2. EL LOBO AFILA SUS UÑAS
DE DECORADOR A ESPÍA
Mikel, tras la conversación con los agentes del SECED, desconoce que antes de él otros dos jóvenes se han infiltrado en ETA. Han interpretado el papel de «topo» con resultados diferentes. El primero es guardia civil y se llama Miguel Pastrana; el segundo, un joven militante de la organización armada, conocido por el alias de Cocoliso, [18] quien se pasó de ETA al bando policial. Los dos consiguieron infiltrarse en ETA y obtuvieron resultados dispares.
El guardia Pastrana llegó hasta el magma de la organización y se sentó más de una vez en la mesa con el histórico Txomin [19] y con Javier Aya Zulaica. Además, no necesitó ocultar su condición de guardia civil porque se presentó a la organización como un renegado de la Benemérita que estaba en contra de la situación política española. Tuvo que soportar un duro interrogatorio de ETA, pero logró engañar a sus dirigentes.
El segundo «topo», Cocoliso, se aproximaba más al perfil de Lobo. Gracias a su buen nivel de información, en una ocasión la Guardia Civil esperó en la playa de Fuenterrabía a los terroristas Méndez y Mondragón, que pretendían infiltrarse en el País Vasco, y los acribilló a sangre fría con fuego de ametralladoras. La acción se producía en mayo de 1974.
En dos días, Lejarza, ya rebautizado por el SECED como Lobo, tiene una respuesta, y qué respuesta:
«Quiero tener la categoría de inspector de policía cuando acabe todo esto, un seguro para mi familia por si me pasa algo y todo por escrito, nada de promesas. Sobre el dinero no tengo nada que decir. Pero que quede claro que no lo hago por dinero. Uno no se juega la vida sólo por dinero.»
No hay ninguna objeción y Mikel, sin pasar por ninguna academia, se convierte en subinspector de policía, con el visto bueno del SECED. Para ello le hacen firmar un documento en la Jefatura Superior de Policía de Bilbao. (Un documento del que jamás volvería a tener noticias.) Se convertía en un agente un tanto atípico, pues la policía nunca sería informada del nuevo fichaje ni el SECED le revelaría el plan que tramaba para combatir a ETA desde sus mismas entrañas.
Para percibir los emolumentos de espía, Mikel les facilita un número de cuenta de una caja de ahorros vasca, pero les comenta que prefiere cobrar en metálico. De ahí que la mayoría de los meses reciba un sobre con el dinero pactado.
Mikel y S. Mateos pronto se entienden y forman un dúo letal. ETA puede echar a temblar. La operación ya no tiene vuelta atrás. Lobo camina en solitario hacia la estepa del sur de Francia y busca la mejor manera de infiltrarse sin levantar sospechas. En Bilbao no existe ninguna oficina de reclutamiento para ingresar en la banda ni la dirección etarra se fía del primero que llama a su puerta. Mikel sabe que le espera una ardua tarea de aproximación y que no debe desfallecer al primer intento.
Con Mikel sigue trabajando en el sector de la decoración un tal Iturbe Totorika. [20]Ambos suelen tomar vinos en las tabernas concurridas por simpatizantes de ETA. Es la primera vez que pisa los bares de los etarras. Incluso se decide a acompañar a Iturbe a la prisión de Segovia donde está recluido el hermano de éste.
Ha sido instruido para no dar saltos bruscos. Debe aprovechar lo poco que tiene. Iturbe, por tanto, es su primera y única vía para introducirse en ETA. Mikel inventa una historia para engatusar a su amigo etarra y utiliza como pantalla el mundo de la decoración.
Esa había sido siempre la gran vocación de Mikel. Hasta el punto de que durante un tiempo compaginó su trabajo de auxiliar administrativo en la empresa Omarzabal y Compañía de Lemona con los estudios de arte y decoración en la academia Leonardo da Vinci de Bilbao. Por las mañanas, Mikel aporreaba la máquina de escribir y hacía albaranes en la empresa eléctrica que suministraba componentes electrónicos a Iberduero, mientras que por la tarde estudiaba en Bilbao.
Cuando Mikel, que había superado el bachillerato a duras penas, se matriculó en enero de 1969 en la academia Leonardo da Vinci de Bilbao, tenía veintiún años y era un inexperto en asuntos políticos.
Pero Lejarza nunca llegó a terminar sus estudios de decoración y un día, aprovechando sus dotes de actor aficionado, le vende a Iturbe que quiere acabar sus estudios.
—Necesito el título de decoración, pues en Madrid ya me han suspendido una vez. Tengo que matricularme en Burdeos en la escuela de Bellas Artes. ¿Conoces a alguien en la zona que pueda echarme una mano? Necesito un sitio donde quedarme.
—No te preocupes, Mikel. Yo te mando allí y Argala, que es un experto, te falsifica los documentos en menos que canta un gallo. No necesitas ni título ni nada. Hacen verdaderas maravillas.
Iturbe comenta a Mikel que tiene a un amigo en Dax, a quien llaman El Rubio, que controla una comuna de ETA y que puede quedarse en su casa. Dax es una pequeña ciudad que se alza a orillas del río Adour, en la región de Las Landas. Está a más de doscientos kilómetros de Burdeos, pero a Mikel le sirve la oferta. Para no levantar suspicacias, comenta a Iturbe que acepta esa solución porque él no piensa ir a clase. Sólo quiere obtener el título. La posibilidad de vivir en Dax facilita a Mikel la oportunidad de estar más cerca de Bayona, Biarritz, San Juan de Luz o Hendaya, donde residen los etarras.
Mientras el infiltrado se esfuerza por introducir su hocico de lobo dentro de ETA, mantiene contactos periódicos con los agentes de la policía y del SECED. Acuerdan reunirse un par de veces por semana. Generalmente, quien acude a la cita es S. Mateos.
En tales citas Mikel incluso tiene la oportunidad de conocer a un comandante del servicio de información, Manuel de la Pascua, [21] que se presenta con la identidad falsa de Miguel Cabelles. De la Pascua es un agente con mucho prestigio dentro de los servicios secretos y en aquellos días ostenta el cargo de jefe del SECED en Bilbao, aunque la delegación bilbaína depende de la central de Vitoria, dirigida por Ugarte. Tiempo después De la Pascua será sustituido en su tarea por el también comandante Andrés Cassinello.
Las oficinas del SECED en Bilbao están ubicadas en un edificio próximo al Gobierno Civil, detrás de la plaza de Moyúa. Además, disponen de otro piso para contactos cerca de la plaza de toros. Los agentes destinados a la sección bilbaína son unos quince: el capitán Zapico R. Menéndez (un capitán de zapadores), Paco Huerga (un guardia civil operativo), Alfonso Rojo (técnico en inteligencia), Somoza (un capitán de la Policía Armada), el capitán Somontes, [22] el guardia Belisario Ratón y un policía armada figuran entre ellos. Lobo visita esas dependencias en más de una ocasión. Él los conoce a todos, pero los agentes de Bilbao sólo tienen una referencia física del joven Mikel. Únicamente S. Mateos y De la Pascua están al tanto de su verdadera identidad y su cometido.
Mikel mantiene un primer encuentro con De la Pascua en la localidad burgalesa de Villarcayo, cerca de la provincia de Vizcaya, a 79 kilómetros de Bilbao. El comandante le comenta que quería conocerlo personalmente y le infunde ánimos. A ese encuentro también acuden S. Mateos y otro agente, Ángel Merino, conocido por Zapatones.
Es a la vuelta de ese viaje, de camino a Bilbao, cuando Mikel se entera de que S. Mateos y Koldo pertenecen orgánicamente al cuerpo de Policía, aunque están adscritos temporalmente al SECED. Se encuentran en el camino un control policial y para sortearlo con rapidez De la Pascua, que sí era militar, pide a S. Mateos que muestre su placa de agente.
Semanas después, Mikel tiene la oportunidad de conocer en persona a Agustín Tejedor, el mismísimo jefe de operaciones especiales de los servicios secretos de Presidencia. A la reunión también asiste De la Pascua. Madrid quiere ver de cerca al joven vasco en quien tantas esperanzas ha depositado. El encuentro se celebra en un lugar próximo a Pancorbo, en Burgos, a más de cien kilómetros de Bilbao.
Mikel comenta a su oficial de enlace sus planes de cruzar la muga y empezar a introducirse en las entrañas de ETA. Le cuenta su conversación con Iturbe y la posibilidad de convivir con un grupo de etarras en Dax. S. Mateos ve con buenos ojos la coartada de Burdeos y analiza todos los flecos de la operación. Fija con Mikel una nueva cita para la semana siguiente, en un monte desde donde se divisa Bilbao y a la misma hora, ya que necesita tiempo para estudiar el asunto con sus jefes.
El SECED busca éxitos en la lucha antiterrorista. Una respuesta contundente. El Gobierno de Arias Navarro, después de presentar el «espíritu del 12 de febrero» en las Cortes y prometer que «habrá derecho de asociación», necesita asestar un golpe a ETA, sobre todo tras la masacre de la cafetería Rolando de Madrid. El 13 de septiembre de 1974 un comando etarra coloca una bomba en el corazón de Madrid, en una cafetería de la calle Correo, a escasos metros de la Dirección General de Seguridad. El resultado de la acción de ETA, que supone el primer atentado indiscriminado contra la población civil, es terrorífico: nueve personas muertas y cincuenta y seis heridos graves. Alguna mente asesina de ETA pretendía emular la voladura del hotel Rey David de Jerusalén llevada a cabo por la organización judía Irgum, que se oponía a la presencia británica en Palestina.
A LOBO LE PONEN UNA LOBA
La importancia de la operación y la inexperiencia de Mikel obligan al SECED a determinar que el infiltrado no se desplace solo a Francia. Así se lo comunica S. Mateos:
«Aunque nosotros estemos en todo momento cerca de ti y nos veamos a menudo, hemos considerado que no puedes viajar solo a Dax. Necesitas otros dos ojos que vean por ti cuando tú no estés, otros dos oídos que escuchen cuando te ausentes de la casa. Y como cantaría muchísimo que te arropara un agente, hemos pensado que lo mejor es que Lobo tenga junto a él a una Loba. Le hemos dado muchas vueltas a la idea y hemos dado con la chica ideal. Se llama Edurne y te ayudará en todo.»
Mikel entiende el planteamiento y no pone objeciones. En primer lugar porque es un hombre disciplinado y está entregado a su nueva vida de espía, pero también, porque entiende que esa condición de pareja puede servir mucho más de coartada que si lo acompaña en la huida otro agente. Con otra persona a su lado estará más protegido y tendrá más facilidad para contactar con los enviados del SECED.
Mikel conoce de vista a la joven vasca. En su verdadero DNI figura Nieves G. G., pero se hace llamar en vasco Edurne [23] Prefiere que la llamen así. Como Mikel ha sido captada por la policía, está al tanto de la Operación Lobo y ha recibido instrucciones sobre su papel de muleta para la infiltración. Edurne también reúne todos los ingredientes: habla vasco, es astuta y tiene empatia con Mikel. Además, presenta otras cualidades no desdeñables: es una chica atractiva, rubia, alta, simpática, alegre... con un gran don de gentes.
Nacida en un barrio obrero de Bilbao, Edurne trabajaba en un salón de belleza. Mikel le comenta, medio en broma, que se parece a Amparo Muñoz, la malagueña que en agosto de 1974 acaba de ser elegida Miss Universo en Manila (Filipinas).
Mikel está separado de su esposa Lola Arce Murga desde hace casi dos años, que había dejado embarazada por segunda vez en un apasionado encuentro de reconciliación. Pero el matrimonio nunca se salvaría. La relación sólo duró unos días. Esa situación familiar también facilita su misión, ya que Mikel y Edurne pueden presentarse como pareja. Como no existe ningún impedimento previo, ambos viajan a Francia con su identidad real.
Y, cómo no, Mikel y Edurne interpretan a la perfección el papel de pareja, pues intiman y mantienen una relación pasional. De alguna forma, ésta se parece a la que Mikel experimentó cuando era un joven imberbe con una mujer mayor que él, a la que conoció un día haciendo autostop. Esa mujer madura, como le sucede a Dustin Hoffman con Anne Bancroft en la película El graduado, fue la que le mostró por primera vez los secretos y placeres que proporciona el sexo. Y Lobo, que tiene éxito con las mujeres por su imagen de niño grande, no oculta a Edurne aquella aventura amorosa:
«Se llamaba Mariluz y durante tres meses, sin faltar un solo día, hicimos el amor todas las tardes. Era como una droga que me causó muchos problemas con mis compañeros de teatro porque no iba a ensayar a la parroquia. Yo intentaba explicarles la adicción que tenía por el sexo y que aquella señora estaba estupenda. Todas las tardes me decía a mí mismo que sería la última, pero después, en la cama, me volvía loco. Era como si me absorbiera. Era insaciable y me enseñó a hacerlo de todas las maneras posibles. Jamás imaginé que se pudiera hacer de tantas formas, tan bien y que fuera a disfrutar tanto. Al final tuve que dejarlo porque lo mismo que uno ansia una cosa después se cansa. Y yo me cansé de Mariluz».
Mikel se siente obligado a contarle a Edurne su aventura con la primera mujer de su vida, pero apenas se refiere a su ya ex mujer, Loli.
En la tercera semana de septiembre, Mikel y Edurne se trasladan a Burdeos en tren. Lobo tiene un Renault-12, pero los agentes del SECED le recomiendan que en ese primer viaje no se desplace con su automóvil particular. No tiene ninguna necesidad de quemarlo.
Lobo afronta su primera gran prueba de fuego en Dax. Si logra convencer a los terroristas en ese primer envite, la misión recibirá un gran impulso. En la ciudad francesa, situada en el corazón del País Vasco francés, varios militantes de ETA han constituido una comuna y se reúnen para tratar el futuro de la banda terrorista. ETA pasa por un proceso de fuerte discusión interna, que finalmente culminaría con una importante fractura entre milis y polimilis.
Lobo llega allí recomendado por su amigo Iturbe Totorika. Y su aterrizaje en la ciudad francesa coincide con una fuerte discusión por el atentado de la calle Correo de Madrid. La acción terrorista provoca una fuerte división interna, hasta el punto de que los autores de la masacre no se atreven a reivindicarla. Un mes después del atentado, cuando se celebra el Biltzar Tippia, nadie quiere atribuirse la masacre. Argala y Ezkerra mantienen un fuerte enfrentamiento.
El Comité Ejecutivo de ETA difunde la teoría de que el atentado se debe a un grupo fascista, pero esa versión no cuela. En los polimilis se produce una doble posición: un sector de la banda mantiene que hay que apoyar la acción, mientras otro califica el atentado como una barbaridad que el pueblo jamás llegará a entender.
En torno a la mesa de la comuna de Dax se reúnen militantes de todos los colores: polimilis, milis y trotskistas de la VI Asamblea. Cada facción defiende sus ideas e intenta imponerla sobre su interlocutor. Lobo es nuevo en la casa y pretende empaparse de la ideología predominante en ETA. Tiene la lección aprendida. Sus jefes le han aleccionado para que intente meter la nariz en la rama más importante, en la facción del ganador. Es decir, debe introducirse en el santuario de los generales con mando en plaza.
«Gorka, infíltrate a tu aire. No nos importa los métodos que uses. Eso sí, averigua qué rama manda en ETA y cuanto antes. Apenas tenemos tiempo. Nos huele que están preparando algo gordo y sonado. Esos hijos de puta nos están ganando la partida y los jefes andan nerviosos desde la subida al cielo del presidente.»
Esa ascensión a los cielos es una referencia eufemística al atentado que provocó la muerte del almirante Carrero Blanco, el delfín al que Franco había colocado al frente de la Presidencia del Gobierno. La onda expansiva lanzó el vehículo hasta la azotea de la Iglesia.
El atentado y la muerte de Carrero Blanco también había provocado fuertes discusiones dentro de la organización terrorista. El frente obrero se resistía a la lucha armada y había fundado el partido LAIA (Langille Abertzalen Iraultzalen Alderdia/Partido de Obreros Revolucionarios y Patriotas). Pero la dialéctica interna provocó la división más importante en la historia de ETA.
En octubre de 1974, pocos días antes de que Mikel aterrice en Burdeos, una facción de la organización constituye ETA V Asamblea o ETA-militar: los milis. Otros, los disidentes, forman ETA VI Asamblea o ETA-político-militar: los polimilis. Los primeros propugnan la lucha armada; los segundos, simultanear la guerrilla con acciones de masas.
Los agentes del SECED han instruido a Lobo en Bilbao antes de partir hacia Dax. Pero llega a Francia con muy pocas lecciones aprendidas y sin un manual del espía perfecto. Como mucho, ha leído la novela de Graham Greene Nuestro hombre en La Habana, y está convencido de que el éxito de la operación depende de sus dotes de improvisación e interpretación. Tampoco puede olvidar su sagacidad.
Durante los primeros días de su vida de «topo», cae en sus manos el libro Operación Ogro, editado unos meses antes en Francia por Ruedo Ibérico y la editorial Mugalde de Hendaya, utilizada por ETA para difundir otros textos. En el libro, ETA da su versión del atentado contra Carrero. Los nombres de los autores del magnicidio aparecen falseados, pero Mikel ya conoce las identidades de los integrantes del comando Txikía, como se le bautizó en recuerdo de la figura de Eustaquio Mendizábal, muerto en un tiroteo. También tiene la oportunidad de leer varios artículos de Eduardo Moreno Bergaretxe, Pertur, sobre la lucha armada y su importancia dentro de la lucha política.
Lobo se encuentra en Dax a una ETA dividida, percepción que traslada a sus agentes de enlace a través del sistema de comunicación que han establecido previamente. Es rudimentario pero eficaz: las citas son semanales y se celebran en un bar de la estación ferroviaria de Burdeos, todos los viernes entre las 12.00 y las 13.00 horas. Si por cualquier imprevisto falla el contacto o el propio Mikel, la reunión se celebrará al día siguiente, una hora más tarde en el mismo sitio. Y si vuelve a fallar, otra vez al día siguiente, pero dos horas más tarde de lo previsto. Y así sucesivamente, hasta que se presenten los dos interlocutores.
El SECED emula a ETA, ya que es un sistema análogo al que emplea la banda asesina en sus encuentros clandestinos. Mikel no tiene coche, por lo que debe trasladarse a la ciudad del vino en tren, y a veces en autostop. Una vez reunidos en la estación, Mikel y los agentes suelen dar largas caminatas por el exterior del recinto ferroviario. En esa época Edurne todavía no hace de enlace.
UNA ETA A LA GREÑA
A finales de 1974, ETA ya ha superado las repercusiones del juicio de Burgos contra dieciséis dirigentes y militantes por el asesinato, en agosto de 1968, en Irún del comisario Melitón Manzanas, [24] jefe de la brigada Político-Social de Guipúzcoa. ETA ha celebrado su VI Asamblea, que es rechazada por los militantes del exilio y calificada como de la victoria de los marxistas-leninistas. Algunos incluso llegan más lejos, tildándolos de «liquidacionistas españolistas». Los dirigentes históricos en el exilio como Julen Madariaga, Juan José Etxabe o Federico Krutwig emiten un duro comunicado: «No se trata de matices. Se trata de elegir entre Euskadi o Francia o España».
Krutwig lo había dejado muy claro en uno de sus escritos: «Pretenden confundir la mente de algunos patriotas de tal forma que confunden la oposición a un régimen pasajero como es la tiranía fascista, con la real del nacionalismo vasco contra todo régimen español o francés». ETA se dirimía entre marxismo y nacionalismo y entre lucha armada y lucha política. Es el debate que Lobo percibe en sus reuniones de Dax.
El otro gran tema de debate es el de las acciones indiscriminadas contra civiles que no mantienen ninguna relación con el Régimen ni con las Fuerzas de Seguridad del Estado. Los etarras con quienes se relaciona Lobo mantienen que los muertos de la cafetería Rolando sólo son culpables del infortunio de estar en aquel local de la Puerta del Sol a la hora equivocada, las 14:30.
Cuando Lobo se infiltra en ETA, Mario Onaindía, uno de los sentenciados a treinta años en el juicio de Burgos, cumple condena en la cárcel de Córdoba. Desde su celda, Onaindía, conjuntamente con Eduardo Uriarte, escribe una carta que después envía a la dirección de la organización. En la misma señala: «El querer resolver el problema de las fronteras nacionales es hoy un hermoso sueño. El problema es hoy construir un sólido internacionalismo para destruir el imperialismo, y esta meta no se opone al nacionalismo vasco».
Pero Mikel no tiene dudas sobre su trabajo, sobre la importancia que éste tiene para España y sobre la tarea que le han encomendado: descabezar a la dirección de ETA. Ha sido educado en Euskadi y habla euskera, pero es un ultranacionalista de la España nacida de los Reyes Católicos. Por su mente no pasa el futuro de una Euskadi o una Cataluña desgajada de España y lucha para que prevalezca esa idea. Ha recibido una educación católica integrista en el colegio de los hermanos maristas y es un duro opositor de las teorías independentistas de Euskadi. Su infiltración no obedece a un espíritu de aventura. Nace de sus fuertes convicciones morales. Para él, los postulados de ETA son inviables, y sus acciones violentas una rémora peligrosa para el futuro de España.
El manual político de Mikel es el de ir por casa. Como el 90 por ciento de los españoles, desconoce qué papel desempeña la oposición a Franco en aquellos momentos. Ignora que dos jóvenes andaluces, Felipe González y Alfonso Guerra, dirigen a los socialistas del interior desde la clandestinidad en Sevilla, que Pablo Castellano es el líder de esta formación en Madrid y que su paisano Enrique Múgica controla esa formación en Euskadi. Todos ellos aspiran a ingresar en la Internacional Socialista en contra de las tesis del PSOE en el exilio, defendidas por Rodolfo Llopis. Dos semanas después de la muerte de Carrero Blanco, la Internacional Socialista aprueba su ingreso y casi un año después, el 13 de octubre de 1974, Felipe González, un joven abogado laboralista que no ha vivido la guerra civil, se hace con el control del partido en el XIII Congreso celebrado en la ciudad francesa de Suresnes, muy cerca de París. Al congreso también asiste como anfitrión Francois Mitterrand, líder de los socialistas franceses.
A los servicios secretos españoles no les preocupa el rumbo que pueda seguir el PSOE, porque saben que tarde o temprano será legalizado por los herederos de Franco. De ahí que dos importantes militares del SECED, Andrés Cassinello y José Faura, [25] llegan a entrevistarse con González y Guerra en Suresnes después de que se hagan con la dirección del partido socialista.
Esos devaneos de los servicios secretos con los dirigentes socialistas no se proyectan sobre los comunistas, proscritos por el Régimen e incluso acusados de proporcionar infraestructura a ETA en el interior. Pero la realidad es que el Partido Comunista de España, con fuerte presencia en el movimiento obrero, también hace un gran esfuerzo para subirse al tren de la concordia y la democracia. Su secretario general, Santiago Carrillo, propone al resto de las fuerzas opositoras al Régimen el denominado «pacto para la libertad», a fin de lograr el restablecimiento de la democracia en España.
LOBO EN LAS ENTRAÑAS DE ETA
Para consumar con éxito su trabajo, Mikel tiene que vestirse con piel de lobo, acorde a la manada en la que va a sobrevivir durante un tiempo. De ahí que, antes de llegar a Dax, repase algún escrito de ETA. En mayo de 1974 cae en sus manos un ejemplar de la revista Zutik 64 («En pie», en euskera), en la que Eduardo Moreno Bergaretxe, Pertur, apócope de «perturbador», intenta marcar la línea ideológica de la banda: «Si de algo podemos estar firmemente convencidos es de la necesidad del empleo de la violencia revolucionaria como única vía de liberación de nuestro pueblo y de los demás explotados y oprimidos dentro del Estado español, y con ello, la convicción de la inexistencia de cualquier alternativa pacífica de cambio democrático al sistema franquista».
Ese artículo, supuestamente escrito por Pertur, marca a Mikel. Sabe que refleja la postura a asumir para infiltrarse en la organización. Es el caballo ganador de una carrera de obstáculos en la que no hay trofeo esperando en la meta, sino un tiro en la nuca si comete un error.
Mikel es un joven vasco comprometido con el proyecto de una nueva España que surge del régimen franquista, pero en la patria por la que él lucha no hay lugar para ETA, aunque a principios de los años setenta todavía es una organización joven y con una infraestructura incipiente. Está desarmada, hasta que en 1971, tras una campaña de atracos, con el botín logrado compra a un traficante de armas francés quinientas pistolas Firebird parabellum. La ETA de aquellos años no alcanza los cuatrocientos militantes y los comandos dedicados a la acción armada no concentran a más de treinta jóvenes. Los ilegales, de entre veinte y veintiséis años, no son más de quince.
A finales de 1971 ETA tenía ciento diez militantes encarcelados, treinta y tres de los cuales se encontraban a espera de juicio. Setenta y siete tenían sentencia firme, con un promedio de dieciséis años de condena. Los condenados del proceso de Burgos superaban los quinientos años de cárcel.
Mikel no dispone de ningún informe de los servicios secretos que recoja todos esos datos. Se entera sobre la marcha. Tampoco dispone de una estrategia diseñada por el SECED para agotar sus días de infiltración. Su manual de acción es muy elemental y está condicionado a su supervivencia: no meter la pata y regresar vivo a España. En su memoria lleva grabado un microchip como los de las muñecas parlantes de Famosa, fabricadas en Ibi (Alicante), y que acaban de salir al mercado del juguete. El imaginario artilugio le recuerda una y mil veces las palabras del agente S. Mateos: «No arriesgues. Si te cogen, lo peor no será tu muerte, sino que no tendremos una segunda oportunidad para infiltrar a otro y acabar con esos hijos de puta».
El autor de tales palabras, que por su finura habría inspirado al mismísimo Sunt Zu, el padre del arte de la guerra, ha trabajado cerca del almirante Carrero y odia a muerte a sus asesinos que, para escarnio de su cuerpo, se pasean libremente por una Francia gobernada por Giscard d'Estaing. [26] «Ese es un verdadero canalla y no me extrañaría que estuviera más cerca del asesinato del cejas», le había comentado alguna vez a Mikel, refiriéndose a Carrero como «el cejas» por lo pobladas que las tenía. ETA incluso bautizó la operación de su atentado como Operación Ogro.
El odio del agente aumenta tras el atentado en la cafetería Rolando, junto a la Dirección General de Seguridad y los calabozos donde la policía franquista interroga a los militantes de izquierda.