IZTACALCO, D.F - IZTAPALAPA, D.F.
- IZTACALCO, D.F
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Delegación situada al oriente del Distrito Federal, linda al norte con las delegaciones Venustiano Carranza y Cuauhtémoc, al poniente con la Benito Juárez, al sur con Iztapalapa y al oriente con el municipio de Nezahualcóyotl del estado de México. Tiene una superficie de 23 Km2 (1.5% del total de la entidad), y en 1990 registró una población de 448 mil habitantes, con una densidad demográfica promedio de 19 492 personas por kilómetro cuadrado. La población de la entidad, que en 1950 era de sólo 37 mil habitantes, subió a 200 mil en 1960 y llegó a 477 331 en 1970. Este crecimiento obedeció al creciente flujo de inmigrantes de ese periodo. No obstante, en los veinte años que van de 1970 a 1990 se verificó un descenso absoluto en el total de habitantes, pues en esta última fecha la población sólo totalizó 448 322 personas, que equivale a una tasa de crecimiento de -0.31%.
Según el perfil sociodemográfico del D.F. para 1990, la población económicamente activa (PEA) comprende un 47% de la población total. A su vez, la PEA se divide en un 61.6% de personas que se dedican al comercio y los servicios, un 26.9% a la industria, el 0.6% al sector primario, el 7.4% a administración pública y defensa y el 1.1% en actividades no especificadas. Las dos terceras partes trabajan a menos de 5 km de su lugar de residencia.
La delegación cuenta con el 5.24% del total de viviendas particulares del Distrito Federal, de las cuales 98.70% disponen de agua entubada, 98.15% de drenaje, 99.69% de electricidad y 99.42% de servicio sanitario. Según el tipo de tenencia encontramos que el 63.92% son propias y el 26.24% rentadas. Del total de viviendas, la mitad se encuentra en mal estado.
El 95% del territorio de la delegación está urbanizado: la mitad se destina a habitaciones, la cuarta parte a vialidad, el 7.2% a la industria y el 0.3% a espacios abiertos. La Ciudad Deportiva de la Magdalena Mixhuca tiene una superficie de 1.6 km cuadrados. Las escasas zonas verdes se localizan principalmente en los camellones y en la Unidad Infonavit de Santa Anita. La Delegación cuenta con 28 jardines de niños, 66 escuelas primarias, 14 secundarias, tres planteles de enseñanza media superior y uno de formación profesional; dos centros de salud, una clínica y un hospital; tres bibliotecas, tres teatros y un cine; ocho centros deportivos, entre ellos las instalaciones de la Magdalena Mixhuca, incluyendo el Velódromo, el Palacio de los Deportes, el Autódromo y la Sala de Armas.
El sistema de vialidad primario de Iztacalco está compuesto de cuatro ejes con una disposición de oriente a poniente, otros tantos de norte a sur y las líneas 1, 4, 5 y 9 del metro. Cuenta con 43 rutas de autotransporte urbano (Ruta 100) y 613 camiones. En la delegación operan 5 oficinas de telégrafos, 12 estaciones de radio AM y 172 oficinas postales.
Historia. Iztacalco significa en náhuatl en la casa de la sal, o sea, donde se recoge o se produce. El vocablo está compuesto por iztatl, sal; calli, casa; y co, locativo. El jeroglífico de la localidad representa el apresto utilizado en esa tarea. Durante la época prehispánica, Iztacalco fue un islote rodeado por las aguas del lago de Texcoco. Cuando aún no fundaban su ciudad, los mexicas estuvieron de paso en ese sitio y seguramente se proveyeron de sal, la cual obtenían evaporando el agua salobre en el aparejo que muestra el ideograma.
Más tarde, un pequeño grupo se dedicó en esa zona al cultivo de frutas y legumbres destinadas al consumo de los habitantes de Tenochtitlan, y de flores para el culto, actividad que perduró, respecto de la posterior Ciudad de México, hasta la cuarta década del siglo XX. Una vez realizada la Conquista española, los pocos vecinos de Iztacalco fueron evangelizados por los frailes franciscanos, quienes levantaron ahí un conventillo bajo la advocación de San Matías. Nunca radicaron en él más de dos religiosos, pues la comunidad que debían atender espiritualmente no pasaba de 300 indígenas. No tuvieron pueblos de visita, sino únicamente la ermita de San Antonio, donde cada año celebraban fiestas. El primer libro de bautizos de la vicaría se inicia en el año de 1662. En ese tiempo se registraron ocho minúsculos barrios periféricos.
Poco o nada pudo crecer el poblado en los dos siglos siguientes a causa de que se encontraba en los terrenos inundados o anegadizos del lago. A fines del siglo XIX estos y otros asentamientos ya constituían la municipalidad de Iztacalco, dependiente de la prefectura de Tlalpan. La población del municipio era apenas de 2 800 habitantes, distribuidos en los pueblos de San Matías Iztacalco, Santa Anita, Xicaltongo San Francisco, Zacahuixco San José, Nextipan San Juanico, Magdalena, Atlaxolpa y Asunción Aculco; los barrios de Santiago, Los Reyes Zapotla y Santa Cruz; y los ranchos Cedillo, Viga o de la Cruz, Matlapalco y Palo Gacho.
Curiosamente, el nombre que los españoles agregaron al locativo indígena no fue utilizado en todos los casos antes de éste, sino después, como en Xicaltongo San Francisco. La mayoría de estas localidades se hallaba rodeada de chinampas, es decir los terrenos de corta extensión, rectangulares, formados sobre una base de juncos o cañas y limitados por canales artificiales. Por estas vías se comunicaban entre sí y con el canal principal, llamado de la Viga o de Xochimilco, que unía el lago de este nombre con el de Texcoco, pasando por el extremo sureste de la ciudad de México. Cada chinampa estaba sembrada de legumbres y flores, y en uno de sus extremos se levantaba la choza de su propietario. Dice Manuel Rivera Cambas, en el libro México pintoresco, artístico y monumental (1880-1883), que en un principio los indios podían mover su terreno y su casa cuando les convenía, tirando de la chinampa con unas cuerdas; pero que el azolve de los lagos acabó haciendo imposible esta maniobra.
Iztacalco y Santa Anita, situados en la orilla del canal principal, fueron hasta 1940 uno de los paseos preferidos por los vecinos de la capital. Los paseantes dice el propio Rivera se embarcaban en canoas en la Viga y pasaban la garita por debajo de un puente de dos ojos, que por la noche cerraban grandes compuertas. A una y otra banda del canal sólo había llanuras, roturadas por apantles. Las viviendas, que aparecían dispersas, eran jacales de carrizo o adobe y muy pocas casas había de cal y piedra. Sin embargo, la gente concurría por el gusto de pasear en las trajineras, seguidas a menudo por otras pequeñas embarcaciones desde las cuales las indias ofrecían verduras frescas, tamales, tortillas enchiladas y pulque; y también por el placer de penetrar en aquel paisaje bucólico, contemplando los sembradíos de rosas, amapolas y azucenas. En los potreros adyacentes era abundante la caza de patos, gallaretas, chichicuilotes, agachonas, gansas, gavilanes, aguiluchos y gallinas de agua. Aun cuando este paseo era muy concurrido todos los fines de semana, la temporada más propicia empezaba el primer domingo de Cuaresma y terminaba en la Pascua del Espíritu Santo. La fiesta principal de Iztacalco, sin embargo, era la procesión del Corpus, en el mes de agosto. A la una de la tarde se lanzaban millares de cohetes y se echaban las campanas a vuelo. El curso de la procesión se adornaba con enramadas, jaulas con pájaros y flores regadas en el piso.
El canal de la Viga, también llamado Nacional, empezó a cegarse en los años treintas y sobre lo que fue su trazo se construyó una calzada. A ambos lados de esta vía se fraccionaron los terrenos ya desecados y se fueron formando colonias populares, como La Cruz, Pantitlán y Granjas México, donde se asentaron buena parte de los trabajadores de las industrias que habían surgido: de cajas y láminas de cartón, de colchones, de muebles de madera y de productos químicos y alimenticios. Nacida en terrenos que le fueron ganados al lago y con una vida moderna de apenas 35 años, la actual Delegación Iztacalco perdió su anterior fisonomía rural y no tiene todavía ninguna nota urbana peculiar que la caracterice.
Acervo cultural. 1. Antiguo convento y templo de San Matías. Juárez núm. 4. Lo fundaron los frailes franciscanos en 1564. La fachada del templo, ya muy modificada, está ornamentada con labores de piedra; el interior es de una sola nave, con una capilla anexa. La pila bautismal es rústica. Se conserva la portería y el claustro, de diseño muy sencillo. 2. Ermita de Santa Cruz. Es la edificación colonial más antigua de Iztacalco. Fue construida a fines del siglo XVI por los padres franciscanos. En su interior se encuentran dos Cristos hechos de pasta de caña de maíz. 3. Palacio de los Deportes. Ciudad Deportiva de la Magdalena Mixhuca, en la esquina que forman la avenida Río Churubusco y el viaducto Miguel Alemán. Se inauguró en 1968, en ocasión de los Juegos de la XIX Olimpiada. Lo diseñaron los arquitectos Félix Candela, Antonio Peyrí Maciá y Enrique Castañeda Tamborrell. El edificio tiene una planta circular totalmente cubierta por una bóveda metálica mixta, con claro de 160 m, que a la vez de techumbre le sirve de fachada. El punto central del casquete esférico está a 45 m sobre el nivel del terreno. La estructura de la cubierta está formada por una retícula de armaduras de acero con arcos que siguen la dirección de los círculos máximos de una esfera. Como resultado del cruce de estas armaduras se forman 121 puntos de intersección que definen los vértices exteriores de unas pirámides tetragonales, llamadas en lenguaje geométrico paraboloides hiperbólicos. Las pirámides están sustentadas en una estructura de aluminio y cubiertas por dos capas de madera multilaminar marino, una película de fieltro asfáltico y unas tejas de cobre. Los muros exteriores se desplantan en zig-zag, pero en su perímetro superior siguen el desarrollo de un círculo. La pista de competencias tiene un diámetro de 80 m. Las tribunas desmontables tienen capacidad para 5 852 personas; las medias, para 7 086; y las altas, para 6 840. Proyectado para servir como escenario de diversos espectáculos, la sección de vestidores y baños puede dar acomodo simultáneo a 300 personas. Los estacionamientos ocupan una superficie de 88 205 m2 útiles para 3 864 vehículos. La gran plaza que circunda el edificio suele utilizarse para instalar exposiciones. 4. Parroquia de la Santa Cruz. Calle Santa Cruz, s. núm. Es de estilo churrigueresco. Sus muros están ornamentados con abundancia de grecas y figuras de hombres y animales en superposición de planos. 5. Sala de Armas. Ciudad Deportiva de la Magdalena Mixhuca, en la acera sur de la avenida Río de la Piedad. Se inauguró en 1968, en ocasión de los Juegos de la XIX Olimpiada. La diseñaron técnicos de la Secretaría de Obras Públicas. El edificio tiene planta rectangular, muros aparentes y techumbre curva de lámina de asbesto-cemento y de acrílico transparente, colgada de cables que van sujetos a 30 apoyos aéreos de acero (15 de cada lado) y que por medio de una rótula se unen a otros de concreto. Este tipo de techumbre, de origen suizo, basado en los principios de los puentes colgantes, se utilizó por primera vez en México en esta obra. El escenario de competencia tiene capacidad para 15 pistas de esgrima de 18 m de largo por ocho de ancho, hechas con tarimas desmontables de encino, cubiertas con un tapete de hule asfáltico y una malla de cobre para señalar los toques mediante un dispositivo eléctrico. Las tribunas pueden alojar a 3 258 espectadores y en el estacionamiento caben 158 vehículos. Diseñada para eventos múltiples, el área de competencia mide 95.20 por 65 m. El 13 de septiembre de 1968, el presidente Gustavo Díaz Ordaz impuso a esta sala el nombre de Fernando Montes de Oca, uno de los héroes juveniles de México. 6. Templo de Santa Anita. Calles de Juárez e Hidalgo. Se construyó en 1777. Los vecinos remodelaron el interior en 1948. En el altar se conservan cuatro pinturas que datan del siglo XVII. Hay también esculturas talladas en madera del Señor Crucificado, de Jesús Nazareno y de Nuestra Señora de los Dolores. 7. Velódromo Olímpico. Ciudad Deportiva de la Magdalena Mixhuca, entre las calles de Agiabampo, Morelos y Genaro García. Se inauguró en 1968, en ocasión de los Juegos de la XIX Olimpiada. El trazo de la pista lo realizó el arquitecto Herbert Shurmann y el edificio lo diseñaron los arquitectos Jorge, Ignacio y Andrés Escalante y Legarreta. La instalación, de planta ovoide, está orientada en su eje longitudinal de norte a sur y se compone del escenario de competencias, las tribunas y los servicios. La pista de carreras tiene un desarrollo elíptico de 333.3 m de longitud en su borde interno, 7 m de ancho en las rectas y 39.5° de peralte en las curvas de ambos extremos; está sostenida por 498 apoyos estructurales y está cubierta con tarimas de Doussie Afzeiba, madera que se obtiene en el Camerún Francés y que se singulariza por ser resistente a la humedad e inmune a los hongos, además de poseer gran dureza. Bordeada por la pista de ciclismo e inscrita en un rectángulo de 91.44 m de largo por 54.86 de ancho, quedó la cancha de hockey, sembrada con cinco variedades especiales de pasto y dotada de un sistema de drenaje que permite usarla un minuto después de una lluvia copiosa. Las tribunas tienen capacidad para 5 421 personas; y el estacionamiento, para 693 automóviles. El 1° de septiembre de 1968, el presidente Gustavo Díaz Ordaz impuso al Velódromo Olímpico el nombre de Agustín Melgar, uno de los cadetes que defendieron el Castillo de Chapultepec en 1847.
- IZTACCÍHUATL
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(Del náhuatl íztac, blanco y cihuatl, mujer: mujer blanca.) Volcán situado al oriente del valle de México y al poniente del de Puebla, a los 19° 11 de latitud y 98° 38 de longitud. Se formó en la época terciaria, a fines del Mioceno. Sus cumbres están cubiertas de nieves perpetuas. V. GEOFÍSICA; GLACIARES y VOLCANES.
Interior del glaciar de Ayoloco en el Iztaccíhuatl, volcán entre los límites del estado de México y Puebla.
Foto Armando Salas PortugalToma del volcán Iztaccíhuatl, situado entre el Estado de México y Puebla..
Fotografía de Armando Salas Portugal - IZTACNANÁCATL
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Russula delica Fr. Hongo comestible, solitario, de 17 cm. El píleo es infundibuliforme, las láminas poco decurrentes y el estípite corto, grueso y de color blanco lechoso, que se torna amarillento al secarse. La carne, blanca y dura, tiene sabor a nuez. Se distribuye en los estados de Puebla Hidalgo y México y en Distrito Federal. Se le conoce también como trompa, trompa de puerco y hongo de venado.
- IZTACOANENEPILI
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Cissampelos pareira L. Bejuco de la familia de las menispermáceas, pubescente, algo astringente y con tallos largos delgados; de hojas alternas, orbiculares, cordiformes o reniformes, generalmente peltadas, pilosas y delgadas; flores unisexuales y blancoverdosas: las masculinas, regulares, tetrámeras, con el perianto doble y los estambres unidos en una columna que se ensancha en la parte superior, y las femeninas, con un solo sépalo, un pétalo y un ovario unilocular y unicarpelar con el estigma trifurcado; las inflorescencias femeninas presentan brácteas pequeñas, orbiculares o cordiformes. El fruto es una drupa roja o anaranjada, pequeña y comprimida. La raíz de la planta se usa en medicina popular contra picaduras de serpientes y otros animales ponzoñosos; se ha usado en lugar de la pareira brava o butúa de Brasil Chondodendron tomentosum, de la misma familia, empleada en farmacia como febrífugo, anticonvulsivo, diurético y tónico. Es frecuente en los matorrales secundarios de las selvas tropicales y subtropicales, desde Tamaulipas y Sonora hasta Veracruz, Oaxaca, Chiapas y Yucatán. Se le conoce también como curarina Chiapas, oreja de ratón Guerrero y Michoacán, butúa Colima, Guerrero y Veracruz, y pareira brava Oaxaca y Veracruz. El nombre de iztacoanenepilli hace alusión a la semejanza de la raíz, según los antiguos mexicanos, con una lengua de serpiente.
- IZTACOLIUHQUI
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(Blanco torcido.) Deidad azteca, aparece representada en el Códice borbónico con un gorro torcido y adornos o cordones blancos, también torcidos, en la cabeza, a juzgar por los cuales, más que simbolizar el hielo y la nieve, como hasta ahora se ha dicho, debe representar el algodón en copos torcidos, sin perjuicio de que represente, por similitud, las nubes y la nieve, y aun el pecado y el castigo.
- IZTAPALAPA, D.F.
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Delegación situada al oriente del Distrito Federal; linda al norte con Iztacalco, por este rumbo y al poniente con el municipio de Nezahualcóyotl, del estado de México, al sur con las delegaciones de Tláhuac y Xochimilco, y al poniente con las de Benito Juárez y Coyoacán. Tiene una superficie de 117.5 Km2 (7.8% del total de la entidad) y una densidad demográfica promedio de 12 685 personas por kilómetro cuadrado. En 1950 la población era de 74 240 habitantes y en 1980, de 1.2 millones; es decir que creció 16 veces en 30 años. Este fenómeno se debió a la constante inmigración proveniente del propio Distrito Federal y de los estados de Michoacán, México, Guanajuato y Puebla. Sin embargo, este crecimiento disminuyó si tomamos en cuenta las cifras del censo de 1990, en el que se consigna que la delegación contaba con un total de 1 490 499 habitantes. Según el censo, de la población económicamente activa, que es el 46.3% de la total, el 55.5% se ocupa en el comercio y los servicios, el 32.1% en la industria, el 0.6% en el sector primario; el 7.6% en la administración pública y defensa, y el 3.9% en actividades no especificadas. El 25.92% de la población no es nativa de la delegación.
De la superficie de la delegación, el 80% está urbanizada; y de ésta, el 43% está ocupada por habitaciones, el 19% por calles, calzadas y avenidas, el 4% por industrias, el 3% por servicios. En general Iztapalapa se ha convertido en una ciudad dormitorio, pues la mayoría de sus pobladores trabajan fuera de la delegación. El 55.2% del total de viviendas corresponde a viviendas unifamiliares, el 31.8% a plurifamiliares y el 13% a conjuntos de varios edificios, de las cuales el 73.57% son propias y el 16.90% rentadas. La delegación dispone de 77 jardines de niños, 328 primarias, 52 secundarias, cinco planteles de educación media superior y la Unidad Iztapalapa de la Universidad Autónoma Metropolitana; una clínica del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado y otra del Instituto Mexicano del Seguro Social, tres centros de salud, tres hospitales; cinco bibliotecas, un club social, dos cines, un teatro, un museo y cinco centros deportivos. La estructura vial está formada por nueve ejes viales, entre ellos las calzadas de La Viga, Ermita Iztapalapa y México-Tulyehualco, y las avenidas Cinco y Javier Rojo Gómez. Cuenta con 70 rutas de autotransporte urbano (Ruta 100) y 927 camiones, 8 Oficinas de Telégrafos, 14 estaciones de radio (11 amplitud modulada y 3 frecuencia modulada); y 311 oficinas postales. Hay 2.5 m2 de áreas verdes, principalmente en el Cerro de la Estrella, que es de origen volcánico y tiene en la cima una pequeña meseta a 224 m de altura sobre el nivel medio de la ciudad. Las principales elevaciones son los cerros de Santa Catalina, de 2 457 m de altitud; el de la Caldera, de 2 167, asociado a una serie de conos volcánicos; y el de la Estrella, de 2 481, que contiene varias cavernas. El Peñón Viejo o del Marqués cobró celebridad por la profecía indígena de que la ciudad de México desaparecerá cuando ese cerro haga erupción.
Historia. Las malas cosechas, las convulsiones sociales y los conflictos religiosos provocaron el abandono de la metrópoli sagrada de Teotihuacan en el curso del siglo X. Por ese tiempo grupos nómadas, nahoas y chichimecas, encabezados por Mixcóatl, irrumpieron en el norte del Valle, destruyeron la ciudad evacuada, continuaron hacia el sur bordeando los lagos y al fin se detuvieron al pie del cerro de la Estrella, donde fundaron su capital, que llamaron Culhuacán. Mixcóatl se unió a una mujer de origen teotihuacano y se inició así, sobre el grupo invasor, la influencia de aquella cultura mucho más evolucionada. Esta pareja engendró a Topiltzin. Nacido hacia 947, pasó su infancia y su primera juventud en Tepoztlán, donde afirmó el legado materno y conoció el culto a Quetzalcóatl. Mientras tanto, Ihitimal asesinó a Mixcóatl y usurpó el señorío culhua. Topiltzin, una vez que llegó a la mayoría de edad, mató a Ihitimal y quedó dueño de Culhuacán. El nuevo soberano decidió cambiar de asiento la capital y se trasladó a Tollantzinco, lugar donde según las crónicas habitó sólo cuatro años, y de ahí a Tula, llevando consigo a los artífices y constructores teotihuacanos que aún quedaban en el Valle. En el último tercio del siglo X florecieron en Tula la escultura y en menor grado la arquitectura. Topiltzin trató de imponer el culto a Quetzalcóatl, en una sociedad que tenía a Tezcatlipoca como dios nacional, y eso determinó su caída del gobierno. Sin embargo, la aculturación de los chichimecas, por su contacto en Culhuacán y Tepoztlán con los teotihuacanos dispersos, había propiciado el advenimiento de los toltecas, la comunidad más desarrollada de su tiempo. Durante el siglo XI fueron cobrando importancia los toltecas, cuyo poderío culminó y acabó bajo el reinado de Huémac, muerto en 1156. Desde años antes nuevas perturbaciones sociales forzaron la salida de migrantes hacia la región de los lagos. Uno de estos grupos fundó la dinastía tolteca de Culhuacán en 1114. En ellas se sucedieron Nauhyotl (muerto en 1124), Cuauhtexpetlatzin (1124-1181), Huetzin (1181-1202), Nonoalcatl (1202-1223) y Cuauhtonal (1237-1251). A mediados del siglo XIII se entronizó una nueva dinastía llamada chichimeca, regida por Mazatzin (1251-1274), Quetzaltzin (1274-1287), Chalchiuhtlatonac (1287-1304), Cuautlix (1304-1311), Yuhuallatonac (1311-1321), Tziuhtecatzin (1321-1334), Xihuitlemoc (1334-1352), Coxcox (1352-1376), Acamapixtli (1376-1388) y Achicometl (1388-1400). Hacia fines del siglo XIV estalló la guerra civil y se despobló Culhuacán, que ya nunca pudo recuperarse. También contribuyó a su decadencia y acabamiento la expansión conquistadora de los tecpanecas de Azcapotzalco. Sin embargo, antes de ser sometidos a vasallaje, en dos ocasiones aportaron los culhuas miembros de su casa reinante para fundar el linaje de Tenochtitlan. El florecimiento de Culhuacán comprende el periodo que va desde la caída del imperio tolteca hasta el nacimiento del Estado azteca. A juicio de George C. Vaillant (La civilización azteca, 1941), Culhuacán fue considerado como un centro de civilización y durante tres siglos fue un poder dominante en el Valle de México.
A principios del siglo XIV los aztecas procedentes de Aztlán, obtuvieron permiso del rey tecpaneca Tezozómoc para atravesar su territorio y establecerse en el cerro de Chapultepec. Allí vivieron tranquilos durante unos cuantos años, pero cuando sus jóvenes dieron en raptar mujeres de los pueblos vecinos, fueron reprimidos y la mayor parte de la tribu pasó a refugiarse en Culhuacán, en calidad de siervos. Sin embargo, pronto se distinguieron por su bravura en las batallas, y de vasallos se convirtieron en aliados del señor culhua. Validos de esta amistad, le pidieron una hija que luego sacrificaron y desollaron para que un sacerdote vistiera la piel de la doncella en ocasión de una de sus fiestas. Enfurecido el jefe culhua, arrojó a los mexicanos a los carrizales del lago, donde hacia 1325 encontraron el sitio para fundar su ciudad. Para la gente de Culhuacán, Azcapotzalco y Texcoco los aztecas no eran entonces sino una miserable tribu semisalvaje que vivía en un islote, alimentándose de raíces, hierbas y animales. Cincuenta años más tarde, Acamapixtli, cacique mexicano originario de Culhuacán, pudo ya fundar la dinastía azteca, cuyo cuarto señor, Itzcóatl, terminó con el dominio de Azcapotzalco, formó la Triple Alianza con Texcoco y Tacuba e inauguró la era imperial de Tenochtitlan.
El cerro de la Estrella, llamado por los antiguos Huizachtépetl, fue para los aztecas el escenario de la ceremonia del fuego nuevo. La terminación de un ciclo de 52 años se solemnizaba con la extinción total del fuego y el dramático acto de volver a encenderlo en la cumbre de esa montaña, una vez que la constelación de las Pléyades llegaba al cenit, señal de que continuaría el movimiento de los astros y en consecuencia la vida. En los días anteriores a este acontecimiento la gente destruía sus enseres domésticos, las mujeres y los niños se quedaban en casa, las embarazadas se recluían en las trojes donde se guardaba el maíz y los hombres se reunían sollozantes al pie y en las laderas del cerro en espera del desenlace. A la puesta del Sol los sacerdotes ascendían a la cumbre y cuando aquellas estrellas llegaban al meridiano, el principal de ellos hundía su cuchillo de pedernal en el pecho de la víctima propiciatoria que los otros sujetaban y luego, sobre la herida abierta, encendía un fuego con los aperos de madera. Todos lanzaban entonces exclamaciones de alegría. Mensajeros especiales prendían antorchas en el fuego nuevo y corrían a llevarlo a los altares de los templos, de donde el pueblo tomaba la lumbre para sus hogares. La última ceremonia de esta índole se celebró en 1507.
En vísperas de la Conquista española, Culhuacán ya no era una localidad preeminente en el sur del Valle. En sus proximidades se había desarrollado Iztapalapa, también a la orilla del lago y al pie del cerro de la Estrella, aunque del lado norte de esa montaña. Al parecer del náhuatl iztapalli (cierto tipo de piedra plana) y apan (sobre el agua), Iztapalapa significa en las losas del agua, topónimo que describe su situación ribereña, pues estaba fincada mitad en tierra firme y mitad en el lago, conforme al sistema de chinampas. Enteramente mexica, era una de las villas reales que rodeaban Tenochtitlan, a la cual abastecían de mantenimientos y a la vez protegían, pues constituían una primera línea de defensa. Gobernada por Cuitláhuac, hermano de Moctezuma II, tendría unos 10 mil habitantes dedicados a la horticultura, la floricultura y la producción de sal. En la ciudad sobresalían los huertos, los estanques para peces, los criaderos de aves, el jardín botánico y el palacio de Cuitláhuac, todo de cantería y vigas de cedro, con patios muy espaciosos. En el centro ceremonial de la población desembocaba el camino de Meyehualco, que luego continuaba hasta Mexicalzingo, de donde salía, con destino a Tenochtitlan, la calzada llamada de Iztapalapa. Esta obra la empezó a construir en 1429 el cuarto señor de los aztecas, Itzcóatl, aprovechando el trabajo servil de los tecpanecas y xochimilcas. El terraplén, cimentado en el fondo del lago, sobresalía metro y medio de las aguas, medía 8 km de longitud y era tan ancho que por él podían ir ocho caballos a la par. A la mitad del trayecto estaba el fuerte de Xoloc, de piedra, con torres a los lados y en medio un pretil almenado y dos puertas, una para entrar y otra para salir. De ese punto partía el ramal a Coyoacán.
Los lagos de Chalco y Xochimilco se comunicaban con el de Texcoco por una boca de unos 3 km de amplitud, en cuyo extremo oriental estaba Mexicalzingo, unido a su vez por un dique con Churubusco, desde donde también podía irse, bordeando el lago, a Coyoacán. Este dique tenía un sistema de compuertas para regular el flujo de las aguas dulces. El poblado de Culhuacán, a su vez, se hallaba en el ribera sur de la península que forma la sierra de Santa Catarina y tenía cuatro barrios, dos en tierra firme y dos formados por chinampas.
Después de trasponer la sierra Nevada, Hernán Cortés y su hueste llegaron a Iztapalapa el 6 de noviembre de 1519. Les dio la bienvenida Cuitláhuac, los obsequió y los aposentó en su palacio, según eran los deseos de Moctezuma. El día 8 los españoles continuaron su marcha rumbo a Tenochtitlan. Ya en la capital mexica, usaron la violencia para arrebatar sus riquezas a la nobleza mexicana. Moctezuma y Cuitláhuac fueron encarcelados. En mayo del año siguiente, en ausencia de Cortés, Pedro de Alvarado realizó una matanza de hombres, mujeres y niños en el recinto sagrado del Templo Mayor y provocó el levantamiento popular. A su regreso, Cortés exigió a Moctezuma que restableciera la normalidad y éste pidió para ello que se pusiera en libertad a Cuitláhuac, quien trasmitiría sus instrucciones. Los indígenas se negaron a obedecer al monarca y encontraron en el príncipe de Iztapalapa al caudillo que los guiaría en la guerra. Del 26 al 30 de junio los españoles no tuvieron reposo en repeler los continuos y furiosos ataques. Moctezuma, obligado por Cortés, arengó a su súbditos, pero fue injuriado, lapidado y muerto. La retirada de la tropa hispana ocurrió el 30 de junio y dio ocasión al episodio de la Noche Triste. El 7 de septiembre de 1520, Cuitláhuac fue elegido emperador de los mexicas, en cuya ocasión fueron sacrificados los 41 jinetes que cayeron prisioneros durante la retirada. Repuesto Cortés, a principios de 1521 volvió al Valle, armó unos bergantines y emprendió la campaña para cincunvalar Tenochtitlan y destruir las poblaciones ribereñas. Chalco, Mixquix e Iztapalapa fueron saqueadas, aniquiladas y sojuzgadas, aunque fieramente defendidas. Dicen las crónicas que sólo en Iztapalapa murieron unos 5 mil indígenas.
Esta localidad decayó tanto en la época colonial, que en la segunda mitad de siglo XVIII únicamente vivían en ella 130 familias aborígenes, según Antonio de Alcedo, autor del Diccionario geográfico-histórico de las Indias Occidentales o América (Madrid, 1787). Cien años más tarde tenía 3 416 habitantes, incluyendo los barrios de San Miguel, San Nicolás, Jerusalén, Ladrillera, Xomulco, Ticomán, Santa Bárbara, Huitzila, Cuautla, Xoquilac, Tecolpa, Tequicalco y Alixoca; y otros 1 809 en el resto de la municipalidad, o sea en los pueblos de San Andrés Tetepilco, San Simón, Santa María Nativitas y Mexicalzingo, las haciendas de Soledad y Portales y los ranchos de Suárez, José Tenorio y Sánchez y Albarrada. La ley de organización política y municipal de 1903 le añadió los pueblos de Iztacalco, San Juanico, Santa Cruz Meyehualco, Santa Marta, Santa María Hastahuacan, Tlacoyucan, Tlaltenco, San Lorenzo Tezonco, Santa Ana Zacatlamanco y Zapotitlán, con lo cual la población llegó a 10 440 habitantes, de los cuales 7 200 correspondían a la cabecera. Las principales actividades seguían siendo la horticultura y la floricultura. La mayoría de las viviendas eran jacales. Iztapalapa estaba comunicada por tranvías de tracción animal hasta Jamaica, y de ahí a México por tranvías eléctricos. El lago, a su vez, en proceso de desecación, se había convertido en un llano cenagoso. La apariencia general era de pobreza y abandono. Sobrevivía la versión de que una india, llamada María Bartola, había dejado en el siglo XVI una relación de la Conquista, de la que al parecer se sirvió el historiador texcocano Fernando de Alva Ixtlixóchitl. Después de la Revolución, Iztapalapa siguió siendo un pueblo precario, hasta 1950 en que se inició su expansión. En el curso de las tres décadas siguientes han surgido unas 100 colonias y unidades de habitación de gente pobre y de la clase media.
Acervo cultural. 1. Exconvento de Culhuacán. La iglesia y el convento de San Matías empezaron a edificarse por los frailes agustinos en 1562. La construcción se terminó en 1569 y se amplió en 1576. El convento se destinó a seminario de lenguas. Tuvo amplio atrio y cementerio, huerta, manantial y un molino de papel. Vivieron ahí unos ocho religiosos. El curato se secularizó en 1756. La iglesia primitiva se demolió en 1892. El templo actual, de tres naves, fue construido de 1880 a 1897 utilizando materiales del antiguo. Cada lado del claustro tiene cinco arcos en la planta baja y cuatro ventanas en la alta. Es notable una puerta de madera, la única que se conserva del siglo XVI, compuesta por tableros con relieves tallados que representan la Pasión y muerte de Cristo y a Juan de Sahagún, mártir agustino. Hay en varias de las dependencias del edificio tres capas de pinturas murales, dos del siglo XVI, al fresco, y la otra del XVIII, al temple. Las que mejor han logrado restaurarse muestran la entrada de Jesús a Jerusalén, la Adoración de los Reyes, La Natividad y personajes célebres de la Orden de San Agustín, a menudo enmarcados por columnas candelabro, típicas del plateresco. El edificio, reconstruido hacia 1960, está ocupado por oficinas del Instituto Nacional de Antropología e Historia. 2. Parroquia de Iztapalapa. Esquina de las calzadas Iztapalapa y Estrella. Está dedicada a San Lucas y se construyó en 1664. En una de las varias remodelaciones que se le han hecho se le restituyó la cubierta de madera. En las hojas de la puerta parece haber símbolos indígenas no plenamente identificados a causa de su mal estado de conservación. El púlpito es excelente. El templo conserva un lienzo que representa la Inmaculada Concepción coronada por la Trinidad. 3. Santuario del Señor del Santo Sepulcro de Jerusalén. A juzgar por una tradición oral, hacia 1687 unos señores de la villa oaxaqueña de Etla llevaban a restaurar a la ciudad de México la imagen de Cristo muerto que se veneraba en su localidad. Al cabo de una de sus jornadas, pasaron la noche al pie del cerro de la Estrella. Al despertar, advirtieron que la imagen había desaparecido. Tras minuciosa búsqueda, la hallaron en una cueva de la montaña, de donde ya no pudieron moverla, prueba de que el Señor deseaba permanecer ahí. Los vecinos de Iztapalapa lo acogieron como patrón y le edificaron una ermita. En 1833, en ocasión de una grave epidemia de cólera morbus, invocaron la protección del Señor de la Cuevita, nombre que el pueblo le dio a esa imagen desde un principio, y al cesar la peste le erigieron, en agradecimiento, al actual santuario, que se terminó en 1875. La iglesia es de planta rectangular y mide 41 m de largo, 10.6 de ancho y 25 de altura hasta el remate de las torres. Atrás del presbiterio está la cueva que menciona el relato y a un lado, túnel de por medio, la capilla penitencial. El gran atrio, donde cada año se representa la Pasión de Cristo, tiene 179 m de largo por 55 de ancho y culmina en una capilla abierta. La fachada está compuesta a base de elementos inspirados en el orden jónico. El campanario del lado derecho fue construido en 1857 y está mucho mejor acabado que el opuesto, levantado en 1907 y solamente aplanado. En el ciprés se guarda la urna con la imagen de Cristo en el sepulcro. Los altares laterales están dedicados al Sagrado Corazón de Jesús y a la Virgen del Monte Carmelo. Entre las esculturas destacan las de las vírgenes de Santa Juanita y de la Balita. Pintadas al óleo directamente sobre los muros, aparecen La adoración de los magos, Jesús entre los doctores, Las tentaciones, La última cena, La resurrección de Lázaro, La hija de Jairo, La flagelación, La cura del paralítico y los cuatro evangelistas, obras realizadas en 1875 por Anacleto Escutia. La imagen del Señor de la Cuevita, hecha de pasta de caña de maíz, está en el camerino del altar principal; y una réplica suya, llamada El peregrino, en la cavidad adyacente. Este santuario es sede de la Vicaría Espiscopal de San Pablo.
Cerro de la Estrella, Iztapalapa
AEM