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Monty escuchó el estrépito y los ruidos. Inmediatamente, estaba en marcha. Se había quedado haciendo guardia a la sombra de la tienda más grande, sin perder de vista a los centinelas, que ahora eran cuatro y patrullaban las inmediaciones del campamento con el fusil Lee-Enfield preparado, mientras Jessie entraba en el refugio donde habían divisado a Tim trabajando.

Habían entrado al campamento arrastrando los pies, enganchándose a la cola del cortejo de camellos, camuflados en sus atuendos egipcios. Todo el mundo corría y gritaba; el campamento bullía con la frenética actividad del embalaje. Pero Monty era consciente de que solo tenían unos minutos. Eso era todo antes de que los descubrieran. Así que siguió la trayectoria de cada guardia, sin quitarles ojo de encima, mientras Jessie hablaba con Tim.

Todo dependía de lo que su hermano tuviera que decir.

Cuando el campamento dio las primeras señales de vida al alba, las patrullas los habían obligado a él y a Jessie a retirarse, adentrándose en las colinas unas horas, aunque eran las pilas de cajas de madera del centro del campamento lo que había llamado la atención de los guardias, como polillas atraídas por una llama dorada. Pero no todos acudían corriendo a los gritos.

Monty se bajó el pañuelo de la cara a medida que se apresuraba hacia la parte delantera del refugio, pero lo que vio no fue lo que esperaba. Scott se retorcía en el suelo. Tenía en la cara y en las manos una máscara de sangre. Sobre él estaba el hermano de Jessie, con la cara rígida, en un rictus de sonrisa. Agarraba con fuerza en una mano la base de la vasija hecha añicos y Jessie lo miraba horrorizada.

—Podrías haberlo matado —dijo jadeando.

—Tim —dijo Monty bruscamente—, salgamos de aquí mientras…

—No soy Tim. Soy Georgie.

Monty agarró a Jessie del brazo.

—¡Vámonos! ¡Ahora!

Jessie no se movió. No le quitaba la vista de encima a su hermano.

—Jessie, tenemos que…

Pero ya era tarde. Frente a ellos apareció una fila de obreros egipcios y Monty supo que sus opciones se habían reducido a cero.

Sacó su pistola.