RICOAMOR

Subo las escaleras mecánicas. Doce menos cuarto. Dani espera puntual. Suelto la mochila y nos damos un abrazo.

—¿Cómo estás, Lucas?

—Bien, un poco cansado

—Ya te veo, llevas unas ojeras

—Es que…

—¿Vamos al coche?

—Vale. ¿Qué tal por aquí?

—Sin novedad, todos bien, ¿y tú?

—Ya me ves

—¿Qué has hecho tanto tiempo por ahí perdido?

—De todo un poco

—Nosotros estuvimos en Francia

—Qué bien

—Pasamos por Girona, vimos el museo Dalí

—¿Sí?

—Acabamos hasta los huevos y nos volvimos

—Por lo menos habéis salido un poco. ¿Ya tienes chati?

—Bueno, algo hay

—¿De aquí?

—Sí

—¿Os conocéis?

—Yo a ella sí

—¿Y ella?

—Creo que no

—Claro que sí, un tío como tú no deja indiferente a nadie

—No me vaciles

—Habréis hablado por lo menos

—Un par de veces

—¿Cómo es, aparte del pelo rizado?

—Qué cabrón. Morena, piernas largas, minifalda, buenas tetas…

—Estás colgado

—Qué va, si no me hace ni puñetero caso

—¿Que no?, me gustaría saber lo que pasa por su cabeza

—Siempre me pilla currando en el Rico

—Mejor me lo pones, el portero del Ricoamor, el mejor garito de Castellón, y tú ahí bien plantado, hombre tranquilo, callado, quién te pillara

—Anda, dame la mochila que se te cae…

—Gracias —metiéndola en el maletero del coche

—… y tira para dentro

—¿Cuánto falta para que llegue Gisela?

—Un par de cervezas en el Rico

—Pensaba que no lo ibas a decir nunca

—Has tenido suerte, querían cerrar la semana pasada pero han decidido hacer la fiesta de despedida esta noche

—Chachi. ¿Llevas las entradas del FIB?

—Sí, toma

—Gracias, luego te las pago

—Tranquilo

—Al final viene Radiohead, ¿no?

—Y Smashing

—De puta madre

—Lo raro es que toquen el mismo día

—Eso que nos ahorramos

—A mí me sale gratis, mañana curro

—¿En el FIB? —pregunto

—Sí

—¿Dónde?

—En una barra

—¿Qué horario?

—Todavía no lo sé, en principio de doce a seis de la madrugada

—Qué putada

—Ya, me pierdo los cabezas de cartel

—Joder

—Pero igual una coleguita me lo cambia

—¿Sí?

—Prefiere currar esas horas para ver los grupos nacionales, La Habitación, Chucho, Piratas

—No es mala opción

—Ya, pero a estos puedes verlos cualquier fin de semana

—También es verdad

—Además prefiero ir a un concierto donde toquen ellos solos, tanto grupo no mola, venga cambio de equipos para que luego toquen media hora tres cuartos si llega y a la calle

—Ya

—Y eso, chani

—¿Dónde quieres aparcar?

—Es que han cerrado la calle por los conciertos

—¿Qué conciertos?

—Ah, ¿no te has enterado? Esta noche hay un festival homenaje a los noventa

—¿Quién toca?

—Frágiles, Malos Vicios, Motel, Malconsejo, Morcillo, Gatas Negras y Los Romeos

—¿Qué me dices?

—Lo organiza el Rico

—Qué guay

—A ver si este año no se quejan los vecinos

—¿Hay peña?

—Cuando venía a por ti empezaban a llegar

—Ah, sí, mira

—Pues sí que se a petao

—¿Llevas drogas?

—María

—Qué bien —digo cerrando la puerta

—Dejas la mochila, ¿no?

—Claro, ¿un cigarrito?

—Gracias

—¡Joder, cuánta gente!

—Para coincidir con el FIB, sí

—Es que lo de aquí tira mucho —le digo

—Eso debe ser, ¿una cervecita?

—Claro. ¡Ei, Fernando!

—Hombre, ¿cómo estás, Lucas?

—Bien

—Que no se te ve el pelo

—Me he perdido unos días

—A saber lo que has hecho tú por ahí

—Nada, nada

—A ver si te centras ya y empiezas a hacer música

—Sí

—Dani, una cerveza más —le pide

—¿Estás grabando algo? —pregunto a Fernando

—Cuatro temas

—¿Nuevos?

—Sí

—¿Y qué tal?

—Todavía estamos con las baterías, ah, David que si le pasas la caja de ritmos del Ruli, que en un par de semanas tocamos con Barricada

—¿Dónde?

—En Madrid

—Qué bien, ¿y la oposición?

—He aprobado

—¿En Castellón?

—Qué va, y eso que el año pasado me tocó el tema del Jazz y tampoco, la he sacado en Valencia

—Mejor

—Sí

—Joder, enhorabuena

—Ei, coleguitas, que empiezan Los Frágiles —nos dice el Dani

—Alex, ¿cómo estás? —pregunto

—Aquí, sonorizando, luego hablamos

—Un abrazo

Me giro, están todos, Manuel, Félix, Víctor, María, Candela, Miguel, Raúl, Laura, Edu, Jorge, Juanpa… joder, ¿aquel gordito quién es?… Ferrán, Marisa, Badía, Bea, Celia, Javi, Rosa y Pedro.

—¿Qué tal suena? —pregunto al Dani en la oreja

—Bueno

—Bien, ¿no?

—La voz un poco baja

—Como siempre

Hablamos sobre las canciones, los chicos gordos, las chicas con pelo rizado, y pelamos a algún que otro músico entre cerveza y cerveza. Nos vamos… Subimos al coche. …a por Gisela.

—Escucha esto —me dice el Dani subiendo el volumen

—¿Qué es?

—Vampire Idol Scream

—Qué chulo

—Te veo un poco desconectado

—Es que he oído poco la radio

—El otro día pusieron a Peluche y a los Caraconos en Radio 3

—¿Sí?, ¿qué dijeron?

—Que podían actualizarse un poco, que siguen con las estructuras clásicas de toda la vida y los cuatro acordes, pero bien

Llegamos a la estación.

—Ésta no ha llegado —observo

—¿Un cigarro?

—Vale

Bajo la ventana. Fumamos.

—¿Cómo ha ido el viaje? —me pregunta

—Bien

—¿Sólo bien?

—He conocido a un montón de gente

—¿Dónde has estado?

—Uf, en muchas partes, a ver, en Teruel, Albacete, Almería, Granada, Mérida, Madrid, Burgos, Vitoria, Sagunto y hasta aquí

—Joder, todo el puto país, colega

—Casi

—Y la peña, ¿bien?

—Una pasada

—Me alegro

—Gracias

—¿Has ligado?

—Un poco de todo

—¿De todo?

—Casi

—¿Qué ha faltado?

—No sé

—¿Amor?

—Tampoco

—No te pongas rojo, hombre

—Noo, si

—Que no me tienes que dar explicaciones

—No es por eso

—¿Por?

—Es porque me siento raro

—¿Y eso?

—No sé

—¿Molesto por algo?

—Es que no sé cómo explicarlo

—Hablando, como tú dices siempre

—Es que no sé qué decirte

—Suelta lo que te venga

—Que no sé si puedo amar, amar de verdad me refiero

—¿Por?

—No puedo

—¿Por aquello que te pasó?

—No, bueno, creo que ya lo tengo superado

—Pero qué quieres decir con eso de que no puedes amar, con lo que te haces querer

—Gracias

—Sí, pero contéstame

—Es porque estoy muy a gusto solo

—Eso está bien, yo vivo solo y se está de puta madre, acabo de currar, llego a casa, me enciendo un canuto y que hable la tele

—Pero a la vez me enamoro de todos

—¿Cómo?

—Sí, mira aquel

—¿El gordo?

—Yo no podría ser su amigo en la vida, si lo conociera, al poco tiempo estaría por sus huesos

—Perdona bonita, por su carne

—Eso

—Entonces sí que puedes amar

—Pero es porque me gusta físicamente

—Hombre, no te jode, como a mí la del pelo rizado, con ese pedazo de botas y…

—Pero cuando lo tengo deja de gustarme

—Eso es porque no aprecias lo que tienes

—Puede ser

—Tu amor, chani, es amor hasta que se tiene o desde que se pierde

—Estás hecho un poeta, Dani

—No, es que tú crees que el amor es a aquello que te pasó con aquel chico, y eso fue una putada, no confundas amor con desengaño

—Puede ser, pero fue tan fuerte

—Lo fuerte fue que te dejó plantado, y lo que pasó después

—Puede ser

—Como yo, que ahora estoy enamorado

—¿De la del pelo rizado?

—Y tacones lejanos

—Y porque no la tienes la quieres

—Vas aprendiendo muchacho

—Mira, Gisela

—¡Ei! —levantando los brazos con la mochila a cuestas que le saca un palmo por detrás de la cabeza

—Gisela —saliendo los dos del coche

—¿Cómo estáis, chiquitines?

—¿Y tú, pedazo guiri? —le digo

Animalets. Eh, primero a Lucas —abrazándome y mirando al Dani—, mi preferido

—Todo tuyo, a mí ni me toques —irónico el Dani

—Ven bonico, ven

—Sí, la primera puñalada, te la tenías bien guardada

—Ay, si costaréis de criar —abrazándole

—Ale, ale, suelta —el Dani quitándole la pesada mochila de la espalda y metiéndola en el maletero

—No tengo que pasar por casa, ¿qué plan tenéis? No quiero ser una molestia, si vais a dormir me dejáis aquí y cojo un taxi que por seis euros me lleva al Grao y no tenéis que cargar conmigo

—Para, para —le digo

—Vamos un rato al Rico —el Dani—, tocan grupos de Castellón

—¡Qué bien!, música española —Gisela subiendo al coche—, menos mal que no tengo que llamar a mi madre, le he dicho que esta noche me quedaba en Barcelona y que vendría el domingo, así no tengo que dar explicaciones ni ir detrás con llamadas porque voy a quedarme una semana y no quiero enfrentarme con ella nada más llego, aunque estoy pensando en aprovechar el tiempo y viajar unos días con mi amiga Sara a Marruecos y una amiga súperenrollada que he conocido en Dublín que venía por estas fechas a España y me ha pasado el móvil, a ver si llevo su número, ¡joder, qué susto!, pensaba que lo había grabado en el móvil de la empresa, es que no sé qué pasa que cuando sales de Dublín falla el network y a veces no puedes consultar la agenda de teléfonos, qué putada, ah, menos mal, lo llevo aquí, ¿os he dado mi nuevo número?, a ver si lo encuentro que no me lo sé ni yo

—¿Cómo decías que se llamaba el grupo? —pregunto al Dani

—Vampire Idol Scream

—Mola

—Ya te digo

—¿Me estáis escuchando?

—Gisela

—Sí, que falla el network —le dice el Dani

—Te estás vengando de la puñalada

—No, mujer

—Toma la entrada —le doy a Gisela

—¿Cuánto es?, a ver, no sé si llevaré suficiente dinero en efectivo

—Te invitamos

—Decirme cuánto os ha costado

—Nada —le dice el Dani

—¿Setenta?

—Ala, exagerada —interrumpo

—Bueno, tiempo al tiempo —dice el Dani

—Toma

—Que no

—Toma, Dani

—No lo vamos a coger

—Joder, encima que venís a por mí

Llegamos al Rico. Aparcamos.

—¡Y tú, mi dulce amor, arañas mi piel! —canta Patricia de los Romeos

—Tres cervezas —pido levantando la mano en la barra

—Enseguida

—¿Qué me cuentas? —pregunto a Gisela

—Nada, mi niño

—¿Ya te has echado novio?

—Quita, quita, yo novio…

—Aquí tienes —el de la barra

—Toma —pago

—… salgo con un chico —continúa— desde hace tres meses, todo un récord, pero sólo somos amigos, un rollete

—Por algo se empieza

—Nada, nada, sin compromisos

—Y bien o qué

—Sí. Y tú, ¿sigues con tus ositos?

—Más o menos

—Joder, con la de tíos buenorros que hay por aquí

—A mí me gustan así

—Vale, pero que no te hagan daño, todavía me acuerdo de tu último viaje a Dublín

—Ya

—¿Qué haces mirando a ése?

—¿A quién?

—¿A quién va a ser?

—Es que está como el pan

—Vale, está gordo, pero ¿tú le has visto la cara?

—No está mal

—Tío, es que te emparras

—Mira qué barriga

—¡Lucas, por favor!

—Me ha mirado

—Hombre, si no le quitas el ojo de encima

—Otra vez

—Pero si no lo conoces

—Pero me mira

—A ver si te pega un guantazo y te deja en el suelo

—No, mujer

—¡Lucas!

—Vale, ya está

—No estás en un sitio de ambiente

—Pero…

—No ves que te puede malinterpretar

—Yo sólo miraba

—Sí, ya

—Creo que entiende

—A mí no me lo parece

—A mí sí

—Pero ¿has visto cómo mira a la de enfrente?

—¿Y qué?

—Que no te fíes

—¿Y qué tengo que hacer?

—Pues ir a un local de ambiente

—¿Para?

—Para que cuando te miren sepas lo que quieren

—Aquí es lo mismo

—Lucas, esto es Castellón, un garito de rock and roll, y como no sea te va a meter una santa ostia

—¿No puedo probar?

—Yo no me arriesgaría

—Lo he hecho toda la vida

—Así te ha ido

—¿Y tú qué sabes?

—¿Quieres que te recuerde cuando te enamoraste de ese chico que según tú era bisexual?

—Fue culpa mía

—Pues aprende

—¿A qué?

—De quién enamorarte

—Eso no se elige

—Ya, pero por lo menos que tenga una orientación sexual definida

—Pero yo no quería cambiarlo

—Te equivocas, sí que querías, ¿acaso le diste opción a que hiciera con su vida lo que quisiera?

—¿Otra cerveza?

—Pago yo

—Deja

—Lucas, ¿lo ves?, quieres que todo sea a tú manera y eso no puede ser

—Pero quiero invitarte

—Ya lo has hecho antes, deja que ahora pague yo

—Vale

—Es que eres cabezón

—Como tú

—Eso es de naturaleza

—¿Y por qué me lo recriminas?

—Para que abras los ojos

—Pareces mi madre

—Peor, I’m your devil

—Gracias por la cerveza

—¿Dónde está el Dani?

—Por ahí, con una que tiene pillada

—Ay, por fin, que ya pensaba que éste también iba a ser gay, que tiene un ramalazo

—Que no

—Bueno, bueno

—Ahora eres tú la que no dejas a la gente ser como quiera

—¿Llevas un cigarro?

—Qué bicho eres

—Lucas, tienes que salir y ver mundo

—He estado viajando por toda España

—Me refiero a que abras tu mente

—¿Y qué quieres?

—Que espabiles

—Pero soy un buen tío, ¿no?

—Eso pregúntaselo a tu sobrina, yo aún te veo un poco apardalao

—Porque me gusta estar en la parra

—No lo jures

—No te pases

—Es muy bonito ser un niño, es lo que más me gusta de ti, pero joder, no puedes vivir siempre así

—¿Qué hay de malo?

—Que te lloverán ostias por todos lados

—¿Y qué?, de todo se aprende

—Ya, pero también se aprende a crecer y no pasa nada

—Pero a mí me gusta ser como soy

—Una cosa no quita la otra

—Déjame

—Lucas, escucha

—Dime

—No vas a cambiar, vas a seguir siendo el… pero ¿quieres dejar de mirar a ese chico de una vez?

—Sí

—Nada, no hay nada que hacer

—Perdona, sigue, te estaba escuchando

—Vamos con el Dani

—Me alegro mucho de que hayas venido, Gisela, dame un abrazo

—Claro que sí chiquitín

—Vamos —la cojo del costado

—Yo también tenía muchas ganas de veros

—Acabarás viviendo aquí

—Antes muerta, como mucho en Barcelona

—Estás hecha una cosmopolita

—Hay que cuidarse, chani

—Suelta, que no ligo —apartándola

—¡Ay, serás capullo!

—Mujer, yo también tengo que cuidarme

Fuck

—¿Pasa Dani? —pregunto Gisela saluda a todos.

—Aquí —responde

—¿Y la de los rizos?

—No ha venido esta noche

—No tardará cuando sepa que Dani rompecorazones anda suelto

—Sí, mis ganas

—Uf —suspiro al hombre barriga que habla con Pepe

—Lucas —me llama cuando me ve

—¿Qué pasa?

—¿Cómo estás perla? —me besa fuerte en las mejillas

—¿Quién es ese gordito con el que vas? —le pregunto en la oreja

—El agricultor

—¿El de la manta en el suelo…

—Sí

—… la pared de ladrillos…

—Sí

—… y los dos mirando al cielo?

—El mismo

—Joder, tenías razón, está para comérselo enterito

—No te acerques perra, que salivas

—Tú sí que lo eres, meando aquí en la esquina para marcar tu territorio

—Perla, que una guarda lo que tiene

—Pues no me lo presentes

—No pensaba hacerlo

—Mejor para ti

—Qué guarra eres

—Y tú puta

—Claro, me lo tiro sin cobrar

—Yo se la chupaba gratis

—Aire, aire

—Qué barriguita

—Pues si lo ves sin camisa

—No me cuentes

—Pelo blanco

—No sigas

—Brazos fuertes

—Por favor

—Pezones como garbanzos

—¿Y cariñoso?

—Me pega unos abrazos de papá oso

—Sí, y polvazos

—Hasta perder la razón

—Y la virginidad

—De eso no me queda ni en las orejas

—A mí que me folle también

—Perdona, pero ese oso tiene cueva

—Y cadenas

—Serás zorra

—Y tú perra

—Perra guardiana, una doverman

—Espera cuando te duermas

—¿Qué vas a hacer?

—No sé, deja que piense

—Pues a pensar a otro sitio

—Sí, que de eso tú no entiendes

—Que te follen

—Sí, enterito, tu agricultor

—Ja, ja

—Me voy, nos vemos luego

—Vale, si no, mañana en el FIB

—¿Vas sábado y domingo?

—Sólo el sábado

—Como yo

—Nos vemos donde siempre

—Un beso

—Chao

—¡Gisela! —le grito

—¿Dónde estabas, Lucas?

—Con un colega

—No está mal este grupo

—¿Los conoces?

—Pues claro, ¿qué te crees, que vivo en la luna?

—¿Una cerveza?

—Ya voy yo

—Deja

—Lucas, por favor, que me voy a enfadar

—Como quieras

—¿Tienes cerveza negra?

—Gisela al de la barra

—No

—¿Bud?

—¿Cómo?

Budweiser

—San Miguel

—Ponme tres

—¿Qué tal, Dani? —pregunto

—Está allí

—¿Quién?

—La del pelo rizado

—¿Dónde?

—En la otra barra

—Pues ataca

—Va con un chico

—Será su hermano

—Lucas…

—Dani…

—¿Y qué le digo?

—Mírala

—Lo estoy haciendo desde que ha llegado

—¿Y?

—Se ha girado sólo una vez

—Algo es algo

—¿Podéis ayudarme con las cervezas y dejar de marujear? —nos pregunta Gisela

—Dame —yo

—Gracias

—Dani

—El chico —le digo a Gisela—, que se ha colado por aquélla de los rizos

—¿Aquélla?

—Sí

—La conozco, es del Grao

—¿Cómo se llama? —le pregunta el Dani

—No me acuerdo

—Sí que la conoces bien —irónico

—Alicia, Andrea, sí Andrea

—Preséntasela —le digo a Gisela

—¿Qué dices? —dice el Dani

—Vamos

—Gisela cogiendo al Dani del brazo

—Que no

—Chico

—Que he dicho que no

—Pero si se te cae la baba

—¿No tenéis nada mejor que hacer?

—No —los dos al unísono

—Pues daros una vuelta

—Vamos —le digo a Gisela agarrándola

—Hasta luego

—Ale, a tomar viento fresco —nos dice el Dani

—Ven —me dice Gisela—, vamos a hablar con ella

—Pero si ha dicho Dani que…

—Ha dicho que no quiere ir a verla, no que ella vaya a verle a él

—Serás

—Vamos

—Tu verás

—¡Hola Andrea!

—Alicia

—Ay, perdona, Alicia

—Cuánto tiempo sin verte por aquí

—Estoy viviendo en Dublín

—Anda

—He venido a pasar un fin de semana y de paso al FIB

—Nosotros ya tenemos la entrada para mañana

—Igual que nosotros

—¿Qué tal por Irlanda?

—Bien, un poco más fresquito

—Sí, es acostumbrarse

—Ven, que quiero presentarte a un amigo

—Hola —me dice

—Hola —le digo

—No, a éste no, este es Lucas, Alicia, Lucas

—Encantado —le digo

—Es aquél

—Ah, el de la puerta del Rico

—El mismo

—Pues vamos

—Vamos

—Dani, te presento a Alicia

—¿Andrea? —duda el Dani

—Alicia

—Perdona, encantado

—Igualmente —dos besos

—Dice que mañana van al FIB —comenta Gisela

—Ah, nosotros también

—Dani

—Ya me lo ha dicho

—¿Eres tapicero, verdad? —le pregunta el chico que acompaña a Alicia al Dani

—Sí

—La semana pasada llevé el camión a tu…

—Ah, sí, para la cabina

—Nosotros nos vamos a por más cerveza

—Gisela cogiéndome con su jarra llena

—¿Queréis algo? —pregunto

—Una cerveza

—Alicia

—Otra

—Dani y el chico

—Toma —nos da Alicia

—No es nada —le rechazo el billete

—¿Qué tal? —pregunto a Gisela en la barra

—Bueno, parecía más interesado el camionero que Alicia

—Todo se verá

Nos sirven las cervezas. Se las llevamos.

—¿Dónde puedo tomar una Budweiser? —me pregunta Gisela

—Vamos al Galaxia

—Ahora venimos —les decimos

La cojo de la cintura. Caminamos.

—¿Qué me cuentas? —le pregunto

—Nada, chiquitín, os echaba de menos

—Nosotros también

—Tengo unas ganas de ir a la playa, mírame, estoy blanca

—Sí, como la cal

—No te pases

—¿Quedamos mañana?

—Vale

—Te recojo a las once y media, ¿va bien?

—Cuando quieras

—Así estaré un rato con mis padres, que todavía no los he visto

—Yo también —dice abriendo la puerta del Galaxia

—Te ayudo

—Una Bud

—Gisela al camarero

—¿Cómo?

Budweiser

—Ah

—Dos —le digo

—Pues eso, mi niño, qué guapo te veo

—¿Sí?

—Pero qué desperdicio de hombre —dice sacando el monedero del bolso

—¿A ver? Qué monedero más chulo

—¿Te gusta?

—Es una pasada. ¿Se cobra? —al camarero

—Trae, Lucas

—No

—Serás capullo

—Gracias —al camarero

—Ya te vale

—Joder tía, no lo vas a pagar todo —devolviéndole el monedero

—Tío, encima que venís a recogerme

—¿Nos sentamos aquí?

—Vale

—Uf, estoy hecho polvo, no he parado en todo el día

—Ay, pobrecito, y encima yo os he molestado

—Gisela, queríamos ir, de verdad

—Gracias, a ver cuándo os venís a Dublín, aunque sea un fin de semana, si queréis yo os busco un vuelo baratillo

—Si me prometes que no volveré a dormir en el sofá

—Joder, ¿por qué te fuiste de la cama?

—Sobraba uno de los tres

—Si no íbamos a hacer nada

—Ya, pero cuando escuché al filipino respirar entrecortado

—Es que era muy joven

—Y poca práctica

—Calla, calla

—¿Te acuerdas tú y yo al día siguiente en la oficina de planificación familiar?

—Tú eras el padre

—Sí

Pobret, te debo una

—Por nosotros —brindo

Cheers

—Uf, que cansado

—¿Nos vamos?

—Me sabe mal, acabamos de llegar

—Nos pillamos las cervezas de estranjis

Salimos.

—¿Puedo cogerte de la cintura? —le pregunto

—Si me prometes que no me soltarás cuando pase un gordito

—Lo intentaré

—Qué malo eres

—Es broma

—Como me lo vuelvas a hacer

—Si te quiero un montón —abrazándola—, me alegro tanto que estés aquí conmigo

—Yo también. ¿Qué habrá sido del Dani?

—A saber

—¿Vamos?

—Corre, rápido

—¿Lo ves? —me pregunta

—Aquí ya no hay nadie

—Ostia, que mis maletas están en su coche

—Y mi mochila

—¿Dónde hemos aparcado?

—Por allí

—No lo veo

—Espera, están dentro del coche

—¿Con la de los rizos?

—Creo que sí, a ver, sí, es ella

—¿Qué hacemos?

—Sólo están hablando

—Yo los veo muy agarrados

—¿Nos hacemos un cigarro?

—Vale

—Ven —sentándonos en la acera entre dos coches

—Qué bien, aquí juntitos

—Como en los viejos tiempos

—Todavía me acuerdo de las sentadas que nos pegábamos en tu coche cuando me dejabas en casa

—Yo también, sobre todo la noche que te ibas para Dublín

—Fumando porros

—Sí

—Se te ponían los ojos rojos

—Todavía me pasa, ¿llevas?

—Me ha pasado esta noche un amigo

—Joder, qué rápida

—Es que allí el costo es una mierda

—¿Te vas a llevar esta vez?

—¿Y qué pongo?

—Pon «Rico»

—No sé, ahora vigilan mogollón en el aeropuerto

—Yo te lo envío

—Pero no pongas remite, o mejor, una contraseña para que yo sepa

—Vale

—Mira, el Dani

—¿Dónde?

—Qué pasa, parejita, ¿os he pillado haciendo manitas? —el Dani irónico

—¿Y Alicia? —pregunto

—Se ha marchado ya. ¿Qué hacemos?

—Éste se está durmiendo —Gisela mirándome—, por mí nos vamos a casa. Lucas y yo vamos mañana a la playa, ¿te apuntas?

—¿A qué hora vais?

—A las once y media

—Joder, qué madrugón

—Vente más tarde —le digo—. En la curva, donde siempre

—Ya me pasaré si eso, ¿vamos?

—Dani —le dice Gisela—, saca la maleta que coja el móvil y llamaré a un taxi para que me lleve, así no os molesto más

—Anda, Gisela, no digas tonterías

—Que no, hombre, lleva a Lucas a su casa que se está durmiendo

—Vamos —le digo subiéndola al coche

—Pues toma para gasolina —al Dani

—Es diesel

—Pues para diesel

—Qué mujer —arrancando

—¿Has quedado con Alicia para mañana? —pregunto

—Me ha dado su teléfono, sólo espero que mi coleguita del curro me cambie el horario

—Yo quedaré con éstos

—¿A qué hora?

—A partir de las nueve donde siempre, Gisela y yo iremos antes para echar un vistazo al mercadillo

—Bueno, ¿qué me cuentas Gisela? —el Dani

—Me han ascendido en el curro, ahora soy manager de un grupo de diez personas en el departamento de finanzas…

Me duermo. Despierto en mi calle. Dani me abre la puerta. Saco la mochila y nos despedimos con dos besos. La llave oxidada del portal. Ascensor al primer piso. Abro la puerta de casa. Oscuridad. Entro en el aseo.

Meo. Bajo la persiana del comedor. Pongo la Ono pirata y me hago dos pajas. Vuelvo a mear. Me meto en la cama. Estrellas en el techo. Me duermo.

Me despiertan los gritos de mi sobrina que quiere algo de la cocina que dice que es suyo y mi madre no se lo da. Estoy en casa. Mi colchón blandito. Sábanas de ositos. Abren la puerta. Me hago el dormido. Mi madre hace como si yo estuviera durmiendo. Ha engañado a mi sobrina. Deja calcetines en la mesita. Mi sobrina hace como si mi madre creyera que yo estoy durmiendo y me mira con una sonrisa de oreja a oreja. Cierran la puerta. Estrellas. Suena el despertador. Las nueve y media. Tengo que hacerme el ánimo. Veinte minutos más tarde me levanto. Subo la persiana. El edificio de delante refleja la luz del sol. Sonrío. Abro la ventana y respiro la mañana. El vecino de enfrente ya está sentado en la mesa estudiando. Sin camisa. Ahora entraría por su ventana y me lo comería a besitos. Cuarto de baño y meo. Vuelvo. Paseo desnudo por delante de la ventana. Sin complejos. Hay que ver cómo me ha cambiado el viaje. Miro de reojo. Creo que mira hacia aquí. Lo imagino haciéndose una paja con la mano bajo la mesa. Voy a por los calzoncillos. Él frotando. Paso de nuevo por delante. Yo posando. Me agacho. Él con un ojo en el libro y el otro en sus pensamientos: haciéndolo conmigo. Yo tumbándome en la cama con el culo abierto. Él penetrando mi ser. Yo acompasando sus golpes con los muelles de la cama. Él follando a tutiplé. Ahora yo activo. Él dejándose caer. Yo dominando. Él mujer. Yo poseyendo. Él como que no va con él. Yo acosando. Él borreguito blanco de Norit. Yo demonio rojo rabo en alto. Él saliendo de sus pensamientos y leyendo el libro. Llego al comedor. Abrazo a mi madre. Corre mi sobrina y la aúpo. Que me han echado de menos. Saludo a mi padre. Me sonríe con cariño. Beso a mi sobrina y la dejo caer en el sofá porque pesa. Hablamos los cuatro y la televisión. La serie Padre de Familia. Me duermo un segundo. Sueño que estoy dentro del cuerpo de Peter, mientras suena Un Viaje Alucinante de La Habitación Roja. Despierto. Me ducho. Bañador, piratas, camiseta, chanclas. Protector, toalla, fresca, el agua. Besos para todos. Salgo, cierro, llamo. Mi madre que quien no tiene cabeza, piernas. Cojo las llaves. Coche al Grao. Casa de Gisela. Hablo con su madre mientras se arregla. Gisela que sí, mamá, que no le agobies que no se va a casar conmigo. Salimos. Aparcamos. Protector y cuerpos al sol. A ver si se acerca algún gordito remolón. Gisela me riñe. Yo le digo que sí y me pongo más protector. Se acercan papá, mamá y niños. Esto no me lo pierdo por nada del mundo. Papá clavando la sombrilla, mamá colocando las sillas y niños dando por culo. Papá se acerca a la orilla. Ella hojea una revista. La niña y yo que papá se bañe. Él que juguemos con la arena. Mamá vigilándonos. Papá mirando al horizonte con las manos en la cintura. Mamá relajándose en la tumbona. Papá sudando. Nosotros incordiando. Papá quitándose las chanclas y metiendo los pies en el agua. Mi hermana tirándome un pegote de arena en la boca. Yo bajándole las bragas.

Papá que la deje en paz. Yo tranquilo. La mujer observando. Papá se quita la camisa y me desmayo. Yo tomando el sol con mi chica. Papá mirando el culo a Gisela. Mamá que si papá no se ha dado cuenta que el niño se ha caído de morros contra la arena. Papá corriendo. El niño que era una broma. Gisela a su rollo. Yo por qué coño no puedo vivir sin gordos. Ella viviendo el momento. Yo la vida de otros. Ella siempre ella. Yo así pierdo el tiempo, así es como…

—¡Lucas!

—¿Sí?

—¿Me estás escuchando?

—Perdona, ¿qué decías?

—Déjalo

—No, dime, por favor

—Que si nos bañamos

—Vale

—¿No te quitas los piratas?

—Ay, sí En el agua.

—Qué rica —echándose a nadar

—Un poco fría, ¿no?

—¿Qué dices?

—Uf

—Venga hombre

—Ya voy

—¡Cuidado!

—No, la ola

—Ala, ya está, ahora ya te puedes tirar

Adentro. Abro los ojos bajo el agua. Muevo aletas y cola. Libre. En silencio. Fuera del mundo. Dentro del océano. Vacío pensamientos. Grito: ¡Nadar hasta que falte el aire y volver a nacer dentro del mar! Salgo a respirar.

—Yo digo, este capullo se ha ahogado —me dice Gisela

—¿No te zambulles?

—Es por las rastas

—¿No puedes mojarlas?

—Sí

—¿Entonces?

—¿Y con qué pelo quieres que vaya al FIB?

—Es verdad, que una tiene que cuidar su imagen

—Cierto

—¿Salimos?

—Vale

Nos abrazamos.

—Ui, qué poquita cosa —le digo

—¡Quita!

—Era broma, no me sueltes

—Te quiero, Lucas

—Yo también —mirando al padre con su hija en brazos que le estira de la barba y él sonríe con la cara roja de amor y de sol

—Por fin —me dice echándose en la toalla

—¿No te pones protector?

—Qué dices, para un día que tengo, ¿tú has visto qué blanca estoy?

—Ui sí, blanquísima

—Se me ha ido todo el moreno en Dublín

—Bueno, yo me pongo que no me quiero quemar

—¿Qué barriguita te está saliendo?

—La de siempre

—Pero estás un poco más gordo

—No sé, gano y pierdo

—Yo también, mira qué michelín me ha salido

—¿Cuál?

—¿No lo ves? —doblando la barriga

—¿Eso?

—Joder, antes estaba más plana

—Pero si casi no te ves

—Me da vergüenza llevar hasta el piercing en el ombligo

—No me hagas reír

—Claro, como a ti te gustan barrigones

—Pero si estás chupada, y no es porque lo diga yo

—¿Sí?

—Como un palo

—Cambiemos de tema que no me quiero agobiar, que estamos de vacaciones

—Cuéntame tus ligues

—Lo que te dije ayer, el rollete ese

—¿Qué hace?

—Es escritor

—¿Y?

—Buen karma

—¿De Dublín?

—Sí

—¿Has leído algo de él?

—Algunas cosas

—¿Qué te parece?

—No está mal

—¿Y cuándo le vas a traer?

—Joder, Lucas, que sólo es un amigo

—Igual puede venir, ¿no?

—De momento cada uno en su casa

—Vale, vale

—Bueno, ¿y tu viaje?

—Nada, un par de semanas

—Me dijiste que por España

—Sí, por algunas ciudades

—¿Y?

—Bien, he conocido a gente maja, la verdad es que todavía no me hago a la idea de que estoy en Castellón, y que el lunes empiezo a currar

—Es que viajar es lo mejor, ¿y qué, algún oso?

—Alguno que otro

—Habrás ido con precaución

—Bueno

—Lucas

—Sí y no

—Tío, que te puedes joder

—Ya

—Prométeme que te cuidarás

—Te lo prometo

—Lucas, sólo hay una vida y estás empezando a vivirla, no la jodas

—Vale —mirando al padre

—¿Me quieres mirar a la cara?

—Perdona

—Va en serio

—Lo siento, dime

—Te emparras con tanta facilidad que a veces no sé si hablo contigo o con una piedra

—Perdona

—No me digas perdona, que no soy tu madre, pero no puedes ir por ahí tan feliz, la gente no es buena

—Tú si

—Yo no, Lucas, y tú tampoco

—¿Qué quieres decir?

—Que en cualquier momento se nos puede ir el tarro

—¿Y?

—Que hay otra realidad aparte de la que vives tú en tu cabeza

—¿Me quieres decir que vivo en un sueño?

—Si lo quieres llamar así, yo prefiero llamarlo en la parra

—Pero a mí me gusta estar ahí

—¿Y te vas a perder lo otro?

—¿Qué hay en la realidad?

—Nosotros

—Pero ahora estoy hablando contigo, ¿no?

—Conmigo, con el lector, con el padre que no le quitas el ojo de encima…

—Es que me gusta

—¿Sólo por eso?

—Me da seguridad

—¿A qué tienes miedo?

—A la vida

—¿Por?

—Porque no puedo controlarla

—Es que no tienes que controlarla

—¿Por qué no?

—Porque nosotros no somos tus marionetas

—No quería decir eso

—¿No?

—Me refería a guardar mi sensibilidad

—¿Para quién?

—Para…

—¿Para ti?

—No sé

—Y a los demás que nos jodan. Tu sensibilidad, tu cariño, tu amor, todo para ti. Y crees que a los demás nos basta con hablar, con una simple conversación. ¿Es eso lo que quieres decir?

—No lo sé

—¿Yo no tengo derecho a que me des tu cariño?

—Claro, ¿y qué pasa con mi peor parte?

—Ahí también quería llegar

—¿A dónde?

—A tus defectos

—¿Cuáles?

—Tú sabrás, te conoces mejor que nadie

—No me gusta hablar de eso

—Te guste o no tienes que vivir con ellos

—¿Qué hay de malo?

—Eso mismo, que no hay nada malo

—No te comprendo

—Que quieres ser demasiado perfecto

—Bien, ¿no?

—No

—Me ha costado mucho tiempo ser así

—¿Y de qué te ha servido?

—¿Quieres que vuelva atrás?

—Quiero que reflexiones

—¿Más todavía?, ¿para qué?

—Para no reflexionar tanto

—Entonces no pienso

—Por ejemplo

—¿Y qué hago?

—Nada, actúa

—¿Cómo?

—Viviendo

—¿Es que acaso estoy muerto?

—En parte sí

—Eso es muy feo

—Pues, coleguita, es lo que hay

—Gracias, voy a tomar el sol a ver si me desintegro

—Tú mismo

Mierda de tía. Joder, ¿por qué no toma el sol y se preocupa de sus cosas? Ah, bueno, sí lo hace, que está blanquísima, que le ha salido un michelín que no le va a caber la ropa. Teníamos que haber quedado esta tarde para el concierto y punto. Ya me ha jodido el día. Mierda, pero ¿qué coño he hecho mal? No he tomado precauciones, y a ella ¿qué le importa, si me ha dado por muerto ya? Ostia. Yo sólo quiero ser más bueno, todavía me acuerdo de los rollos en que me metía cuando hacía las cosas sin pensar. El desengaño. No tenía que haber girado esa rotonda a la izquierda. Sólo deseaba ver a la persona que más quería. Tenía que haberme ido a casa. Pero no. Giré. Fui a su casa. Le dije que era homosexual, que estaba enamorado de él, que si no se lo decía iba a reventar. Y así me fue. Me amó por un día y luego me dejó. Tirado, jodido, no correspondido. Aquel día me juré que no me iba a ocurrir más. Que jamás volvería a enamorarme. Que no volvería a caer. Nadie más me rechazaría. Antes de dar un paso pensaría. Razonaría. Y todavía no lo he olvidado. Como si fuera ayer. Lo llevo dentro. Y no puedo hacer nada. Sólo seguir. Volver a enamorarme. Dejarme llevar por la vida. Soltar de una vez esa carga que llevo arrastrando tanto tiempo. Dejarle en paz y vivir en paz. Porque él no volverá.

—Gisela, ven

—¿Qué quieres?

—Abrázame

—Claro

—Gracias —le digo llorando

—Tranquilo

—Lo siento

—No llores

—Perdona, eres la persona que más quiero en el mundo

—Pero no llores más

—Vale

—Alegra esa cara

—¿Así?

—Tonto

Me tumbo en la toalla. Abro los ojos. El sol. Respiro. Mis pulmones se llenan de aire. El corazón comienza a latir.

—Coleguitas, que os vais a poner como dos gambas —nos dice el Dani

—Ei, ¿qué pasa?

—Traigo cervecita fresca

—Dame una —le pido

—¿Quieres, Gisela?

—Bueno, probaremos la cerveza española

—En el coche llevo unas latas de Guiness

—¿Qué dices?

—Es broma. Bueno, ¿vais a contarme qué está pasando aquí?

—Nada —digo mirando a Gisela—, que me estaba dando caña

—Anda que tú has tardado poco —Dani a Gisela—, no llevas ni un día en España y ya ha caído el primero, sin contar mi puñalada de anoche

—No me cabrees que tú tienes muchos boletos

—Vale, vale, ¿un cigarrito?

—Gracias —cogemos

Fumamos.

—¿Qué horario te han puesto, Dani? —pregunto

—Al final me lo han cambiado, estaré de seis a diez en el backstage, y hasta las doce en la barra de siempre

—¿Y la de los rizos?

—Me ha dicho que se pasará

—De puta madre, ¿no?

—Ya te digo

—¿A qué hora paso a recogerte? —pregunto a Gisela

—Nos vemos allí, yo cojo un taxi que ya te he molestado bastante,

Lucas

—Tía, que me viene de paso, haz el favor

—Bueno, cuando quieras

—¿A las seis menos diez?

—Estaré preparada