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Los días que siguieron a aquella noche no fueron memorables.
Pasó una semana, tal vez, y llegó la notificación de la conclusión de las investigaciones.
A las ocho treinta del día siguiente estaba en la secretaría de Cervellati para pedir las copias del expediente. Hice la solicitud, me dijeron que podría disponer de las copias al cabo de tres días y me marché presa de sensaciones negativas.
El viernes mi secretaria pasó por la fiscalía, pagó los derechos por las copias, las retiró y lo trajo todo al despacho.
Pasé el sábado y el domingo leyendo y releyendo aquellos papeles.
Leía, fumaba y bebía café largo descafeinado en tazas grandes.
Leía y fumaba y lo que leía no me gustaba en absoluto. Abdou Thiam estaba metido en un buen lío.
Incluso más grave de lo que me había parecido al leer la orden de prisión preventiva.
Parecía uno de aquellos procesos sin perspectivas, en los que llegar a la vista oral sólo conlleva una masacre inútil.
Parecía que Cervellati tenía razón y que la única solución para limitar los daños era escoger el proceso abreviado.
Lo que crucificaba más a mi cliente eran las declaraciones del camarero. Le habían tomado declaración, los carabineros, el día antes del arresto de Abdou. Luego lo había vuelto a interrogar, pasados algunos días, el mismo fiscal.
Un testigo perfecto para la acusación.
Leí y volví a leer las dos actas en busca de puntos débiles, pero no encontré casi nada.
La de los carabineros era un acta resumida, en la más clásica jerga de cuartel.
Con fecha 10 de agosto de 1999 a las 19.30, en los locales de la Compañía de Carabineros de Monopoli, Núcleo Operativo, estando ante nosotros los oficiales y agentes brigada jefe Pasquale Binetti, brigada ordinario Pasquale Sciancalepore y carabinero escogido Francesco Amendolagine, todos destinados en el mencionado mando, ha comparecido Antonio Renna, nacido en Noci (BA) el 31—3—1933, residente en Monopoli, calle Gorgofredo 133/c, el cual adecuadamente interrogado sobre hechos en su conocimiento, declara:
A Pregunta Contesta: Soy el titular del negocio denominado «Bar Maracaibo» situado en Monopoli en el barrio Capitolo. Tengo un horario de apertura continuo, desde las siete de la mañana hasta las nueve de la noche. En verano el negocio permanece abierto hasta las diez de la noche. Estoy coadyuvado, en el desempeño del mencionado negocio, por mi mujer y por dos de mis hijos.
A.P.C.: Conocía al pequeño Francesco Rubino y especialmente a sus abuelos, que tienen un chalet a unos trescientos metros de mi bar. Los abuelos vienen a veranear al barrio Capitolo desde hace muchísimos años. A menudo el abuelo del niño se detiene en mi bar para sorber un café y fumarse un cigarrillo.
A.P.C.: Conozco al extracomunitario que vosotros, carabineros, me decís que se llama Abdou Thiam y a quien reconozco en la foto que me es mostrada. Es un vendedor ambulante de peletería de marcas falsas y pasa casi todos los días por delante de mi bar para dirigirse a las playas donde vende su mercancía. A veces se detiene en mi bar para una consumición.
A.P.C.: Recuerdo haber visto al mencionado extracomunitario la tarde de la desaparición del niño. Pasó por delante de mi negocio sin la bolsa que lleva habitualmente con él y andaba velozmente como si tuviera prisa. No se detuvo en el bar.
A.P.C.: El ciudadano extracomunitario avanzaba en dirección de norte a sur. En realidad provenía de Monopoli ciudad y se dirigía hacia las playas.
A.P.C.: La casa de los abuelos del niño desaparecido está casi a trescientos metros más al sur de mi bar. Si no me equivoco, se encuentra casi delante de la playa Duna Beach.
A.P.C.: No soy capaz de indicar con precisión la hora en la que vi pasar al ciudadano extracomunitario. Podían ser las 18.00/18.30, o tal vez las 19.00.
A.P.C.: No vi al ciudadano extracomunitario pasar de regreso en la dirección opuesta. Aquel día no lo vi de regreso.
A.P.C.: Si no me equivoco, me enteré de la desaparición del niño al día siguiente del acontecimiento. Antes de ser convocado por vosotros, carabineros, no había creído estar en posesión de información relevante para las investigaciones, es decir, no había pensado en relacionar el paso de Thiam, aquella tarde, con la desaparición del niño. Si me hubiera dado cuenta me habría presentado espontáneamente para colaborar con la justicia.
No tengo nada más que añadir y doy fe por escrito.
Se certifica que la presente acta, por indisponibilidad de los instrumentos de grabación, ha sido redactada sólo de manera resumida.
Leído, confirmado y rubricado.
El acta de Cervellati estaba íntegra, es decir, había sido grabada y estenografiada. Aquí la persona informada sobre los hechos, Renna, Antonio, no usaba expresiones improbables del tipo «estoy coadyuvado», «mencionado negocio» o «sorber un café». El sentido, sin embargo, no cambiaba.
El día 13 de agosto de 1999 a las 11.00 horas, en la sede de la Fiscalía de la República, delante del Fiscal Giovanni Cervellati, asistido para la redacción de la presente acta por el asistente judiciario Giuseppe Bancofiore ha comparecido Antonio Renna, con sus datos personales ya en las actas.
Se certifica que la presente acta es documentada de manera integral mediante el uso de estenotipia.
Pregunta: Entonces, señor Renna, usted hizo hace días unas declaraciones a los carabineros. Como primera cosa quería preguntarle si las confirma. ¿Se acuerda de aquello que dijo, verdad?
Respuesta: Sí, sí, señor juez.
Pregunta: ¿Entonces lo confirma?
Respuesta: Sí, lo confirmo.
Pregunta: Intentemos recapitular sobre lo que usted ha dicho. En primer lugar, ¿usted ya conocía al ciudadano extracomunitario Abdou Thiam?
Respuesta: Sí, señor juez. No de nombre, sin embargo. El nombre lo supe por los carabineros. Yo lo reconocí por la fotografía que me mostraron.
Pregunta: Lo conocía porque pasaba a menudo por delante de su bar y a veces consumía algo. ¿Es así?
Respuesta: Sí, señor juez.
Pregunta: ¿Me quiere hablar del día en el que desapareció el niño? ¿Aquel día, aquella tarde vio usted a Thiam?
Respuesta: Sí, señor juez. Pasó por delante de mi bar a eso de las seis y media o las siete.
Pregunta: ¿Elevaba la bolsa de la mercancía?
Respuesta: No, no llevaba la bolsa e iba huyendo.
Pregunta: ¿Quiere decir que corría o que iba deprisa?
Respuesta: No, no iba deprisa. No es que corriera, caminaba velozmente.
Pregunta: ¿En qué dirección iba?
Respuesta: Hacia la playa, que es la misma dirección para ir a la casa de los abuelos del niño…
Pregunta: De acuerdo, la dirección de las playas. Es decir, de norte a sur, si he comprendido bien.
Respuesta: Sí, desde Monopoli hacia las playas.
Pregunta: ¿Lo vio pasar de regreso?
Respuesta: No.
Pregunta: Usted ha dicho a los carabineros que conocía al niño y también a su familia, los abuelos en particular. ¿Lo confirma?
Respuesta: Confirmo que sí. Los abuelos tienen el chalet a unos trescientos, cuatrocientos metros de mi bar, prácticamente en la dirección hacia la que se dirigía aquel joven marroquí.
Pregunta: ¿Marroquí?
Respuesta: Extracomunitario. Nosotros decimos marroquí para referirnos a estos chicos negros.
Pregunta: Ah, de acuerdo. ¿Recuerda algún otro detalle, algún otro hecho importante de cara a las investigaciones?
Respuesta: No, señor juez, pero en mi opinión debe haber sido por fuerza aquel marroquí porque…
Pregunta: No señor Renna, usted no debe expresar opiniones personales. Si hay algún otro hecho del que se acuerde, está bien, si no, podemos concluir el acta. ¿Recuerda cualquier otro hecho específico?
Respuesta: No.
El interrogatorio de Abdou ante el fiscal era poco menos que catastrófico.
Se había efectuado de noche, en el cuartel de los carabineros de Barí, con un defensor de oficio. El acta estaba resumida, sin grabación, no había sido estenografiada.
El día 11 de agosto de 1999 a las 1.30 horas, en la sede de la Sección Operativa de los Carabineros de Bari, delante del Fiscal Giovanni Cervellati, asistido para la redacción de la presente acta por el brigada ordinario Pasquale Sciancalepore destinado en la Compañía de Carabineros de Monopoli, ha comparecido Abdou Thiam, nacido el 4 de marzo de 1968 en Dakar, Senegal, domiciliado en Bari, calle Ettore Fieramosca 162.
Se certifica que está presente el abogado Giovanni Colella, que es, en esta sede, nombrado defensor de oficio del arriba mencionado Thiam, habiendo éste decidido nombrar un defensor.
El Fiscal acusa a Abdou Thiam de los delitos de secuestro y de homicidio contra Francesco Rubino y le indica resumidamente las pruebas en su contra.
he advierte que tiene derecho a no responder a las preguntas pero que, aunque no conteste, las investigaciones continuarán.
El sospechoso declara: pienso responder y renuncio expresamente a cualquier tipo de defensa.
El defensor no dice nada sobre este punto.
A.P.C.: Niego la acusación. No conozco a ningún Francesco Rubino, este nombre no me dice nada.
A.P.C.: La tarde del 5 de agosto creo que fui a Nápoles utilizando mi automóvil. Fui a ver a unos compatriotas cuyos nombres no sabría dar. Nos vimos, como otras veces, en los alrededores de la estación central. No puedo facilitar indicaciones útiles para identificar a estos compatriotas míos y no sabría nombrar a nadie que pudiera confirmar que aquel día estuve en Nápoles.
A.P.C.: Niego haber estado aquel día en Monopoli. Tras regresar de Nápoles me quedé en Barí.
A.P.C.: Doy fe de que Su Señoría me hace notar que la versión facilitada por mí parece del todo poco fiable. Sólo puedo confirmar que estuve en Nápoles aquel día y que efectivamente no pasé por Monopoli ni sus alrededores.
A.P.C.: Doy fe de que hay un testigo que me vio en la zona del Capitolo, precisamente la tarde del 5 de agosto. Doy fe de la invitación que Su Señoría me hace para que confiese. Doy fe de que si confesara podría mitigar mi situación. Tengo que confirmar, sin embargo, que no he cometido el homicidio del que se me acusa y que no comprendo cómo es posible que alguien diga que me vio el día 5 en la zona de Capitolo.
En este momento se constata que se muestra al sospechoso una fotografía hallada en la habitación del antedicho en el transcurso del registro allí efectuado.
Después de haber visto la foto, Thiam declara:
Conozco al niño retratado en la foto, pero sólo ahora me entero de que su nombre es Francesco Rubino. Yo lo conocía por el nombre de Ciccio.
A.P.C.: La fotografía fue el niño quien me la dio. No fui yo quien le retrató. No tengo ninguna cámara fotográfica.
A las 2.30 horas la redacción del acta es suspendida para permitir al sospechoso hablar con su defensor.
A las 3.20 horas el acta es iniciada de nuevo.
A.P.C.: Incluso después de haber hablado con el abogado —que me ha aconsejado que diga toda la verdad— no tengo nada que añadir a las declaraciones que ya he efectuado.
El defensor no añade nada.
Leído, confirmado y rubricado.
Dos días después del arresto se había celebrado la audiencia ante el juez sobre las investigaciones preliminares. Abdou había hecho uso de su derecho a no contestar.
Desde entonces ya no había sido interrogado.
Releí la orden de prisión preventiva. Leí la resolución del tribunal que —justamente, considerando las pruebas— había rechazado el recurso para la condicional de Abdou.
Leí y volví a leer todos los documentos.
Las declaraciones de las personas que solían ir a la playa y que decían que habían visto a Abdou detenerse para hablar con el niño. Las declaraciones del senegalés que hablaba del lavado del coche y del otro senegalés, que contaba que no había visto a Abdou en la playa habitual el día después de la desaparición del niño.
El acta de la inspección y del hallazgo del cadáver del pequeño. El acta del registro en la casa de Abdou, con la lista de los libros confiscados.
La relación del forense, que hojeé velozmente, evitando las fotografías.
Las inútiles, tristes declaraciones de los padres y de los abuelos del niño.
La tarde del domingo los ojos me quemaban y salí de casa. Soplaba mistral y hacía frío.
Aquel frío despiadado de marzo que hace que la primavera parezca muy lejana.
Había pensado dar una vuelta, pero cambié de idea, cogí el coche y anduve hacia el norte, por la antigua nacional 16.
Bruce Springsteen resonaba en los altavoces y en mi cabeza mientras atravesaba los pueblos de la costa, desiertos y barridos por el viento del noroeste.
Me detuve delante de la catedral de Trani, frente al mar, y encendí un cigarrillo. La harmónica chirriaba en mis oídos y en el alma.
Las palabras terribles se habían escrito para mi desesperada soledad.
I remember us riding in my brother's car
Her body tan and wet down at the reservoir
At night on them banks I'd lie awake
And pull her close just to feel each breath she'd take
Now those memories come back to haunt me
They haunt me like a curse.
Al alba me desperté tiritando de frío, en la boca el olor del humo. La mano todavía agarrada al móvil, que había observado un buen rato antes de hundirme en el sueño, pensando en telefonear a Sara.