Cuando vivías, me recuerda, en los sueños encontrabas soluciones.
Eso decía yo, me río. En efecto, solía acostarme en medio de una encrucijada y despertar horas después con las cosas, si no en claro, al borde de una solución.
¿Y ahora?, me dice.
Ahora ya ves que los problemas no me dejan reposar. Tal vez por eso vengo aquí a menudo. Tal vez confío en que mi nieta sueñe con la solución a mis problemas y no me lo quiero perder.
¿Estás hablando en serio?
Quién sabe, le digo.