El uso de la analogía
Las críticas son más eficaces cuando es posible relacionarlas con una experiencia anterior significativa que ha sido productiva o gratificante para el niño o niña. Éste se pondrá menos a la defensiva, y aceptará mejor la crítica, en cuanto que no implica un cambio real de comportamiento, sino simplemente la repetición de algo que se ha hecho previamente con éxito.
Tomemos el caso de un estudiante despierto, pero que está sacando malas notas en química, porque no hace el esfuerzo de estudiar lo suficiente. No es probable que sea eficaz criticar sus malos hábitos de trabajo escolar, o insistir en que debe dedicar más tiempo al estudio. Mejor sería que el padre o la madre tratara de establecer una analogía, digamos, con la época en que el adolescente se esforzó por formar parte del equipo de tenis del colegio:
—¿Recuerdas que la última primavera practicaste el tiro de revés todos los días, después de la escuela, porque el profesor te dijo que así llegarías a meterte en el equipo? Y el esfuerzo extra dio resultado, porque lo conseguiste, ¿verdad? Siempre que queremos lograr algo es necesario hacer algún esfuerzo extra, por lo menos al principio. Y cuando se trata de estudiar, sucede lo mismo.
Lo prudente es señalar al niño o joven la analogía pero nada más. Dar el paso siguiente nos conduciría al sermón:
—Si estudias más, también te irá bien en química.
Dejemos que sea el chico quien saque esa conclusión.
ORIENTACIONES PARA EL USO DE LA ANALOGÍA:
1. Refresque sus recuerdos de las actitudes e ideas anteriores del niño.
2. Válgase de una experiencia anterior, y asegúrese de que el niño puede recordarla con detalle.
3. Use una idea que usted sepa que es o será gratificante para el niño.
4. Asegúrese de que el niño tiene la capacidad intelectual necesaria para sacar la conclusión deseada, y si no, ayúdelo.