FRÍO 1
Tenía una sonrisa que le partía la cara al medio cuando el doctor lo estaba auscultando.
—No se de qué te reís… —le dijo el medico con gesto serio— creo que te pescaste una pulmonía.
Él, sin embargo, seguía con esa mueca perfecta de felicidad. No podía dejar de pensar en el vapor que se levantaba de esa espalda blanca y suave, de esas perlitas de transpiración que se fueron secando una a una… No podía dejar de pensar en esa noche que, sin importar un bledo el frío que hacía, se quedó desnudo mirándola dormir después de hacerle el amor.