BERLÍN ALEXANDERPLATZ

LA HISTORIA DE FRANZ BIBERKOPF

MI LIBRO «BERLÍN ALEXANDERPLATZ». (1932).

EL Círculo de Lectores me ha invitado a hablar, en una de sus veladas, sobre el nacimiento y el estilo de mi obra épica Berlín Alexanderplatz, aparecida en 1929, y a pronunciarme con respecto a las opiniones críticas sobre el libro aparecidas en la prensa. He aceptado esa invitación y atiendo también, de buena gana, su deseo de que mi conferencia vaya precedida por el envío de unas palabras.

Sería muy largo contar cómo encontré el tema y el motivo central del libro. Sólo quiero decir aquí que mi profesión médica me ha puesto en contacto con muchos delincuentes. También tuve, hace años, un centro de observación de delincuentes. De allí proceden muchas cosas interesantes y dignas de ser narradas. Y al encontrar a esos hombres y a otros muchos parecidos, obtuve una visión peculiar de nuestra sociedad: la de que no hay fronteras rígidamente marcadas entre delincuentes y no delincuentes, la de que, en todos los puntos imaginables, la sociedad —o mejor, la sociedad que yo veía— estaba socavada por la delincuencia. Eso fue ya una perspectiva peculiar.

Y luego algo más. Conozco Berlín este desde hace decenios, porque aquí me crié, fui al colegio y, más tarde, comencé a ejercer mi profesión. Mientras que antes concedía gran importancia a la fantasía y, concretamente, a una fantasía en lo posible ilimitada, en el último decenio se agudizó mi visión, en realidad mi conciencia, de mi propio entorno y del paisaje en que me movía: el Berlín oriental. Aquí veía a una clase de hombres interesante y sobre todo auténtica y todavía no descrita. He podido observar a esa clase de hombres en los momentos más diversos y en las situaciones más diversas, y la he observado de la única forma verdadera: viviendo, tratando y sufriendo con ellos. Vi aquí la paz, vi ocasionalmente la guerra, cuando vine de permiso, y estuve luego otra vez entre ellos en el alzamiento espartaquista de 1919, en la inflación y en la época que siguió. El libro ofrece una muestra de cómo vi yo a aquellos hombres.

Tengo que referirme a otro aspecto filosófico, metafísico. Todas mis grandes obras épicas han ido precedidas de una fundamentación intelectual. La obra épica es, en una forma artística, podría decir, la continuación y concreción, y la experimentación también, de la posición ideológica alcanzada en un trabajo intelectual previo. De modo que, por lo general, al terminar esas obras épicas mi posición ideológica ha sido ya superada y conmovida. Comienzan con una seguridad y acaban con una pregunta nueva. Ahora bien, como acento principal y fundamento del libro Berlín Alexanderplatz, mi posición, que he expuesto en el escrito de filosofía natural anterior El yo sobre la Naturaleza, es la siguiente: este mundo es un mundo de dos dioses. Es un mundo de construcción y destrucción simultáneas. Ese enfrentamiento se produce en la temporalidad y nosotros participamos en él. Y este razonamiento filosófico enlaza con el anterior sobre la delincuencia. La sociedad está socavada por la delincuencia, dije. ¿Qué quiere decir eso? Hay en ella orden y descomposición. Pero no es cierto que el orden, que sólo la forma y la existencia sean reales, sin la tendencia a la descomposición y a la destrucción fáctica. Así pues, en el libro Berlín Alexanderplatz Franz Biberkopf sale de la cárcel. Es bueno por naturaleza, lo que suele llamarse así, y es además un gato escaldado que huye del agua fría. Y cuando va al mundo, ya veis, quiere ser honrado, quiere cumplir honrada y fielmente las leyes de este mundo, tal como él se las imagina… ¡y-no-es-posible! No es posible. Los golpes se suceden y acaban con ese hombre; podría decir también que acaban con esa posición ideológica.

Sobre el estilo del libro y la controversia crítica, sólo unas observaciones. Continuamente, sobre todo ahora, después de aparecer la traducción inglesa y la americana, se alude a Joyce.

Sin embargo, yo no conocía a Joyce cuando escribí la primera cuarta parte del libro. Más tarde, su obra, como he dicho y escrito a menudo, me cautivó y fue un viento favorable en mis velas. Una misma época puede producir, con independencia y en diversos lugares, algo parecido y hasta igual. Esto no es difícil de comprender. La crítica ha elogiado en parte el libro, en parte lo ha elogiado a medias y lo ha denostado un tanto, y en parte no lo ha elogiado y lo ha denostado furiosamente. Todos tienen razón. En especial, ruego a los que han denostado el libro y lo siguen denostando que me acojan en su corazón, porque lo merezco (tanto el ser denostado como el ser acogido). ¡Más detalles de palabra!