CONCLUSIÓN

DOS días después llegaba la flotilla a Nueva York.

Como la ciudad se hallaba amenazada por el grueso de las fuerzas inglesas, el corsario y la miss, acompañados por Howard y los dos bretones, marcharon a Filadelfia, mientras los buques se refugiaron en el río Hudson.

Ocho días después, María de Wentwort se convertía en baronesa de McLellan, y en el mismo día, Washington, que había sufrido ya dos grandes derrotas, atacaba en el Delaware a los ingleses de Cadwallader y lograba una brillante victoria, haciendo prisioneros a tres regimientos de lanceros y a toda la caballería ligera, además de algunas piezas de artillería.

¡El sol de la libertad americana, que parecía extinguirse, brillaba otra vez con mayor esplendor que nunca, gracias al valor del gran guerrillero!