LAS FAMILIAS HOMOPARENTALES

La Ley de Matrimonios de parejas del mismo sexo conlleva lógicamente la posibilidad de constituir legalmente familias homoparentales; ya se trate de mujeres lesbianas que, por lo general a través de una inseminación artificial deciden tener sus hijos, o en el caso de los hombres gays, mediante un proceso de adopción.

Con respecto al proceso de adopción por parte de las familias gays homoparentales a veces se presentan dificultades que podríamos denominar «ocultas», puesto que son abiertamente anticonstitucionales. En nuestra sociedad, y por lo tanto entre nuestros legisladores, todavía observamos cómo las actitudes homófobas juegan malas pasadas, y así, no es raro encontrarse a cualquier pareja de gays con más problemas de los que habitualmente tienen las parejas heterosexuales para poder adoptar.

A fin de evitarse más problemas y conseguir llegar con éxito al final del proceso de adopción, generalmente se suele adoptar antes de contraer matrimonio. Asimismo, se tendrá que decidir cuál de los dos es el que inicia el proceso y por tanto quién tiene más posibilidades de éxito. En estos trámites, lógicamente, habrá que pasar unas pruebas psicológicas y resulta más sensato hacerse pasar por un heterosexual que manifestarse abiertamente gay. Para ello, tendrán que sopesar cuál de los dos tiene, según los estereotipos al uso, «menos pluma», para camuflar ante el examen psicológico la verdadera orientación sexual.

Dentro de este colectivo de familias homoparentales hemos podido entrevistar conjuntamente a Tatiana y Jimena, 42 y 37 años respectivamente, con una hija biológica, Violeta, de cuatro años; y a Alfredo e Ignacio, 33 y 32 años, con un hijo adoptado, Tristán, de tres. Estas dos parejas pertenecen a la asociación de Gays y Lesbianas con hijos e hijas, GALEHI, recientemente creada[24].

Alfredo e Ignacio; Tatiana y Jimena.

La razón primordial de esta entrevista radica en el interés que supone no solo para la comunidad GLTB, sino para la sociedad en general, vuestra experiencia como familias homoparentales. Para empezar podríais contar, Alfredo e Ignacio, cómo fue la adopción de vuestro hijo Tristán.

Ignacio: Antes de nada decirte que la vena paternal nos vino a cada uno en un momento diferente (risas). Llevábamos aproximadamente cuatro años de pareja, y uno viviendo juntos, cuando a Alfredo se le empezó a despertar la vena paterna. Yo todavía no estaba muy decidido puesto que empezábamos nuestra vida en común. No lo descartaba, pero no veía que ése fuera el momento. Después, hace ahora dos años y medio, fui yo el que empezó con esa vena paternal. Se lo comenté a Alfredo y él, que es superorgani-zado y metódico, se puso las pilas y empezamos a pensar quién de los dos iba a adoptar, y decidimos que fuera él. Empezamos a hacer todos los trámites. Asistió a las charlas que hay en la Comunidad de Madrid.

Alfredo: Claro, hay que hacer todos los trámites partiendo de que eres un hombre heterosexual que va a adoptar. Ésa era la idea que tenían que tener en la Comunidad de Madrid. Por esa situación había que pasar y había que fundamentarlo; para ello acudes al psicólogo, que va a entrevistarte y analizarte, y tú tienes que pasar por un padre perfecto que a sus ojos tiene que ser una persona capaz de educar a un niño y además, por si acaso, por supuesto ser heterosexual. Así que tuvimos que construir una vida un poco ficticia en la cual, lógicamente, Ignacio no aparecía. Tampoco tuvimos que montar demasiado teatro. Fue dura la experiencia, porque tienes que omitir tu homosexualidad.

Si hubieran sabido que eras homosexual, ¿no te hubieran permitido adoptar?

Alfredo: No es que no me hubiesen permitido, vamos a ver: cuando tú topas con un psicólogo, muchas veces chocas contra algo subjetivo, en función de su opinión, y de lo que él emita vas a tener más o menos posibilidades. En principio, lógicamente y de forma objetiva, la capacidad para ser padre no tiene nada que ver con tu orientación sexual y hay muchos psicólogos que lo entienden así, pero no todos, y nadie te va a negar la posibilidad de hacerlo. Cuando estás adoptando buscas conseguir un certificado de idoneidad que es el que te da pie para poder adoptar y nadie te va a negar ese certificado por ser gay puesto que sería ilegal, pero es fácil alegar otros motivos aunque el de fondo sea ése; entonces no te arriesgas. La psicóloga que me examinó a lo mejor se percató de que era gay, no lo sé, pero uno no se arriesga a decirlo ya que tú quieres un hijo, y si hay que pasar por el tío más macho del mundo, pues lo haces.

[La homofobia que todavía subsiste entre algunos funcionarios de las instituciones públicas conlleva a adoptar decisiones como las tomadas por Alfredo e Ignacio con el fin de evitar mayores dificultades en cuanto al proceso de adopción.]

¿Entonces, cómo es el trámite de la adopción?

Alfredo: Hay agencias que te tramitan las adopciones. Lo primero que piensas es en hacerlo todo de la forma más habitual posible. Fuimos a todas las agencias que hay en Madrid y ninguna de ellas aceptaba a un hombre soltero, porque en los pocos países donde puede adoptar un hombre soltero era mucho más complicado que para una pareja heterosexual. Entonces, buscamos nosotros «por libre» la posibilidad de adoptar en Rusia; nuestro hijo viene de allí. Busqué abogados y traté directamente con gente del país.

¿Tuviste muchas dificultades?

Alfredo: La verdad es que no tuve grandes problemas, a pesar de lo complicado del papeleo.

¿Con qué edad adoptasteis a Tristán?

Alfredo: Con dos años y tres meses. Estaba en un orfanato.

[Recientemente, el 9 de febrero de 2007, el gobierno ha aprobado el anteproyecto de ley sobre adopción internacional que ofrecerá mayores garantías jurídicas a los padres y a los menores, así como que la adopción de menores extranjeros en España sea válida tanto en nuestro país como en el de residencia habitual y nacionalidad del niño adoptado.]

Vosotras, Tatiana y Jimena, tenéis una hija biológica: ¿por qué decidisteis tener a Violeta?

Tatiana: Llevábamos trece años juntas, deseábamos tener niños y ya se imponía el reloj biológico. Así que me inseminé de un donante anónimo en una clínica privada.

Jimena: Lo que me parece más interesante es que, cuando llegas a tomar la decisión de que una pareja homosexual quiera tener un hijo, es porque sabes que tomas una decisión que todavía no suele ser habitual.

¿Por qué no refieres un poco más cómo fue ese proceso?

Jimena: Yo no había pensado quedarme embarazada; a mí los niños no me gustan mucho, y no era algo que yo tuviera en perspectiva, lo veía una complicación. Además, la familia de Tatiana no sabía en aquel entonces que éramos pareja.

Tatiana: Lo supieron todo junto, como en un pack. Les dijimos que éramos pareja y que íbamos a tener un hijo. Así que pasamos detener una vida oculta a, de repente, salir del armario y tener un hijo.

Jimena: Era incompatible tener una vida oculta y tener un hijo. De ahí surgió nuestra visibilidad, ya que tienes que empezar a hacer una vida normal. Además, Tatiana es la madre biológica y de alguna forma, si no nos hacíamos visibles y regularizábamos una situación, yo quedaba al margen de todo esto.

Ignacio: Aunque siempre intentas participar en todo lo posible, pero por culpa de las circunstancias sociales, no puedes en todo.

Jimena: Lo más complicado es tomar la decisión de querer tener un hijo. Parece una tontería, pero en menos de un año ha habido un cambio cualitativo. Con la aprobación de la Ley de Matrimonios del mismo sexo se ha favorecido la visibilidad. Yo antes no lo ocultaba especialmente, pero tampoco lo decía. Ahora, en cambio, lo saben mi familia, mis amigos y hasta en el trabajo.

Vuestra hija, cuando se dirige a vosotras, ¿os llama mamá a las dos?

Ambas: Sí. Pero no se lo impusimos nosotras. Lo decidió Violeta libremente.

¿Y a vosotros, Tristán?

Ambos: Exactamente lo mismo.

Tatiana: A mí, Violeta me ayuda y me da fuerza para manejarme con una mayor visibilidad.

¿Te sigue preocupando el tema de la visibilidad, Tatiana?

Tatiana: A mí sí, pero cada vez menos. Quizá porque soy introvertida y mi condición de lesbiana me ha reforzado ese rasgo.

En el colegio adónde va Violeta, ¿habéis tenido problemas?

Tatiana: El colegio público adonde llevamos a Violeta fue la primera prueba de fuego que tuvimos que pasar. Su primer día de colegio hablamos con su profesora que, al vernos juntas, nos preguntó con la mayor naturalidad si éramos pareja. Hasta la fecha no hemos tenido problemas y la niña, que todavía es muy pequeña, se encuentra perfectamente adaptada. La única pega ha sido con la foto de familia. Ahí cometimos un error, ya que solo aparecíamos Violeta y yo. Jimena no se fotografió.

¿Teméis un rechazo social con respecto a vuestra hija?

Jimena: Espero que no, pero ya sabemos que los niños son «políticamente incorrectos» y sí nos preocupa que nuestro modelo de familia pueda, todavía, no ser entendido, dentro de algunos años, por otros compañeros de nuestra hija y que ello la perjudique.

¿Y vosotros en el colegio de Tristán?

Alfredo: En el colegio lo saben desde el principio. Nadie nos ha preguntado nada, ni ha habido problemas. Claro que nosotros vivimos en Chueca y llevamos a nuestro hijo a un colegio público del barrio, y eso favorece la integración. Aun con todo, que nosotros sepamos, nuestro hijo es el único que tiene una familia homoparental.

Ignacio: Pero los padres de los restantes niños nos han visto en todo momento juntos; tampoco hemos dado explicaciones a nadie, y se ha dado todo muy por hecho. A según qué reuniones de padres va Alfredo y a otras voy yo, dependiendo del tiempo de que dispongamos. Pensamos que si Alfredo y yo actuamos con naturalidad no le van a dar mayor importancia.

Alfredo: A día de hoy, Tristán no tiene ningún problema escolar. El día de mañana todavía está por ver, no lo sabemos.

Al hilo de vuestras posibles inquietudes respecto al futuro, me viene a la mente el temor que tenían, no hace muchos años, las familias con hijos de padres separados o de madres solteras, situaciones que hoy en día se asumen con la más absoluta normalidad. ¿No pensáis que cuando vuestros hijos tengan diez o doce años la sociedad ya habrá evolucionado lo suficiente como para aceptar con la mayor naturalidad este modelo familiar?

Jimena: Yo creo que ahora mismo hay como dos partes claramente diferenciadas. Todavía hay mucha homofobia en nuestra sociedad, si bien es verdad que se están dando pasos importantes; pero en el día a día, oyes comentarios homófobos importantes incluso de personas que saben que tú eres homosexual y delante de ti los hacen sin el menor pudor. No se dan cuenta, lo tienen tan metido en su lenguaje que les sale sin más. Luego, si les dices algo, te responden: «No, si no va por ti, tú eres distinto.»

Tatiana: Yo creo que la visibilidad se va a manifestar cada vez más a raíz de la aprobación de la Ley, con la celebración de nuevos matrimonios del mismo sexo. Por ejemplo, en el trabajo lo tienes que decir para pedir permisos, tus derechos, etc. Y creo que eso va a facilitar que mucha gente salga del armario de forma normal, con lo cual esa imagen que todavía algunos tienen de la homosexualidad como algo marginal se va a modificar.

Alfredo: Que todavía está ahí la homofobia es algo más que evidente.

Jimena: Es que a los homosexuales parece como si la sociedad nos exigiera que tuviésemos que ser ciudadanos perfectos. Si haces muy bien tu trabajo y todo lo demás, te respetan, pero al más mínimo fallo, te van a intentar hundir.

Alfredo: Yo en mi trabajo no tengo problemas. Mi jefe lo sabe y si me puede echar una mano, lo hace.

Ignacio: Yo tampoco tengo problemas, pero como todavía no nos hemos casado, estamos tramitando los papeles, pues si necesito coger un día de vacaciones por algún tema familiar, mi jefe no me lo puede dar y lo he de restar de mis vacaciones.

A la vista de lo que me estáis contando, tengo la sensación de que ambas parejas habéis hecho un acto de valentía, porque parece que esta sociedad no está muy preparada para asumir la existencia de familias homoparentales.

Alfredo: Más que un acto de valentía es un acto de necesidad. Es decir, la necesidad que sentimos de querer formar una familia.

Jimena: Es un deseo.

Alfredo: Es poder hablar de tu pareja y de tu hijo como lo hace cualquier compañera del trabajo de su marido.

Jimena: A menudo, cuando lo dices, muchos compañeros lo viven con una normalidad absoluta y ahí es cuando notas la diferencia y lo bien que te quedas de haberlo dicho.

¿Cómo pensáis educar a vuestros hijos?

Tatiana: Eso como dice una canción: vienen sin manual (risas).

Pero vosotros, ¿cómo vais a redactar ese manual?

Jimena: Yo espero que nuestra hija sea una persona tolerante y que sea segura de sí misma.

Y vosotros, Alfredo e Ignacio, ¿cómo pensáis educar a vuestro hijo?

Alfredo: Yo espero que le demos las mayores armas posibles para saberse desenvolver en la vida. Habilidades para hacer cosas, habilidades sociales para hacer amigos. Creo que le va a condicionar muy poco el hecho de tener dos padres. Pienso que en la vida hay cosas que te van a condicionar mucho más.

Alfredo: Si Tristán ve que en casa todo se vive de forma muy normal, que sus padres se quieren, que a él le quieren, que se le da todo cuanto necesita, pienso que el niño no va a tener mayores problemas. Y en el colegio tendrá las armas suficientes para saberse defender y que no le afecte psicológicamente si algún compañero se mete con él.

A fin de que vuestr@s hij@s no se vean afectados psicológicamente, ya sea en el colegio en la sociedad, que sean personas felices sin sufrir la homofobia que todavía queda en algunos sectores recalcitrantes de nuestra sociedad, tengo entendido que habéis formado un colectivo de ayuda a familias homoparentales.

Tatiana: Así es (risas). Y Alfredo es el presidente de la recién creada GALEHI, Asociación de Gays y Lesbianas con hij@s.

Alfredo: Hemos organizado esta asociación pensando fundamentalmente en nuestros hijos. Para procurar rodear sus vidas de normalidad.

¿Consideráis positivo que todos vuestros hijos asistan a la misma escuela?

Los cuatro al unísono: No. Nos parecería un gueto. Si bien, en Nueva York, hay una escuela donde van todos los hijos de familias homoparentales, nosotros, en cambio, queremos que vayan a colegiospúblicos normales y que nuestros hijos también vean que hay más modelos de familias además de la suya.

¿Hay algún otro tema del que queráis comentar algo?

Ignacio: Sinceramente creo que nuestras familias tienen una situación muy similar a la de cualquier otro modelo más tradicional. Y a la hora de educar lo haremos tan bien y tan mal como en cualquier otra familia más convencional.

Y en cuanto a la educación de vuestros hijos, ¿uno de los dos padres o madres hace más el papel de consentidor y el otro es más exigente a la hora de mantener unas normas?

Alfredo: ¿Te refieres al tema de los roles? (risas).

Jimena: Yo creo que no. En nuestro caso, depende del día, y de lo cansadas que vengamos de trabajar. Pero pienso que nos alternamos.

Alfredo: Depende del momento y del día que tenga Tristán. Hay días en que prefiere más a Alfredo y otros en que me prefiere más a mí.

Jimena: No obstante, Violeta sabe muy bien qué cosas puede pedir a cada una. Nos tiene cogido el punto perfectamente. Violeta sabe que, por ejemplo, en el tema de la ropa no me preocupa mucho cómo conjunta sus colores y generalmente en ese punto viene a mí; en otros que sabe que no transijo tanto, se dirige a Tatiana.

Tatiana: No tenemos una definición rigurosa de roles.

¿Se discute mucho entre las parejas por los hijos?

Jimena: La pareja, lógicamente, pierde algo de intimidad. Pero los hijos suponen un crecimiento personal.

Tatiana: Para mí ha sido un ejercicio de tolerancia, madurez y visibilidad.

Ignacio: A nosotros nos ha dado mucha fuerza. Visibilidad no porque ya la teníamos. No es que fuéramos por la calle haciendo bandera, aunque ahora, es verdad que hacemos más bandera.

Jimena: Para mí es un crecimiento personal. Nuestra hija nos está poniendo a prueba constantemente y me parece bien someterme a ese juego porque me hace crecer psicológicamente. Tus hijos maduran, pero tú también maduras con ellos.

Muchas gracias por vuestra colaboración.