34. Veinte preguntas: una clasificación de civilizaciones cósmicas

Civilización tipo 1.4 M. Ilustración de Jon Lomberg.
Para tratar con la posibilidad de que haya civilizaciones extraterrestres enormemente avanzadas, el astrofísico soviético N. S. Kardashev ha propuesto una distinción en términos de la energía disponible para una civilización y para propósitos de comunicación.
Una civilización tipo I es capaz de reunir, para propósitos de comunicación, el equivalente de toda la producción energética del planeta Tierra, que ahora se usa para calefacción, electricidad, transporte y demás; una gran variedad de propósitos diferentes a la comunicación con civilizaciones extraterrestres. Por esta definición, la Tierra no pertenece todavía al tipo I de civilización.
La utilización o uso de fuerza de nuestra civilización está aumentando con suma rapidez. La actual producción de energía del planeta Tierra es algo así como 1015 ó 1016 vatios; es decir de un millón de millones a diez millones de millones de vatios. La cifra exponencial indica simplemente el número de ceros que siguen al 1. Por ejemplo, 1015 significa quince ceros detrás del 1. El concepto de potencia en física es el de gasto de energía por unidad de tiempo. Un vatio equivale a diez millones de ergios de energía gastada por segundo. Toda la energía empleada en la Tierra equivale a encender, por ejemplo, cien millones de millones de bombillas de cien vatios. Especialmente si esta energía brotara en la parte de radio del espectro podría detectarse desde considerables distancias.

Representación esquemática de una civilización tipo I, probablemente unos cuantos siglos más avanzada que la nuestra. Ilustración de Jon Lomberg.
Una civilización tipo II puede usar con propósitos de comunicación una producción de energía equivalente a la de una típica estrella, aproximadamente 1026 vatios. Ya vemos estrellas sumamente brillantes en frecuencias ópticas en las más cercanas galaxias. Una civilización tipo II lanzando en nuestra dirección 1028 vatios en algunas ondas de radio estrechas podría detectarse a enormes distancias intergalácticas. Sería muy fácil de descubrir si empleáramos los procedimientos idóneos de búsqueda, y si tal civilización se hallara en la más próxima galaxia espiral a la nuestra, M31, la gran galaxia de la constelación Andrómeda. M31 es, sin duda, la galaxia más grande. Por ejemplo, una galaxia elíptica, la M87 —también conocida como Virgo A— contiene, quizá, diez millones de millones de estrellas.
Por último, Kardashev supone una civilización tipo III que emplearía, con propósitos de comunicación, la producción de energía de toda una galaxia, aproximadamente 1036 vatios. Una civilización tipo III irradiándonos así se podría descubrir si estuviera en cualquier lugar del Universo. No hay nada previsto para una civilización tipo IV. No hay necesidad de que existan muchas civilizaciones tipo II o tipo III para que se sienta su presencia una vez se organice cuidadosamente la búsqueda de civilizaciones extraterrestres. Muy bien podría ocurrir que unas cuantas civilizaciones tipo II o tipo III se detectasen con más facilidad que un gran número de civilizaciones tipo I, si eligiesen el hacernos señales (véase el capítulo 31).
El vacío de energía entre una civilización tipo I y otra tipo II o entre las civilizaciones del tipo II y III, es enorme, un factor de alrededor de diez mil millones en cada paso. Parece conveniente, si se ha de considerar el asunto seriamente, discriminar en medida más fina, por así decirlo. Sugeriría un tipo 1.0 como civilización, usando 1016 vatios para la comunicación interestelar; tipo 1.1, 1017 vatios; tipo 1.2, 1018 vatios, y así sucesivamente. Nuestra civilización actual podría clasificarse algo así como un tipo 0.7.
Pero puede haber formas más significativas para caracterizar civilizaciones mediante la energía que puedan usar en sus comunicaciones. Factor importantísimo de una civilización es la cantidad total de información que almacene. Esta información se puede describir en términos de bits, el número de declaraciones si-no relativas a sí misma y al Universo que tal civilización conoce.
Un ejemplo de este concepto es el popular juego de «Veinte preguntas», tal y como se juega en la Tierra.
Un jugador imagina un objeto o concepto y realiza una clasificación inicial de él en el campo animal, vegetal, mineral, o en ninguno de estos tres. Para identificar el objeto o concepto, los otros jugadores pueden hacer un total de veinte preguntas que sólo se pueden responder con «sí» o «no». ¿Cuánta información se puede obtener de esta manera?
Se puede pensar en la caracterización inicial como tres preguntas de síes o noes: ¿Conceptual u real? ¿Biológico o no? ¿Planta o animal? Si estamos de acuerdo en que una partida de «veinte preguntas» persigue algo vivo, hemos respondido, en efecto, ya a tres preguntas cuando comience la partida. La primera pregunta dividió al Universo en dos partes (desiguales). La segunda pregunta dividió a una de estas dos partes en dos más, y la tercera dividió a otra de estas últimas, en otras dos. En tal momento hemos dividido al Universo aproximadamente en:
2x2x2 = 23 = 8 partes
Cuando terminemos con nuestras veinte preguntas, habremos dividido al Universo en 220 partes adicionales (probablemente desiguales). Ahora, 210 es 1024. Podemos efectuar tales cálculos muy rápidamente si aproximamos 210 por 1000 = 103; por lo tanto, 220 es igual a (210)2, que aproximadamente es igual a (103)2 = 106. El número total de preguntas efectivas, veintitrés, ha dividido al Universo en alrededor de 223 o 107 partes o retazos de información. Así, es posible que los jugadores hábiles ganen en «veinte preguntas» tan sólo si viven en una civilización que posee un contenido de información de aproximadamente 107 bits.
Pero, como digo más adelante, nuestra civilización se caracteriza por, quizá, 1014 bits. Por consiguiente, los jugadores hábiles deben ganar en «veinte preguntas» en alrededor de 107 entre 1014 veces, o una en 107, o una en diez millones de veces. Que la partida se gane más a menudo en la práctica se debe a que hay una regla adicional —por lo general, no estatuida, pero sí bien entendida: sobre todo porque el objeto o concepto mencionado deba ser algo que figure en la herencia cultural general de todos los jugadores. Pero esto debe significar que 107 bits de información pueden llevar en sí una gran cantidad de información sobre una civilización, sin duda alguna. Philip Morrison ha calculado que la contribución escrita total a nuestra actual civilización por parte de la civilización clásica griega, sólo es de aproximadamente 109 bits. Así, un mensaje de una sola dirección, que contiene, según las normas de la moderna radioastronomía, un número muy pequeño de bits de información, puede contener una significativa cantidad de nueva información y ejercer una poderosa influencia sobre una sociedad, a la larga.
¿Cuál es el número total de bits de información que hay en una palabra inglesa? ¿En todos los libros en el Mundo? Por lo general, se emplean en inglés veintiséis letras más diferentes marcas de puntuación. Calculemos que hay treinta y dos de tales «letras» que son efectivas. Pero 32 = 25; es decir, hay algo así como cinco bits por letra. Si una palabra típica tiene cuatro a seis letras (para un promedio de seis letras por palabra, tendría que haber muchas palabras caprichosas) habrá entonces de veinte a treinta bits por palabra. Un libro corriente —de unas trescientas palabras por página y de alrededor de trescientas páginas— tendría alrededor de cien mil palabras o, aproximadamente, tres millones de bits de información. Las más grandes bibliotecas del mundo, como la del Museo Británico, la Biblioteca Bodleian de Oxford, la Biblioteca Pública de New York, la Biblioteca Widener de Harvard, o la Biblioteca Lenin de Moscú, no tienen más de diez millones de volúmenes. Esto es aproximadamente 3 X 1013 bits de información.
Una fotografía mal revelada puede disponer de un millón de bits. Una caricatura muy complicada puede tener tan sólo unos mil bits. Por otra parte, una fotografía grande y en color puede tener mil millones de bits. Concedamos márgenes a la cantidad de información fundamental contenida en gráficos, fotografías y arte en nuestra civilización, así como la tradición oral grabada. Tratemos también de calcular —esto sólo puede hacerse de manera muy superficial— la información con la que nacemos sobre cómo tratar con el Mundo. (Los seres humanos, al nacer, son, en relación con otros animales, seres con muy poca información, pues tratamos con el Mundo mucho más en términos de información aprendida que de información instintiva o heredada.) Calculo, entonces, que nosotros y nuestra civilización podemos muy bien caracterizarnos por algo así como 1014 o 1015 bits de información.
Entre paréntesis, el viejo adagio chino de que vale más una imagen que diez mil palabras (trescientos mil bits en inglés, pero ¿y en chino?) es aproximadamente correcto con tal de que la imagen no sea demasiado complicada.
Podemos imaginar civilizaciones que tienen un número mucho más elevado de retazos que caracterizan a su sociedad en mayor grado que a la nuestra. En general, deberíamos esperar que una civilización superdesarrollada en la escala de energía debiera ser sumamente adelantada en la escala de información. Pero esto no necesita ser cierto del todo. En efecto, puedo imaginar sociedades que sean muy complejas y necesiten muchos más retazos para caracterizarlas que lo que necesita nuestra sociedad, pero que no están interesadas en la comunicación interestelar. La caracterización de civilizaciones interestelares requiere que distingamos su contenido de información también.
Si hemos empleado números para describir la energía, quizá debamos usar letras para describir la información. Hay veintiséis letras en el alfabeto inglés. Si cada una de ellas corresponde a un factor de diez en el número de bits, existe la posibilidad de caracterizar con el alfabeto inglés una gama de contenidos de información sobre un factor de 1026, gama muy amplia que parece adecuada a nuestros propósitos. Propongo llamar a un tipo de civilización A como una a nivel de «veinte preguntas», caracterizada por 106 bits. En la práctica, ésta es una sociedad extremadamente primitiva —mucho más primitiva que cualquier sociedad humana que conozcamos bien— y un buen punto de comienzo. La cantidad de información que hemos recibido de la civilización griega caracterizaría a esa civilización como de tipo C, aunque la cantidad real de información que caracterizó a la Atenas de Pericles probablemente es equivalente al tipo E, o así. Dé acuerdo con estas normas, nuestra civilización contemporánea, si se caracteriza mediante 1014 bits de información, corresponde a un tipo H de civilización.
Una caracterización combinada de información/energía de nuestra actual sociedad global terrestre es del tipo 0.7H. El primer contacto con una civilización extraterrestre sería, creo yo, con una del tipo 1.5J o 1.8K. Si hubiese una civilización galáctica de un millón de mundos, y si cada uno se caracterizara por mil veces el contenido de información de nuestra civilización terrestre, la civilización galáctica sería del tipo Q. Mil millones de tales galaxias federadas con toda la información mantenida colectivamente se caracterizaría como civilización del tipo Z.
Pero, como exponemos en el capítulo siguiente, no hay suficiente tiempo en la historia del Cosmos para que se haya desarrollado tal tipo de sociedad intergaláctica.