EN EL MUNDO
En las dependencias del comisario, Rodero está a punto de escribir en la pizarra, pero duda y se vuelve hacia los reunidos en la mesa de juntas:
—Berganza, ¿cómo se llamaba la noruega?
Berganza no necesita consultar su libreta.
—Martha no sé cuántos, pero la llaman «Heidi».
Rodero apunta el nombre en la pizarra: «Heidi».
—Puede decirnos algo de ella, Berganza…
—Bueno… Es de trato bastante impertinente, se empeñó en hablarnos en inglés pese a que nos consta que habla español perfectamente. Debió de ser bastante atractiva de joven, le queda la arrogancia, ese aplomo de las mujeres acostumbradas a gustar a los hombres… Además está convencida de que es listísima y puede leer el pensamiento. Trabaja haciendo sustituciones como profesora de inglés en el valle, pero cuando necesita dinero ayuda en el bar de los soportales, friega platos, limpia cristales… Por lo visto hace buenas migas con la Susi, la dueña del bar…
—Bien… —interrumpe Rodero—, lo interesante para nosotros es que es la única habitante del pueblo suscrita a una publicación mensual que nos viene que ni pintada: Qué Leer, para el que no la conozca, una de las más conocidas revistas de novedades literarias —apunta el nombre de la revista en la pizarra—. De modo que, llegado el momento, bastará con intervenir un solo ejemplar de esa revista, el único que llega a San Juan del Horlá, para filtrar la información que nos interesa respecto a nuestro agente. ¿Tomamos nota?
Rodero ha dirigido la pregunta a T, y éste contesta releyendo sus apuntes:
—Heidi, noruega, impertinente, lee el pensamiento, da clases de inglés y limpia en el bar de los soportales; suscrita a Qué Leer…