1 · Estructura de la práctica tecnocientífica.

Los filósofos de la ciencia del siglo XX han analizado a fondo la estructura del conocimiento científico, distinguiendo teorías, leyes, hipótesis, conceptos, hechos, etc. La concepción heredada se centró en la expresión lingüística de dicho conocimiento, tanto en lenguajes naturales como en formalizaciones matemáticas. La concepción semántica siguió aceptando que las teorías son las claves de bóveda del conocimiento científico, aunque pasó a analizarlas como clases de modelos, más que como entidades lingüísticas. En los últimos años han surgido nuevas corrientes en filosofía de la ciencia: unas subrayaban la componente social del conocimiento científico y tecnológico, incluidas las teorías, otras señalaban la importancia de la experimentación para la obtención de conocimiento científico, criticando la primacía de los aspectos teóricos y mostrando la relevancia de la tradición experimental en la historia de la ciencia. Por supuesto, hay otras muchas tendencias destacables, que no es el caso de enumerar aquí[1], tanto en el ámbito estricto de la filosofía de la ciencia y la tecnología como en el más general de los estudios de ciencia y tecnología.

En este capítulo nos proponemos abrir un nuevo tema para la investigación filosófica e interdisciplinaria: analizar la estructura de la actividad tecnocientífica. Es una cuestión compleja, porque atañe a ámbitos muy diversos de la ciencia y la tecnología, como se ha podido comprobar en los dos primeros capítulos de este libro. Las propuestas que vamos a hacer a continuación serán necesariamente provisionales. Se centrarán en la elucidación de dos conceptos que nos parecen necesarios para la filosofía de la tecnociencias: sistemas tecnocientíficos y acciones tecnocientíficas. Dichas acciones se producen en el marco de diversos sistemas tecnocientíficos, por lo que es preciso conocer la estructura de estos últimos para analizar la estructura de la actividad tecnocientífica. No dudamos de que investigaciones ulteriores mejorarán sin dificultad estas propuestas y añadirán otros conceptos importantes que aquí no son considerados.

Nos ocuparemos únicamente de la primera época de la tecnociencia, tal y como esta se configuró en los EEUU en la época de la segunda guerra mundial. Un análisis de la instauración del sistema que puso en marcha y luego sustentó la macrociencia, aunque sea somero, nos permitirá deslindar varias componentes estructurales y analizar algunas relaciones entre dichas componentes. Partiremos de una concepción sistémica de la tecnociencia, y por tanto holista. La tecnociencia requiere la constitución y consolidación de sistemas de ciencia y tecnología (SCyT), de los que forman parte otros muchos subsistemas (instituciones, empresas, agentes, equipamientos, innovaciones, etc.). Pero, además, añadiremos una metodología analítica, basada en la distinción de componentes básicas del sistema SCyT y de sus subsistemas integrados, así como de las acciones tecnocientíficas que se llevan a cabo en dichos marcos sistémicos. Este sistemismo analítico se concretará en la axiología de la tecnociencia de la que nos ocuparemos en el capítulo siguiente.

La progresiva implantación del sistema SCyT ofrece diversas variantes según los países y las disciplinas. Dicho sistema genera una nueva forma de cultura, la cultura tecnocientífica, que entra en relación (y a veces en colisión) con culturas previamente existentes, incluida la cultura científica moderna[2]. Las componentes que vamos a distinguir presentan distintas variantes según las disciplinas y los sistemas SCyT de cada país. Aun así, hay una estructura general que resulta común a todos ellos, en mayor o menor grado. Se trata de elucidar las componentes básicas de dicha estructura, con el fin de presentar un primer análisis de la misma, que ulteriormente habrá de ser afinado y mejorado, contrastando esas propuestas conceptuales con las especificidades de cada sistema científico-tecnológico concreto.

Hechas estas salvedades, hay varias tareas a llevar a cabo. En primer lugar, es preciso definir el marco en que se desarrolla la actividad tecnocientífica. En segundo lugar, hay que precisar quiénes son los agentes tecnocientíficos más relevantes y cuáles las acciones características de la tecnociencia. En tercer lugar, nos hace falta una teoría de las acciones tecnocientíficas: partiremos de las propuestas que hemos hecho en el libro Ciencia y Valores[3]. Hay otras componentes estructurales a distinguir, pero el estudio de estas tres primeras (sistema CyT, agentes básicos y tipos de acciones) junto con esa teoría de la acción nos permitirán desbrozar algo la estructura de la práctica tecnocientífica. Analizaremos y comentaremos algunas de ellas, no todas. El tema que abordamos es muy amplio y se trata de dar unos primeros pasos en su estudio, no de llegar al final, ni mucho menos de agotarlo.