Apuntes filosóficos acerca del hombre que «se tira a muerto»

Antes de iniciar nuestro grandioso y bello estudio acerca del «hombre que se tira a muerto», es necesario que nosotros, humildes mortales, ensalcemos a Marcelo de Courteline, el magnífico y nunca bien ponderado autor de Los señores chupatintas, y el que más amplia y jovialmente ha tratado de cerca al gremio nefasto de los «que se tiran a muerto», gremio parásito e imperturbable, que tiene puntos de contacto con el «squenun», gremio de sujetos que tienen caras de otarios y que son más despabilados que linces. Y cumplido ya nuestro deber con el señor de Courteline, entramos de lleno en nuestra simpática apología.

Hay una rueda de amigos en un café. Hace una hora que «le dan a los copetines», y de pronto llega el ineludible y fatal momento de pagar. Unos se miran a los otros, todos esperan que el compañero saque la cartera, y de pronto el más descarado o el más filósofo da fin a la cuestión con estas palabras:

—Me tiro a muerto.

El sujeto que anunció tal determinación, acabadas de pronunciar las palabras de referencia, se queda tan tranquilo como si nada hubiera ocurrido; los otros lo miran, pero no dicen oste ni moste; el hombre acaba de anticipar la última determinación admitida en el lenguaje porteño: Se tira a muerto.

¿Quiere ello decir que se suicidará? No, ello significa que nuestro personaje no contribuirá con un solo centavo a la suma que se necesita para pagar los copetines de marras.

Y como esta intención está apoyada por el rotundo y fatídico anuncio de «me tiro a muerto», nadie protesta.

Con meridiana claridad que nos envidiaría un académico o un confeccionador de diccionarios, acabamos de establecer la diferencia fundamental que establece el acto de «tirarse a muerto», con aquel otro adjetivo de «squenun».

Hacemos esta aclaración para colaborar en el porvenir del léxico argentino, para evitar confusiones de idioma tan caras a la academia de los fósiles y para que nuestros devotos lectores comprendan definitivamente la distancia que media entre el «squenun» y el «hombre que se tira a muerto».

El «squenun» no trabaja. El «hombre que se tira a muerto» hace como que trabaja. El primero es el cínico de la holgazanería; el segundo, el hipócrita del dolce far niente. El primero no oculta su tendencia a la vagancia, sino que por el contrario la fomenta con sendos baños de sol; el segundo acude a su trabajo, no trabaja, pero hace como que trabaja, cuando lo puede ver el jefe, y luego «se tira a muerto» dejando que sus compañeros de deslomen trabajando.

¿El que «se tira a muerto» es un hombre que después de tantas cavilaciones llegó a la conclusión de que no vale la pena trabajar? No. No «se tira a muerto» el que quiere, sino el que puede, lo cual es muy distinto.

El que «se tira a muerto», ya ha nacido con tal tendencia.

En la escuela era el último en levantar la mano para poder pasar a dar la lección, o si le conocía las mañas al maestro, levantaba el brazo siempre que este no lo iba a llamar, creyendo que sabía la lección.

Cuando más infante, se hacía llevar en brazos por la madre, y si lo querían hacer caminar, lloraba como si estuviera muy cansado, porque en su rudimentario entendimiento era más cómodo ser llevado que llevarse a sí mismo.

Luego ingresó a una oficina, descubrió con su instinto de parásito cuál era el hombre más activo, y se apegó a él, de modo que teniendo que hacer entre los dos un mismo trabajo, en realidad lo hacía uno solo, o tenía que hacerlo el otro aunque este lo hiciera, porque tan lleno de errores estaba el trabajo del que «se tira a muerto».

Y los jefes acabaron por acostumbrarse al hombre que «se tira a muerto». Primero protestaron contra «ese inútil», luego, hartos, le dejaron hacer, y el hombre que «se tira a muerto» florece en todas las oficinas, en todas nuestras reparticiones nacionales, aun en las empresas donde es sagrada ley chuparle la sangre al que aún la tiene.

La naturaleza con su sabia previsión de los acontecimientos sociales y naturales, y para que jamás le faltara tema a los caballeros que se dedican a hacer notas, ha dispuesto que haya numerosas variedades del ejemplar del hombre que «se tira a muerto».

Así, hay el hombre que no se puede «tirar espontáneamente a muerto». Lo atrae el dolce far niente, pero este placer debe ir acompañado de otro deleite: la simulación de que trabaja.

Le veréis frente a la máquina de escribir, grave el gesto, taciturna la expresión, borrascosa la frente. Parece un genio, el que le mira se dice:

—¡Qué cosas formidables debe pensar ese hombre! ¡Qué trabajo importantísimo debe de estar realizando!

Inclinémonos ante la sabiduría del Todopoderoso. Él, que provee de alimentos al microbio y al elefante a un mismo tiempo; él, que lo reparte todo, la lluvia y el sol, ha hecho que por cada diez hombres que «se tiran a muertos», haya veinte que quieran hacer méritos, de modo que por sabia y trascendental compensación, si en una oficina hay dos sujetos que todo lo abandonan en manos del destino, en esa misma oficina hay siempre cuatro que trabajan por ocho, de modo que nada se pierde ni nada se gana. Y veinte restantes hacen sebo de modo razonable.

Aguafuertes porteñas
cubierta.xhtml
sinopsis.xhtml
titulo.xhtml
info.xhtml
01.loschicos.xhtml
02.tallerdecompostura.xhtml
03.molinos.xhtml
4.yonotengolaculpa.xhtml
5.elhombredelacamisetacalada.xhtml
6.causaysinrazondeloscelos.xhtml
7.soliloquiodelsolteron.xhtml
8.donjuantenorio.xhtml
9.amorenelparquerivadavia.xhtml
10.filosofiadelhombre.xhtml
11.gruasabandonadas.xhtml
12.elbizcoenamorado.xhtml
13.elfurbo.xhtml
14.elorigendelagunaspalabras.xhtml
15.divertidoorigen.xhtml
16.latristeza.xhtml
17.lamuchachadelatado.xhtml
18.nilosperros.xhtml
19.elsiniestromiron.xhtml
20.latragedia.xhtml
21.lostomadoresdesol.xhtml
22.apuntesfilosoficos.xhtml
23.casassinterminar.xhtml
24.sillaenlavereda.xhtml
25.motivosdelagimnasia.xhtml
26.unaexcusa.xhtml
27.ventnasiluminadas.xhtml
28.dialogodelecheria.xhtml
29.visitaaltattersalreo.xhtml
30.proximoadoquinado.xhtml
31.noeraeseelsito.xhtml
32.elquesiempredalarazon.xhtml
33.lasenoradelmedico.xhtml
34.elturcoque.xhtml
35.elplacerdevagabundear.xhtml
36.atentinena.xhtml
37.elhombrecorcho.xhtml
38.cunadeoro.xhtml
39.noselodeciayo.xhtml
40.padresnegreros.xhtml
41.elparasitojovial.xhtml
42.enganandoalaburrimiento.xhtml
43.persianasmetalicas.xhtml
44.laburonocturno.xhtml
45.faunatribunalesca.xhtml
46.elrelojero.xhtml
47.elhombredelapuro.xhtml
48.entrecomerciantes.xhtml
49.delquenosecasa.xhtml
50.ladecadenciadelareceta.xhtml
51.elhermanitocoimeiro.xhtml
52.conversacionesdeladrones.xhtml
53.terriblesinceridad.xhtml
54.elidiomadelosargentinos.xhtml
55.psicologiasimpledellatero.xhtml
56.lamadreenlavidayenlanovela.xhtml
57.elespiritudelacallecorrientes.xhtml
58.vidacontemplativa.xhtml
59.candidatosamillonarios.xhtml
60.malajunta.xhtml
61.sobrelasimpatiahumana.xhtml
62.eltimidollamado.xhtml
63.latragediadelhombre.xhtml
64.laamargaalegriadelmentiroso.xhtml
65.elenfermoprofesional.xhtml
66.lamujerquejuega.xhtml
67.quiereserusteddiputado.xhtml
68.aristocraciadebarrio.xhtml
69.lainutilidaddeloslibros.xhtml