Capítulo 6
Arrugó la frente y cerró los ojos, cayó en
cuenta que aún no devolvía el resto del dinero referente a lo de la
boda.
—Pase señor Farrell —le dijo a la vez que le
abría el portón para que entrara con su camioneta.
Afortunadamente se había puesto un buzo de
lana y sudadera ya que aunque hiciera calor para los demás, ella
sentía frío por el malestar aunque no tuviera fiebre. Se arregló el
pelo haciéndose una cola a la nuca con una liga que andaba en la
muñeca y al ver que las luces del auto se apagaban en el pórtico
abrió la puerta, Andrew bajó rápidamente.
—Me alegra verte Aurora, gracias por
recibirme —le dijo él cuando se bajaba—. Fui a buscarte a la
agencia y me dijeron que te viniste por una indisposición, ¿estás
enferma?
—Buenas tardes señor Farrell —lo recibió un
poco seria—. No, es sólo un leve resfriado que me comienza y
preferí venir a descansar. Pase por favor, dígame a qué se debe su
visita.
—¿No lo intuyes? —pasó a la sala después del
saludo de mano.
—Hmm… —musitó cerrando la puerta—. Pues si
es por la boda cancelada le prometo mañana a primera hora hacer las
cuentas sobre los gastos que ya se habían hecho y devolver el
resto, permítame ver cómo le devuelvo en efectivo lo que ya se
había gastado porque es una suma algo considerable. Se habían hecho
el pedido de los arreglos de mesas, las compras de algunos
candelabros, una mantelería que su esposa me había dicho y que
seguramente en esta otra semana llegarán de Europa. También está el
gasto anticipado sobre la hechura de la tarima como pista de baile,
recuerde que llevan cinco escalones a los cuatro lados y también
sobre el banquete que…
—Aurora querida no vine por eso, por favor
no me recuerdes la estupidez de Lucas al cancelar la boda que eso
ha sido la principal desgracia —exhaló pasándose las manos por el
cabello.
—No lo entiendo señor Farrell, siéntese.
—Aurora lo invitó a sentarse haciendo ella lo mismo después de
encender todas las luces de la sala.
—Primero dime, ¿Cómo está Ariadna? ¿Te ha
llamado?
—Gracias a Dios está bien, está en Francia,
en una ciudad llamada Rouen, hoy tenía una gala de presentación en
el museo de la ciudad y a pesar de todo la he sentido bien, es
fuerte y se está recuperando, su trabajo le ayuda.
—Me alegra que esté bien y recuperada, lo
que pasó en Cucamonga… ni nosotros lo vamos a olvidar, como familia
no tenemos la cara ni siquiera para mirarla, estamos muy
avergonzados. La verdad ni yo mismo sé cómo pude venir a
verte.
—No se preocupe, ustedes son gente de bien,
de prestigio, lastimosamente Lucas los ha puesto por el suelo en su
egoísmo e inmadurez y yo al menos agradezco que se haya mostrado
como realmente es ahora y no después cuando ya le hubiese sido
tarde a Ariadna. No estoy feliz porque como hermana me duele mucho
lo que le pasó a Ari, todas nos solidarizamos con ella y repudiamos
a Lucas, eso es algo que al menos yo no pienso perdonarle. La
manera en la que humilló a su novia no es un proceder de hombre
sino de un…
Aurora se mordió los labios, no quería
ofender a Andrew por respeto.
—Lo sé y no te preocupes, tranquila, se
merece todo lo que ustedes le puedan decir.
—Si no es por la boda cancelada entonces, ¿a
qué debo su visita señor Andrew? Ariadna está bien en Europa puede
decirle eso a su vástago.
—Aurora… ¿tú sabes lo que pasó con lo de la
chica en Long Beach verdad? Era la hija de la jefa de
Ariadna.
—Si lo supe, fue un golpe que no se
esperaba, Ariadna no lo supo por mí sino por su amiga del museo, yo
aún no sé si va a tener que volver debido a eso, no me ha dicho
nada.
—Aurora… —el hombre estaba muy nervioso y no
podía mantenerse quieto—. ¿De verdad piensas que fue
asesinada?
—Pues las noticias no mienten, además el
dictamen forense fue definitivo, no murió de manera accidental, las
pruebas quedaron registradas.
—Aurora…
—Aurora ¿ya está la cena? —Diana bajaba
corriendo descalza usando sólo calcetines, en short de lana y
camiseta de Minie Mouse quien guiñaba un ojo—. Ay perdón, no sabía
que había visita.
Diana se apenó al ver al ex suegro de su
hermana y sin querer estiró la camiseta —para según ella— cubrirse
más.
—Tranquila Diana, me da gusto verte, veo que
te mantienes preciosa. ¿Qué tal el ballet? —le preguntó el hombre
para disimular.
—Gracias señor Andrew y bien, las clases de
danza van muy bien.
—Diana querida… ¿Podrías sacar las pechugas
del congelador por favor y meterlas al micro para descongelarlas?
¿Me ayudas con la ensalada? El señor Farrell vino a atender un
asunto conmigo, enseguida te alcanzo.
—Sí claro.
—Ah perdón, no le he ofrecido nada señor
Farrell —le dijo Aurora—. ¿Quiere…?
—No nada, no te preocupes, me iré en unos
minutos.
—Bueno los dejo, voy a la cocina. —Diana
rápidamente los dejó solos en la sala.
Aurora notaba la tensión de Andrew y ya le
picaba la curiosidad.
—Perdone a Diana señor Farrell. ¿Qué me
decía sobre lo sucedido?
—Ah sí —volvió a reaccionar—. Aurora… —el
hombre no podía con lo que cargaba y se levantó del sillón para
acercarse a la ventana.
—Señor Farrell ¿se siente bien? ¿Necesita
algo?
—Lo que necesito nadie puede dármelo
—susurró.
Aurora se sorprendió por esa declaración.
¿Uno de los hombres más ricos del condado diciendo que no podía
tener lo que quería? Eso la sorprendió mucho.
—No le entiendo.
—Lucas no sólo acabo con la felicidad de tu
hermana sino que también con algo más, con algo que lo condena y
nos condena a nosotros como familia.
—¿Cómo? —Aurora comenzaba a asustarse.
—Lucas es el principal sospechoso por la
muerte de esa chica.
—¡¿Qué?! —Aurora se puso de pie.
—Acabó con su libertad y con nuestro
prestigio, como también dicen que acabó con la vida de esa chica y
difícilmente se podrá hacer algo para demostrar lo contrario.
A Aurora casi le da algo cuando escuchó al
hombre decir eso, se llevó las manos a la boca y lentamente volvió
a sentarse.
—Señor Farrell… —balbuceó.
—Esto es un infierno Aurora —se volvió a
ella y evitó como padre llorar—. Tengo a Emma muy mal y hasta el
doctor tuvo que intervenir, tiene la presión disparada y está con
fuertes medicamentos. Mis otros chicos han evitado ir a la escuela
y universidad por temor a represalias y yo… yo como cabeza del
hogar y padre de familia he fallado y no sé qué hacer.
El hombre se sentó otra vez llevándose las
manos a la cabeza, estaba muy mal.
—Señor Farrell esto que me dice es… jamás lo
esperé, nunca lo imaginé… lo siento por ustedes que no lo merecen,
de verdad lo siento muchísimo.
—Creí que con este problema Ariadna
regresaría a Ontario, sólo ella puede ayudar a Lucas.
—¿Ayudarlo? ¿Cómo? Él la apartó de su vida,
le dijo que no lo buscara. Ariadna no puede enterarse de
esto.
—Apelo a ti como su gemela —le rogó—. Por
favor díselo, Lucas podrá ser un bruto, un estúpido y todo lo que
quieras pero la necesita, sin ella temo porque en su
desesperación…
Aurora sabía lo que Andrew iba a decir y
como padre entendía su dolor pero también entendía que Ariadna no
era la solución al problema de Lucas.
—¿Qué fue lo que pasó? —inquirió ella—. Sé
lo que dicen en las noticias pero quiero escuchar la otra versión.
¿Dónde está Lucas?
—Está detenido, por los momentos y debido a
las especulaciones tiene arresto domiciliario ya que también está
muy enfermo, hay dos patrullas que vigilan nuestra casa día y
noche. Él no puede ni siquiera asomarse a la ventana, es lo que mi
abogado de más confianza logró hacer por el momento.
—¿Cómo?
—Fue inevitable —Andrew se limpió una
lágrima, su mano temblaba—. La policía llegó a la casa y querían
llevárselo, pero... no sé cómo le hizo para estar enfermo o
fingirse enfermo que eso en parte le evitó la salida, sabía que
había tenido fiebre alta pero no sabía debido a qué era.
Aurora necesitaba asimilar las cosas,
respiró hondo e intentó despejar su mente.
—Lucas es el único sospechoso por el momento
—suspiró Andrew—. Y temo porque se pueda comprobar todo, de ser así
deberán llevárselo sin que nosotros como familia podamos hacer
algo.
—Señor Andrew yo no sé… no sé cómo ayudarlo,
trato de entenderlo y créame que me siento muy mal por ustedes,
espero que la señora Emma sea fuerte y se recupere.
—Por favor Aurora, comunícate con Ariadna y
dile todo, sé que… al regresar…
—No piense que vendrá a ver a Lucas como si
no hubiese pasado nada, por favor no se engañe.
Ariadna está muy herida, a pesar de todo lo
que la pueda rodear en su viaje en este momento. No va a perdonar
la conducta de Lucas, necesita tiempo y sabiendo que tuvo un
amorío… ¡menos! No me pida que le diga a mi hermana lo que pasa con
él, eso va a herirla más, ¿cree que va a querer verlo después de
saber que estuvo en Long Beach con otra mujer con la que no sólo
tuvo una aventura sexual sino que para colmo la asesina? Ariadna va
a alejarse aún más, lo siento pero yo voy a ocultarle esto hasta
donde pueda porque está muy bien en Europa y no voy a empañar su
viaje.
Andrew exhaló decepcionado, debía reconocer
que Aurora estaba en lo correcto y que él había cometido un error
al buscarla para contactar a Ariadna. Ese asunto no tenía solución,
se había engañado a sí mismo como lo dijo Aurora y debía de
reconocer que ni siquiera Ariadna volviendo
iba a hacer que Lucas se librara de la
prisión. La situación de ellos no arreglaba nada al contrario,
podía empeorarla.
—Lo siento Aurora. —Andrew reaccionó a su
error poniéndose de pie—. Lamento haber venido a molestarte, tienes
razón, esto ya no tiene arreglo y con seguridad Ariadna no podrá
hacer nada.
—Piense que Lucas tampoco querrá verla, por
orgullo, por vergüenza o lo que sea.
—Sí, cometí un error al venir, él no sabe
que estoy aquí y con seguridad va a enfurecerse más.
Por favor olvida esta visita y gracias por
recibirme.
El hombre caminó hacia la puerta y Aurora lo
acompañó.
—Ustedes son gente de bien señor Farrell, mi
sentir está con ustedes como familia, cualquier cosa que necesite
no dude en pedírmela pero con respecto a mi hermana no puedo hacer
nada, al menos no por el momento. Ariadna intenta distraerse y
recuperarse de su ruptura pero tenga por seguro que si esto
empeora… yo misma seré quien le dé la noticia y que ella decida qué
hacer.
—Gracias querida, sé que eres muy sensata y
actuarás como mejor te parezca, confío en ti.
—Prometo mañana mismo ponerme con las
cuentas de lo de la boda y devolverle el resto.
—No te preocupes por eso, ya habrá tiempo,
admiro tu honestidad, gracias.
—Gracias a usted por la confianza.
—Salúdame a tus hermanas y por favor ruégale
a Dianita no mencionarle mi visita a nadie y menos en la
universidad, Bryan podría saberlo y…
—No se preocupe, ella también callará.
—Se los agradezco, buenas noches.
—Buenas noches y rogaré por la salud de la
señora Emma.
Andrew se despidió y Aurora le abrió el
portón para que saliera en su auto, luego de ver que el mismo
volvía a cerrarse entró a la casa y cerró también la puerta
principal. Resignada y tratando de asimilar lo que había sido su
día se encaminó a la cocina para cenar con Diana y contarle lo que
estaba pasando.
Eran las diez de la noche y lo que había
sido ese miércoles terminaba. Aurora subió a su habitación con una
taza en mano, luego de hacerse un té de limón y manzanilla que
necesitaba con urgencia para con el mismo beberse otra pastilla.
Físicamente no se sentía bien y aunque todavía la fiebre no
aparecía no iba a descartarla porque el dolor de cuerpo si era una
señal de que podía empeorar. Se preparó para dormir resignada sin
tener noticias de su gemela y eso la inquietaba más alterando su
salud, no estaba bien emocionalmente y no podía lograr
tranquilizarse.
Aurora caviló dando muchas vueltas de un
lado a otro antes de meterse a la cama. No dejaba de pensar en su
doble y la preocupación no la dejaba en paz. Disimuló mientras
cenaba con Diana y hablaba de lo que fue su día, especialmente de
la experiencia con Minerva y lo bien que debía estarla pasando en
Miami junto con Rick, pero a todo eso su mente no dejaba de pensar
en Ariadna ya que era de la única de quien aún no tenían noticias y
aunque sabía que seguramente estaría bien dormida en Francia era
ella la que estaba segura de no dormir hasta tener noticias de su
hermana. Miró el reloj de su mesa de cabecera y ya eran casi las
once de la noche, debía de haber amanecido en Francia y sólo rogaba
que Ariadna la llamara al ver en su móvil todas las llamadas
perdidas que le habían caído. Aurora seguía muy nerviosa y sabía
que esa desesperación la pondría peor, sin querer sus lágrimas
comenzaron a caer, ella no se equivocaba en sus presentimientos y
tuvo extremo pánico por su gemela, sabía que si seguía sintiéndose
así era por Ariadna y el no tener noticias de ella la ponía peor.
Se desahogó un momento y le pidió a Dios por su hermana rogando que
le permitiera tener noticias de ella, exhaló con calma, se limpió
las lágrimas y moviendo la cabeza de un lado a otro se frotó los
hombros, “es sólo estrés” —se dijo para tranquilizarse— “Aurora ya
cálmate y trata de descansar, ya mañana sabrás de Ariadna” volvió
alentarse y resignada otra vez se bebió otra pastilla para que le
bajara un poco el dolor de cuerpo. Se metió a su cama y acomodando
las almohadas suspiró, se acostó apagando las lámparas y sin
pensarlo cerró los ojos en vez de contar los granitos del techo con
la claridad de la ventana, si no lograba dormirse en una hora se
pondría su antifaz nocturno para obligarse a dormir porque de lo
que estaba segura era de necesitar descansar para sentirse mejor y
no faltar a la agencia el siguiente día.
Dio muchas vueltas de un lado antes de
quedarse quieta en su cama. No tuvo noción del tiempo ni de nada
pero sin poder dormirse profundamente, cuando el sonido de su móvil
la despertó haciendo que se sobresaltara. Encendió la lámpara a su
lado y se apresuró a contestar, al ver que era la llamada que tanto
esperaba sintió tranquilidad.
—Ariadna hermana qué bueno que me
llamas…
Aurora no podía creer lo que su gemela le
decía, había sufrido un intento de violación en Rouen y a ese
terror sufrido por su hermana se debió el extraño malestar que
Aurora sintió también.
Ariadna tenía una reunión esa mañana con el
jefe de la policía de investigación de la ciudad y en cuanto
terminara con él iba a volver a llamarla para contarle todo. Aurora
lloró por su hermana y esperando su llamada se levantó al baño para
buscar otra pastilla y tomársela. Nunca se imaginó lo que su
hermana vivió en Francia y tanto la tristeza como el coraje le
podían. Esperó con paciencia sin dejar que el sueño la venciera,
eran casi las tres de la mañana y aunque sabía que le costaría
levantarse al amanecer lo que más le importaba en ese momento era
conocer los pormenores de lo sucedido con Ariadna. Se acostó otra
vez con las lámparas encendidas y tratando de calmarse esperó la
llamada. Cuando el móvil le volvió a sonar inmediatamente contestó,
su hermana estaba mal emocionalmente y Aurora furiosa a medida que
Ariadna le contaba todo, deseaba tener en frente al degenerado
pervertido que intentó abusar de su hermana y patearlo con rabia
hasta descargar su coraje y cansarse.
