Despertar

 

Me despierto antes de que salga el sol, hay algo vibrando, me vuelve loca. Me siento en la cama. Tengo sed, y vagamente recuerdo la última vez que sentí esta sed. ¡Ese condenado teléfono! ¿Dónde lo dejé anoche?

 

No quiero abrir los ojos completamente, la claridad me molesta, veo a Adam completamente dormido a mi lado, paso la mano por mi cuello, recordando la herida, pero no la siento, me toco el otro lado del cuello, pero no siento nada.

 

¡Ese condenado teléfono sigue sonando! Me siento ebria, me levanto a duras penas de la cama, tomando una de las franelas de Adam, para no estar completamente desnuda. Revuelvo el cuarto en busca del condenado teléfono pero no lo encuentro en ningún lado.

 

Lo escucho vibrando otra vez. Escucho el sonido venir de fuera del cuarto. Salgo hasta el salón de la segunda planta, vuelve a vibrar. Bajo las escaleras, casi corriendo, ¡ese condenado sonido! Me quedo en el rellano de la escalera, tratando de recordar dónde dejé mi móvil anoche.

 

Camino hacia la cocina hasta la puerta del garaje, llego al auto, abro la puerta, el sonido es más fuerte. Vibrando. Lo encuentro en el suelo del asiento del copiloto, la pantalla es demasiado brillante.

 

“James” muestra el identificador de llamadas.

 

“Diga” atiendo la llamada.

 

“¡Oh Cora!” Alejo el móvil de mi oído, el sonido es muy fuerte. “Estaba empezando a preocuparme, no respondías tu móvil, y ese tipo con quién te fuiste ¿Quién era? ¿Acaso ya lo conocías? Bruno se puso como una furia cuando te fuiste sin decirnos nada.”

 

“Sí. Si lo conozco, desde hace muchos años” sacudo mi cabeza, creo que me va a estallar. “Es una larga historia James. Pero estoy bien, estoy en su casa. Estoy bien. James me tengo que ir, tengo un terrible dolor de cabeza, necesito dormir” le digo y cuelgo la llamada. Apago el móvil.

 

Me recuesto del espaldar del asiento, escucho el sonido de los autos en las calles cercanas, los pasitos de un gato. Huelo el aire, si definitivamente un gato.

 

Demasiado ruido, voces, pasos, gritos distantes, creo que voy a perder la cordura, que la cabeza me va a explotar.

 

Cierro la puerta del auto, tratando de callar el ruido de afuera, recuerdo la voz de Adam, “concéntrate en mi voz.”

 

Recuesto la cabeza contra el asiento, echando el asiento hacia atrás, para acostarme, intento buscar el sonido de la respiración de Adam.

 

Voces, gritos, golpes, pasos.

 

Hasta que la encuentro, escucho el sonido de su respiración, más bien veo el sonido viajar como el sonar de un murciélago, lo veo entre parpadeos, escucho su respiración, calmada, rítmica, me concentro en el sonido de su respiración, bloqueando poco a poco todos los demás ruidos, relajando mi cuerpo hasta quedarme dormida.

 

Despierto con el amanecer, escuchando la voz de Adam maldecir, gritar, escucho algo romperse.

 

“Se fue. Me dejó. ¡Teníamos un trato! Yo la saludé, yo la busqué, averigüé en dónde estaba anoche para irla a buscar. ¡Teníamos un trato!” Escucho la voz de Adam, diciendo varias cosas al mismo tiempo.

 

Escucho sus pasos bajar los escalones corriendo.

 

Respiro profundo con los ojos entrecerrados, la luz me molesta, me bajo del auto y entro a la cocina, camino hasta el pasillo que lleva a la escalera, él no está allí.

 

La cabeza me va a explotar.

 

Volteo en varias direcciones, hasta que logro enfocar la vista en una silueta, de pié frente a la puerta de la entrada, tiene puesto solo su bóxer, tiene la mirada fija a la puerta, pasa sus dos manos sobre su cabello. Veo su espalda, pero también puedo ver su rostro en la misma imagen de sonar, en pestañeos.

 

Camino lentamente, cada paso es una tortura, ¿desde cuándo doy pisadas tan pesadas?

 

Llego hasta él apoyando mi frente sobre su espalda, entrelazando mis brazos en su pecho,

 

“Cora” deja escapar un suspiro, pone sus manos sobre mis brazos, y luego se voltea, atrapando mi rostro entre sus manos. Cierro los ojos, la luz me molesta, me lastima. “Pensé que te habías ido, que me habías dejado.”

 

“¿Sin mi ropa?” Le pregunto forzando una sonrisa, la cabeza me va a estallar. Apreto mis ojos, ver me duele. “No planeo irme a ninguna parte Adam” le aseguro, buscando sus labios, guindándome de su cuello.

 

Un nuevo espasmo de dolor golpea mi cabeza, hay demasiado ruido quiero que se detenga.

 

Me aparto de Adam sosteniendo mi cabeza, ahogando un grito.

 

El me sostiene por los brazos llevándome contra una pared.

 

“Abre los ojos Cora” me pide en un tono de voz bajo, pero igual me lastima en los oídos. “Confía en mí, abre los ojos, busca mi mirada, solo mi mirada” obedezco abriendo mis ojos, buscando rápidamente sus ojos.

 

“¡Hay mucho ruido! Has que se detenga” grito.

 

Adam retira mis manos de mi cabeza, llevando una mano hasta su pecho, sosteniendo la otra por la muñeca con fuerzas, pone su mano sobre mi pecho.

 

“Abre los ojos Cora, tienes que controlarte. Concéntrate solo en mis ojos, yo voy a ayudarte a callar esos ruidos. Pero tienes que abrir los ojos” obedezco nuevamente, fijando la vista en sus ojos, “concéntrate en el latido de mi corazón y el latido de tu corazón, no veas más nada que no sean mis ojos.”

 

Obedezco, concentrándome en el latido de su corazón y el mío.

 

Ambos laten al mismo ritmo, al mismo tiempo, completamente en sincronía, me concentro en ver sus ojos, y escucho su voz, pero no está moviendo sus labios, todo este tiempo estuve escuchándolo pensar.

 

Me hace saber con sus pensamientos, que estoy en lo correcto.

 

Estoy largo rato con mi mano sobre su pecho sosteniendo la suya en el mío, hasta que los sonidos se desvanecen, la luz deja de ser tan brillante, todo vuelve a la normalidad, pero su olor, puedo sentir su aroma como si estuviera en el oxígeno.

 

Cuando ya estoy calmada, me toma en brazos, colocando sus brazos bajo mis rodillas, me sujeto de su cuello, dejándolo llevarme hasta su cuarto. Me deposita lentamente sobre la cama, se sienta a mi lado, aparta el cabello de mi cara, planta un suave beso sobre mis labios.

 

“Intenta dormir. La última vez que bebiste mucha tuve que obligarte a dormir por una semana, y sin embargo despertaste hecha una fiera; y, atacaste a los enfermeros, a uno lo aventaste tan fuerte contra una pared que le causaste una contusión, le rompiste el brazo a otro, y al más afortunado le rompiste la nariz de un golpe” lo miro anonadada sin recordar cuando fue eso. “Cuando tuviste el accidente ¿recuerdas que despertaste gritando como un demonio?” asiento, si lo recuerdo.

 

Cierro los ojos cayendo en un profundo sueño, la voz de Adam arrullándome.

 

Sueño que estoy nadando en un lago lleno de una sustancia negra y espesa, percibo ese olor dulzón, saboreo mis labios.

 

Salgo del lago, no llevo ropa, pero esa sustancia espesa cubre mi cuerpo, camino llevada por la fragancia a almizcle. Veo a un hombre dentro del bosque, es alto, su cabello rojo como el fuego decorado con objetos de metal y cuerdas de cuero, se voltea a verme, lleva el torso descubierto, tatuajes cubren sus brazos, sus tatuajes llevan motivos de dragones, tiene un gran dragón tatuado en su pecho sobre su corazón, son dos dragones uno frente al otro con las fauces abiertas, me parece verlos moverse, retorcerse.

 

Debo terminar la transformación. Debemos drenarnos el uno al otro, debemos caer en trance, y  despertar como los seres que realmente somos, abandonar el traje humano.

 

Su aroma me intoxica, invadiendo todos mis sentidos. Debemos culminar la transformación antes de que nos encuentren. Llevo mi rostro hasta su cuello, haciendo el mío a un lado para que él pueda hacer lo mismo con mi cuello. Siento mis colmillos clavarse en su piel, el torrente de ese elixir que es su sangre.

 

“Cora” escucho una voz en la distancia “Cora despierta” regreso a este mundo. Abro los ojos lentamente, con miedo de sentir que se me queman.

 

Todo el cuarto está en penumbras, pero puedo ver su silueta, el brillo de sus ojos.

 

Me incorporo en la cama, llevando una mano hasta mi cabeza, ya no me duele.

 

“Tengo sed” digo pasando la lengua por mis labios.

 

“Lo sé” me responde.

 

“¿Por qué tengo tanta sed?” le pregunto.

 

“Es la sangre” me responde “no creo que sea buena idea darte más por ahora. Debes acostumbrarte a los efectos de ella primero.”

 

No tengo ni idea de lo que me está hablando, ¿la sangre?

 

“¿Tu sangre?” Recuerdo la noche anterior, el dulce sabor de su sangre, llenándome, calentando mi cuerpo “no entiendo ¿Por qué a ti no te afecta?”

 

“Yo tengo más años saboreando tu sangre” hace una pausa, acercándose a mí, sin atreverse a tocarme. “Tú solo la has probado realmente tres veces, dos de esas fueron solo para salvar tu vida, y anoche, dejé que tomaras más de la que podías manejar.”

 

“¿Las veces que mordías mis labios?” le pregunto, recordando todas esas veces en las que mordía mis labios hasta lacerarlos, o las pequeñas cortadas que me hacía a mi misma con la intención de que él las lamiera. “Pero eran sólo pequeñas gotas” le digo pasando la mano por mi cabello, veo su rostro tan nítido a pesar de la oscuridad.

 

“No.” Me responde. “No eran sólo gotas” lo veo arrugar su frente. Se acerca a mí, posando su mano sobre mi pierna.

 

Me observa con esa mirada dura y seria, que hace temblar mi cuerpo.

 

“Yo te hice cosas” comienza, hecho mi cabeza atrás, otra vez esta conversación. “No Cora, déjame explicarte, mi vergüenza, mi remordimiento, no era solo por el hecho de haberme enamorado perdidamente de ti ese día en el instituto, el día en el que me regañaste, retándome con esos hermosos ojos verdes, no era solo por el hecho de que tuvieras solo doce años, tu cuerpo ni siquiera parecía el de una niña” hace una pausa. “Necesito que me escuches, que me entiendas” me pide. Tomo su mano. Suspiro.

 

“Está bien Adam, no hablaré hasta que me digas que terminaste” le prometo.

 

“En mi otra escuela, me llamaban raro, chupa sangre, cada vez que me cortaba tenía que lamer la sangre, no podía dejarla allí, me llamaba, y a veces me cortaba a mi mismo para poder lamer la sangre, pero no era el sabor que quería, no era el que buscaba” mira hacia arriba intentando buscar algo “el que podía oler en el aire era distinto, olía a rosas, a miel, a menta y a madera. Podía soñar con ese olor, ese sabor, pero la sola idea de probar la sangre de alguien más me repugnaba.”

 

Lo observo detenidamente recordando, que yo también solía hacer eso cada vez que me cortaba.

 

“Eventualmente” continúa “mi abuela le dijo a mi papá que teníamos que mudarnos al viejo pueblo de nuestros antepasados, que yo estaría seguro allí. Mi familia siempre les ha rezado a los antiguos dioses, al igual que la tuya; tenemos nuestras supersticiones. Cuando nos mudamos a ese pequeño pueblo, mi papá no quiso mudarse a la vieja propiedad, porque era muy vieja. Es esa gran casa que está del otro lado del pueblo. Que queda en yuxtaposición con la de tu familia, pero en lados opuestos del pueblo, rodeados por el bosque circular” ¡Oh sí recuerdo bien esa casa! “Y compró una casa relativamente nueva que es la que tú conoces.”

 

Todas las veces que estuvimos en los linderos de esa casa abandonada nunca me dijo nada.

 

“Todo el camino mi mamá decidió sedarme” me explica, sosteniendo mi pierna “porque yo estaba  frenético, me sentía eufórico, cada paso que daba fuera de la ciudad me acercaba más a ese delicioso olor. Cuando llegamos al pueblo, y me bajé del auto, aún un poco adormilado, pude sentir ese aroma, con mucha más intensidad, estaba en el aire, por todos lados.”

 

Cierra los ojos, oliendo el aire, acercando un mechón de mi cabello hasta su rostro.

 

“Mis padres no me querían dejar salir de las puertas de la reja de la entrada. Pero ese día. El día en que llegué al instituto, estaba arriando a Lisa, porque quería dejarla en su salón de clases, para salir en busca de ese aroma, pero vaya mi sorpresa cuando percibo ese aroma acercarse a mí. Materializado en esta niña mujer de largos cabellos castaños, y hermosos y brillantes ojos verdes.”

 

Acerca su rostro al mío, sosteniendo los lados de mi cara, saboreando sus labios.

 

“Tu esencia era embriagadora. Pero no quería lastimarte. Todas las noches soñaba con rasgar tu piel y beber el elixir de tu sangre. Pero tú, tú insistías en rondarme incluso cuando no lo intentabas, me volvía loco” separa sus manos de mi rostro. “No quería hacerte daño. Pero no podía resistir el impulso de estar junto a ti, de sentir el aroma embriagador que emanaba de todo tu cuerpo.”

 

Busco sus manos sosteniéndolas con suavidad, recordando la expresión de su rostro cada vez que estaba cerca de él, como si algo lo lastimara en lo profundo de su ser.

 

“Y después de que saboreé tu sangre por primera vez, no podía aguantar el impulso de rasgar la piel de tus labios sólo para saborear una gota de ese embriagador elixir. Cuando comencé a dormir en tu casa…”

 

Intenta apartar mi mano de la suya.

 

“Intencionalmente te arrullaba con mi respiración, susurrando antiguas palabras para mantenerte dormida, y entonces tomaba tu muñeca o me acercaba a tu cuello, y te hacía cortes no muy profundos, pero en sitios estratégicos de forma que tu sangre comenzara a manar.”

 

Siento que comienzo a caer en un abismo, me sostengo de sus manos con fuerza para evitar no caerme.

 

“Fluyendo  dentro de mi boca, deteniéndome antes de causar algún daño irreparable en ti. Después de darme festín, me quedaba dormido como un bebé. Por eso te costaba tanto despertarme.”

 

Comienzo a recordar que todas las mañanas después de que él comenzó a pasar la noche conmigo, me despertaba sintiéndome débil, con sueño. Sueño que no se disipaba sino hasta que él regresaba.

 

“Y después tú comenzaste a adoptar la misma maña rasgando la piel de mis labios, pero solo tomabas una gota o dos, eso no era nada.”

 

La sed, esa incontrolable sed que ni todos los litros de agua del mundo podían saciar.

 

“Me fui porque tú me lo pediste, mi mamá quería que me quedara en la propiedad, que me inscribiera en la universidad cercana a casa, para poder vigilarme, mi papá deseaba que me fuera, que intentara hacer una vida lejos de ese pueblo, él creía que yo había mejorado, que el peligro del que le advirtió mi abuela, ya había pasado. Pero al irme lejos, las ansias eran incontrolables. Quería regresar, pero hice uso de todas mis fuerzas y me mantuve lejos de ti, no quería seguir lastimándote. Por eso no podía estar contigo, temía que un día iba a terminar matándote drenándote de toda tu sangre. Pero ya no puedo más, no soy fuerte. Te amo, no quiero estar lejos de ti, y esto, sea lo que sea, sé que te afecta también.”

 

Me quedo inmóvil, un millón de cosas pasando por mi mente.

 

“¿Tú me robaste sangre mientras dormía?” le pregunto, sin realmente estar buscando una respuesta. “Encontré un documento bastante antiguo que rezaba: Contrato de fusión patrimonial entre la Matriarca Cora Phis, y el Señor Adam Lindworm. El documento es de hace casi cien años.” Le digo, tratando de llegar a algún tipo de respuesta. “Lo encontré el día después de que te escabulliste de mi apartamento. Creo que un fantasma o espíritu me llevó a él. Y mi mamá me dijo que cuando ella estaba embarazada de mí escuchaba una voz susurrándole mi nombre y por eso me llamó así. También encontré unas cartas de más de 500 años” le digo sosteniendo su mano sobre mi pierna “¿crees que eso tenga algo que ver con algo?”

 

“¿No estás molesta?” me pregunta genuinamente asustado.

 

“No” le respondo tranquila, apreto mi mano en la suya. “Tenemos que completar la transformación” le digo recordando mi sueño. El me mira como si estuviera loca. “No creo que seamos humanos Adam. A veces sueño cosas, he visto cosas en ese bosque.”

 

Sacudo mi cuerpo en un espasmo al recordar ese día en el que me perdí en el bosque, muchos años antes de conocerlo.

 

“Mi mamá ha estado durante años tratando de contarme la historia de nuestras familias; después de que encontramos ese viejo documento, y por las pocas cosas que le he escuchado, son historias de muchos dramas, conflictos, muertes extrañas, sacrificios…” culmino sin saber exactamente que decir. “Adam cada vez que estábamos juntos. No lo sé” paso la mano por mi cabello. “Nunca me he sentido tan en paz, tan no lo sé exactamente, pero solo sé que no debemos estar separados, simplemente lo sé” me observa serio, creo que está comprendiendo lo que digo. “Tenemos que completar la transformación antes de que nos encuentren otra vez.” Acerca su rostro al mío, aspirando mi olor, abro mi boca para aspirar su aliento.

 

“¿Cómo lo hacemos?” me pregunta realmente interesado.

 

“Tenemos que drenarnos mutuamente” le digo recordando el sueño. “Tenemos que beber la sangre del otro al mismo tiempo hasta drenarnos y caer en trance, para después despertar como los seres que realmente somos.”

 

“¿Cómo sabemos cuánto es suficiente?” me mira asustado.

 

“Solo hay una forma de descubrirlo” le digo apartando mi cabello a un lado, acerco mi cuello a su rostro ladeándolo.

 

Agarro su cara atrayéndolo, siento sus labios sobre mi piel besándome dulcemente. Inclino mi rostro contra su cuello, lamiendo su piel, rozo mis dientes contra su piel, consciente de mis colmillos.

 

Sostengo su rostro con más fuerzas sobre mi cuello, clavando mis colmillos sobre su piel, fuertemente, apretando su rostro con mi mano, instándolo a hacer lo mismo, siento sus colmillos hundirse en mi piel.

 

Un placer extraño se apodera de mi cuerpo.

 

Hinco mis colmillos con más fuerzas succionando su sangre, ese espeso líquido fluyendo dentro de mi cuerpo, siento su sangre recorrer mis venas, dejando electricidad a su paso.

 

Sus colmillos clavándose en mi piel con más avidez, gimo sobre su piel, sin despegar mí agarre, succionando cada vez con más fuerzas, siento cada fibra de mi cuerpo, cada cabello, mis lagrimales.

 

Quiero más.

 

Busco a tientas debajo de su bóxer, llevándolo dentro de mí, araño su piel clavando mis uñas fuertemente en su piel, muevo mis caderas sobre él mientras continúo succionando su sangre, lo escucho rugir sobre mi piel. Lo siento con más intensidad, casi lo puedo visualizar. Mi cuerpo vibra, realmente vibra, su sangre sin dejar de fluir dentro de mí.

 

Finalmente un espasmo se apodera de mi cuerpo, separo mi cara de su cuello, llevando mi cuerpo atrás, arqueando mi cuerpo, de forma antinatural, chillo, un sonido aterrorizante, liberador, lo siento derramarse dentro de mí, lo escucho rugir aferrando sus manos como garras, sobre mi cintura.

 

Me dejo caer sobre Adam. Ambos cayendo en la cama, caigo sobre él, pero sigo cayendo, cayendo en un líquido negro, espeso, con el aroma de Adam, mi cuerpo lo siento en llamas, debajo de ese liquido negro, las llamas lamen mi piel esparciendo un cosquilleo, por cada centímetro de mí, las llamas no duelen, son una caricia, una excitante caricia.

 

Continúo cayendo dentro de ese líquido negro, llenando mis pulmones. Cierro los ojos y me dejo caer, rendida ante la sensación.

 

Despierto, y veo la habitación de Adam bañada en luz. Pero las cortinas están cerradas. Puedo ver las partículas de polvo, las gotas de humedad en el aire.

 

Volteo la cara para ver a Adam, está despertando. Su olor intoxicante, llevo mi mano hasta su rostro y puedo sentir cada poro de mi mano al tocarlo, aún se ve como él, pero lo siento más, lo puedo ver mejor.

 

“Eres hermosa” me dice con voz soñadora. “Creo que realmente nunca había visto lo increíblemente hermosa que eres.”

 

Lo beso en los labios, saboreando el sabor de su piel. Tengo la certera sensación de qué así es como siempre debió ser.

 

Me despierto ante este nuevo mundo, escucho el sonido en la calle, pero ya no duele en mis oídos, puedo decidir qué escuchar y qué no, y en este momento lo único que quiero escuchar son sus pensamientos, saborear su piel, no necesito nada más.

 

Despierto en este nuevo mundo cargado de ruidos, aromas y visiones extraordinarias. La sangre de Adam es maravillosa, vitalizante e intoxicante. Pero un instinto se ha apoderado de mí, de ambos.

 

Cuando despierto, cada vez que despierto, siento sed, escucho el latir de corazones en la distancia. Puedo saborear en la punta de mi lengua el sabor de sus sangres.

 

Pero, luego enfoco mi atención en Adam y ese deseo se esfuma y sólo puedo escuchar su corazón latir, el bombear de su sangre, el ritmo de su respiración, su extraordinario aroma a almizcle y naranjas.

 

Lo llamo como una sirena, obligándolo a despertar del sueño en que está sumergido, quiero salir a la calle, pero no quiero apartarme de la comodidad de estas paredes, de la proximidad de su cuerpo ardiente, sudando entre mis brazos.

 

Su respiración entrecortada cuando nos movemos en esta danza primitiva, llena de emociones electrizantes y sangrientas.

 

¡Dioses la sangre! La quiero, la necesito es una droga, imposible de dejar. La ternura de su piel mientras hundo mis dientes extrayendo ese néctar.

 

El arrebato de placer y dolor al sentir sus colmillos clavarse en mi piel, me hace gritar, gemir, llorar, reír, es enloquecedor.

 

Despierto a mitad de la noche, después de soñar con esa cosa que vi hace tantos años en el bosque.

 

Adam duerme plácidamente al otro lado de la cama. Escucho el latir arrítmico de un corazón, un olor extraño inunda mis fosas nasales.

 

Me levanto de la cama, tomando una franela de Adam, vistiéndome, busco el short que llevaba puesto el día que llegué aquí.

 

¿Hace cuántos días que estoy en esta casa? Busco algo con lo que pueda dejar una nota, camino por la casa, y entro a una habitación, semeja una biblioteca, estantes de libros cubren tres paredes, una ventana al final de la habitación un escritorio frente a la ventana. Tomo una agenda sobre el escritorio, y un bolígrafo y escribo una nota para Adam.

 

“No te estoy dejando. Tengo que ir a la vieja casa. La de tu familia. Tengo que buscar algo allí. Te llamo cuando llegue. P.S: me llevé tu auto. Te amo. Cora.”

 

Incluyo el número de mi móvil.

 

Arranco la hoja de la agenda, y camino hasta el cuarto nuevamente, busco el móvil de Adam, gateando en el suelo hasta que lo encuentro, me arrodillo en el suelo, mientras escribo un mensaje y lo envío a mi móvil, para poder tener su número. Me levanto del suelo y dejo la nota sobre la almohada al lado de Adam, con el móvil sobre la nota, para que no se vuele con la brisa.

 

Vuelvo a ponerme sobre mis rodillas buscando las llaves de su auto, gateo hasta el salón de la segunda planta, y logro verlas, en el rellano de las escaleras.

 

Tomo las llaves del auto y termino de bajar las escaleras hasta llegar a la cocina y luego salir al garaje.

 

Abro la puerta del asiento del conductor del auto, y me siento, cerciorándome de que mi cartera y mi móvil se encuentren aún en el auto. Tomo mi móvil encendiéndolo y luego lo coloco entre mis piernas. Abro la puerta del garaje con el control remoto, instalado en el auto. Y salgo de la casa.

 

El viaje va a ser largo, pero tengo que llegar a la vieja propiedad. No hago paradas, no necesito comer, ni descansar, veo el amanecer despuntar frente a mí, los colores son hermosos. Mi móvil comienza a vibrar, veo la pantalla, es Adam, atiendo la llamada.

 

“Dejaste tus zapatos” me dice en lo que atiendo la llamada. Su voz es juguetona. Bajo la mirada a mis pies descalzos, no me había dado cuenta de ese detalle. Me río.

 

“Se me olvidó. Espero que no te haya molestado que hurtara tu auto” le digo igual en tono juguetón. Y tengo la certeza de que está sonriendo.

 

“Noo” me responde como si no fuera nada. “Ya encontraré una forma de transportarme. ¿Por qué estás yendo para allá?”

 

“Allí hay algo que tengo que encontrar, no me hagas explicarlo, porque realmente no sé cómo hacerlo. Sólo sé que tengo que ir” intento explicarle.

 

“Por favor dime que sí te acordaste de ponerte ropa” me dice realmente preocupado.

 

“¡Claro que sí!” le respondo tratando de sonar indignada, en realidad es una sorpresa para mí el hecho de haberme acordado de que debía vestirme, después de pasar tantos días, sin usar ni un par de medias. “¿Cuántos días estuvimos escondidos en tu casa?”

 

“No estoy seguro” me responde casualmente “¿A quién le importa?”

 

¡Mierda! mi papá, la oficina, nadie ha escuchado nada de mí en días.

 

“Adam” comienzo. “Me acuerdo de lo que realmente pasó esa navidad.” Me quedo esperando a que me de algún tipo de respuesta. Pero sólo escucho su respiración acelerarse. “No estoy molesta, ya no importa. Sólo no vuelvas a hacerme eso. Más nunca.”

 

“No lo haré” me responde, bajando el tono de su voz. “Solo maneja con cuidado, y regresa pronto.” Me responde tratando de sonar tranquilo.

 

“¿Eso quiere decir que no vas a venir?” le respondo jugando con él “¡Yo pensé que ya estabas a mitad de camino!” lo regaño.

 

“Eres realmente malvada” me dice siguiéndome el juego, y sé que ya el peligro pasó.

 

“Siempre lo he sido” le respondo, con autocomplacencia “¿Entonces?”

 

“Te llamé en lo que salí del estado” me responde, resignado.

 

“¡Ja!” Exclamo en una risa. “Te veo pronto entonces.”