INTELIGENCIA EMOCIONAL PARA LÍDERES DE NUESTRO TIEMPO
«Si el tiempo es lo más caro,
la pérdida de tiempo es el mayor de los derroches.»
BENJAMIN FRANKLIN
Terminaremos este anexo para alcanzar el éxito con humildad con un repaso a una herramienta fundamental para entender a los demás y hacernos entender: la inteligencia emocional, que presenta estas dos dimensiones:
A. Inteligencia intrapersonal
Conocimiento de ti mismo. Saber expresar lo que sientes, lo que te preocupa, lo que deseas, adónde te diriges.
Sé sincero y evalúate de 1 a 10 en autoestima, empatía, sentimiento de competencia, actitud mental positiva, sensibilidad, buen humor, sentido del humor, autocontrol, ecuanimidad, calma-sosiego-equilibrio, adaptación a las circunstancias, renovación y crecimiento personal, resistencia a la frustración y no rendirte ante las adversidades, bondad, estar al mando de ti mismo, responsabilidad, nivel de eficacia...
B. Inteligencia interpersonal
Habilidades sociales. Además de gestionar bien la relación que tenemos con nosotros mismos, hay que saber gestionar las relaciones que tenemos con nuestros familiares y amigos, y, en especial, con las personas con las que compartimos nuestro trabajo. La clave es un respeto atento y cálido como constante, tanto en las relaciones con los compañeros como en las relaciones con los clientes, sin llegar a compartir confidencias que nos comprometan.
Decía Cicerón que «la confidencia corrompe la amistad; el mucho contacto la consume y el respeto la conserva». Seguramente exageraba si nos referimos a las amistades entrañables entre amigos de toda la vida, pero si hablamos de la amistad en el lugar de trabajo, Cicerón estaba completamente en lo cierto.
Como reza el refrán, «quien tiene tu secreto tiene tu bienestar», así que hay que tener buen cuidado de hacer confidencias hasta a los compañeros más íntimos y por supuesto a los clientes. Una cercanía atenta y cálida, pero lo suficientemente distante como para no sobrepasar los límites de lo más personal y confidencial, es lo más aconsejable para evitar incontables problemas tanto a la empresa en la que trabajamos como a nosotros mismos.
Dentro de las habilidades sociales, son fundamentales las habilidades para hacer amistades y conservarlas; colaborar y trabajar en grupo, reaccionar con inteligencia ante insultos y bromas pesadas; respetar los derechos de los demás; automotivarse cuando las cosas van mal; superar sentimientos negativos como la ira, el odio y el rencor; potenciar la propia autoestima y la de los demás; ser parte de la solución y no del problema...
Descubre tu propia motivación, tu razón fuerte para vivir, para superarte y esforzarte; aquello que más te importa para celebrar y disfrutar la vida en cada minuto y que nada ni nadie te impida ser lo que quieres ser.
Ten bien claros tus objetivos y los medios eficaces para conseguirlos. Si no sabes lo que quieres y hacia dónde te diriges y no eliges la mejor compañía, todos los vientos te serán desfavorables. Bien decía Louis Pasteur que «la fortuna juega siempre a favor de una mente preparada».
Y por favor, mantén el buen humor a toda costa. A ninguna mente bien organizada le falta el sentido del humor.
La inteligencia emocional en la empresa
Las fórmulas para desarrollar la inteligencia emocional están pisando cada vez más fuerte en el ámbito de las empresas, que aplican la capacidad para reconocer nuestros propios sentimientos y los ajenos, y la habilidad para manejarlos en nosotros mismos y en nuestras relaciones.
«Las personas con habilidades emocionales bien desarrolladas tienen más probabilidades de sentirse satisfechas y ser eficaces en su vida, y de dominar los hábitos mentales que favorezcan su propia productividad; las personas que no pueden poner cierto orden en su vida emocional libran batallas interiores que sabotean su capacidad de concentrarse en el trabajo y pensar con claridad», apunta Daniel Goleman, considerado el padre de la IE. Y es que el estado anímico influye en todo lo que hacemos en casa, en el trabajo o en cualquier situación social.
Algunos autores definen la inteligencia emocional como el factor de éxito más importante en cualquier carrera. Está demostrado que la felicidad de un empleado en su puesto de trabajo influye activamente en su productividad, en su capacidad para aportar ideas y en la adquisición de nuevas habilidades. Es por eso que la inteligencia emocional cada vez tiene más peso a la hora de valorar a los trabajadores en el terreno empresarial. Este tipo de inteligencia se aprende y perfecciona a lo largo de nuestra vida a partir de nuevas experiencias, por lo que nuestras habilidades seguirán desarrollándose gracias al esfuerzo y al empeño que pongamos en nuestros quehaceres diarios.
Existe una serie de aptitudes que conforman la inteligencia emocional de un buen empleado o directivo:
Autoconocimiento: es el conocimiento que tenemos de nuestras características personales para reconocer nuestro estado de ánimo, nuestros puntos fuertes y nuestras limitaciones, así como el nivel de autoconfianza que tenemos en nuestras capacidades. En una entrevista de trabajo debemos presentarnos teniendo en cuenta cuáles son las cualidades que nos hacen destacar por encima del resto de los aspirantes al puesto de trabajo.
Autorregulación: debemos conocer a la perfección cuáles son nuestras emociones y cómo podemos manejarlas. En el trabajo debemos controlarnos, puesto que si nos dejamos llevar por las emociones, nuestras labores acabarán viéndose afectadas.
Motivación: resulta fundamental mantenernos motivados en nuestras tareas para no perder el interés y dejar de ser productivos. Si no olvidamos cuáles son nuestras prioridades, tampoco dejaremos de luchar para alcanzar los objetivos marcados.
Empatía: es primordial para mantener una salud laboral de hierro en lo que a la relación con los compañeros y los jefes se refiere. Si somos capaces de percibir lo que sienten los demás, podremos ver las cosas desde su ángulo de actuación, creando así un vínculo de afinidad con los que nos rodean para evitar problemas y rencillas.
Habilidades sociales: conllevan controlar las emociones en una relación para interpretar de la forma adecuada las situaciones y las conexiones entre los seres humanos que nos rodean.
Siguiendo la misma línea, los contratantes buscan trabajadores que dominen toda una serie de capacidades relacionadas con la inteligencia emocional, como por ejemplo:
Iniciativa y capacidad de liderazgo.
Habilidad comunicativa y empatía.
Capacidad para trabajar en equipo y resolver conflictos.
Confianza en uno mismo y en la labor de la empresa.
Mantenimiento de la motivación para alcanzar los objetivos marcados.
Una persona con un coeficiente intelectual por encima de la media, que reúne todas las cualidades necesarias para desempeñar una serie de labores, pero que carece de destreza a la hora de comunicarse, será menos productiva y menos feliz en su trabajo que alguien con menor coeficiente intelectual, pero mayor dominio de la inteligencia emocional.
«Quienes alcanzan altos niveles dentro de las organizaciones poseen un gran control de sus emociones, están motivados y son generadores de entusiasmo. Saben trabajar en equipo, tienen iniciativa y logran influir en los estados de ánimo de sus compañeros.» Así de simple lo resume Goleman. El mismo psicólogo estadounidense considera que existen tres grandes temas relacionados con el trabajo:
Capacidades emocionales individuales.
Habilidades para trabajar en equipo.
La nueva empresa organizada con inteligencia emocional.
Goleman hace especial hincapié en la trascendencia de adaptarse a las nuevas condiciones en las empresas modernas, en la necesidad del autocontrol en situaciones de estrés y en la importancia de ser honesto, íntegro y responsable.
De la misma forma, un líder humilde, inspirador y eficaz resultará verdaderamente eficaz si tiene claros los objetivos que debe cumplir, si mantiene la confianza en sí mismo y su poder de influencia positiva sobre los demás, sin dejar de lado la empatía que antes comentábamos.
Tal y como apuntó en 1999 Goleman, el éxito de una persona en su trabajo está íntimamente ligado a sus emociones. Si un trabajador es feliz en una empresa, trabajará a gusto, será más productivo y desarrollará mejor sus habilidades cuando trabaje en grupo.
En cuanto a los líderes laborales —jefes, directivos, etcétera—, precisan de una serie de actitudes básicas que deben adoptar para liderar a sus trabajadores, como son:
Escuchar de manera activa al empleado. A cualquiera se le puede ocurrir una idea que amplíe el mercado o mejore la productividad global. Cuando se mantiene una relación abierta con los empleados, el trabajador se siente más cercano al jefe y desarrolla mejor su capacidad de actuación y colaboración en grupo.
Motivar a su equipo. Todo líder debe mantener motivado a su equipo si desea que los resultados obtenidos sean satisfactorios. Felicidad = Productividad.
Respetar a los demás y poner en práctica la Regla de los Tres Metros, que consiste en saludar a todo aquel que se encuentre a esa distancia. Así, además de ser un jefe cercano con los empleados, se mejoran las relaciones laborales basadas en la jerarquía institucional.
De la misma forma, el líder de nuevo cuño debe hacer sentir «libres» a sus trabajadores. Un empleado consciente de sus funciones y de sus limitaciones, que siempre cumple con lo estipulado por la empresa, producirá más y mejor si siente que su labor está siendo reconocida y no vigilada de cerca, gracias a la autonomía que tiene a la hora de desarrollar sus actividades.
La libertad y la autonomía generan mayor autoconfianza en el trabajador, que siente reconocida su labor y que estará abierto a sufrir cambios en sus funciones e incluso a hacerse cargo de mayores responsabilidades.
Daniel Goleman también apuntó que «las normas que gobiernan el mundo laboral están cambiando. En la actualidad no solo se nos juzga por lo más o menos inteligentes que podamos ser ni por nuestra formación o experiencia, sino también por el modo en el que nos relacionamos con nosotros mismos o con los demás».
A modo de conclusión, observemos algunas de las ventajas de aplicar la inteligencia emocional en el ámbito de las empresas:
Mejora de la comunicación interna.
El empleado se siente más valorado, feliz e integrado en la empresa.
Aumenta la motivación del trabajador y se lucha más por un ascenso.
Las relaciones personales y el ambiente de trabajo mejoran.
Las personas se implican más en sus labores y se vuelven más responsables y autónomas.
Nuestra autoestima se verá reforzada, al igual que nuestra autoconfianza.
Incrementa la eficacia de los trabajadores, y por tanto, la producción.
Los procesos de cambio y mejora se agilizan y dejan de verse con temor, etcétera.
En definitiva, mejora la relación entre los trabajadores y entre el público y la empresa, con lo que al final se cumple la premisa más importante de cualquier negocio: incrementar la rentabilidad.
Un estudio realizado por la Universidad de Nebraska arrojó que las personas que se imaginan a sus compañeros de trabajo como personas competentes, inteligentes y positivas son más eficaces en el trabajo y en su vida diaria. Y es que los empleados proactivos que se recuperan de los errores cometidos son más felices y, como consecuencia, más productivos en el ámbito laboral.
De la misma forma, el estudio concluye que los seres humanos proyectan sus debilidades en los demás; es decir, que un empleado incompetente verá así al resto de sus compañeros de trabajo, de manera que no estará motivado para alcanzar objetivo alguno. Siguiendo la misma línea, el directivo de una empresa que percibe a sus empleados como vagos no estará motivado para alcanzar los objetivos comunes.
Existen multitud de empresas que aplican la inteligencia emocional con sus trabajadores a través de cursos y seminarios. El objetivo principal de este tipo de cursos es aprender a afrontar situaciones comunes de una forma diferente y aprovechar las circunstancias adversas para conseguir mayor eficiencia y productividad a través de la motivación afectiva del personal.
Y es que los talleres y las actividades grupales se han convertido en una fórmula más que acertada para cohesionar a los trabajadores de una empresa y crear así un ambiente laboral favorable.
Una de las prácticas más utilizadas en los últimos tiempos es el deporte corporativo. Gracias a las actividades deportivas, los empleados conocen a sus compañeros y fomentan valores como el compañerismo, el trabajo en equipo, el liderazgo y el espíritu ganador, tal y como argumentan en Hat Trick, empresa especializada en organizar campeonatos deportivos dentro de las empresas.
Este tipo de iniciativas está teniendo muchísimo éxito en la actualidad. Los trabajadores agradecen los torneos, mantienen una mejor relación con sus compañeros y se sienten más a gusto trabajando.
Una de las empresas que ha impulsado el deporte entre sus trabajadores es Google. Los empleados cuentan con acceso a piscinas, mesas de ping-pong y billar, futbolín, gimnasio, zona de masajes, cancha de voleibol... Todo de manera gratuita. Además, no tienen un horario fijo y pueden descansar toda una tarde si así lo desean.
No cabe duda de que este método de satisfacción de empleados funciona a las mil maravillas. Esta empresa líder en tecnología, que cuenta con auténticos cerebros en sus filas, pone al servicio de sus empleados zonas verdes en las que desarrollar toda su creatividad, por donde pueden andar descalzos o bien trabajar sentados en el suelo.
La empresa Coca-Cola España ha sido la escogida por un grupo de científicos de la Universidad de California para realizar un estudio sobre la felicidad. El equipo analizará los efectos que la felicidad tiene en la productividad e incluso en la salud de los trabajadores. Tanto el Instituto Coca-Cola de la Felicidad como la encargada de la investigación que se llevará a cabo aseguran que el hecho de que los trabajadores sean más felices beneficia a todos, de la misma forma que la gente feliz es más productiva, más creativa y más participativa.