3
Sara comenzó a trabajar para mí y era increíble la
comodidad de tener una asistente, no entendía porqué había tardado
tanto en contratar una.
Sebastián la conoció al día siguiente
de que comenzó a trabajar para mí y le pareció una mujer
inteligente.
A pesar de que no me era fácil y
tampoco me agradaba ir por la vida contándole mi vida al
mundo, le platiqué sobre Nick cuando me preguntó quién era el
chico de las fotos que estaban en la casa.
Ella me escuchó atenta y me dijo que
lo mejor que podía hacer por Nicole y por mí, era ser feliz, pues
en algún momento, Nicole tomaría su camino y yo, me quedaría
sólo con los buenos recuerdos.
Nicky celebró su cumpleaños con
sus compañeros. Estaba feliz y aunque Sebastián no pudo ir por el
trabajo, grabé todo y se lo mostré por la
noche.
El fin de semana, tal y cómo estaba
planeado , fuimos a la feria para festejar el cumpleaños
numero cinco de Nicole.
Sebastián ya había regresado a
trabajar pero ese día había pedido permiso en el
trabajo.
A mí no me gusta subirme , yo cumplí
la tarea de cuidar sus cosas y tomar fotos mientras Sebastián, se
subía a todo lo que podía junto a Nicole.
Verla divertirse era lo mejor, me
sentía bien con ello. Disfruté mucho el verlos tan
unidos.
Sebastián cumpliendo sus caprichos,
como siempre, se dejó maquillar como un conejo por una chica dentro
del parque, mientras que Nicole era una
mariposa.
— Faltas tú,
mamá.
— No, yo no.
Sebastián se acercó a
mí.
— Anda, podrías ser una sexy
conejita.
Reí.
— No, ni lo
sueñen.
— ¿Por qué?
— Porque a mí esos maquillajes me
sacan imperfecciones.
Sebastián hizo una
mueca.
— Jódame yo.
— Tú siempre te dejas maquillar — le
di un beso. A penas rocé sus labios — Anda, muero de
hambre,Bugs Bunny.
A pesar de que Sebastián odiaba
la ¨ comida basura ¨ como le decía, terminamos comiendo
hamburguesas y refresco. Reí mucho al ver la mala cara que
puso.
Esa misma tarde, recibí una llamada de
Nora.
— ¿Sí?
— Buenas tardes ,
Dinna.
— Hola, Nora ¿Cómo
estás?
— Bien, gracias — aclaró su voz
— ¿Te interrumpo?
— No. Dime.
— Estaba pensando ir el día lunes a su
casa para ver a Nicole por su cumpleaños.
— Claro, el día que
gustes.
— Bueno, entonces nos vemos por
allá.
— Cuídate.
— También.
Colgó.
Era evidente que mientras menos durara
nuestra platica, mejor.
Sebastián y Nicole regresaban de
haberse subido a un juego.
— Listo — Sebas miró su reloj — Creo
que es hora de irnos.
— Si, ya es tarde —
respondí.
— ¿Puedo subirme al inflable una vez y
ya?
Hice una
mueca.
— Bueno— respondió Sebas — pero
después ya nos vamos.
— Si.
Caminamos hacia el inflable y la
esperamos afuera de.
— ¿Qué pasa?— me
preguntó.
— Me llamó la abuela de
Nicole.
— ¿Todo bien?
— Si, sólo que nos visitará
mañana.
— ¿No se llevan
bien?
— Ni un poco.
— ¿Por qué?
Reí.
— No quieres
saber.
— Si, si
quiero.
Sonreí.
— Antes de andar con Nick, estuve
saliendo con su hermano.
— ¿Liam?
— Si — hice una mueca —Liam quería
algo serio conmigo pero yo preferí a Nick, pelearon y su mamá me
odia por eso.
Rió.
— Ya quiero ver a Nicky de grande — me
miró — ¿Sabías que los niños son el karma de los
padres?
— Cállate, no quiero pensar en
eso.
Rió.
— Ahora entiendo a esa pobre
mujer.
Le pegué en el
hombro.
— Me odia y enserio que me evita al
máximo — bajé la mirada — ni siquiera en el velorio de Nick se
acercó a mí.
— Que mal.
Lo miré.
— Quería pedirte
algo.
— Dime.
— No quiero tener más discusiones con
Nora y quería ver si…
— Que el lunes no fuera a tu
casa.
Hice una
mueca.
— ¿Crees que esté
mal?
— No — me abrazó — Te entiendo, no te
preocupes.
— No quiero que empiece con cosas.
Suficiente tengo con el pasado para que me
odie.
— No te preocupes, de hecho saldré de
viaje el lunes por la noche.
— ¿A dónde
irás?
— A Chile, estaremos dos
semanas.
— ¿Tanto?
— Si . Se me hará
eterno.
— ¿Por qué no me habías
dicho?
— No lo sabía, apenas leí el mensaje
de mi hermana.
Hizo una
mueca.
— Supongo que celebraremos tu
cumpleaños hasta que regreses.
— Ya lo
veremos.
El tiempo de Nicole se terminó y
regresó a donde estábamos nosotros.
Volvimos a casa y después de que
Nicole se durmiera pasamos la noche juntos, era la despedida antes
del viaje.
El volaría con su equipo y su hermana
y aunque no me contó muchos detalles, me preocupaba un poco pues
siempre ponía su vida en peligro.
El lunes por la tarde Nora
apareció.
Su actitud ante mí era la misma de
siempre.
— Nora — fingí sonreír —
pasa.
Sabía bien que era mejor no saludarnos
de beso.
Nora entró sin hacerme mucho caso.
Nicole hacía su tarea sentada en la alfombra y recargada sobre la
mesa de centro.
— ¡Abuela!
Nora la abrazó, la quería
mucho.
— Feliz cumpleaños , mi
amor.
— Que bueno que
viniste.
— Te traje un
regalo.
Sacó de su bolso un
regalo.
Nicole no tardó en abrirlo mientras
Nora la mirada sentada sobre el sofá. Yo me acerqué a recoger las
cosas de Nicole.
— Otro castillo
delego
— dijo.
— Tu tía Miranda dijo que te gustaban
mucho.
— Si — sonrió —
peroMigo
me regaló uno ¿Verdad
mamá?
Nora me miró.
— ¿Quién
esMigo?—
preguntó Nora.
Tragué saliva.
— Así le dice a Robert —
mentí.
Nora asintió y agradecí que Nicole no
me desmintiera.
— Mi tía Miranda me
llamó.
— ¿Qué te
dijo?
— Que cuando volviera, me traería un
regalo.
— Tu tía te quiere mucho— le
dijo.
— Si, yo
también.
Durante un rato estuvieron hablando,
yo me sentía incómoda pues Nora ni siquiera me
miraba.
Por la tarde, Sara apareció por la
casa.
— Buenas tardes — dijo al entrar pues
tenía la llave.
Nora la miró.
— Buenas
tardes.
— Sara, mira. Te presento a Nora, la
abuela de Nicole.
— Mucho gusto,
señora.
— ¿Usted es?— le preguntó con un tono
arrogante.
— Mi asistente —
respondí.
— Ah.
Sara sonrió.
— Voy al
estudio.
— Claro.
Nora la siguió con la
mirada.
— ¿Es de
confianza?
— ¿Perdón?
— La mujer. Al parecer, entra y sale a
su gusto.
— Si, es de confianza así como todas
las personas que entran a esta casa.
—¿Son muchas?
Me molestaba su manera de
actuar.
— Si — sonreí —
bastantes.
Nora me miró.
— Es peligroso que entren hombres,
espero lo sepas.
— Claro que lo
sé.
Fingí sonreír.
— Yo no sé si aún sigas con tu misma
estilo de vida de antes, ahora que no está Nick. Sólo espero que no
le afecte a Nicole.
Era una
maldita.
— Es mi hija y se debe adaptar a mí —
la miré — sin importar el estilo de vida que
lleve.
Nora me miró ecuánime, después se
levantó.
— Debo irme, Nicky — le
dijo.
— ¿Por qué?
— Porque tengo cosas que hacer. Sólo
quería traerte tu regalo.
— Gracias,
abuela.
La abrazó.
— Cuando venga tu tía, vendremos a
visitarte.
— Si.
Nora le dio un par de besos y después
me miró.
— No te molestes, conozco la
salida.
Asentí.
Nora pasó a mi lado y no me giré para
verla, sólo escuché la puerta cerrarse.
Era increíble que a pesar del tiempo,
siguiera odiándome.
No me gustaba
viajar.
No me gustaba la
sensación de saberte en el aire, de saber que nuestra seguridad
queda en manos del piloto.
Lo malo de mi
trabajo era que de repente tenías que hacer un viaje y no sabías
con exactitud la fecha de regreso o si ibas a
regresar.
Después de haber
estado encubierto pertenecía al equipo de asalto, por así llamarlo
pues ya no era seguro seguir con el mismo papel, ponía en riesgo
muchas cosas.
— ¿Todo bien? —
preguntó mi hermana.
— Si — la miré —
¿Por qué?
— Sé que no te
gusta viajar.
— Tengo que
hacerlo.
— Tómalo como un
regalo de cumpleaños.
— Gracias que
amable— dije sarcásticamente — ¡Qué
detallazo!
Sonrió.
— En la primera
noche libre, iremos a celebrar.
— ¿Tú y
yo?
— Todos, ogro —
dijo Cesar.
— Su querida
esposa le soltó la correa, debe aprovechar — dijo Regina
riendo.
— No te burles —
le dije — Cesar no es mandilón, sólo es
hogareño.
Reímos.
— Di lo que
quieras, iremos a celebrar. Cumplir cincuenta es de admirarse —
dijo Cesar con burla
— No cumplo
cincuenta , eh.
—¿No? — me miró
de pies a cabeza — que mal te ha tratado la vida,
entonces.
Reímos.
— Deja a mi
hermano — me abrazó Regina— todavía que la pasará con nosotros en
lugar de con su chica.
— ¿Cuál chica?—
preguntó Cesar.
— Ya te dije que
no es mi chica — le dije a Regina mirándola de mala
manera.
— Como sea,
seguro la pasarías mejor — había entendido — pero tendrás que
conformarte con nosotros.
— Ya ni
modo.
Seguimos
platicando muchas cosas, incluida la paternidad de Cesar. Después,
Nos quedamos a solas Regina y yo.
— ¿Por qué no
quieres que sepa?
— Porque no.
Nunca he dejado que nadie se inmiscuya en mis asuntos, menos en mi
vida privada.
— De acuerdo —
dijo alzando los hombros — como tú
digas.
—
Gracias.
— Lo que si, mi
mamá te hará una cena. Obviamente tienes que
ir.
Hice una
mueca.
—
¿Cuándo?
— No seas así,
mis papás te adoran y quieren ver a su
tesoro.
Reí.
— Es sólo que
mamá siempre está preguntándome cuando dejaré de estar solo y todo
eso.
— No te dirá
nada, si llevas a Dinna.
— No
empecemos.
— ¿Qué? —
dijo alzando la voz — Que los demás no sepan, no quiere decir que
también debas ocultárselo a mis
papás.
— Sabes bien que
mamá empezará con los preparativos de
boda.
Rió.
— Bueno,
preséntala como una amiga.
— Lo
pensaré.
Dinna no quería
que todo el mundo supiera al respecto, de hecho habíamos tenido una
pelea al respecto.
Tiempo atrás
quise llevarla a una reunión con mi equipo de trabajo pero se
negó.
— ¿Por qué no
quieres?
—Porque no — dijo
sin mirarme — no me sentiré cómoda.
— ¿Cómo puedes
saber eso?
Suspiró.
— Odio que la
gente se meta en mi vida ¿De
acuerdo?
— Pero no te
harán una entrevista, es sólo una
reunión.
Hizo una
mueca.
— Sebas… — movió
la cabeza en forma de rechazo — Soy la dueña del equipo más
importante de España, soy viuda dos veces y los medios son una
patada en el culo.
—
Dinna…
— Ya he pasado
por esto antes — alzó la voz — Los reporteros tienen un maldito don
para enterarse de cosas — suspiró — Yo no quiero salir en las
revistas de chismes.
— Pero
Dinna…
— Cuando terminé
mi relación con Nick, él era parte de la directiva del equipo y yo
comencé a salir con algunos chicos del equipo a divertirme, me
tacharon de fiestera. Cuando mi primer esposo murió y salí en
alguna ocasión con Johan, se dijeron muchas cosas de mí que tampoco
me gustaron. Después me embaracé de Nicole y me acabaron … —
me miró — No quiero volver a aparecer en los medios como la perra
sin corazón que ha dejado a su segundo marido en el
olvido.
Aclaré mi
voz.
— De
acuerdo.
Miré a otro
lado.
— Sebas, no te
molestes conmigo , sólo trata de
entenderme.
— Trato de, es
sólo que me gustaría que compartiéramos
cosas.
— Compartimos
muchas cosas — me abrazó — Escucha, sé lo que tengo contigo. No
necesito gritarle a todo el mundo que contigo me siento
bien.
— Me gustaría que
supieran que estás conmigo.
— Deja que pase
un poco de tiempo —me miró — Por
favor.
Terminé
aceptando.
Sabía bien que
todo ello no sólo era por los reporteros, muy en el fondo Dinna
seguía con esa pena por la partida de Nick y vaya que me molestaba
pero quería entenderla, yo había estado así tiempo
atrás.
Nos divertíamos
mucho, la pasamos bastante bien pero en su mirada seguían viéndose
las huellas de dolor que seguían dentro de ella, aunque no me
gustara aceptarlo, Nick había sido su gran amor y bueno, le costaba
trabajo dejarlo ir.
No quería
presionarla, quería que se enamorara de mí por merito propio no por
obligación o insistencia mía.
Iba a amarla
tanto, que borraría de su vida, todo lo que le hacía daño. Sólo
tenía que darle tiempo, dejar que lo poco o mucho que tuviéramos
madurara, que se sintiera a gusto a mi lado, protegida y
entonces, en ese momento en que el amor nos coincidiera , en ese
momento todo iría mejor.
Dos noches
después tuvimos oportunidad de ir a celebrar mi cumpleaños a un
bar.
Esa mañana Dinna
me había llamado para felicitarme y me había pasado a Nicole para
que me cantara la canción del feliz cumpleaños, cosa que me
encantó.
— ¿Cuándo
volverás?— preguntó Dinna.
— Se extenderá a
tres semanas.
— ¿Enserio? Ya te
extrañamos.
— Yo también las
extraño.
— Tendré que
buscar un suplente.
— Yo
también.
— Síguele,
Sebastián Alcántara.
Reí.
— ¿Me llamarás
por mi nombre y apellido cuando estés
molesta?
—
Si.
— Eso es muy de
mi madre.
— Si, todas las
mamás hacen eso — dijo riendo — Bueno, creo que tendré tiempo para
planear tu regalo.
— No quiero que
me compres nada ¿De acuerdo?
— ¿Y quién dijo
que el regalo será comprado?
Reí.
— Ansío volver
pronto.
— Cuídate mucho
¿De acuerdo?
— También tú. No
comas porquerías.
— Te
queremos.
— Yo a
ustedes.
Regina reía al
verme. Decía que mi rostro era otro y le alegraba, decía que
ansiaba conocer a Dinna, aunque yo no estaba muy seguro de si a
Dinna le gustaría.
Mis padres me
llamaron también.
— ¿Cómo estás? —
preguntó mi madre — ¿Estás comiendo
bien?
Sonreí.
— Si ,
mamá.
— Ya sé que
siempre dices estar grande pero siempre serás mi
pequeño.
— Y tú la mejor
mamá del mundo.
Casi pude verla
sonreír.
— Te haré una
comida el primer sábado que regreses . Dijo tu hermana que volverán
en jueves.
— Aún no sabemos
si en jueves o viernes.
— Bueno, pero el
sábado tienes que venir a
vernos.
—
Mamá…
— No te vemos
nunca, mínimo que te veamos el día de tu cumpleaños. Cuando muera
querrás haberme visitado.
— No digas eso ,
mamá.
— Entonces di que
vendrás.
— Si , mamá te
prometo que iré.
— Tu hermana
también ya quedó de venir.
— Y aunque no
hubiera quedado, no me puede dejar morir
solo.
— Tan grosero
como siempre.
Sonreí
— ¿Quieres que
lleve algo?
— No , hijo —
aclaró su voz — Tal vez a la mujer con la que
sales.
Regina y su
bocota.
— Tal vez vaya
acompañado.
—
¿Enserio?
— Si, a lo
mejor.
— ¿Quién
es?
— Es sólo una
amiga , mamá. Así que agradecería no la molestaras con cosas sobre
compromisos y así.
— ¿Quién me
crees?
— Lo digo porque
te conozco.
— Prometo que me
comportaré.
— Eso espero —
sonreí — Por cierto, tal vez llevemos a su
hija.
— ¿Tiene hijos? —
peguntó con asombro— ¿Divorciada?
— Viuda , así que
te pido discreción.
— Ya veo. No te
preocupes, hijo. Moderaré mis comentarios y les avisaré a tus tías
para que …
— ¿Mis
tías?
— Si, las
invité.
Suspiré.
— De acuerdo,
entonces diles por favor que no la
fastidien.
— Lo prometo. Tú
papá quiere hablarte.
—
Pásamelo.
— Bueno, cuídate
mucho. Te amo, mi amor.
— Yo a ti
mamá.
Un ruido se
escuchó y después la voz de mi
padre.
—
Hijo.
— ¿Cómo estás,
papá?
— Bien — lo
escuché toser — ¿Y tú?
— Bien ¿Estás
enfermó?
— Un poco de la
garganta, tu madre quiso arreglar algunas cosas en la casa y
tenemos trabajadores y polvo por todas
partes.
— Cuídate
mucho.
— No te preocupes
. Pasa un buen cumpleaños.
— Gracias, padre.
Nos vemos el sábado por allá.
— Si,
hijo.
— Por
cierto…
—Dime.
— ¿Podrías hablar
con mamá? Llevaré a una amiga y no quiero que mi mamá empiece con
los planes de boda.
Lo escuché
reír.
— No te
preocupes, yo la controlaré.
— Bueno, entonces
por allá nos vemos.
— Cuídate y cuida
a tu hermana. Los amamos.
— Y nosotros a
ustedes.
Colgué.
Esa noche bebimos
algunos tragos, yo no era fan del alcohol pero me gustaba tomar
algún trago en alguna reunión, más si estaba
divirtiéndome.
— Felices
cincuenta, viejo — dijo Cesar al levantar su
copa.
Hicimos lo
mismo.
— Ya casi te
alcanzo — le dije.
Reímos.
— ¿Cuántos
cumples?— preguntó otro compañero.
—Cuarenta y
tres.
— ¿Verdad que lo
ha tratado mal la vida?— preguntó
Cesar.
Reímos de
nuevo.
— No es cierto,
amigo. Bueno si, peroenserio
muchas
felicidades eres un gran tipo y esperamos siempre seas
feliz.
—
Gracias.
Extrañábamos mucho a Sebastián. Se
había ido de viaje , el cual se suponía duraría dos semanas pero se
extendió a tres.
Nicole quería estarlo llamando todo el
tiempo pero yo no quería interrumpirlo y fastidiarlo, así que
dosificaba las llamadas.
Era muy tierno conmigo , yo lo quería
mucho era un gran chico.
Esperábamos ansiosas a que el jueves
llegara pronto para verlo.