Capítulo 23
A las seis de la tarde Aurora se estacionaba
en el garaje de su casa, esa jornada de lunes por fin había acabado
y sin más problemas, algo que agradecía a pesar de su trago amargo
de la mañana, asunto del que Amy sacó provecho como quería. Por
orden de la chica recogió las rosas del basurero
—ya que Aurora no quería verlas— y se quedó
con ellas, las que pudo salvar se las llevaría y las que no, se
quedaron en la basura, la que tuvo que sacar de la oficina de
Aurora ya que la chica no deseaba ver ni un tan solo pétalo del
bendito arreglo.
Llegando a su casa se encuentra sola, ni
Minerva ni Diana habían llegado así que exhaló y en parte se sintió
aliviada para no tener que hablar sobre lo que había sido ese día
para ella. Al momento recibe una llamada de una Jackie asustada
porque no había logrado comunicarse con Ariadna en todo ese tiempo,
por lo que Aurora también se asustó al volver a recordarlo así que
tuvo que tranquilizarse y controlar a la chica diciéndole que ella
se iba a encargar del asunto llamándola en ese mismo momento,
aunque sabían que la dormilona estaría en el quinto sueño.
Preparando su teléfono estaba cuando la puerta principal se abrió,
era Diana que llegaba cargada, en su hombro derecho el bolso con
sus libros de la universidad, en el izquierdo el del ballet y entre
sus brazos otros libros que parecían enciclopedias. Caminaba
tambaleándose debido al peso y de la misma manera utilizando su
trasero cerró la puerta, apenas y había logrado encajar la llave
para abrir pero no iba a tener táctica para cerrar.
—¿Diana? —Aurora la miró exhausta al caer la
puerta.
—Ya sé, ya sé —evitaba refunfuñar—. Olvida
la puerta, mira cómo vengo.
—Porque quieres —se encontró con ella y le
quitó los libros—. Caramba que pesados están —se asombró cuando los
cargó—. ¿Y no eres tú la que habla de averiguar todo en la
red?
—Y por bocona me pasan las cosas —protestó
ofuscada evitando taconear el suelo—. El maestro de diseño nos
prohibió sacar información de internet para esta clase, el muy
desgraciado sólo nos dará el 50% como acumulativo al examen final
si hacemos una especie de “tesis” breve pero
“estudiando con libros” y él lo sabrá. Tuve
que correr a la biblioteca antes que se me adelantaran y debido a
eso llegué un poco tarde a la academia, allá también me regañaron
por impuntual.
Hizo pucheros cuando caminaba hacia la sala,
a pesar del enojo Diana tenía la virtud de mirarse tierna con sus
mejillas infladas y el ceño fruncido.
—Diana ¿por qué mejor no te decides de una
vez? —Le hizo ver Aurora—. ¿Por qué no esperas graduarte primero y
luego le sigues al baile? Te estás sobrecargando y literalmente
sobrecargando, te estresas y de paso nos estresas más también a
nosotras.
Puso los libros a un lado de la lámpara en
una pequeña mesa.
—Aurora si tengo que decidirme lo haré por
el ballet —tiró al suelo ambos bolsos cayendo también exhausta en
el primer sillón que estaba a su alcance.
—Tu carrera es primero —la reprendió su
hermana.
—Primero es mi pasión y el baile lo es
—contradijo volviendo a hacer pucheros—. ¿Ya llegó Mina?
—No creo que no, yo acabo de llegar también
—volvió a su teléfono sentándose en otro sillón.
—No exageres, ¿para qué la vas a llamar? —se
levantó un momento para verificar que Romeo y Julieta estuvieran
bien, desde que perdió a Clowndy ahora era más cuidadosa con sus
nuevos peces—. Debe de estar en la casa de sus ex-suegros
visitándoles, ya vendrá después. Además me dijo en la mañana que
tenía pendiente conseguirse un mecánico de la agencia para que le
mirara su auto que sigue sin encender, aunque si hablas con ella
dile que pase trayendo comida china, tengo antojo.
—No voy a llamar a Minerva sino a Ariadna,
Jackie me acaba de llamar y dice que en todo este tiempo no ha
logrado hablar con ella y yo tampoco y eso ya me preocupó.
—Pero allá es… —miró el reloj de péndulo
regresando a la sala—. ¿Tres o cuatro de la mañana creo?
—Pues la voy a despertar si tiene el móvil
encendido, no es posible que no conteste llamadas perdidas, un
minuto libre debe de tener para reportarse y no tenernos con el
alma en un hilo.
—Dios quiera que no le haya pasado nada más.
—Diana comenzó a inquietarse.
—Ni lo digas Di. —Aurora tocó madera
frunciendo el ceño—. Ya está sonando, espero conteste aunque me
insulte por despertarla.
—Sólo que esté soñando con su Cavill —sonrió
Diana acomodándose un almohadón cuando se acostaba de nuevo en el
sofá.
—Sí, sólo así —sonrió también.
—¿Aurora?
—Ari disculpa que te despierte, ¿Cómo
estás?
—Por ahora dormida, pasé la noche en un
hospital de Milán.
—¿Hospital? ¿Qué te pasó?
Aurora se asustó por lo que su hermana le
dijo y Ariadna tuvo que aclararle el por qué había dormido en un
hospital y el estado de su condición física. Al menos ya estaba
despierta e igual Aurora la llamaba para decirle lo ocurrido con
Lucas, aunque sabía que luego de eso su gemela ya no iba a poder
dormir otra vez. Hablaron hasta que le dijo todo.
—¿Cómo lo tomó? —preguntó Diana con
curiosidad cuando cortó la llamada.
—Como era de esperarse —suspiró—. Intentó
disimular pero conmigo no le va, sé que llorará, está asustada por
el destino de Lucas aunque lo quiera disimular.
—Ya veremos qué decide, oye ¿quién es
Alonso?
—Nadie —sujetó su bolso.
—¿Cómo que nadie? —levantó sus bolsos del
suelo también—. Si lo mencionaste es por algo, ¿es el mismo que ha
estado llamando verdad? ¿Es aquel que atendí el día que te fuiste a
L. A.?
—Diana no empieces, ¿me ayudas a aspirar?
—cambió de tema.
—¿Qué? —La miró abriéndole más los ojos—. Te
pasas de verdad, miras como vengo, no soporto los pies, me duele un
poco la cabeza, estoy cansada y tengo que hacer un condenado
trabajo de investigación para mañana a las once, ¿y quieres que
aparte le haga de Cenicienta?
Aurora exhaló rodándole los ojos y
prefiriendo no decir nada para no discutir. Se encaminó hacia los
escalones, necesitaba darse una ducha.
—¡Aurora! —Diana con problemas volvió a
sujetar los libros y la alcanzó—. ¿Me ayudas con los libros
porfis?
Esta vez fue Aurora la que la miró con
asombro poniendo cada mano en su cintura, su hermanita estaba muy
consentida y abusaba de todo.
—Actúas cuando te conviene, ¿verdad?
Diana sonrió poniéndole ojitos de perrito
travieso, sabía que con sus gestos siempre lograba que sus hermanas
cedieran. Aurora resopló sujetándole los libros y siguió subiendo
los escalones.
—Gracias, gracias —dijo la chica emocionada
por haber ganado—. Y para que veas que no soy mala me voy a
encargar de la cena.
—¿De verdad? —Aurora la miró otra vez
asombrada—. ¿No dices que estás cansada como para hacerla de
Cenicienta? ¿Te vas a meter a la cocina?
—¿Y quién dice que me voy a meter a la
cocina? —Arrugó la frente—. Voy a llamar a Mina para que traiga la
comida china —sonrió guiñándole un ojo.
Aurora contó mentalmente hasta diez
resignada ante la decepción. Diana era simplemente Diana y nada que
viniera de ella debía extrañarle, siempre se salía con la suya sin
importarle los métodos que utilizaba. Para ella su estandarte era
Maquiavelo y su lema, “el fin justica los medios.”
En la mañana del martes y mientras estaba en
su escritorio, llegó a su oficina alguien que no se
imaginaba.
—Señorita Warren alguien la busca —le dijo
Amy con voz temblorosa por los nervios.
—¿Quién? —la miró con desconcierto rogando
no volver a pasar por lo mismo del día anterior.
—Yo —el hombre caminó hacia el interior de
la oficina mostrándole su mejor sonrisa.
Aurora lo miró y al primer tanteo no lo
reconoció pero su voz si le activó la alarma. Elevó una ceja
evitando abrir la boca, era condenadamente guapo y seductor.
—Te dije que iba a venir a Ontario y lo
hice, eres mi prioridad y aquí estoy —insistió él.
La chica de igual forma terminó abriendo la
boca al escucharlo y lo reconoció por fin, mientras notaba que Amy
casi de desmayaba reteniendo los suspiros sin dejar de verlo.
“¿Eres mi prioridad había dicho?”
—Gracias Amy, yo atiendo al señor —le dijo a
su recepcionista que apenas y reaccionó para dejarlos solos,
suspiraba en sus adentros.
El hombre sonrió más de manera seductora y
Aurora tuvo que contenerse y evitar que eso la estremeciera. No iba
a negarlo, era guapísimo, bastante atractivo y esa mirada coqueta
sobre ella debía evitar que la alterara. El lenguaje corporal del
hombre hablaba por sí solo a como lo recordaba.
—¿Me recuerdas verdad? —insistió él sin
dejar de reír ocultando la decepción que no quería hacer
evidente.
—Por supuesto, prácticamente me has acosado
“Alonso” —enfatizó haciéndole la invitación para sentarse. Él
sonrió complacido.
—Lo siento, disculpa por mi molesta
insistencia —se sentó frente a ella—. Pero no voy a ocultar que me
es… imposible contenerme.
—¿Regresaste por el problema de tu primo?
—ella fue directo al grano.
—Sí, como te imaginarás no podía ser
indiferente, toda la familia está mal, tanto mis tíos como mis
padres. Yo mismo hace unas horas que llegué, tomé el vuelo de las
diez de la noche y me tocó volar de madrugada. Me quedé en un hotel
de Los Ángeles para no molestar a mis viejos, apenas y
dormí algo. No hace mucho llegué a la ciudad
en un vuelo directo, todavía no voy a Cucamonga, estoy en… la casa
de mis tíos —se mordió los labios porque sabía que eso no le iba a
hacer gracia a Aurora, quien como lo supuso le elevó una ceja
evitando apretar los labios.
—¿Y cómo están? Digo, después de lo que
pasó… ¿Cómo han sobrellevado esto? —preguntó ella tratando de
mostrarse interesada.
—Ya te imaginarás, están muy mal, el médico
de la familia está pendiente de mi tía Emma, está en cama debido a
la presión y por lo mismo con medicamento fuerte para controlarla.
Dicen que cuando se llevaron a Lucas se puso muy mal y fue difícil
hacerla entrar en razón.
—Que triste.
—Y mi tío está con su abogado y el de mi
padre reunidos viendo qué pueden hacer, ya que el asunto parece no
tener solución.
—Lucas actuó como un completo inmaduro sin
pensar en las consecuencias de sus actos, no pensó en sus padres
sino sólo en su calentura por tener mujer para un rato.
—Lo sé, fue un estúpido que jugó al
macho.
—Por si te tranquiliza saberlo ya Ariadna
está enterada —le hizo ver ella.
—¿De verdad? —se asombró. Aurora deseaba
notar sus reacciones con respecto a su hermana.
—Sí, así es —exhaló.
—¿Y cómo lo tomó? —se sentía curioso.
Aurora inhaló con disimulo, debía de pensar
su respuesta.
—Se sorprendió mucho y como es obvio también
se decepcionó más —le contestó con seguridad para que él encontrara
cierta sus palabras—. Ariadna nunca se imaginó lo que su ex iba a
correr a hacer, no sólo supuestamente asesina a una chica sino que
para colmo antes tuvo sexo con ella por varios días. ¿Crees que
Ariadna va a venir a meter las manos al fuego por semejante
calaña?
Alonso la miro tragando en seco, notaba el
malestar de Aurora en sus palabras y no quería asustarse, ya debía
saberlo. Sería un tonto si esperaba ver otra actitud y comenzó a
pensar, que estaba cometiendo un error al estar frente a ella.
¿Cómo iba a ganarse su confianza si ella le guardaba rencor a un
pariente suyo por lo que le hizo a su hermana? Alonso se dio cuenta
de que el asunto no lo tenía para nada sencillo.
—Yo… este asunto me avergüenza mucho Aurora
—bajó la cabeza apenado—. No sabes lo que se siente tener el
apellido “Farrell” y caminar por la calle sin que la gente comience
a murmurar.
Somos el centro de atención debido a esto,
nos miran como… —se detuvo un momento y luego de respirar con calma
continuó—. Hemos perdido prestigio Aurora, toda la familia ahora
está siendo señalada gracias a Lucas, son pocas las personas que
permanecen a nuestro lado apoyándonos. Mis primos no han ido a sus
clases porque ahora son víctimas del bullying, mi hermana Silvia
está siendo observada en su trabajo y ahora labora en un ambiente
hostil que le está afectando mucho aunque intenta disimularlo bien,
igual yo mismo he tenido que soportar los señalamientos y
murmuraciones de algunos en la universidad. No es fácil Aurora —le
miró con una tristeza que no podía ocultar—. Esto que ha pasado nos
ha marcado a todos como familia y ahora debemos aprender a vivir de
esta
manera porque el asunto no va a cambiar. Yo
no sólo vine por estar con mi familia sino para alejarme un poco de
lo que yo mismo he vivido como desprecio en unas cuantas horas
desde que esto fue noticia, ¿es justo que crean que todos somos
unos delincuentes sólo por lo que él hizo? No tienes idea de cómo
mi tío Andrew está luchando con todas sus fuerzas y entereza para
que su familia sobreviva, para mí fue doloroso ver a mi tía en su
estado de salud, mis propios padres están muy afectados y
desesperados porque ya no encuentran la manera de apoyarlos. Es
frustrante Aurora, es horrible el sentir de todos nosotros, de un
momento a otro todo se vino abajo. Hasta hace más de una semana
todo parecía ir bien, con normalidad como siempre pero luego todo
se derrumbó y volver a construir un prestigio… como familia no será
sencillo.
Aurora sentía que Alonso no estaba fingiendo
y que realmente estaba perturbado por lo que había pasado, meditaba
en cada palabra y le daba la razón, si el asunto fuera con ella y
sus hermanas lo más seguro era que estuvieran todas encerradas sin
saber cómo dar la cara ante la situación. Volvió a pensar en Diana
y su corazón brincó, debía de comprender a Alonso y no señalarlo
también como
lo hacían los demás. En momentos así es
cuando se conocen a los amigos y familiares “en la enfermedad,
cárcel o muerte” decía su mamá y era muy cierto. Una vez más Aurora
constataba la bajeza del ser humano cuando otro estaba en
necesidad, ahora los Farrell sabrían quiénes eran sus amigos y
quiénes no.
—¿Y qué dice el abogado? —preguntó Aurora
suavizando la voz.
—No es muy alentador, si no se comprueba lo
contrario… desgraciadamente sólo restará lo que el juez decida y
sabemos que no será benevolente. Lucas no podrá escapar de una
condena, lo que hizo… no tiene ni principio ni fin, arruinó su vida
y de paso la de todos nosotros.
—De verdad que lo siento mucho por ustedes,
no logro imaginar el sentir de todos.
—Me alegra que Ariadna sea fuerte y lo haya
superado.
—No voy a negarte que le afectó a su manera
—confesó reclinándose en su sillón mientras jugaba con su
bolígrafo—. Es obvio pero también está muy dolida, el que un hombre
encuentre
rápidamente consuelo con otra en tan poco
tiempo de haber terminado una relación…
—Lo sé, lo sé —la detuvo con un gesto de su
mano—. Sé que es una bajeza, sé que no tuvo el amor que decía
profesar, no tienes que decirme nada. Yo fui testigo de todo,
incluso traje a Ariadna desde Cucamonga y está en su justa razón de
mostrarse indiferente. Todos como familia reprobamos el
comportamiento de Lucas allá, eso te lo aseguro.
—Ella debe terminar su agenda laboral, como
sabes… la occisa era hija de su jefa y… desgraciadamente todo está
relacionado. Para ella darse cuenta de que una cosa va ligada con
la otra es como para no asimilarlo, lo que si te aseguro es que
Ariadna va a regresar pero no vendrá a ver a Lucas, es seguro que
quiera mantenerse alejada de este asunto, al menos ahora que
comienza.
—Y lo entiendo.
Aurora sabía que cómo conocidos y casi
familia su deber era por lo menos hacerse notar aunque no le
hiciera gracia. En ese momento le sonó el móvil a Alonso y al verlo
se tensó.
—¿Me permites? —le pidió a Aurora mientras
ésta asentía—. Hola papá —contestó.
Aurora notaba la extrema tensión en el
rostro de Alonso, observó cómo trataba de evitar los nervios
mientras escuchaba a su padre. La seriedad de él le llamó la
atención, era muy guapo de cualquier manera no podía negarlo, era
una lástima que fuera un Farrell y sufriera los señalamientos de
los que eran objeto. Lo notaba honesto y comenzaba a creer que de
verdad él y su primo eran muy diferentes, pero igual estaba el
asunto de su gemela de por medio y no podía permitirle a Alonso
ningún tipo de confianza mientras él siguiera interesado en su
hermana porque eso si no lo tenía claro y ella, no era segunda
opción de nadie. No le iba a servir de consuelo y si esa era su
intención, si la iba a conocer como realmente era cuando se
enfurecía.
—Está bien papá —miró su reloj—. Dame una
media hora y llegaré a la casa, nos vemos.
Colgó y exhaló, guardó su móvil.
—¿Más problemas? —preguntó ella con
curiosidad.
—Mis padres acaban de llegar a la casa de
los tíos y me esperan allá, tendremos un almuerzo en familia,
unidos más que nada para mostrar nuestro apoyo hacia ellos y para
colmo creo que deberemos usar guardaespaldas todos.
—¿Cómo? —escuchar eso la asustó.
—Es sólo por precaución, a mí tampoco me
hace gracia.
—Espero que puedan encontrar la paz Alonso,
de verdad que sí, esto es muy delicado y ustedes no lo merecen. Sé
que son personas dignas, de las mejores familias en la
ciudad.
—Gracias —se frotó los hombros, se notaba
cansado.
—No te atraso más, ellos te esperan y por
favor… —no entendía por qué iba a decir lo que tenía que decir—.
Mantenme informada, si algo puedo hacer… —suspiró.
—Ven conmigo ahora —le pidió él.
—¿Qué? —abrió los ojos mientras su otro yo
se burlaba de su gran idea al abrir la boca.
—Sí, acompáñame, aunque no lo creas a la
familia le dará gusto verte.
—No Alonso… no —comenzó a contradecirse—. El
señor Andrew fue a buscarme por este tema y creo que fui grosera
con él, no sería… creo que… me sentiría descarada al verlo, yo
no…
—Sé que tu presencia le dirá lo contrario,
no te asustes, con saber que estás ahí e interesada por el problema
y mejor aún, si les dices que Ariadna ya lo sabe pero sin decirles
nada más ellos se sentirán mejor. Sé que tu presencia le ayudará a
la tía Emma y al menos se sentirá más tranquila.
Aurora se sentía entre la espada y pared y
de repente se puso helada, deseaba inventar algo pero ese no era su
estilo para librarse de algunas cosas, generalmente las enfrentaba
con valentía pero el saber que seguramente no sería bienvenida eso
la ponía nerviosa. Ella no era Ariadna y no quería sentirse de más
en una reunión netamente familiar.
—Alonso por favor, es una reunión muy
íntima, seguramente ustedes como familia hablarán asuntos que sólo
a ustedes les compete, además te recuerdo que no sólo soy la
hermana de Ariadna sino que para “terminar de decorar” se trata
también de la jefa de ella. El pleito de los Farrell es con la jefa
de Ariadna porque la occisa es nada menos que su propia hija, no
nos metan en medio de esta situación por favor, no tienes idea de
cómo se me ponen los nervios debido a eso. Ya Ariadna decidirá qué
hacer cuando regrese que supongo será la próxima semana y yo como
su hermana… la
apoyaré en lo que decida aunque eso implique
apoyarlos a ustedes.
—Tienes razón, discúlpame, además si su
trabajo está de por medio es seguro que también estará entre la
espada y la pared. Decidir apoyar a su jefa para no perder su
trabajo o a su ex novio por razones sentimentales es como para
perder el sueño. Lo entiendo.
Aurora respiró aliviada, sentía como si se
hubiese quitado un peso de encima.
—Pero… ¿te puedo pedir algo? —insistió él
cuando se ponía de pie.
—Dime —no quería asustarse otra vez,
últimamente había estado un poco tensa y deseaba mantener algo de
paz.
—¿Me aceptas una invitación a cenar?
—¿Cenar? —lo miró con asombro.
—Sí, cenar —sonrió él al notarle esa
tensión—. Una comida nada más.
Aurora inhaló y exhaló con calma y lentitud.
Se llevó dos dedos a su sien.
—Está bien —aceptó.
—¿A las siete? —sugirió él.
—Sí claro, dime dónde.
—Te hablaré luego —rodeó el escritorio
acercándose a ella cuando se puso de pie para despedirlo.
Alonso sonrió y sin pedir permiso la abrazó
cuando ella le extendió la mano, Aurora se quedó rígida ante el
gesto y evitó estremecerse cuando él suspiró en su nuca.
Se separó de ella y caminó hacia la puerta,
antes de salir volvió a sonreírle coqueto para luego
cerrarla.
Aurora se quedó parada en su sitio sin poder
reaccionar. Al momento, gracias a la visita de Alonso recordó algo
que se le había pasado con tanta cosa encima y le marcó a Amy a
recepción.
—Amy dile a Margy que venga por favor,
necesito el expediente de las cuentas sobre la boda de
Ariadna y Lucas y todas las facturas de los
gastos hechos, voy a devolver a los Farrell lo que se pueda.
