verdad? Porque estás disgustada contigo misma. En el fondo no querías echarle y lo sabes. Te has puesto nerviosa y lo entendemos, pero él estará destrozado, en un país que no conoce y con el corazón hecho pedazos.
Un momento, ¿esa es mi prima pequeña? Igual no es tan cría al fin y al cabo… Pero no lo puedo evitar. Cuando conozco a alguien más joven que yo tiendo a pensar que es más tonto. Luego me recuerdo a mí misma a su edad y pienso que igual no es para tanto.
—Yo no quería…
—Sal ahora mismo a buscarle.
—¿Para qué? ¿De qué va a servir? Que me deje en paz, joder…
—Para que solucionéis esta mierda de una vez. Deja de hacerte la dura, con nosotras no funciona.
—Me va a volver a hacer daño, Carla.
Ahí esta, ahí la tienes. La verdadera Eva insegura como nadie, que salió a relucir hace meses.
Un par de alertas aparecen en la pantalla del móvil. Es el WhatsApp.
«Morales: “Te echo de menos”».
«Morales: “:–(”».
Miro a mi prima de reojo y veo cómo se aguanta la risa. Nuestra amiga sigue lamentándose de sus desgracias, pero estoy llegando a mi límite con esta historia. Mi prima tiene tacto, pero lo siento, yo no.
—Eva, cállate —ordeno tajante—. Madura de una vez. Ese tío se está arrastrando como una cucaracha por ti. Si no haces algo pronto, te mandará a hacer puñetas definitivamente y ya no habrá marcha atrás. Te recomiendo un ejercicio simple. Imagina tu futuro de ambas formas: con y sin Manu. Y luego decides de una vez lo que debes hacer.
Cuelgo. Que se aclare de una vez o acabaremos todas locas por su culpa. Me levanto apartándome de Noe y respondo a los mensajes de Dani.
«Carla: “Mi prima está aquí”».
«Morales: “¿¿¿Noelia???”».
«Morales: “¿Y qué hace ahí?”».
«Carla: “Está loca”».
«Carla: “Dice que se va a vivir a Múnich”».
Al cabo de cinco segundos tengo una llamada entrante. Descuelgo sonriendo.
—Cuéntamelo todo.