7

 

 

«Si te caes siete veces, levántate ocho.»

 

Proverbio chino.

 

 

Crall advirtió que Alexa no se había ido de buenas maneras y salió tras ella sin pensarlo.

—¿Qué voy a hacer con este amor? —masculló afectada mientras se tumbaba en la cama sin poder contener los espasmos del llanto. Tras unos instantes, escuchó claramente una voz que le indicaba:

—Te mereces a alguien sin fallos y que te valore realmente. No llores —le dijo Collin mientras se sentaba en el borde de la cama y le acariciaba la cabeza.

Alexa escuchó con asombro las palabras que él empleó y se sintió agradecida por la caricia y el cuidado con que la intentaba confortar. Se sentó y lo miró a los ojos. C.C. abrió los brazos y le ofreció cobijo; endeble, Alexa no se sintió con fuerzas para rechazarlo: apoyó la mejilla en su pecho y se aferró a él aceptando la contención que le regalaba. Tras unos minutos en que se tranquilizó, y mientras él le acariciaba la espalda, levantó la cabeza con la respiración temblorosa y advirtió lo afectado que estaba. Tenía la mirada apacible pero llena de deseo contenido, su pecho subía y bajaba rítmicamente. Collin sostuvo su rostro entre las manos y entornó ligeramente los ojos mientras intentaba leer sus pensamientos. Alexa se sintió azorada ante la calidez de su mirada, confundida y, para su propia turbación, no supo si en verdad quería que la soltara o se apartara. Levantó sus propias manos y las apoyó en las de él reteniendo su calor y cerrando los ojos. C.C. apoyó los labios en los de ella lentamente, y luego la rozó suavemente con sus dientes, tironeando de su labio inferior. Alexa abrió los ojos y el destello de luz que iluminaba los ojos celestes de Collin dejó paso a una turbia mirada de deseo; la apresó entonces con su boca, creando un mundo de sensaciones difíciles de descifrar. La apretó contra su cuerpo, advirtiendo claramente cómo las cimas de sus senos rozaban su pecho. Mientras la apretaba contra él, su mano le acarició la espalda, la nuca, y enredó sus dedos en sus mechones dorados. Movió la cabeza para recoger con su boca los temblorosos labios de ella, intensificó el beso y lo prolongó inmerso en una sensación de bienestar.

Cuando se apartaron, Alexa se sintió incómoda. Una profunda sensación de traición se instaló en ella. Se puso de pie y le dio la espalda. Sentía el cuerpo tembloroso y las manos frías. Todo en ella era una desconcertante mezcla de agitación. Crall rápidamente se le acercó y la tomó de los hombros hundiendo su rostro en su pelo, absorbiendo su afrodisíaco olor.

—Me gustas mucho.

—Collin, yo...

—No digas nada. Lo cierto es que conozco muy bien tus sentimientos y no espero demasiado, pero me es imposible evitar la atracción que me provocas.

Continuó abrazándola y ella cerró los ojos mientras él murmuraba palabras contra su pelo en tono tranquilizador, dulce y tierno. Alexa deseaba descubrir que podía sentir algo por él. De pronto tuvieron la pétrea sensación de ser observados. Ambos miraron hacia la entrada y se encontraron con la mirada y el sonido de la risa maliciosa e incrédula de Brian, que permanecía contra el marco de la puerta mientras agitaba la cabeza.

—¿Estorbo? —Los observaba con expresión inquieta, revelando su mal humor.

Alexa se sintió vulnerable. No sabía cuánto había visto o escuchado, pero entonces respiró hondo y levantó la vista hablándole altanera:

—¿No te enseñaron a llamar a la puerta? —Las palabras brotaron maliciosamente, pero no disfrutó de ellas; por el contrario, experimentó una extraña sensación de ahogo.

Collin se llevó la mano al pelo y la pasó por sus mechas, apartándose de Alexa. Brian la miró fijamente y fue imposible disimular la derrota que sintió. Se fue sin más, volviendo a dejarlos solos.

Moore caminaba contrariado, con ganas de darse cabezazos contra la pared; se sentía vencido, pues haberlos encontrado en una situación tan íntima no era nada grato. Había visto que Crall la sostenía por los hombros y absorbía el perfume de su pelo y ella no parecía oponer resistencia. Nunca en su vida se había sentido así, y jamás una mujer había despertado esos sentimientos tan absurdos en él. Se sentía como un tonto, le abría su corazón una y otra vez, pero era evidente que hiciera lo que hiciese la había perdido.

El enfado se hizo paso muy rápido y regresó a la fiesta, donde todo había tomado la apariencia de una pesadilla descabellada. La había tenido entre sus brazos mientras bailaban y en aquel momento sintió claramente cómo ella cedía, y hasta llegó a pensar que podía existir una nueva oportunidad entre ellos.

Se sintió asfixiado. Volvió a salir de allí y caminó hasta el final del terreno; necesitaba alejarse del bullicio de la gente, sumergirse en el silencio y la negrura de la noche. Se puso en cuclillas, mirando hacia la pendiente por donde se bajaba al lago; lentamente, Brian hundió sus pies en la hierba, con todos los músculos en tensión.

—Maldita sea —bufó disgustado consigo mismo mientras intentaba aplacar el creciente mal humor. Escuchó pasos que crujían sobre la vegetación. Recobró la compostura volviendo a ponerse de pie y se encontró con Noah, que se acercaba hacia él con una botella de champán en la mano y dos copas.

—¿Qué haces aquí? ¿Por qué no estás disfrutando de tu fiesta?

—Porque tengo el mal hábito, por mi profesión, de estar alerta a todo lo que sucede a mi alrededor. Me he percatado de todo lo ocurrido, luego te he visto salir y volver a entrar, y me ha parecido que no estabas bien. Veo que no me he equivocado —le informó mientras llenaba una copa y se la alcanzaba—. Además, quería tomarme una copa con mi cuñado y padrino de boda.

—Gracias —Brian cogió la copa y Noah se sirvió otra para él, mientras continuaba hablando—. Quizá si la dejases respirar un poco, si la dejases añorarte un poco más...

—La he perdido definitivamente. Hoy ha sido el último intento. Ya ha tomado una decisión y yo no cuento en sus planes.

—¿Ha tomado una decisión? No le ha comentado nada a Olivia.

—¿Quieres decir que ella le habla de mí a Olivia?

—Si se entera de que te lo he contado me mata. Lo cierto es que está un poco reticente a hablar de ti con ella, pero no te ha olvidado. Tú sabes que Alexa no piensa y no funciona como el resto de las mujeres. Por eso creo que si sigues acorralándola se empecinará más en llevarte la contraria. Tómate tu tiempo para llevar a cabo todos esos cambios que has dicho que tienes planeado para ti, déjala pensarte, dale espacio para que pueda olvidar la gran equivocación que cometiste.

—Eso es lo que me preocupa, tal vez nunca lo olvide, porque ni yo lo puedo olvidar. No logro entender qué pensé esa noche.

—Es evidente que esa noche mucho no pensaste.

—Noah, yo sé que no me creéis, pero no estaba en mis planes joder la relación que tenía con Alexa. Por eso no logro entender por qué me fui con esa mujer a mi casa.

—Bebiste de más y no supiste lo que hacías. Basta. Fin del asunto. Mira hacia adelante y deja de lamentarte, porque lo hecho, hecho está. Céntrate en volver a ganarte su confianza. Es lo que quieres, ¿no?

—Creo que estoy enamorado.

—Creo que te creo, porque nunca te he visto tan estúpido por nadie. En un principio confieso que creí lo mismo que todos, que estabas encaprichado.

—Hace un rato fui a buscarla, pero... ella estaba en su habitación y estaba abrazada a Crall. Mierda, como me ha dolido verla en sus brazos.

Noah le dio un codazo.

—Ya ha vuelto, y lo ha hecho sola. Deja de atormentarte. No se han quedado en la habitación.

—Siento que cada día se aleja más de mí. Por eso no sé si es buena idea dejarla tranquila. Temo perderla del todo.

—¿Y Rebecca? ¿Qué me dices de ella? ¿Has visto cómo te mira?

—Supongo que después de tantos años de no vernos, el que nos hayamos reencontrado ha hecho que afloraran ciertos recuerdos enterrados, pero todo quedó en el pasado. El nuestro fue un amor adolescente, el primer amor, un amor inexperto y lleno de sueños idílicos; nuestras hormonas estaban disparadas y las circunstancias hicieron que desfogáramos toda la energía sobrante, circunstancias que se intensificaron por la convivencia; fue una relación que tuvo mucho de prohibida porque se dio en las narices de mis padres.

»Si lo que sentíamos hubiera sido verdadero, ambos hubiéramos luchado para que no nos separasen, y ella no hubiera abortado el bebé. Éramos muy jóvenes. Creo que fue lo mejor. Por primera vez tengo que reconocer una decisión acertada de mis padres. Ellos acarreaban con la responsabilidad que le habían dejado los padres de Rebecca al morir y nombrarlos sus tutores y, por supuesto —rio sin ganas—, lo más importante y lo que más les preocupaba era el qué dirán. No se trataba de cuidarla de mí.

—Eso es lo que sientes tú, pero... ¿y qué hay de ella? ¿Puedes asegurar que también es así?

—Ambos continuamos con nuestras vidas, ¿no? De no ser así hubiera regresado antes.

—Suena lógico, pero la he visto observarte cuando tú no la miras y... Esa jugada en la pista con Alexa, y el bailecito, humm... no sé, yo no estaría tan seguro de que te ha olvidado.

—La verdad es que no me interesa, y preferiría que en verdad no sea como tú lo dices.

—Oh, estáis aquí. —Olivia se había cogido el vestido para no mancharlo con el verde de la hierba, y caminaba con dificultad hacia ellos con los tacones de los Jimmy Choo que llevaba puestos—. Mi amor, ya es hora de tirar el ramo.

Noah la abrazó y la besó en el cuello.

—Humm, ¿mi esposa ya quiere irse? ¿Quieres raptarme y quedarte a solas con tu flamante esposo?

—Bueno, bueno, soy tu amigo, pero también soy su hermano; evitad ciertos comentarios delante de mí, por favor —pidió Brian.

Los tres se carcajearon.