ESTO NO ES UNA FICCIÓN
Cuando le preguntaban a Diana Vreeland si sus recuerdos más extravagantes eran factuales o ficticios, ella respondía: «It’s faction.»
Éste es un libro de pura facción. Todo en él es rigurosamente exacto: los personajes son reales, los lugares existen (o han existido), los hechos son auténticos y las fechas son todas ellas verificables en biografías o manuales de historia. Lo demás es imaginario, y por este sacrilegio ruego a los hijos, nietos y bisnietos de mis protagonistas que disculpen mi intrusión.
En los Estados Unidos, Truman Capote inventó una etiqueta para designar este tipo de novela: non-fiction novel. En una entrevista con George Plimpton en el The New York Times del 16 de enero de 1966, definió su proyecto como «una forma narrativa que utiliza todas las técnicas del arte de la ficción, a la vez que se ciñe escrupulosamente a los hechos». En francés, su expresión debería traducirse por roman non fictionnel, novela no ficcional. Qué horror.
Prefiero hablar de «facción», ya que la palabra existe en nuestra lengua. Sugiere la idea –excitante en tiempos de paz– de que el autor de este relato sería una especie de soldado en turno de guardia o el jefe de una peligrosa sedición.
El papel del novelista en este libro se ha visto realzado por el hecho de que los personajes llevaron vidas muy secretas. De todos modos, insisto en proclamar solemnemente lo siguiente: si esta historia no fuera cierta, tendría una enorme decepción.
FB