Incluyendo a Adam (Hace 16 Años)

 

Al pasar a preparatoria, mi papá llamó a mi mamá, bueno, más bien su secretaria llamó a mi mamá, Pegy, una buena mujer, bastante paciente, la única mujer en la vida de mi padre capaz de soportarlo, o entenderlo, tal vez sea porque es su trabajo.

 

Mis padres se conocieron hace trece años, el estaba en el pueblo por pura casualidad, un hombre joven de veinte años cuando conoció a mi madre, una mujer de treinta años con una hija de tres años. Esa fue la época en la que a él se le metió en la cabeza recorrer el país con su convertible, quedándose en pequeños hoteles en los pintorescos pueblos del interior del país, al entrar a la cafetería en la que estaba trabajando mamá en esa época. Al verla puedo decir con seguridad que fue lujuria a primera vista, mi mamá siempre ha sido una mujer sensual y atractiva. En el corto fin de semana que mi papá pasó en este pueblo logró dejar embarazada a una de las mujeres más pintorescas del pueblo, mi mamá. Dos meses después de haberse ido del pueblo, le llegó una carta escrita por mi madre, diciéndole que estaba embarazada, y que el bebé era suyo.

 

Mi papá haciendo lo propio de un joven, heredero de millones, decidió ignorar a mi madre. Cuando yo tenía tres meses de nacida, mi madre decidió hacer un viaje por carretera y se presentó a las puertas de la casa de mi papá conmigo en brazos, y una muy inquieta Cindy de cuatro años exigiendo verlo. Fue un gran escándalo, con abogados involucrados y pruebas de ADN, que finalmente demostraron que mi madre no era una mujer tan deshonesta, al menos estaba siendo honesta sobre esto, así que a mi papá le tocó hacer lo correcto, dándome su apellido, con derecho a fideicomiso y la mejor educación posible, y al llegar a la adultez ser su legítima heredera.

 

Mi madre siendo la mujer atrapadora que es, logró integrar en el trato, el pago de la deuda que tenía la mansión que heredó de su abuela materna, la cual estaba colmada de deudas.

 

Y así fue como mi madre logró mudarse del pequeño tráiler, y no tuvo que vender la gran propiedad, que no solo consta de una gran mansión, también es poseedora de una gran cantidad de hectáreas, incluyendo unas propiedades del pueblo. Pero nunca me había interesado averiguar la extensión de la propiedad, de todas formas es la herencia de Cindy, la tonta de Cindy, es tan tonta que seguramente el día que la herede, va a encontrar una forma casi inmediata de perderla.

 

A pesar de lo difícil de la situación, mi papá logró manejar todo el asunto con gallardía. Siempre un excelente proveedor, pero nunca un padre presente. Pero Pegy su secretaria, ella fue mi papá toda mi vida, me llamaba en mi cumpleaños, se encargaba de enviar los cheques de la manutención, siempre presente en los momentos importantes de mi vida.

 

Ese año Pegy llamó a mi madre, introduciéndola a la decisión que tomó mi papá, aunque las malas lenguas aseguran que la mano de hierro fue la de mi abuelo, al cual nunca había visto en mi vida.

 

La decisión era la de registrarme en la academia que está a pocos kilómetros del pueblo, una escuela élite, solo para los ricos y poderosos, mi reacción a esto fue gritar y patalear. No quería estudiar la preparatoria con un montón de niños esnobs, que no saben ver más abajo de su nariz. Estaba hecha una furia.

 

El primer día de clases me enfurruñé como una niña malcriada en mi cama rehusándome a usar mi estúpido uniforme, camisa blanca con la insignia de la escuela tejida a un lado, de mangas largas o cortas, dependiendo de mi humor del día, falda plisada de cuadros azules o un overol de falda igual con cuadros azules, medias azul marino hasta las pantorrillas, zapatos negros, y una chaqueta azul marino con la insignia del instituto en la solapa, corbata o carabina, opcional claro. ¡MALDITA SEA NO!

 

Mi madre tuvo casi que arrastrarme fuera de la cama, vestirme como si fuera una niña, regañándome. Alegando que estaba actuando peor que uno de esos niños malcriados, haciéndola perder el tiempo, valioso, forzándola a llegar tarde a su trabajo.

 

Vale decir que llegué increíblemente tarde a mi primer día de clases. Pero si hubiera llegado temprano quizás nunca habría conocido a Lisa, la que siempre sería mi mejor amiga. Ella también estaba molesta por su primer día de clases, su hermano mayor la llevaba casi a rastras, me molestó mucho, y me desprendí de mi mamá y salí corriendo hasta ellos, separé a Lisa de él.

 

“Déjala en paz, ella tiene derecho a estar molesta de estar aquí” volteo a verla, sus grandes ojos azules. “Yo también estoy molesta de estar aquí, mi papá me está obligando a estudiar aquí” le digo y ella limpia las lágrimas de sus ojos. Volteo a ver a su hermano, ojos increíblemente negros, cabello negro hasta los hombros, despeinado. “Tú no deberías tratar así a tu hermana, deberías tratarla como un caballero trata a una dama” lo regaño.

 

Abre sus ojos como platos, y hace una mueca burlona. Pone sus dedos índice y pulgar sobre su labio inferior, apretándolos, es algo sexi, pero mantengo mi postura seria. El suelta una carcajada.

 

“Tienes mucha razón, debería ser más amable con mi hermana” hace una pausa, pasando una mano por su cabello apartándolo de su cara. “Más como un caballero” extiende su mano hacia mí en forma de saludo. “Mi nombre es Adam y ¿el tuyo es?”

 

“Cora.” Me presento, llevando mí mano hasta la suya, pero en vez de apretarla la lleva hasta sus labios y planta un beso en mi mano.

 

“Mucho gusto señorita Cora, ella es mi hermana Lisa” intento recuperarme de la sorpresa, nunca había visto a un chico realmente saludar a una chica así, solo en películas.

 

“Mucho gusto” le digo a Lisa, soltando el agarre de la mano de Adam. Nunca en mi vida me habían dejado sin palabras.

 

“Y ¿a mí?” Me pregunta él. “¿No es un gusto conocerme a mí?” me insta, observándome con esos profundos ojos negros, obviamente provocándome, por un segundo parece que estoy bajo algún tipo de hechizo. Sacudo mi cabeza y le doy una sonrisa burlona.

 

Tomo a Lisa de la mano y caminamos juntas al edificio de administración para que nos ubiquen en nuestros respectivos salones.

 

Desde ese día hemos sido buenas amigas, ella me enseñó algo sobre comportarme de forma apropiada en ciertas ocasiones, y yo le enseñé a defenderse con palabras fuertes, para que no fuera una víctima más nunca.

 

Adam era un desastre, fumaba en las gradas, se peleaba con cualquier chico de la escuela, por cualquier tontería. Un día no pude evitar mi curiosidad y me llegué a las gradas donde estaba fumando con un grupo de chicos bastante desagradables, perdedores básicamente.

 

En lo que me vio, les dijo a todos que se dispersaran.

 

Quedamos solos, me acerqué a él y tomé el cigarro de entre sus dedos, quizás el pensó que le iba a dar un jalón, pero en vez lo lancé al suelo, pisándolo.

 

“Sabes que tengo toda una caja de esos ¿verdad?” me pregunta acercándose a mí, lentamente, tentadoramente.

 

Yo me acerco más a él, hasta quedar a sólo pocos centímetros de su cuerpo, puedo percibir su aroma, maple, madera, ¿qué clase de perfume es ese? Inunda mi olfato. Llevo mi mano dentro del bolsillo delantero de su pantalón, él trata de sujetar mi muñeca, pero yo lo evito con mi otra mano sacudiéndolo y saco la caja de cigarrillos de su bolsillo, y la lanzo completa en uno de los charcos de agua en la tierra.

 

“No entiendo por qué lo haces, es todo un acto, este no eres tú ¿a quién estás tratando de engañar?” le digo levantando una ceja, colocando los brazos sobre mi pecho “o ¿es algún tipo de lección retorcida para tus padres?”

 

“Nunca entenderías” me responde agachándose frente al charco en que lancé sus cigarrillos, toma el paquete, pero está completamente estropeado y lo lanza nuevamente al charco, se levanta y se limpia las manos en sus pantalones, y luego pasa su mano sobre su cabello, para quitárselo de su cara.

 

“Inténtalo” le reto. Paso mi mano sobre mi cabello pasándolo por mi coronilla, alborotándolo atrás. El me observa detenidamente.

 

“¿Cómo puedes saber que estoy actuando? ¿Cómo puedes estar segura que este no es el verdadero yo?”

 

“Simple” le respondo, apartando el cabello de mi cara nuevamente, la brisa es realmente molesta. “Porque hace falta ser un mentiroso, para reconocer a otro, y yo, yo soy una excelente mentirosa, y tu eres realmente malo para decir mentiras” me observa directamente a los ojos, veo que su cuerpo se relaja, incluso su mirada cambia.

 

“En mi otra escuela me tenían al borde” admite por fin bajando la guardia “siempre molestándome, inventándose nombres, solo porque me gusta leer y soy pésimo en los deportes, cuando llegué aquí quise reinventarme a mí mismo” me observa encogiéndose de hombros, sonriéndome cándidamente. “¿No está funcionando verdad?”

 

Niego con la cabeza, haciendo un mohín con mi cabeza, y luego le doy una media sonrisa.

 

“¿Ves? ¿No es mejor así? A la mierda todos los demás, no debería importarte la opinión de otros, sino la opinión que tu tengas de ti mismo” lo miro un momento le sonrío mientras muerdo mi labio inferior. “Este Adam me agrada más, además esa actuación solo se la estaban tragando la banda de perdedores que te acompañaban hace unos minutos” le digo y volteo para caminar de nuevo a la escuela, es casi la hora de mi clase de escritura creativa, ¡que bodrio!

 

Dado que Lisa y yo nos volvimos bastante inseparables, Adam nos llevaba a las dos a casa, incluso los días en que yo salía tarde de clases. Lisa, ese primer año se registró conmigo en escritura creativa, ya que era la única materia complementaria disponible a la hora que llegamos al edificio de administración, ese primer día de clases.

 

Todos los días me sentaba en el asiento trasero del auto, hablando con Lisa de cualquier cosa, de las clases, de los chicos, cuando tocábamos ese tema, sentía la mirada de Adam en el espejo retrovisor, sabía que me estaba viendo porque todos los pelos de mi cuerpo se erizaban y sentía mi cuerpo calentarse, vergüenza quizás. Levantaba la vista hasta el retrovisor y podía ver su mirada fijada en mí por segundos, para luego llevarla nuevamente al frente, hacia la carretera.

 

A veces incluíamos a Adam en la conversación, el siempre fue muy entusiasta, a Lisa le gustaba que en esos momentos no la tratara como a una niña, sino que respetara su opinión sobre cualquier tema. Adam y yo a veces entablábamos intensas conversaciones, sobre algún programa de televisión o algún libro, ignorando a Lisa completamente.

 

Tal vez no compartíamos la misma opinión sobre ciertos libros, y deferíamos en algunos gustos literarios, pero en general eran casi los mismos.

 

Al llegar de mi casa, siempre me despedía de Lisa con un abrazo, y me guindaba del cuello de Adam desde el asiento trasero, dándole un muy entusiasta, largo y a veces sonoro, beso en la mejilla. Para luego salir corriendo del auto.

 

Mi mamá a esa hora estaba apenas saliendo de la casa rumbo a su trabajo, estaba comenzando un nuevo empleo que requería que trabajara durante el turno de la noche hasta las 4:00 am. Así que siempre estaba en casa para recibirme, y darles un rápido saludo a Adam y a Lisa.

 

Un día estaba en la biblioteca de la escuela, trabajando en una investigación para una clase, cuando escuché a alguien susurrar en mi oído.

 

“Hola extraña” cuando volteo la vista veo a Adam. Le sonrío.

 

“Hola extraño” le respondo imitando su saludo.

 

Se sienta en el asiento junto al mío. Toma el libro del que estoy copiando, y se lleva su dedo pulgar e índice, apretando su labio levemente, me quedo hipnotizada viendo sus labios, él por supuesto no se da cuenta, está con la vista fija en el libro.

 

“Yo hice esta tarea hace algunos años” sube su mirada hacia mí, obligándome a retirar mi vista de sus labios. “Si quieres, puedo ayudarte, para que no sea tan larga, esta es una lectura realmente tediosa” me dice pasando su mano sobre su cabello. Me encuentro momentáneamente muda. Me observa dubitativo.

 

“Está bien” balbuceo, tratando de emplear un tono de voz audible al oído humano.

 

Se quedó un buen rato relatándome el tema de mi tarea, e inmediatamente comencé a tomar notas de lo que decía. Realmente es más interesante escucharlo narrarme ese tema, que leerlo.

 

En algún punto del relato se emocionó con el tema, y comenzó a narrarlo como si fueran personajes   interpretando una obra. El tema es biología. Me quedo allí riéndome de su extraña interpretación, inventando diálogos, tomando notas.

 

Después de que terminó de narrarme la magnífica historia releyendo mis notas, redacté mi trabajo, usando la laptop de Adam, ya que yo no tenía una, y estaba pensando en usar una de la biblioteca, pero en lo que me levanté y le dije que iba a pedir una de las computadoras a la bibliotecaria, me agarró de la muñeca, halándome suavemente hasta él y me dijo que usara su laptop, soltando mi muñeca para buscar la laptop en su morral. El trabajo lo narré como si los objetos del tema fueran personajes en una obra. Adam me ayudó con la lírica y la narración.

 

Será extraño, pero por primera vez en mi vida me divertí haciendo una tarea de la escuela.

 

Al terminar de transcribir todas mis notas, usé una de las impresoras de la biblioteca para imprimir el trabajo. Fuimos hasta la librería de la escuela, y lo mandé a encuadernar. Después Adam se fue a una de sus clases, y yo me fui hasta el salón del profesor de biología.

 

“EL trabajo es para la próxima semana señorita Raven” me dice el profesor cuando le entrego el trabajo. Me observa, cruzando sus brazos sobre su pecho.

 

“Yo sé, pero ya lo terminé y no lo quería dejar dentro de mi bolso, no se fuera a arrugar” le respondo tranquilamente.

 

“Está bien, lo voy a recibir.” Me responde abriendo la lámina de plástico, leyendo el título, sacudiendo repentinamente la cabeza.

 

“Ok” le respondo, saliendo del salón. Y me pongo en camino a mi última clase del día.

 

“¿Dónde estabas? Te estuve buscando por todos lados, pensé que habías desaparecido, o” me dice Lisa bajando el tono de voz para que nadie más escuche “o te habían secuestrado uno de esos mutantes de los que hablas” me sacudo en un temblor, realmente esas cosas me asustan.

 

“Estaba en la biblioteca haciendo un trabajo de biología, y después fui a entregárselo al profesor”

 

“¿Espera, es ese el trabajo que tenemos que entregar la próxima semana, o había que entregarlo esta semana? ¿Por qué no me dijiste que había que entregarlo hoy?” Me regaña mientras busca su cuaderno de biología para revisar el programa. “¡Ajá!” posa el dedo sobre el programa, y luego sube la mirada para verme. “Es para la próxima semana ¿Por qué rayos lo entregaste hoy?”

 

“Porque lo terminé hoy, y no lo quería tener estorbando en mi bolso” le respondo muy normalmente. Abre la boca para decirme algo más, pero entra la profesora, y se voltea al frente, para escuchar la tediosa clase.

 

En el camino a casa, quería contarle a Adam sobre la reacción del profesor cuando le entregué el trabajo, sobre el espasmo que dio al leer el título. Pero Lisa no me dejó hablar en todo el camino, comentando como había sido la clase de escritura creativa, de cómo no entendía absolutamente nada, rogándome que la ayudara con las asignaciones y de nunca abandonarla como compañera del grupo de trabajo.

 

De vez en cuando miraba al retrovisor para alcanzar la mirada de Adam, atrapándolo viéndome, sonriéndome al darse cuenta de que lo estaba viendo, o haciéndome alguna mueca porque Lisa no se callaba. Cuando llegamos a la entrada de mi casa, después de pasar por el portón oxidado, me despido de Lisa como siempre con un abrazo, y luego me levanto para darle a Adam su respectivo beso en la mejilla, guindándome de su cuello, el atrapa mi brazo entre su mano.

 

“Gracias.” Le susurro al oído en vez de darle un beso en la mejilla, paso mi lengua por el lóbulo de su oreja, atrapándola entre mis dientes. Después me solté rápidamente, y salí del auto, saludando a mi mamá mientras se iba a su trabajo.

 

Segundos después de que entré a la casa, escuché los dos autos saliendo de la propiedad.

 

Adam durante esa semana y la siguiente no mencionó nada sobre lo que hice, y su trato fue siempre igual al de siempre.

 

El día en que entregaron las notas del trabajo de biología, al salir de la clase de biología veo a Adam esconderse detrás de uno de los casilleros cercanos al salón, mientras me hace una seña de que me acerque.

 

Me despido rápido de Lisa, alegando que tengo que ir a hacer algo, y espero a que ella comience a caminar en dirección a su siguiente clase, y entonces me volteo y comienzo a caminar en dirección a Adam.

 

“¿Entonces?” Me pregunta “¿Cómo te fue con el trabajo?”

 

Se lo extiendo, y abre la cubierta y ve la calificación, y la nota del profesor en letras rojas: “El más creativo y más interesante trabajo que he leído en años. Felicitaciones.” Levanto la mirada hasta él muy autocomplaciente.

 

“¡Vaya!” Me dice con una gran sonrisa. “No nos fue tan mal.”

 

“¿Nos?” le pregunto tratando de lucir indignada.

 

“Yo ayudé” me responde escandalizado. Lo miro sonriendo.

 

Llegamos hasta la puerta de mi siguiente clase, y tomo el trabajo de sus manos, miro en todas direcciones, nadie nos está viendo. Me paro en mis puntillas y le doy un fugaz beso en los labios, y entro al salón. Dejándolo allí de pie en estado de shock.

 

Unos días después cuando me estaba dejando frente a mi casa, mi mamá nos estaba esperando sentada en el porche. En lo que Adam detuvo el auto, mi mamá se acercó a la ventanilla del conductor.

 

“Hola Adam, Lisa” los saluda a ambos. “Los estaba esperando, ya hablé con su mamá sobre invitarlos a cenar hoy.”

 

“¡Siii!” grita Lisa, palmeando sus manos, con emoción, bajándose como bala del auto.

 

No me queda otra opción que bajarme del auto para obligarla a dejar de saltar como loca, tratando de salir de mi propio shock personal.

 

Comienzo a caminar hasta el porche de la casa con Lisa guindada de mi brazo, volteo a ver a Adam, el cual se ve bastante incómodo, mi mamá coloca un brazo sobre su hombro, instándolo a entrar.

 

Al llegar a la sala veo a Cindy, está muy sonriente, recibe muy amablemente a Lisa, y es amable conmigo. Ok ahora sí estoy preocupada. Veo a mi mamá entrar con Adam siguiéndola. Cindy se sorprende al verlo, abriendo la boca como una tonta, quiero abofetearla, camina apresurada hasta él tomándolo de la mano agitándola mientras se presenta. Él se ve bastante incómodo, pero intenta disimular, sonriendo tontamente imitando la sonrisa de la tonta de Cindy. La miro con rabia.

 

“¿Alguien quiere un refresco o algo?” Pregunta Cindy muy entusiasta “¿Qué me dices de ti hermanita, quieres algo?”

 

Y realmente no puedo aguantarme más.

 

“¿Hermanita?” pregunto, levantando las cejas y un lado de mi labio, totalmente en shock. “Mamá dime la verdad, ¿estoy muriendo?”

 

“¡Oh Cora!” dice mi madre soltando un bufido sacudiendo la mano, riéndose.

 

“Entonces ¿por qué Cindy está siendo tan amable conmigo? Ella nunca es amable conmigo” digo señalando a Cindy. Ella cambia su expresión. Hastío, esa es mi hermana, siempre con cara de hastío.

 

“¿Por qué siempre tienes que ser tan rara? Ves por qué nunca soy amable contigo, porque cuando lo soy, actúas así” me replica Cindy.

 

“¡Uff!” Exclamo, colocando una mano sobre mi corazón. “Esa es mi hermana, realmente no lo vuelvas a hacer, estaba realmente asustada” le respondo, ella emite un bufido.

 

“Ven Adam” le dice Cindy. “Vamos al saloncito de estar a conocernos mejor, y dejemos a las niñas jugar” termina acentuando la palabra niñas, sacude su cabello a un lado y se lleva a Adam del brazo hasta el saloncito. La observo con odio. Adam se queda viéndome, y luego cierra los ojos, bajando su mirada al suelo.

 

“Las niñas.” Pienso. La voy a matar, juro que un día la voy a acecinar, o al menos encargarme de hacerle la vida lo más difícil que pueda, escucho la voz de Lisa, hablándome, pero su voz parece estar perdida en algún otro plano de existencia.

 

Le digo que me siga y caminamos hasta el rellano, subiendo las escaleras, escucho a Lisa quejándose de los escalones.

 

“Ya casi llegamos” le digo “es en el ático” le aclaro.

 

“¿El ático?” me pregunta con su voz chillona, obviamente quejándose.

 

Cuando abro la puerta con mi set de llaves, lanzo el bolso a un lado con bastante rabia, chillo, como una niña malcriada, haciendo una pataleta. No muchas veces hago pataletas pero Cindy siempre me lleva a mis extremos.

 

Lisa pretende no haber visto mi arrebato de malcriadez, y comienza a caminar por el gran ático que es mi cuarto.

 

Respiro profundamente, quitándome la chaqueta de la escuela, batuqueándola contra el suelo mientras farfullo por lo bajo insultos hacia mi hermana, me quito los zapatos pateándolos a un lado, busco uno de mis shorts de tela holgados y lo subo sin quitarme la falda.

 

Después subo la falda sobre mi cabeza. Me quito la camisa, enredándome con los condenados botones, buscando en mi armario un sweater largo de punto de color ocre, es de corte en V, es bastante viejo, lo encontré en uno de los baúles de ropa vieja que estaban en el ático el día que tomé la decisión de mudarme aquí arriba, en ese entonces tenía seis años, y decidí dejar los baúles de ropa dentro del ático, para tener más opciones. Ahora es que este sweater me queda, bueno me queda aún holgado y largo, o quizás se supone que sea así.

 

Me quito las medias aventándolas a algún lado del cuarto. Intento calmarme, respiro profundamente. Hasta que me siento yo nuevamente.

 

“¿Tu hermana es siempre tan pesada?” me pregunta Lisa.

 

“Casi siempre, a veces es peor” pero hoy, hoy fue excepcionalmente molesta, ¿cómo se atreve a llamarme niña? La rabia vuelve a asomarse en mi rostro.

 

“Ese sweater es muy bonito” me dice Lisa, me relajo nuevamente.

 

“Tengo muchos, si quieres busca algo que te guste en esos baúles” le digo señalando la pila de baúles a un lado de mi ático.

 

“¿De verdad? ¿Puedo?” me pregunta con voz  emocionada. Me rio, y asiento con mi cabeza, alentándola con el brazo a que vaya a buscar “¡Que divertido!” exclama dando saltitos hasta los baúles.

 

Lisa comienza a abrir los baúles, uno por uno, aventando la ropa, diciendo “no” “quizás” “definitivamente no” o “¿qué demonios es eso?”

 

Finalmente toma un vestido sencillo, de aquellos años en los que se usaban las ropas holgadas, y comenzó a quitarse la ropa para colocárselo, la verdad es que le queda perfecto. Es rosado pálido, de una tela vaporosa en la parte externa, y un fondo de algodón, es de mangas largas con elásticos en las muñecas, y los hombros descubiertos, como la pobre es completamente plana, le queda bien en el pecho. El vestido tiene un listón a la altura de la cadera, formando un lazo a un lado, pero no es ajustado, el vestido cae simple sobre su cuerpo, tiene detalles en encajes dorados, se ve simplemente perfecta. Corro hasta uno de los baúles que sé que contiene joyas y cosas así, y busco un largo collar de perlas, son falsas pero es una imitación fascinante, y lo llevo hasta ella dándole tres vueltas y dejando el resto colgar de su pecho.

 

“Me siento como una actriz de antaño” dice dando vueltas.

 

“Chicos, la cena está servida” escucho la voz de mi mamá llamar por el intercomunicador interno de la vieja casa.

 

“¿Qué rayos fue eso?” me pregunta Lisa, asustada, sujetando su pecho.

 

“Es el viejo intercomunicador de la casa, hay uno en todos los cuartos” le respondo encogiendo los hombros. “Es una casa bastante vieja” le explico.

 

Bajamos los escalones que llegan hasta el comedor, pero cuando llego a la salida de las escaleras que da al saloncito, veo que Cindy está besando a Adam, ¡tiene su boca sobre la de él! Me quedo plantada viéndolos, un nudo se forma en mi garganta, y creo que voy a empezar a llorar.

 

“Bueno parece que esos dos se están llevando bien” dice Lisa. “¡Hey chicos! A comer, vamos” les grita Lisa desde donde estamos.

 

Cindy aparta su rostro del de Adam, el voltea a verme, yo aún no me puedo mover. Atrapo su mirada, él baja su mirada, pasando su mano sobre su cabello, cierro los ojos siento que una lágrima amenaza con salir de mi ojo, y me volteo para caminar hasta el comedor.

 

“¿Estás bien hija?” me pregunta mi mamá cuando me ve entrar al comedor. Me siento tan torpe, limpio las lágrimas de mis ojos con la manga de mi sweater.

 

“Sí estoy bien, es alergia, estaba sacando cosas de los viejos baúles con Lisa” le explico mientras me siento en una de las sillas del comedor que nunca usamos.

 

Lisa entra al comedor, y mi mamá le hace un cumplido por lo linda que se ve, sus voces son lejanas para mí. Entonces entra Cindy con Adam, tonta Cindy “ya verás” prometo a mí misma, está tomada de la mano de Adam, muerdo mis labios, pongo las manos bajo mis muslos hincando las uñas en mi piel para no llorar. Mi mamá se queda viendo a Cindy y a Adam, y luego a mí, tengo la cara baja pero los veo por el borde de mis ojos.

 

Mi madre se muerde los labios y se hace un paso atrás estirando los brazos, indicándoles que se sienten.

 

Intento actuar con indiferencia durante el resto de la cena, hablando con Lisa, ignorando los comentarios de Cindy, escucho que me llama “rara” nuevamente, y mi mamá la regaña, también intento ignorar a Adam, respondiendo “ok” o “ajá” o asintiendo con la cabeza cuando él me dice algo, eventualmente desiste de captar mi atención.

 

Al final de la velada los despedimos desde el porche, dejo a Lisa llevarse el vestido y el collar de perlas, lo que causó que empezara a dar saltitos emocionada, le di un abraso como de costumbre.

 

Escuché a Adam agradecerle a mi mamá por la cena, veo con el rabillo del ojo que Cindy le da un beso en los labios, me enderezo, respirando profundamente, y lo veo acercarse a mí. Pero cruzo los brazos sobre mi pecho, indicando que no quiero que se acerque, entonces se despide de mí con la mano. Cuando ambos se suben al auto, entro a la casa, subiendo los escalones corriendo.

 

“¿Hasta cuándo vas a ser así con tu hermana?” Escucho a mi mamá decirle a Cindy. Me quedo unos instantes en las escaleras, las lágrimas comienzan a correr por mi rostro “¿No le puedes conceder ni un poquito de paz? ¿No la podías dejar tener eso siquiera?” le pregunta mi mamá y escucho a Cindy emitir un bufido.

 

Subo rápidamente los escalones hasta llegar a mi cuarto trancando la puerta con un portazo, me lanzo a la cama, y comienzo a llorar como una niña.

 

Al lunes siguiente le dije a Lisa que de hoy en adelante, iba a tomar el autobús los días en que saliera temprano, porque quería intentar integrarme más con los otros estudiantes. Una tremenda mentira por supuesto, pero a ella pareció gustarle la idea, y decidió hacer lo mismo. Sólo los días en que salía tarde dejaba a Adam llevarme hasta la casa, pero era bastante tajante con él, las pocas veces en las que hablaba con él.

 

Dejé de despedirme de él de la forma en que solía, hasta dejarlo en un simple “chao” y luego salía del auto caminando rápido hasta la casa.

 

Cada vez que me subía a su auto, podía sentir su mirada sobre mí.

 

Hacía acoplo de mí misma, evitando levantar la vista hacia el espejo retrovisor, eventualmente sólo lo trataba como al hermano mayor de mi mejor amiga, y el novio de mi hermana.

 

Eran bastante difíciles las veces en las que Adam estaba en la casa con Cindy. Optaba por quedarme en mi cuarto todo el rato hasta que él se iba.

 

Un día en la escuela estaba caminando sola hasta mi casillero, cuando siento que alguien me empuja, tomándome del brazo, llevándome hasta un armario de papelería. Cuando logro, separarme del agarre, y lograr ver quién es. Lo veo. Siento que todo el cuerpo se me calienta, la rabia cubriendo todo mi cuerpo.

 

“Disculpa por la brusquedad” comienza a balbucear, “pero es la única forma en la que pueda hablar contigo, ahora me ignoras cuando me ves en los pasillos, me ignoras cuando te llevo hasta tu casa. Me ignoras. Cuando estoy en tu casa también me ignoras” da un paso acercándose a mí, me quiero mover, pero me siento sujetada al suelo.

 

Adam pasa su mano sobre su cabello. Se arrima más a mí inclinando su rostro intentando nivelarlo con el mío. Siento su respiración rebotando en mi boca, cada poro de mi cuerpo quiere guindarse de su cuello y besarlo, el aroma de su piel, olor a madera y maple, mi respiración se entrecorta, el corazón se me acelera.

 

“Yo no soy mi hermana” le digo un poco más alto que un susurro, pero no en un tono de voz normal.

 

“No, no lo eres, eres tú, eres simplemente, completamente, únicamente tú” me dice saboreando sus labios. “Sólo eres tú.”

 

Un nudo se forma en mi garganta, se me escapa la respiración, y exhalo con fuerza sosteniendo mi estómago.

 

“¿Qué haces con ella?” le pregunto con el mismo tono. Veo que pone sus manos a los lados de mi cara, pero no me toca, sacude sus manos, cerrando los dedos en un puño, bajando las manos a los lados de su cuerpo nuevamente.

 

“Porque es lo único que puedo hacer” me responde.

 

“¿La quieres?” no me responde, aprieta sus labios juntos.

 

“¿Me quieres a mí?” silencio nuevamente, cierro los ojos apretándolos unos segundos. Respiro profundo. Lo empujo a un lado, abriéndome camino hasta la puerta, me detiene agarrando fuertemente mi muñeca, halándome hasta él, rodeándome con sus brazos sobre mi espalda, su rostro pegado al mío.

 

“Sólo eres tú.” Me dice.

 

Y me deshago, siento que mi cuerpo pierde toda la fuerza, y tomo su rostro entre mis manos, sonriéndole, clavando mis labios en los suyos, lágrimas caen de mis ojos sobre mis mejillas, pero no me importan, abro mi boca para besar sus labios completos, Adam inclina su cuerpo para rodear mi cintura, levantándome del suelo, mis pies guindando. Él me sostiene en un fuerte abrazo, lo beso durante un rato más hasta que escucho la campana de la escuela, suelto su rostro y él me deposita lentamente sobre mis pies. Me acerco hacia la puerta abriéndola y saliendo de allí, sin mirar atrás, nunca miro atrás.

 

Las semanas siguientes volví a ser yo misma cuando estaba cerca de él, entendiendo sus razones para estar con mi hermana.

 

Nuestras conversaciones en el auto regresaron, pero neciamente persistí en el asunto del autobús, me gustaba estar junto a él pero también era una tortura, estar cerca de él sin estar con él.

 

Cuando Adam iba a la casa, le atormentaba la vida a Cindy, no dejándolos solos cada vez que podía, sentándome en el medio de ellos, y sutilmente obligándolo a abandonar la conversación que tenía con ella, comenzando una discusión sobre alguna película, o algún libro, o algún reportaje que leí. Incomodando a Cindy, haciéndola sentir como la tonta que ella es, ya que nunca reconocía el título del libro, o entendía el tema del artículo en una revista. Acaparaba cada segundo de su estadía en la casa.

 

“¡Ve a ser rara en otra parte!, ¿no ves que estorbas?” me gritó Cindy mientras yo estaba sentada en el sofá del saloncito hablando con Adam. Ella estaba de pié frente a nosotros.

 

No pude reprimir una sonrisa macabra sin separar los labios, levantándome para enfrentar su mirada.

 

“¿Estás segura que soy yo la que estorba?” le pregunto bastante segura de mi misma.

 

“¡Eres una niña insolente!” Me mira con odio. “¡Adam dile que queremos estar solos!” baja la vista hacia Adam, colocando la mano sobre su cintura, ladeándose un poco. La miro como si fuera una idiota y volteo a ver a Adam nuevamente levantando la ceja levemente.

 

“No creo que sea apropiado” balbucea Adam, obviamente sintiéndose presionado. Pobre chico, genuinamente sentí pena por él en ese momento.

 

“¿Qué cosa no es apropiada?” pregunta mi mamá. Ni me enteré que había llegado. Nos mira a los tres, seria. “¿Y bien? ¿Qué es lo que no es apropiado?”

 

Adam intenta articular algún tipo de palabra, pero lo único que escapa de su boca son balbuceos incomprensibles.

 

“Yo quiero estar a solas con Adam, y Cora simplemente está ¡todo el tiempo estorbando!” le explica Cindy, mi mamá sostiene las bolsas que lleva en los brazos, y luego levanta las cejas, y hace un gesto con los labios, apretándolos.

 

“Prefiero que esté Cora presente cada vez que están ustedes dos solos” le responde mi mamá. Miro a Cindy sonriendo maliciosamente levantando una ceja. Cindy da un chillido.

 

“¡Es tan injusto!” chilla Cindy y se va del saloncito.

 

Adam aún está allí clavado en el sofá sin poder pronunciar palabra.

 

“Adam creo que ya es tarde, ¿no deberías ir a tu casa?” le dice mi mamá. Ahora soy yo la que hace un mohín.

 

Adam se levanta del sofá tomando su chaqueta, mi mamá decide continuar en dirección a la cocina, ¿cuánto escuchó de nuestra conversación? Acompaño a Adam hasta la puerta de la casa, el se inclina para besarme en la mejilla. No ha vuelto a besarme en los labios desde ese día.

 

“Si vale de algo, no creo que seas rara ojitos verdes.” Y abre la puerta cerrándola tras de él. Sonrío con autocomplacencia, y subo a mi ático.

 

Al día siguiente mi mamá no fue a trabajar, nos levantó a Cindy y a mí, temprano en la mañana y nos llevó hasta su doctora de asuntos femeninos como ella muy causalmente la llama.

 

Después de esperar una hora a que nos atendieran, lanzándole miradas de odio a Cindy. La enfermera nos dice que ya podemos entrar.

 

La doctora es una mujer de mediana edad, aunque más joven que mi mamá, su cabello es rojo, su cara está cubierta de pecas rojas, no es muy atractiva. Cuando terminamos de entrar a la oficina de la doctora, nos hace señas de que nos sentemos.

 

“Rose” saluda a mi mamá con un beso en la mejilla, antes de dirigirse a su asiento tras el escritorio “¿Cuál es el motivo de esta visita por parte del actual clan Phis?” así nos llaman en el pueblo.

 

En mejores tiempos, nuestra familia era bastante adinerada y poderosa en el pueblo, y en otros lugares también, supuestamente, y la gente del pueblo siempre ha llamado a los miembros de mi familia el Clan o Matriarcado Phis, supuestamente siempre, la cabeza de la familia era la mujer de mayor edad o la de mayor poder, en este caso mi mamá es la de mayor edad.

 

“Necesito que le recetes a mis hijas algún anticonceptivo” le anunció mi mamá. “Cindy está empezando a salir con un chico, y tu sabes cómo son los jóvenes con sus hormonas y eso” hace un ademán con las manos “y no veo nada malo en también dárselas a Cora, ya ella se desarrolló como puedes ver.”

 

Me volteo a ver a mamá, su rostro completamente serio. Estoy total y absolutamente asombrada, y no puedo decir que soy la única, la doctora también está sorprendida. Cindy por otro lado, está bastante sonriente.

 

“Tal vez deba hablar con ambas unos minutos primero” le dice la doctora. Arrugo mi cara al pensar de tener que escuchar sobre detalles íntimos entre Cindy y Adam, aunque yo me he asegurado de que no los tengan. “Tal vez de forma individual” se corrige al ver mi expresión.

 

Primero entra con Cindy al consultorio a un lado de la oficina, cerrando la puerta tras ellas, yo me recuesto en mi asiento, observando el techo, hasta que Cindy y la doctora salieron del consultorio. La doctora me hace señas de que entre yo ahora. Entro al consultorio, veo una camilla, unas cosas de metal a los lados de la camilla, las cuales la doctora comienza a bajar en lo que ve mi reacción ante ellas.

 

“No creo que vayamos a necesitar estas cosas” me dice tranquilizándome, señalándome un sillón a un lado, sentándose ella en el otro sillón adjunto. “Ok” me dice más nerviosa que yo, palmeando sus piernas con sus manos, yo asiento como tonta. “Tu madre dice que ya te desarrollaste, ¿tú sabes lo que eso significa verdad?” asiento nuevamente con la cabeza, rogándole a todos los dioses que esta mujer no me de la charla otra vez, ya la tuve dos veces, una con mamá y otra con Pegy, y ambas fueron bastante incómodas “¿Eres sexualmente activa?” me pregunta y la escucho decir por lo bajo “espero que no, por favor di que no” a esto suelto una carcajada, esta mujer es graciosa, con razón mi mamá la adora.

 

“No, no lo soy” le respondo mostrándole una pequeña sonrisa.

 

“¡Oh gracias al cielo!” exclama la mujer, con genuino alivio. “Disculpa mi reacción pero es increíble que tanto tú como tu hermana aún no sean sexualmente activas, ¡de las historias que tiene tu madre!” hincho mis cachetes, tratando de callar algo.

 

“No creo que quiera escuchar nada sobre eso” le pido, arrugando cada músculo de mi cuerpo.

 

“¡Oh! Por supuesto, claro, totalmente inapropiado de mi parte, bueno espero que pueda confiar completamente en que sabes todo lo básico” y veo sus intenciones al acercarse a la ilustración del cuerpo humano.

 

“¡Oh por favor no!, con dos conversaciones bastante perturbadoras sobre el asunto he tenido suficiente” y comienzo a descargar una gran verborrea. “Mi mamá el día que me desarrollé, me abrazó fuerte contra su pecho, con todo aquél rollo de que ya era una mujer, empezó a hablar sobre ciertas cosas, dándole sus propios nombres a esas… cosas” digo señalando con la mano abierta a la ilustración, dando vueltas “narrándome unas historias bastantes perturbadoras de tono personal. Y como si eso no fuera poco, esa noche llegó Pegy, es la secretaria de mi papá” le explico “y desde que me presenté en sus vidas ella ha hecho de mi papá. Esa noche llegó de sopetón en la casa igual abrazándome como si fuera una criatura, zarandeándome mientras me abrazaba, enterrando mi cara en sus” me estremezco en un escalofrío “y ella también se encargó de decirme todo lo que debía saber del asunto, ella si usó los términos correctos, y después terminó narrándome algunas historias de tono personal que me dejaron marcada de por vida” cierro mis manos en un puño, moviéndolas frente a mí, con un gesto de angustia en mi rostro. “Por favor no me des la charla otra vez, te lo suplico.”

 

La doctora no dijo ni una sola palabra mientras yo descargaba mi verborrea, siguiendo con la cabeza el movimiento de mis manos, observando mi rostro sonriendo de vez en cuando, genuinamente satisfecha.

 

“Está bien, comprendo, voy a confiar en que sabes todo lo básico.” Suspiro relajándome en el espaldar de la silla. “Tu madre quiere que te coloque algún anticonceptivo” yo asiento con la cabeza “¿También sabes qué es eso?” le asiento con la cabeza, nuevamente preocupada. “Si sabes, muy bien, bueno tenemos varias opciones.”

 

Comienza a hablarme sobre los tipos de anticonceptivos que tienen en la clínica, y al final del asunto, decide recetarme uno que se inyecta en el brazo o algo así, yo continuaba asintiendo con la cabeza. La doctora parecía muy concentrada en el asunto, y me pidió que me sentara en la camilla, luego llamó a una de las enfermeras, le dice las cosas que necesita, y me pide que me recueste en la camilla, y que le extienda mi brazo no dominante, le doy el izquierdo, y me inyecta anestesia, me asegura que solo me va a dormir el brazo, al rato llega la enfermera con la cosa esa que parece un pitillo, la veo rasgar la parte interna de mi brazo, y comienza a introducir el pitillo, me explica nuevamente el asunto, y procede a cerrar la incisión, con unos parches finos prensando mi piel.

 

Una vez terminado todo el procedimiento, me dice que estamos listas, y que ya podemos regresar a la oficina en donde están mi mamá y Cindy.

 

Cuando llego a la oficina mi brazo está dentro de un suspensorio porque me guinda, como está dormido. Me siento en la silla en la que estaba antes, y la doctora le explica a mi mamá sobre el pitillo que puso en mi brazo, y sobre las pastillas que le va a recetar a Cindy, al parecer a mi tonta hermana eso le pareció más sofisticado.

 

Al día siguiente cuando llegué a la escuela, me encontré con Lisa, la cual me saludó con un cándido abrazo.

 

“¿Por qué no viniste ayer? Estaba preocupada” me zarandea agarrando mi brazo, y sin querer me lastima en la incisión, me quejo apartando el brazo.

 

“Estaba en el médico” entonces le cuento todo el asunto. “Por favor no le cuentes a nadie” le pido, aunque sé que la pobre no va a poder guardar el secreto y se lo va a contar a Adam en algún momento.