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  Sara comenzó a trabajar para mí y era increíble la comodidad de tener una asistente, no entendía porqué había tardado tanto en contratar una.
Sebastián la conoció al día siguiente de que comenzó a trabajar para mí y le pareció una mujer inteligente.
A pesar de que no me era fácil y tampoco me agradaba ir por la vida contándole mi vida al mundo,  le platiqué sobre Nick cuando me preguntó quién era el chico de las fotos que estaban en la casa.
Ella me escuchó atenta y me dijo que lo mejor que podía hacer por Nicole y por mí, era ser feliz, pues en algún momento,  Nicole tomaría su camino y yo, me quedaría sólo con los buenos recuerdos.
Nicky celebró su cumpleaños  con sus compañeros. Estaba feliz y aunque Sebastián no pudo ir por el trabajo, grabé todo y se lo mostré por la noche.

El fin de semana, tal y cómo estaba planeado , fuimos a la feria para festejar el cumpleaños  numero cinco de Nicole.
Sebastián ya había regresado a trabajar pero ese día había pedido permiso en el trabajo.
A mí no me gusta subirme , yo cumplí la tarea de cuidar sus cosas y tomar fotos mientras Sebastián, se subía a todo lo que podía junto a Nicole.
Verla divertirse era lo mejor, me sentía bien con ello. Disfruté mucho el verlos tan unidos.
Sebastián cumpliendo sus caprichos, como siempre, se dejó maquillar como un conejo por una chica dentro del parque, mientras que Nicole era una mariposa.

— Faltas tú, mamá.
— No, yo no.
Sebastián se acercó a mí.
— Anda, podrías ser una sexy conejita.
Reí.
— No, ni lo sueñen.
— ¿Por qué?
— Porque a mí esos maquillajes me sacan imperfecciones.
Sebastián hizo una mueca.
— Jódame yo.
— Tú siempre te dejas maquillar — le di un beso. A penas rocé sus labios —  Anda, muero de hambre,Bugs Bunny.
A pesar de que Sebastián odiaba la  ¨ comida basura ¨ como le decía, terminamos comiendo hamburguesas y refresco. Reí mucho al ver  la mala cara que puso.
Esa misma tarde, recibí una llamada de Nora.

— ¿Sí?
— Buenas tardes , Dinna.
— Hola, Nora ¿Cómo estás?
— Bien, gracias  — aclaró su voz — ¿Te interrumpo?
— No. Dime.
— Estaba pensando ir el día lunes a su casa para ver a Nicole por su cumpleaños.
— Claro, el día que gustes.
— Bueno, entonces nos vemos por allá.
— Cuídate.
— También.
Colgó.
Era evidente que mientras menos durara nuestra platica, mejor.
Sebastián y Nicole regresaban de haberse subido a un juego.
— Listo — Sebas miró su reloj — Creo que es hora de irnos.
— Si, ya es tarde — respondí.
— ¿Puedo subirme al inflable una vez y ya?
Hice una mueca.
— Bueno— respondió Sebas — pero después ya nos vamos.
— Si.
Caminamos hacia el inflable y la esperamos afuera de.
— ¿Qué pasa?— me preguntó.
— Me llamó la abuela de Nicole.
— ¿Todo bien?
— Si, sólo que nos visitará mañana.
— ¿No se llevan bien?
— Ni un poco.
— ¿Por qué?
Reí.
— No quieres saber.
— Si, si quiero.
Sonreí.
— Antes de andar con Nick, estuve saliendo con su hermano.
— ¿Liam?
— Si — hice una mueca —Liam quería algo serio conmigo pero yo preferí a Nick, pelearon y su mamá me odia por eso.
Rió.
— Ya quiero ver a Nicky de grande — me miró — ¿Sabías que los niños son el karma de los padres?
— Cállate, no quiero pensar en eso.
Rió.
— Ahora entiendo a esa pobre mujer.
Le pegué en el hombro.
— Me odia y enserio que me evita al máximo — bajé la mirada — ni siquiera en el velorio de Nick se acercó a mí.
— Que mal.
Lo miré.
— Quería pedirte algo.
— Dime.
— No quiero tener más discusiones con Nora  y quería ver si…
— Que el lunes no fuera a tu casa.
Hice una mueca.
— ¿Crees que esté mal?
— No — me abrazó — Te entiendo, no te preocupes.
— No quiero que empiece con cosas. Suficiente tengo con el pasado para que me odie.
— No te preocupes, de hecho saldré de viaje el lunes por la noche.
— ¿A dónde irás?
— A Chile, estaremos dos semanas.
— ¿Tanto?
— Si . Se me hará eterno.
— ¿Por qué no me habías dicho?
— No lo sabía, apenas leí el mensaje de mi hermana.
Hizo una mueca.
— Supongo que celebraremos tu cumpleaños hasta que regreses.
— Ya lo veremos.
El tiempo de Nicole se terminó y regresó a donde estábamos nosotros.
Volvimos a casa y después de que Nicole se durmiera pasamos la noche juntos, era la despedida antes del viaje.
El volaría con su equipo y su hermana y aunque no me contó muchos detalles, me preocupaba un poco pues siempre ponía su vida en peligro.


El lunes por la tarde Nora apareció.
Su actitud ante mí era la misma de siempre.
— Nora — fingí sonreír — pasa.
Sabía bien que era mejor no saludarnos de beso.
Nora entró sin hacerme mucho caso. Nicole hacía su tarea sentada en la alfombra y recargada sobre la mesa de centro.
— ¡Abuela!
Nora la abrazó, la quería mucho.
— Feliz cumpleaños , mi amor.
— Que bueno que viniste.
— Te traje un regalo.
Sacó de su bolso un regalo.
Nicole no tardó en abrirlo mientras Nora la mirada sentada sobre el sofá. Yo me acerqué a recoger las cosas de Nicole.
— Otro castillo delego — dijo.
— Tu tía Miranda dijo que te gustaban mucho.
— Si — sonrió — peroMigo me regaló uno ¿Verdad mamá?
Nora me miró.
— ¿Quién esMigo?— preguntó Nora.
Tragué saliva.
— Así le dice a Robert — mentí.
Nora asintió y agradecí que Nicole no me desmintiera.
— Mi tía Miranda me llamó.
— ¿Qué te dijo?
— Que cuando volviera, me traería un regalo.
— Tu tía te quiere mucho— le dijo.
— Si, yo también.
Durante un rato estuvieron hablando, yo me sentía incómoda pues Nora ni siquiera me miraba.
Por la tarde, Sara apareció por la casa.
— Buenas tardes — dijo al entrar pues tenía la llave.
Nora la miró.
— Buenas tardes.
— Sara, mira. Te presento a Nora, la abuela de Nicole.
— Mucho gusto, señora.
— ¿Usted es?— le preguntó con un tono arrogante.
— Mi asistente — respondí.
— Ah.
Sara sonrió.
— Voy al estudio.
— Claro.
Nora la siguió con la mirada.
— ¿Es de confianza?
— ¿Perdón?
— La mujer. Al parecer, entra y sale a su gusto.
— Si, es de confianza así como todas las personas que entran a esta casa.
—¿Son muchas?
Me molestaba su manera de actuar.
— Si — sonreí — bastantes.
Nora me miró.
— Es peligroso que entren hombres, espero lo sepas.
— Claro que lo sé.
Fingí sonreír.
— Yo no sé si aún sigas con tu misma estilo de vida de antes, ahora que no está Nick. Sólo espero que no le afecte a Nicole.
Era una maldita.
— Es mi hija y se debe adaptar a mí — la miré — sin importar el estilo de vida que lleve.
Nora me miró ecuánime, después se levantó.
— Debo irme, Nicky — le dijo.
— ¿Por qué?
— Porque tengo cosas que hacer. Sólo quería traerte tu regalo.
— Gracias, abuela.
La abrazó.
— Cuando venga tu tía, vendremos a visitarte.
— Si.
Nora le dio un par de besos y después me miró.
— No te molestes, conozco la salida.
Asentí.
Nora pasó a mi lado y no me giré para verla, sólo escuché la puerta cerrarse.
Era increíble que a pesar del tiempo, siguiera odiándome.

 


No me gustaba viajar.
No me gustaba la sensación de saberte en el aire, de saber que nuestra seguridad queda en manos del piloto.
Lo malo de mi trabajo era que de repente tenías que hacer un viaje y no sabías con exactitud la fecha de regreso o si ibas a regresar.
Después de haber estado encubierto pertenecía al equipo de asalto, por así llamarlo pues ya no era seguro seguir con el mismo papel, ponía en riesgo muchas cosas. 

— ¿Todo bien? — preguntó mi hermana.
— Si — la miré — ¿Por qué?
— Sé que no te gusta viajar.
— Tengo que hacerlo.
— Tómalo como un regalo de cumpleaños.
— Gracias que amable— dije sarcásticamente — ¡Qué detallazo!
Sonrió.
— En la primera noche libre, iremos a celebrar.
— ¿Tú y yo?
— Todos, ogro — dijo Cesar.
— Su querida esposa le soltó la correa, debe aprovechar — dijo Regina riendo.
— No te burles — le dije — Cesar no es mandilón, sólo es hogareño.
Reímos.
— Di lo que quieras, iremos a celebrar. Cumplir cincuenta es de admirarse — dijo Cesar con burla
— No cumplo cincuenta  , eh.
—¿No? — me miró de pies a cabeza — que mal te ha tratado la vida, entonces.
Reímos.
— Deja a mi hermano — me abrazó Regina— todavía que la pasará con nosotros en lugar de con su chica.
— ¿Cuál chica?— preguntó Cesar.
— Ya te dije que no es mi chica — le dije a Regina mirándola de mala manera.
— Como sea, seguro la pasarías mejor — había entendido — pero tendrás que conformarte con nosotros.
— Ya  ni modo.
Seguimos platicando muchas cosas, incluida la paternidad de Cesar. Después, Nos quedamos a solas Regina y yo.
— ¿Por qué no quieres que sepa?
— Porque no. Nunca he dejado que nadie se inmiscuya en mis asuntos, menos en mi vida privada.
— De acuerdo — dijo alzando los hombros — como tú digas.
— Gracias.
— Lo que si, mi mamá te hará una cena. Obviamente tienes que ir.
Hice una mueca.
— ¿Cuándo?
— No seas así, mis papás te adoran y quieren ver a su tesoro.
Reí.
— Es sólo que mamá siempre está preguntándome cuando dejaré de estar solo y todo eso.
— No te dirá nada, si llevas a Dinna.
— No empecemos.
— ¿Qué?  — dijo alzando la voz — Que los demás no sepan, no quiere decir que también debas ocultárselo a mis papás.
— Sabes bien que mamá empezará con los preparativos de boda.
Rió.
— Bueno, preséntala como una amiga.
— Lo pensaré.

Dinna no quería que todo el mundo supiera al respecto, de hecho habíamos tenido una pelea al respecto.
Tiempo atrás quise llevarla a una reunión con mi equipo de trabajo pero se negó.
— ¿Por qué no quieres?
—Porque no — dijo sin mirarme — no me sentiré cómoda.
— ¿Cómo puedes saber eso?
Suspiró.
— Odio que la gente se meta en mi vida ¿De acuerdo?
— Pero no te harán una entrevista, es sólo una reunión.
Hizo una mueca.
— Sebas… — movió la cabeza en forma de rechazo — Soy la dueña del equipo más importante de España, soy viuda dos veces y los medios son una patada en el culo.
— Dinna…
— Ya he pasado por esto antes — alzó la voz — Los reporteros tienen un maldito don para enterarse de cosas — suspiró — Yo no quiero salir en las revistas de chismes.
— Pero Dinna…
— Cuando terminé mi relación con Nick, él era parte de la directiva del equipo y yo comencé a salir con algunos chicos del equipo a divertirme, me tacharon de fiestera. Cuando mi primer esposo murió y salí en alguna ocasión con Johan, se dijeron muchas cosas de mí que tampoco me gustaron. Después me embaracé de Nicole y me acabaron …  — me miró — No quiero volver a aparecer en los medios como la perra sin corazón que ha dejado a su segundo marido en el olvido.
Aclaré mi voz.
— De acuerdo.
Miré a otro lado.
— Sebas, no te molestes conmigo , sólo trata de entenderme.
— Trato de, es sólo que me gustaría que compartiéramos cosas.
— Compartimos muchas cosas — me abrazó — Escucha, sé lo que tengo contigo. No necesito gritarle a todo el mundo que contigo me siento bien.
— Me gustaría que supieran que estás conmigo.
— Deja que pase un poco de tiempo —me miró — Por favor.
Terminé aceptando.
Sabía bien que todo ello no sólo era por los reporteros, muy en el fondo Dinna seguía con esa pena por la partida de Nick y vaya que me molestaba pero quería entenderla, yo había estado así tiempo atrás.
Nos divertíamos mucho, la pasamos bastante bien pero en su mirada seguían viéndose las huellas de  dolor que seguían dentro de ella, aunque no me gustara aceptarlo, Nick había sido su gran amor y bueno, le costaba trabajo dejarlo ir.
No quería presionarla, quería que se enamorara de mí por merito propio no por obligación o insistencia mía.
Iba a amarla tanto, que borraría de su vida, todo lo que le hacía daño. Sólo tenía que darle tiempo, dejar que lo poco o mucho que tuviéramos madurara,  que se sintiera a gusto a mi lado, protegida y entonces, en ese momento en que el amor nos coincidiera , en ese momento todo iría mejor.

Dos noches después tuvimos oportunidad de ir a celebrar mi cumpleaños a un bar.
Esa mañana Dinna me había llamado para felicitarme y me había pasado a Nicole para que me cantara la canción del feliz cumpleaños, cosa que me encantó.
— ¿Cuándo volverás?— preguntó Dinna.
— Se extenderá a tres semanas.
— ¿Enserio? Ya te extrañamos.
— Yo también las extraño.
— Tendré que buscar un suplente.
— Yo también.
— Síguele, Sebastián Alcántara.
Reí.
— ¿Me llamarás por mi nombre y apellido cuando estés molesta?
— Si.
— Eso es muy de mi madre.
— Si, todas las mamás hacen eso — dijo riendo — Bueno, creo que tendré tiempo para planear tu regalo.
— No quiero que me compres nada ¿De acuerdo?
— ¿Y quién dijo que el regalo será comprado?
Reí.
— Ansío volver pronto.
— Cuídate mucho ¿De acuerdo?
— También tú. No comas porquerías.
— Te queremos.
— Yo a ustedes.
Regina reía al verme. Decía que mi rostro era otro y le alegraba, decía que ansiaba conocer a Dinna, aunque yo no estaba muy seguro de si a Dinna le gustaría.
Mis padres me llamaron también.
— ¿Cómo estás? — preguntó mi madre — ¿Estás comiendo bien?
Sonreí.
— Si , mamá.
— Ya sé que siempre dices estar grande pero siempre serás mi pequeño.
— Y tú la mejor mamá del mundo.
Casi pude verla sonreír.
— Te haré una comida el primer sábado que regreses . Dijo tu hermana que volverán en jueves.
— Aún no sabemos si en jueves o viernes.
— Bueno, pero el sábado  tienes que venir a vernos.
— Mamá…
— No te vemos nunca, mínimo que te veamos el día de tu cumpleaños. Cuando muera querrás haberme visitado.
— No digas eso , mamá.
— Entonces di que vendrás.
— Si , mamá te prometo que iré.
— Tu hermana también ya quedó de venir.
— Y aunque no hubiera quedado, no me puede dejar morir solo.
— Tan grosero como siempre.
Sonreí
— ¿Quieres que lleve algo?
— No , hijo — aclaró su voz — Tal vez a la mujer con la que sales.
Regina y su bocota.
— Tal vez vaya acompañado.
— ¿Enserio?
— Si, a lo mejor.
— ¿Quién es?
— Es sólo una amiga , mamá. Así que agradecería no la molestaras con cosas sobre compromisos y así.
— ¿Quién me crees?
— Lo digo porque te  conozco.
— Prometo que me comportaré.
— Eso espero — sonreí — Por cierto, tal vez llevemos a su hija.
— ¿Tiene hijos? — peguntó con asombro— ¿Divorciada?
— Viuda , así que te pido discreción.
— Ya veo. No te preocupes, hijo. Moderaré mis comentarios y les avisaré a tus tías para que …
— ¿Mis tías?
— Si, las invité.
Suspiré.
— De acuerdo, entonces diles por favor que no la fastidien.
— Lo prometo. Tú papá quiere hablarte.
— Pásamelo.
— Bueno, cuídate mucho. Te amo, mi amor.
— Yo a ti mamá.
Un ruido se escuchó y después la voz de mi padre.
— Hijo.
— ¿Cómo estás, papá?
— Bien — lo escuché toser — ¿Y tú?
— Bien ¿Estás enfermó?
— Un poco de la garganta, tu madre quiso arreglar algunas cosas en la casa y tenemos trabajadores y polvo por todas partes.
— Cuídate mucho.
— No te preocupes . Pasa un buen cumpleaños.
— Gracias, padre. Nos vemos el sábado por allá.
— Si, hijo.
— Por cierto…
—Dime.
— ¿Podrías hablar con mamá? Llevaré a una amiga y no quiero que mi mamá empiece con los planes de boda.
Lo escuché reír.
— No te preocupes, yo la controlaré.
— Bueno, entonces por allá nos vemos.
— Cuídate y cuida a tu hermana. Los amamos.
— Y nosotros a ustedes.
Colgué.

Esa noche bebimos algunos tragos, yo no era fan del alcohol pero me gustaba tomar algún trago en alguna reunión, más si estaba divirtiéndome.
—  Felices cincuenta, viejo — dijo Cesar al levantar su copa.
Hicimos lo mismo.
— Ya casi te alcanzo — le dije.
Reímos.
— ¿Cuántos cumples?— preguntó otro compañero.
—Cuarenta y tres.
— ¿Verdad que lo ha tratado mal la vida?— preguntó Cesar.
Reímos de nuevo.
— No es cierto, amigo. Bueno si, peroenserio muchas felicidades eres un gran tipo y esperamos siempre seas feliz.
— Gracias.


Extrañábamos mucho a Sebastián. Se había ido de viaje , el cual se suponía duraría dos semanas pero se extendió a tres.
Nicole quería estarlo llamando todo el tiempo pero yo no quería interrumpirlo y fastidiarlo, así que dosificaba las llamadas.
Era muy tierno conmigo , yo lo quería mucho era un gran chico.
Esperábamos ansiosas a que el jueves llegara pronto para verlo.