El Mutante (I)

 

No sé exactamente cuántos años tenía, debía tener aproximadamente seis o siete años.

 

Mi mamá tenía que trabajar hasta tarde todos los días, y nos dejaba a Cindy y a mí, con una niñera, que realmente estaba todo el día pendiente de ver algo en la televisión, solo estaba allí para asegurarse de que Cindy y yo no nos matáramos.

 

Cindy estaba siendo excepcionalmente molesta, quitándome mis juguetes solo para hacerme llorar. Hasta que me vence y comienzo a hacer una pataleta.

 

“¡Oigan ustedes dos! Dejen de pelear o las voy a encerrar en el closet de la alacena” nos grita la niñera desde el salón.

 

No quiero que nos vuelva a encerrar en ese armario otra vez.

 

Salgo corriendo hasta el patio de la casa, llorando en una pataleta.

 

¿Por qué Cindy siempre tiene que ser tan molesta?

 

Veo el bosque y salgo corriendo, adentrándome dentro del bosque, sin realmente observar por dónde voy. Corro ignorando a mis piernas quejarse, mis pulmones queman dentro de mí, pero, la carrera me hace olvidar a Cindy y sus torturas. Un día de estos me voy a vengar, la voy a hacer pagar por todas las cosas que me hace.

 

Llego hasta el viejo puente de madera que cruza una de las vertientes del lago que rodea la mitad del pueblo. Me detengo sosteniéndome del barandal, recuperando algo de mi aliento.

 

Cuando logro respirar con más facilidad decido cruzar el puente, caminando lentamente, escucho las tablas de madera crujir bajo mis pies, me sostengo con fuerza del barandal, por si acaso, tratando de siquiera respirar.

 

Por fin llego al otro extremo del lago, dejando el viejo puente tras de mí. Continúo mi paseo por el bosque, caminando con más tranquilidad ahora, tomo un tronco del suelo, y comienzo a caminar golpeando las ramas de los árboles con el delgado tronco.

 

Respiro el aroma húmedo del bosque, escucho a las aves cantando, me siento increíblemente tranquila, este bosque no es tan tenebroso después de todo, subo la mirada para poder ver un ápice del cielo, casi completamente cubierto por el impregnable bosque que rodea todo el condado.

 

Llego hasta lo que parece un camino formado con piedras, pero está casi completamente desecho, pero aún se puede ver el diseño.

 

Decido seguir el camino de piedras y yerba, con la vista baja en el camino de piedras, hasta que llego al límite del bosque, levanto la vista, y veo la gran casa, esperándome.

 

Camino hasta la casa resignada a tener que volver a escuchar los quejidos de Cindy, el día ya se está apagando y mamá ya debe de estar por llegar.

 

Pero cuando ya estoy cerca de la casa, me doy cuenta de que no es mi vieja casa, se parece bastante, casi su gemela, pero las paredes están más ruinosas, las enredaderas son más salvajes sobre las paredes, hay paneles del techo desparramados en los alrededores.

 

Camino rodeando la casa hasta llegar a la escalera de la entrada principal, me pregunto si el interior es igual al de nuestra vieja casa.

 

“Cora” escucho que me llaman. Me volteo a buscar a quién me está llamando, pero no hay nadie, podría jurar que escuché a alguien.

 

Sigo subiendo los escalones hasta llegar frente a la puerta, pongo mi mano sobre el pomo de la puerta.

 

Escucho pasos sobre algo húmedo, y todos los pelos de mis brazos se erizan. Alejo la mano del pomo de la puerta, y camino por el porche, rodeando la casa, me asomo a una de las ventanas, limpiando el polvo que la cubre, pego mi cara a la ventana, y veo a alguien moverse dentro de la casa.

 

Me separo de la ventana al instante dando unos pasos atrás.

 

“Cora” vuelvo a escuchar a alguien llamarme, la voz viene de un lado del corredor del porche, camino hasta donde escuché mi nombre, y veo algo salir de la esquina trasera de la casa.

 

Me quedo allí de pié, respirando aparatosamente, congelada, sin poder moverme. Parece una persona, pero está totalmente cubierta de algo baboso y negro, sus ojos son completamente rojos como la sangre, su cuerpo es deforme, y cuando se mueve, parece retorcerse, abre y cierra su boca sin labios, parece el rostro de una lagartija, cada vez que abre la boca se le ven los dientes puntiagudos, se ven bastante afilados. No puedo moverme, siento los pies de plomo.

 

Camina hasta mí retorciendo su torso, da unos pasos rápidos casi moviéndose con el viento, luego se detiene y huele el aire.

 

“Cora” dice, en una voz gutural, como si se estuviera ahogando en algo.

 

No me puedo mover, quiero gritar pero mis labios están inmóviles, siento mi corazón latir apretándose dentro de mi pecho.

 

Se sigue retorciendo, dando pasos rápidos hasta mí. Siento lágrimas caer por mis mejillas. Llega hasta mí, ladeando su cabeza, retorciéndose, emite un chillido, y luego hace un ruido con su lengua como un murciélago.

 

“Cora” vuelve a decir en esa espantosa voz.

 

Golpea sus dientes  como si estuviera mascando algo con avidez. Mi pecho se mueve cuando doy un sollozo. No puedo moverme.

 

Lleva una mano frente a mí, pero cuando veo bien su mano, me parece más una garra con largas uñas como las de un dragón de un cuento. Pasa una garra sobre mi cuello, siento el filo sobre mi piel, y luego un líquido caliente corre por mi piel. Se lleva la garra llena de un líquido rojo hasta su lengua, sacando una larga lengua, lamiendo con avidez la pesuña.

 

Suelta un nuevo chillido, más fuerte que el anterior, vuelve a apretar sus dientes en ese espantoso sonido. Y su garra se sacude rápidamente para golpearme.

 

“¡CORRE!” escucho la voz de alguien gritar.

 

La criatura se retuerce dando unos pasos atrás sin llegar a golpearme. Chilla con ese espantoso ruido.

 

“¡CORRE!” vuelvo a escuchar que gritan, y mi cuerpo se estremece, y vuelvo a sentir mis piernas.

 

Salgo corriendo por el corredor, bajo los escalones saltando. Corro hasta el bosque, comienzo a voltear la mirada.

 

“¡NO VOLTEES, NO MIRES ATRÁS!” escucho la misma voz de antes, gritarme.

 

Continúo corriendo sin virar la vista. Escucho a la criatura mutante correr tras de mí, sigo corriendo tratando de ser más veloz, saltando sobre las rocas que encuentro a mi paso, golpeando mis brazos contra las ramas de los árboles, arañando la piel de mis brazos y piernas, golpeando mi cara contra las ramas, también haciendo rasgaduras en mi rostro.

 

Sigo corriendo pero escucho a esa criatura correr tras de mí, golpeando el suelo con fuerza, escucho los árboles crujir cuando esa cosa los golpea.

 

Ese espantoso sonido que hace. Corro hasta que veo el pueblo abrirse frente a mí. Salgo a la calle, y continúo corriendo, ya la noche es espesa, oscura, esa cosa corre a mi lado en el bosque, me alejo del lindero del bosque lo más que puedo, corro por la calle hasta que unos brazos me toman levantándome del suelo.

 

Lo golpeo con mis puños, lo pateo con fuerzas, araño su cara. Escucho que me grita que me detenga, su voz es humana. Bajo la vista, con la respiración entrecortándose en mi pecho. Me calmo dejando de moverme cuando compruebo que es uno de los policías del condado.

 

Me baja depositándome sobre mis pies en la calle, me zarandea por los hombros.

 

“¡Pequeña Cora! ¿Tienes idea de cuántas horas te hemos estado buscando? Tu mamá está terriblemente preocupada. ¿Dónde estabas?” no puedo hablar estoy sin aliento, señalo al bosque, veo a esa criatura esconderse tras los árboles.

 

“¡El mutante!” grito. “¡Está allí! ¡Me atacó! Mira” le digo señalando el raspón que hiso en mi cuello.

 

“Pequeña Cora estás cubierta de arañazos, seguro viste uno de esos osos que viven en el bosque y te asustaste y saliste corriendo arañándote con las ramas de los árboles” me responde como si fuera solo una niña tonta, sacudo mi cabeza, señalando al bosque dónde está la criatura escondiéndose entre los árboles. “Solo estás asustada, créeme no hay mutantes en el bosque, solo osos.”

 

No me cree.

 

Me lleva hasta la patrulla sentándome en el asiento trasero, mientras maneja por la carretera, puedo ver al mutante correr a nuestro lado, sin salir del lindero del bosque. No me molesto en decirle nada al policía, solo me volvería a decir que soy solo una niñita asustada.

 

Cuando llegamos al desvío de la carretera rural, la criatura vuelve a chillar, ensordeciendo mis oídos, volteo a ver al policía, el parece no escucharlo. La criatura sale corriendo por el bosque alejándose de la propiedad.

 

Mi mamá está sentada en las escaleras del porche, cuando ve entrar la patrulla, se levanta de un salto, y cuando me ve en el asiento trasero sale corriendo. El policía me deja salir del auto. Mi mamá me rodea con sus brazos, y después me reprende por salir corriendo al bosque.

 

“Más nunca hagas algo así, ¿Me oíste?” Me regaña mi mamá. “Sube a darte un baño, estás cubierta de mugre, y después ve a tu cuarto, estás castigada” me reprende mi mamá, ni intento explicarle, nunca me creería como el policía.

 

Me quedo en las escaleras escuchando al policía explicarle a mi mamá como me encontró, y también lo que le dije cuando me encontró.

 

Subo los escalones y veo a Cindy.

 

“¿Por qué siempre tienes que acaparar la atención de todos?” me molesta.

 

Tonta Cindy. La miro con hastío, e imito el sonido de la criatura cuando sonaba sus dientes imitando a la perfección ese sonido de cómo si me estuviera ahogando. Cindy da varios pasos atrás asustada.

 

“¿Por qué siempre tienes que ser tan rara?” me grita y sale corriendo hasta su cuarto encerrándose.

 

Me sonrío maliciosamente y camino hasta el baño para darme una ducha.