LOS GAYS SEROPOSITIVOS

La autoestima de las personas gays seropositivas, en bastantes ocasiones, se ve seriamente afectada, sobre todo, cuando han de enfrentarse a situaciones concretas en la vida cotidiana, en las que pueden sentir, y peor aún, interiorizar, el temor ante posibles actitudes de rechazo por parte de los demás.

En una sesión de dinámica de grupos, los participantes señalaron las siguientes situaciones preocupantes por las que habían atravesado una vez que conocieron su condición de portadores del VIH; entre ellas, caben destacar las siguientes:

• El primer momento de conocer los resultados. Los sentimientos de soledad y de culpa.

• ¿Cómo se lo digo a mi pareja? o, en el caso de no tenerla, a un posible partenaire no infectado por el VIH.

• Las preocupaciones que genera mantener relaciones sexuales y el temor a poder contagiar al compañero sexual.

• Notificarlo a la familia. Saber calibrar hasta qué punto es conveniente informarla o no.

• Ocultarlo en el trabajo.

• Angustia frente a las enfermedades oportunistas.

• Miedo a la lipodistrofia.

• La incertidumbre con respecto al futuro. Las limitaciones que pueden suponer a nivel personal y profesional.

• El trato con los médicos. Las revisiones y analíticas periódicas.

• Problemas físicos como consecuencia de los efectos secundarios de la ingesta de algunos fármacos.

• Carecer de un nivel óptimo de energía para el desempeño del trabajo diario.

• La actitud a tomar con respecto a las relaciones sociales en general.

Como ya hemos mencionado, una de las mayores preocupaciones e inquietudes que se plantea un seropositivo es el temor/pánico al sentimiento de rechazo ante cualquier posible relación por parte de un compañero no infectado. Esta situación, hemos de reconocer que sucede en ocasiones como consecuencia del miedo, a veces infundado y casi irracional, ante un posible contagio.

En la primera década del SIDA 1981/1991, la falta de datos objetivos, la carencia de fármacos que combatieran eficazmente el VIH, ligado conjuntamente a una intencionalidad clara por parte de la sociedad biempensante, portadora de sus, de sobra conocidos, «valores eternos» —es decir, intereses económicos/religiosos/políticos, difíciles de explicar convincentemente, y con la intencionalidad de estigmatizar a las poblaciones homosexual y heroinómana de ser los causantes de esta pandemia—, consiguió crear en muchos individuos de nuestra sociedad unos temores irracionales basados en el desconocimiento que les llevaron a apartar de sus vidas a aquellas personas seropositivas simplemente por el hecho de serlo.

Que se deben de tomar precauciones a la hora de mantener relaciones sexuales con una persona infectada por el VIH, o con cualquier otra persona poco conocida, es obvio, y no se cuestiona esta prevención; pero de ahí a considerar que no exista una viabilidad para convivir con un hombre o una mujer VIH es un asunto bien distinto.

Está claro que el conocimiento correcto de cuáles son las prácticas de riesgo y cuáles no lo son, así como la necesidad de utilizar siempre el preservativo, permite llevar a cabo una vida sexual sin demasiadas angustias. Por fortuna, hoy en día, nos encontramos con parejas serodiscordantes de gays —al igual que de heterosexuales— en las que uno de los dos es portador del VIH, lo que les impide vivir una vida en pareja con la más absoluta normalidad y calidad de vida.

Las campañas de información sobre el VIH para conocer correctamente cuáles son las prácticas de riesgo, las que no lo tienen y la posible convivencia en pareja con personas seropositivas resultan imprescindibles, puesto que, seguramente, es la manera más efectiva de erradicar de nuestra sociedad miedos y temores basados en el desconocimiento o la información defectuosa.

Para llevar a cabo un sexo seguro, exponemos a continuación cuáles son las prácticas de riesgo, diferenciándolas claramente de aquellas otras que no lo son y, por tanto, no plantean problemas en una relación homosexual, ya se trate de una persona infectada por el virus del SIDA, o de la Hepatitis C; o de un partenaire serodesconocido, estuviese o no infectado. En cualquier caso, insistimos nuevamente en que la utilización del preservativo es imprescindible, como lo es también en cualquier relación de pareja abierta.

• Prácticas de Riesgo:

Contacto receptivo ano-genital sin preservativo Contacto insertivo ano-genital sin preservativo Contacto ano-manual sin guante de látex Contacto ano-digital sin guante de látex Introducción del puño (branquiproctofilia) sin guante de látex Introducción de instrumentos que lesionen la mucosa Felatio sin preservativo con eyaculación oral Contacto oral o anal con orina Compartir utensilios sexuales.

• Prácticas de Bajo Riesgo:

Contacto receptivo ano-genital con preservativo Contacto receptivo ano-oral antes de la eyaculación Contacto externo con orina Felatio sin preservativo sin eyaculación oral Beso húmedo (saliva)

• Prácticas que no entrañan riesgo.

Masaje corporal Masturbación mutua Abrazos Frotar el cuerpo Beso social (seco) Uso de utensilios sexuales propios.

El temor, con una evidente fundamentación real, en las prácticas de sexo anal con preservativo, es su ruptura durante la realización del coito. Cuando un preservativo se rompe, casi siempre, se nota al momento. En ese caso, si nuestra pareja es seropositiva, o estamos manteniendo relaciones con un serodesconocido, es preciso acudir en las primeras setenta y dos horas a cualquier hospital de la Seguridad Social y exponer en Urgencias la situación, ya que existe un Tratamiento de Profilaxis Exposicional (PPE), que suele ser especialmente utilizado por trabajadores de la sanidad, Diplomados en Enfermería y Auxiliares al pincharse con una aguja infectada, etc. La profilaxis post-exposición consiste en un tratamiento con fármacos antirretrovirales que se administra después de una posible exposición al VIH y que evita llegue a producirse la infección por el virus. Estos fármacos sólo deben administrarse de forma excepcional y esporádica, una vez que se hayan valorado los riesgos de la práctica sexual y beneficios de la (PPE). Como cualquier tratamiento tiene efectos secundarios; estos pueden aparecer los primeros días, dependiendo de la combinación de fármacos prescrita por el médico y de la tolerancia del organismo. El tratamiento dura 28 días y si bien no garantiza al cien por cien que la infección no se produzca, debe de iniciarse lo antes posible y preferentemente en las primeras seis horas[18] En los centros hospitalarios tienen la obligación de atender esta situación de emergencia y administrar la medicación oportuna para impedir el posible riesgo de contagio.

José, gay seropositivo.

A continuación entrevistamos a José, uno de los coordinadores de los grupos «Entender en Positivo» «Prevención», y «Nexus» pertenecientes a COGAM, puesto que su dilatada experiencia colaborando en estos grupos de ayuda a personas infectadas por el VIH nos resulta de gran utilidad a la hora de comprender mejor la situación actual por la que atraviesa la comunidad gay con respecto al VIH.

¿Cuál es la realidad del VIH hoy en día dentro de la comunidad gay? ¿Hasta qué punto los gays están sensibilizados del VIH?

José: Yo creo que la sensibilidad dentro del mundo gay con respecto al VIH existe. Si bien se percibe, yo al menos lo percibo así, como una especie de tabú, no se quiere hablar del VIH. Aunque el tema, de alguna forma, esté siempre presente porque todos los gays somos conscientes de la importancia del VIH para la salud, pero muchas veces lo que se percibe es que se intenta esconder y hablar lo menos posible de ese tema.

¿Por qué?

José: Yo creo que por miedo principalmente. Por miedo a encontrarme, por miedo a infectarme, por miedo a que se cruce en mi vida de una forma directa y en la que yo pueda sentirme afectado.

Paradójicamente, hoy en día, todavía hay jóvenes que, a pesar de la información que existe, se contagian del virus del VIH. ¿Cómo vive el VIH un joven recién infectado?

José: Hoy en día creo que ha cambiado bastante, no es lo que era antes de 1996, ni mucho menos, pero las personas jóvenes que se infectan y que les comunican que han contraído el virus siguen teniendo reacciones similares a las de años atrás. Perciben una pérdida vital en su conjunto —en cuanto a pareja, o posible pareja, familia—, y también se sigue temiendo por la cantidad y la calidad de vida. En un primer momento las personas infectadas siguen pensando que el SIDA y el VIH es sinónimo de muerte.

¿Y a qué se debe que todavía la gente joven se siga infectando?

José: Yo realmente pienso que hay muchísimos factores. El factor principal quizá radica en se quiere esconder el VIH, separarlo de nuestras vidas y creer que no se está infectado. Sobre todo, hablo de la persona serodesconocida, que no se ha hecho nunca un control y no sabe cuál es su situación. Da por hecho que es seronegativo y si realiza prácticas de riesgo y tiene la posibilidad de poder ser seropositivo prefiere seguir diciendo que es seronegativo, siendo un serodesconocido. La persona sabe que si se sabe infectado y lo saben los demás, va a percibir muchos rechazos a nivel social.

[Como facilitador de los grupos «Entender en Positivo» dentro del área de salud de COGAM quiero expresar en este manual de autoayuda mi preocupación seria por la población de jóvenes que, a pesar de la información que existe sobre las prácticas de riesgo, todavía siguen infectándose al no utilizar el preservativo. Considero imprescindible seguir promoviendo campañas de prevención sobre el VIH y demás enfermedades de transmisión sexual, dirigidas a una horquilla de población comprendida entre los trece y los veinte años.]

¿La utilización del preservativo es un tema que todavía se rechaza?

José: El tema del preservativo es un tema que todavía cuesta bastante negociar. Hay mucha gente que, efectivamente, sale de su casa con preservativos, pero a la hora de negociar la utilización del preservativo con una pareja, no lo hacen. Las ONGs que trabajan en la prevención todavía no han sabido llegar a concienciar suficientemente a la gente.

¿Qué ayuda están ofreciendo las asociaciones LGTB a las personas seropositivas?

José: Nosotros, desde «Nexus», la ayuda que les damos a las personas seropositivas es precisamente un acompañamiento incondicional. Acompañamiento a la persona, sea cual sea la decisión que haya tomado con su vida. El principal objetivo del acompañamiento es reforzar la autoestima. La persona con VIH, muchas veces puede estar rodeado de familiares, de amigos, pero no cuenta con personas que puedan entender bien cuál es su situación; y al tener este upo de acompañamiento el usuario puede sentirse en un trato más igualitario y más entre colegas, por ser gay y porque la persona que le ayuda conoce bien el tema del VIH y no hay prejuicios en absoluto ni a la hora de hablarlo ni a la hora de interpretarlo con seriedad y sin frivolidad. Hay muchas personas VIH que te dicen: sí, yo tengo muchos amigos que me quieren ayudar, mi familia también me quiere ayudar, pero nadie me entiende, porque ellos no tienen VIH, y además no saben nada del VIH.

¿Qué mensaje darías a las personas afectadas por el VIH?

José: Yo les diría que con la persona VIH hay que tener bastante paciencia, comprensión y respeto. En primer lugar porque es una enfermedad importante, aun cuando se dice que hoy en día, en Occidente, es una enfermedad crónica, punto con el que yo, personalmente, discrepo. Es una enfermedad que todavía sigue siendo mortal en algunos casos, y que conduce a un deterioro paulatino de la salud, a partir del momento en el que te dan el diagnostico; supone pérdidas, no solo desde el punto de vista social, como puede ser el trabajo, o la familia, sino que se empieza a perder la salud tísica, y a sufrir los efectos secundarios por las medicaciones. La persona seropositiva necesita mucho apoyo, puesto que se pueden producir estados de ánimo muy variables, y pasar de sentirse bien y ser muy cariñoso y muy amigo de sus amigos a no soportar a nadie porque se encuentra hecho polvo. Aunque creo que eso pasa con el enfermo de cáncer, de SIDA, o con cualquier otra enfermedad grave. Pero la gran diferencia que sigue habiendo con el enfermo de VIH es que, a diferencia de otras enfermedades, hay una carga social de estigma, que todavía no se ha logrado eliminar de nuestra sociedad.

José, muchas gracias por tu información.

Alberto, seropositivo, 39 años

Lo primero que te pediría, Alberto, es que me contases cuándo tú te das cuenta de que eres homosexual y de tus inicios en el mundo de la homosexualidad.

Alberto: Pues yo, homosexual, creo que siempre he sabido que lo era, desde muy chiquitito siempre me daba cuenta de que tenía una tendencia marcadamente femenina. Ya cuando tenía ocho o nueve años, mis amigos se daban cuenta de ello y yo también, por supuesto. Y siempre ha sido algo natural, algo que ha salido por sí solo, siempre he tenido y ha habido conocimiento de mi inclinación sexual.

¿A partir de los ocho, nueve años?

Alberto: Sí, quizás antes.

¿Qué edad tienes ahora?

Alberto: Yo tengo treinta y nueve años.

¿Has nacido aquí en Madrid o en una ciudad pequeña?

Alberto: He nacido en Madrid.

Cuando te das cuenta, en tu niñez, de tus tendencias, de tus inclinaciones homosexuales, y tus compañeros también lo notan, ¿tienes pegas en el colegio?

Alberto: Pegas no, creo que pegas no he tenido nunca.

¿No se han reído de ti, no te han tomado el pelo?

Alberto: Por suerte, no, porque, no sé, tampoco lo he llevado con mucha timidez, o sea, lo he llevado siempre de forma muy natural. Tampoco he tenido demasiada «pluma». Era natural, pero tampoco era exagerado. No, no he tenido ningún rechazo, ni ningún problema. Con los amigos, nunca, desde luego.

¿Y en el colegio tampoco?

Alberto: No, luego los he tenido pero más adelante. En esa época no.

¿Y en tu casa cómo lo llevaron?

Alberto: En mi casa, hace ya unos cuantos años, tendría yo puede que diecisiete años o así, recuerdo que una vez mi padre, queestaba viendo la tele, se sentó a mi lado y me dijo: «Me ha dicho tu hermana que eres homosexual.» Y yo le dije, «pues sí, si lo soy», y un padre lo que hizo fue aconsejarme.

¿Y qué te dijo?

Alberto: Pues nada, me dijo que tuviera cuidado con las relaciones y con las personas, y nada más; y que si le necesitaba, ahí tenía a mi padre y a toda mi familia. No hubo rechazo de ninguna clase.

¿Tu familia te aceptó bien?

Alberto: No hubo rechazo de ninguna clase.

¿A qué edad tuviste el primer contacto sexual?

Alberto: Sería a los trece o catorce años, con amigos; con un par de ellos en especial. Seguramente ellos, hoy día, no lo reconocerían porque no se consideran homosexuales, son cosas de juventud, y lo que hacíamos era sexo oral, nada más.

¿Qué has estudiado?

Alberto: EGB y FP, soy auxiliar de peluquería. Con dieciséis años, entro en el ejército; en Cáceres hice el CIR. Recuerdo bien aquella época: para un crío de dieciséis años, todos eran más mayores que yo, que era una «niña», ja, ja, y lo recuerdo como algo divertido, hubo momentos agrios pero no fue traumático, la verdad.

¿No se burlaron de ti?

Alberto: Recuerdo que había burlas pero no eran con mala intención. Yo era muy delgado y a mí me llamaban «regaliz», y era divertido, porque yo tengo un carácter muy alegre, soy muy extrovertido y me considero una persona muy positiva y muy alegre. No hubo problemas. Acabé el CIR. Allí no tuve relaciones. Sí las tuve cuando me destinaron a intendencia en Campamento. Allí me lo pasé muy bien, tuve relaciones que siempre fueron orales, las hacía yo. Recuerdo que cuando entré, ja, ja. ¡Qué ignorante que era! Porque me preguntaban si yo tenía «pluma» y no sabía qué era tener «pluma», ja, ja, recuerdo que me lo preguntaba algún compañero y yo decía: ¡ah, pues sí!, y luego decía: ¡ah pues no!, ja ja, no sabía lo que era, el caso es que era divertido. Ahí ya sí tuve algunos momentos difíciles, digamos.

¿Qué te pasó?

Alberto: No por la homosexualidad mía en sí, ¡bueno, quizá sí!, porque había personas que eran más intolerantes con el tema, pero bueno, no fue tampoco algo traumático, no hubo violencia.

¿Quién te explicó lo que era la «pluma»?

Alberto: No recuerdo exactamente, creo que lo descubrí yo mismo cuando empecé a salir al «ambiente». A los dieciocho años acabo la mili y en ese momento no trabajaba, pero conocía a una amiga que tenía un tienda de frutos secos cerca de casa y yo bajaba a ayudarla. Recuerdo que los dos éramos del signo de Cáncer y nos entendíamos muy bien. Ella sabía perfectamente cómo era yo, y nos llevábamos muy bien. Y al poco tiempo, vino un repartidor de chupa chups que era homosexual: él fue el primero que me llevó al ambiente gay.

El chico repartidor que te sacó al «ambiente», ¿adónde te lleva?

Alberto: Yo recuerdo que la primera noche que salí. Fuimos a la calle Pelayo, a un sitio que se llama «LL», que todavía existe, y luego nos fuimos a la discoteca Griffins, que por aquel entonces estaba por Recoletos. Tuve mi primera experiencia sexual total en el Cine Carretas: me senté en una butaca del cine, y un hombre se me sentó a mi lado y nos fuimos a una pensión cerca.

¿Utilizaste el preservativo en aquel entonces?

Alberto: No, lo hice sin preservativo. De eso hace más de veinte años y entonces no había aparecido el tema del SIDA. Estaba a punto de salir pero todavía no se conocía. Y nada, luego ya no volvería a ver más a esta persona. Fue un rollo de un día. Recuerdo que yo tenía la costumbre de hacerme analíticas cada seis meses para ver cómo estaba y me llegó una carta del Hospital Doce de Octubre, en el que me ponía que tenía SIDA.

[La generación de la movida, desgraciadamente, padeció la pandemia del SIDA con un desconocimiento del VIH que diezmó a una parte importante de jóvenes gays.]

¿En qué año fue?

Alberto: En 1989.

¿Y tú hasta esa fecha habías tenido siempre relaciones sin preservativo?

Alberto: Sí.

¿Nunca habías utilizado el preservativo?

Alberto: No.

Porque ya entonces se sabía la existencia del VIH.

Alberto: Sí, pero yo creo que sólo algunas veces; entonces tenía relaciones con un chico, y a veces eran con preservativo y otras no. El preservativo no era tan habitual como hoy en día. Se utilizaba esporádicamente.

¿Las analíticas en aquel entonces te las hacías con la prueba del VIH?

Alberto: No, y recuerdo que yo no pedí la prueba del VIH, me la hicieron sin pedirla, fue en 1989; y nada, me llegó la carta en la que ponía con palabras técnicas que era VIH positivo y que se habían detectado anticuerpos de VIH. Recuerdo que en la peluquería les comenté que tenía un pequeño problema médico, se asustaron un poco y les dije que era un principio de hepatitis. Era una mentira pero no quería decir la verdad, porque por aquellos años se sabía algo del SIDA pero muy poco. Se conocía la enfermedad a medias. Y nada, sin problema ninguno yo sigo haciendo mis estudios de peluquería y, ¡claro!, cuando me dieron la carta, yo inmediatamente… No fue traumático, no lo recuerdo como algo traumático. Recuerdo que bajé la mirada y dije bueno, pues a partir de ahora a tener cuidado con el sexo, es lo que recuerdo.

Pero en el momento en que a ti, Alberto, te dan los resultados, ¿tú que haces? ¿Vas al médico del hospital?

Alberto: No fui al hospital. Yo guardé la carta y seguí haciendo mi vida.

¿Pero del hospital no te llamaron, no te dijeron que pasaras por allí?

Alberto: No, tengo la carta guardada sin más.

O sea que te dan unos resultados y punto.

Alberto: Así fue.

¿Y tú se lo cuentas a alguien de tu familia?

Alberto: Yo se lo conté a mi familia y a Jacinto, mi mejor amigo.

¿Y cómo reaccionaron?

Alberto: Pues bien. Mi padre lo admitió y nada.

Pero ¿no fuiste entonces a ningún médico?

Alberto: No. Yo recuerdo que seguí estudiando peluquería, sin problema ninguno y seguía haciendo mi vida normal.

¿Tienes idea de quién pudo contagiarte?

Alberto: Me rondan caras, pero nunca se puede asegurar, porque como hubo relaciones esporádicas con más de uno, pues no se sabe. Y nada, yo seguí haciendo mi vida. Recuerdo que terminé peluquería y me puse a trabajar en una peluquería en Vicálvaro, y sin ningún problema. Esto no se lo comenté a nadie más, no dije nada, yo tomé mis precauciones y punto.

¿Tú usabas el preservativo?

Alberto: Así fue.

[Es importante destacar la actitud ética de Alberto al utilizar el preservativo en todas sus relaciones una vez que supo que él era seropositivo.]

¿Y a ningún chico con el que tuviste relaciones le dijiste que eras VIH positivo?

Alberto: No.

¿Has tenido pareja alguna vez?

Alberto: No.

Así que tú sigues manteniendo relaciones de sexo seguro.

Alberto: Exactamente.

¿Y no te angustiabas?

Alberto: No. Recuerdo que me decía: ¿para qué te vas a preocupar más? De qué me sirve comerme la cabeza, y es que claro, este carácter que yo tengo no es depresivo. Yo no soy una persona que caiga en depresión con mucha facilidad, me cuesta mucho caer en una depresión fuerte. Y yo seguí trabajando durante siete meses en una peluquería. No me acabó de ir bien en la peluquería. Posteriormente, me metí en varias empresas de seguridad como vigilante jurado. Hice vida normal hasta 1994, cuando se me manifestó la enfermedad.

¿Y tú, durante esos años, no te angustias?

Alberto: No.

¿No piensas en visitar a algún médico?

Alberto: No.

¿Es decir que tú, Alberto, desde que te dan los análisis en 1989 en el hospital Doce de Octubre hasta que se te manifiesta la enfermedad, no vas a ningún médico?

Alberto: No. Un día me salió una especie de verruga en el párpado del ojo derecho, de color negro y aquello empezó a crecer y a ponerse oscuro y el ojo se me empezó a hinchar. La enfermedad había empezado a manifestarse: era Sarkoma de Kaposi, se me hinchó el ojo. Entonces ya fui al hospital y ya en el Doce de Octubre empecé con los tratamientos de quimioterapia a partir de 1994 para reducir el sarkoma de kaposi. Estuve de baja un año. El sarkoma empezó en el ojo pero se extendió muy rápidamente a la cara, brazos, piernas, tórax. O sea, prácticamente todo el cuerpo. Y además, había placas que crecían con desmesura, puesto que las defensas estaban muy bajas y se pensó que la quimioterapia ayudaría. No sé exactamente cuánto tiempo estuve, creo que fueron seis meses, se me cayó el pelo, tengo fotos con sombrero, y fue muy duro.

¿Tú te apuntaste a todos los ensayos clínicos?

Alberto: Sí, a todos.

¿Nunca tuviste miedo a morir?

Alberto: No, la muerte más o menos la aceptaba, ¡hombre! Le tienes miedo. Corría el año 1997 en Navidades y recuerdo que estaba tomando mis medicaciones, a muchas de las cuales yo me he hecho resistente. Aquella época yo lo pasé bastante mal. Logré superarla, salí adelante. Tengo fotos tremendas de entonces. Recuerdo que para subir una cuesta de nada me tenían que ayudar. Recuerdo ingresos en el hospital de día, llevándome una ambulancia, o sea fue una época que me costó mucho; pero ¡lo superamos! La cabezonería mía por salir y mi familia por otro, y pin pan pin pan, salimos adelante. Ahí sí recuerdo que pude, casi, casi, llegar a tirar la toalla, porque yo recuerdo que a mi hermano le dije que yo me iba a morir. Mi hermano entonces me dijo, ¡no!, no te mueres y efectivamente aquí estamos. Y nada, pasó esa época, logramos superarla, empezamos a comer bien, nos recuperamos, las pastillas fueron entrando bien, la carga viral empezó a bajar, muy poco porque yo siempre he tenido la tendencia a ser multirresistente, no se por qué, pero la medicación me hacía rápidamente resistencias al virus, y yo, en 1998, me metí a un gimnasio. Yo recuerdo, desde un principio que me dije; cuando ya empecé con la lipodistrofia, porque los efectos del SIDA y la medicación a veces la producen. Al llegar al gimnasio, le dije a la recepcionista, Carmen, hoy amiga mía: mira, yo soy seropositivo y, si hay algún problema para entrar al gimnasio por este motivo, yo no entro. O sea, yo siempre he tenido muy claro que la enfermedad a mí no me va a hacer claudicar. Yo lo voy a dejar claro, yo sé lo que tengo y lo digo, si molesta como si no, pero lo que no quiero es que haya malos rollos posteriores. Yo aviso desde el principio y, si eso se admite, cojonudo. No hubo problema, entré en el gimnasio; fue difícil al principio porque yo estaba muy pero que muy débil, pero, poco a poco, con la ayuda de la gimnasia y los compañeros de allí que eran muy buena gente, mejoré.

¿Y al decirme que eres consciente de lo que hay, qué me quieres decir exactamente? ¿Qué haces proyectos pequeños?

Alberto: Sí, no voy a muy largo plazo, no me planteo la vida a muy a largo plazo, no ya por el SIDA, sino porque la vida cambia y eso me lo ha demostrado en muchísimas ocasiones y prefiero hacer planes a corto plazo y ver qué va saliendo; a medida que vayan saliendo pues iré haciendo otros.

¿Es como si vivieras un eterno presente?

Alberto: Sí, así es.

¿Has tenido relaciones sexuales durante estos años?

Alberto: No, yo desde 1989, cuando me detectaron los anticuerpos del SIDA hasta 1994, siempre mantuve relaciones sexuales con preservativo. Pero a partir de 1994, cuando se me desarrolló la enfermedad, no he vuelto a mantener relaciones sexuales. Esto, yo principalmente se lo achaco a la lipodistrofia, que me afectó muchísimo: me ha quitado mucha grasa del cuerpo.

Yen estos últimos años, ahora que tienes un buen aspecto y una calidad de vida buena, ¿por qué no has mantenido relaciones sexuales?

Alberto: He preferido ponerme un poco más fuerte en el gimnasio antes. Yo, al poco de operarme, entré en COGAM, y allí encontré la gente que buscaba. Antes de COGAM no conocía a gente seropositiva, allí me relaciono con gente seropositiva que son mis amigos y con los que puedes hablar libremente. Me costó un poco encontrarlo porque no sabía donde estaba COGAM. Me fui al ambiente por Chueca y pregunté; por allí me informaron. Hoy día soy socio de COGAM y me siento muy bien en los grupos de Entender en Positivo.

Ytú, en COGAM, ¿qué haces exactamente?

Alberto: Pues yo, en COGAM, aparte de ir al grupo de autoapoyo que siempre ayuda mucho, colaboro con el grupo de NEXUS, para la gente que tiene SIDA y necesita asistencia.

¿Tú, Alberto, visitas a personas VIH que están en casa enfermas o en los hospitales?

Alberto: Sí, tenemos un teléfono de atención permanente y vamos a visitar a aquellas personas que no pueden ir al grupo por motivos de salud y que necesitan ayuda.

¿Cada vez hay menos enfermos que necesitan asistencia a domicilio?

Alberto: Sí, afortunadamente, la asistencia a domicilio cada vez es más escasa. Por las medicaciones. En años anteriores había mucho trabajo.

¿Piensas volver a reanudar relaciones sexuales?

Alberto: Pues sí.

Entonces, cuando empieces a tener relaciones, ¿vas, de entrada, a ir diciendo a los demás que eres seropositivo?

Alberto: Sí, es algo a lo que no pienso renunciar; yo tengo unas normas establecidas que son muy tajantes. Quizá me impida mantener más relaciones, pero es que soy muy tajante en ese sentido.

[Es importante reflexionar sobre la homofobia de un sector de la población gay que, al conocer la seropositividad de la otra persona, automáticamente la rechazan. Desafortunadamente, no son pocos los que piensan: «Yo no estoy infectado, o quizá no quiero enterarme de si lo estoy, pero como tú si lo estás, no deseo estar a tu lado.» Por ello, no resulta extraño encontrarnos con portadores del virus del VIH que soportan dos enfermedades paralelas: una física y otra psicológica, que, no me cabe duda, es la más injusta, porque el origen está en la marginación de los demás.]

¿Cómo te planteas el futuro?

Alberto: Pues de momento me lo planteo estable, salgo, me relaciono con los amigos, haces vida familiar y así esta bien.

Alberto, ¿te consideras una persona feliz?

Alberto: Yo sí. Lo bueno que tengo de mi personalidad es que soy, y siempre lo he sido, muy positivo. Las nubes grises que se puedan presentar con este tema me las aparto rápidamente, no permito que los grises me invadan. Yo necesito luz para vivir y mentalmente, lo tengo clarísimo, no voy a dejar que esto me afecte, ni me hunda, ¡porque no!, sería una estupidez. Para cuatro días que vamos a vivir, no voy a vivir amargado.

¿Hay algún tema del que no hayamos hablado y que te gustaría que apareciera en esta entrevista?

Alberto: No.

Y tú, Alberto, por tu experiencia en COGAM ¿estás viendo gente muy joven que se está infectando?

Alberto: Estoy viendo muchos candidatos. La gente joven a veces es poco responsable.

¿Quizá porque han surgido muchos medicamentos, los jóvenes han perdido el miedo?

Alberto: Exactamente, la gente cree que esto ya es crónico, la gente piensa que ya no hay problema.

Muchas gracias y mucha suerte.