6


  Habían pasado un par de semanas. Sebastián no se había aparecido por la casa y sinceramente, lo extrañaba mucho.
Nicole preguntaba todo el tiempo por él y yo le inventaba miles de cosas, no sabía cómo decirle que él no iba a volver y que todo era por mi culpa.
Sara y yo íbamos saliendo de una junta, sin más, corrí al baño, al parecer el desayuno no me había hecho bien pues volví el estomago.
Cuando salí del baño Sara me miraba.

— ¿Todo bien?— me preguntó.
— Si, supongo que comí mucho — dije acomodando mi ropa.
— Dinna — la mire—  es la tercera vez en dos días.
Bajé la mirada.
— No he tenido mi periodo.
Me miró sorprendida.
— ¿Cuánto tienes de retraso?
— Tres semanas.
— ¿Tres semanas? — gritó — ¡Dinna, por dios!  Sabes perfectamente que estás embarazada.
— Es que no es posible.  Tomo anticonceptivos y jamás he olvidado uno.
— ¿Por qué no has ido al doctor?
Suspiré.
—Porque tengo miedo de que me diga… Lo que ya sé.
Movió la cabeza en forma de rechazo.
Sacó su móvil del bolso y comenzó a marcar un numero.
— ¿Qué haces?
— Llamando a tu ginecólogo.
— ¿Qué?  ¡No!
— Hoy mismo vamos a ir.
— Ni se te ocurra.
Traté de quitarle el teléfono.
— Buenas tardes — dijo — Quisiera una cita de urgencia para la señorita Dinna Marshall—  Yo movía la cabeza en forma de rechazo — Perfecto, estaremos ahí. Muchas gracias.
Colgó.
— ¿Por qué llamaste?
— Porque no puedes andar por la calle así — me jaló — Vamos, tenemos que estar ahí en una hora.
Salimos del baño.
Se suponía que nada de eso tenía porqué pasar. Era una tontería y estaba muy estresada.
No podía estar embarazada, no debería haber pasado.
Al llegar al medico Sara entró conmigo.
Como si fuera mi mamá le dijo al doctor lo que había pasado y fue entonces que el médico me pidió que me acostara sobre una camilla pues iba a revisarme.
Cuando terminó de untarme el gel sobre el estomago y nos hizo mirar a la pantalla pude verlo.
— Es correcto , está embarazada — dijo el médico.
Sara sonrió emocionada.
— Pero se suponía que estaba tomando anticonceptivos.
— ¿Olvidó alguno?
— No para nada.
El médico hizo una mueca.
— ¿Está segura?
— Por supuesto, puedo olvidar cualquier cosa, menos eso.
El medico caminó hacia su escritorio y comenzó a revisar mi historial pues siempre iba al mismo hospital si algo necesitaba.
— ¿Estuvo tomando antibióticos?
—Hace como… un mes ¿Por qué?
— Cuando estaba tomándolos ¿tuvo relaciones?
— No recuerdo, tal vez.
— Algunos antibióticos interfieren con la eficacia de los anticonceptivos, si usted los tomó y no usó protección , es probable que pudiera embarazarse.
— ¿Y yo cómo mierda iba a saber eso?
— Dinna, cálmate — dijo Sara.
El médico siguió revisándome.
— Según lo que observo aquí y en su expediente, está usted de siete semanas. Felicidades.

Salimos de ahí en completo silencio.
Miles de cosas rondaban en mi mente.
¿Otro hijo?
¿Qué se suponía que haría?
— Dinna — la miré — Debes decirle a Sebastián.
— Sebastián no quiere verme.
— Claro que no, después de …
La miré.
— ¿Qué se supone que haga? — alcé la voz — Que llegue y le diga :  Hola, Sebas. ¿Cómo estás? ¿Qué crees? Estoy embarazada — dije con sarcasmo.
— Pues a lo mejor no así, pero debes decírselo.
— Ni siquiera responde mis llamadas.
— Puedes debes ir a buscarlo a su trabajo.
No dije nada y subimos al auto.
Al llegar a casa Diana le ayudaba a Nicole con la tarea.
— ¡Mami! Llegaste.
— Si — le di un beso — ¿Cómo te fue en la escuela?
— Bien.
— Que bueno — miré a Diana — ¿Cómo estás?
— Bien, señora. Gracias.
— ¿Cuando termine mi tarea puedo ver una película?
— Si, pero hasta que termines.
— Si.
— Me iré a cambiar —le dije a Diana .
— Claro.
Sara entró después de mí.
— Estaré arriba.
— Descansa.
Al llegar a mi habitación me arrojé a la cama.
Mi vida era un completo desastre.
Sara tenía razón, tenía que decírselo a Sebastián, él merecía saberlo , si cuando se lo dijera el decidía mandarme al carajo, merecido lo tendría y bueno, ya vería como enfrentar todo.



— ¿Si?
— Hola, Sebas ¿Cómo estás?
Sonreí.
— Bien ¿Y tú?
— También ¿Qué harás hoy en la tarde?
— Nada ¿Por qué?
— Estaré por tus rumbos y pensé que tal vez te apetecería salir a tomar algo.
Miré mi reloj.
— ¿A las siete?
— Claro ¿En dónde nos vemos?
—  En donde me digas.
— ¿Recuerdas el bar en donde tocaba mi hermano de joven?
— Por supuesto.
— Ahí.
— Bueno, allá nos vemos.
— Con cuidado.
— ¡Michelle! — dije al pensar que colgaba .
— ¿Qué pasa?
— Gracias.
Casi pude verla sonreír.
Por extraño que pareciera, Regina había sugerido que saliera con alguien a cualquier lugar y cuando le dije que quería salir con Michelle, por molestarla, me advirtió que no lo hiciera, y yo, por seguirle la contraria lo hice.
Michelle era muy bonita y una gran persona. Me divertía mucho , sin embargo,  yo no buscaba nada con nadie.
Esa tarde bebimos y escuchamos a algunas bandas, el rock no era precisamente lo mío pero la pasábamos bien.
Al salir de ahí, acompañé a Michelle a su auto.

 

— Gracias, me divertí mucho— me dijo.
— Gracias a ti por llamarme, también la pase bien.
Sin más, se colgó a mi cuello y me besó.
Me separé de ella de la manera menos violenta posible.
Bajó la mirada.
— Michelle, yo…
— Lo siento, no debí hacer eso — dijo moviendo la cabeza en forma de rechazo y sin mirarme.
— Eres una gran mujer pero no busco hacer nada con nadie.
— Claro — fingió sonreír — Debo irme.
Subió a su auto y después se marchó.
Me sentí mal de verla así pero ¿Qué se suponía que debía hacer? ¿Besarla, pasar la noche juntos y después decirle que mejor como amigos?
No, yo no era así.

Una tarde en el trabajo, mientras organizaba algunas cosas con los demás chicos del equipo, pues me habían ascendido, vi a Dinna.
¿Qué hacía ahí?
Me acerqué a donde estaba.
— Hola — dijo en voz baja.
— Hola ¿Cómo estás?
— Bien — miró a mi espalda. Me esperaban— ¿Puedo hablarte un momento?
— Claro , sólo dame un minuto.
— Si.
Le pedí a los chicos que cargaran las cosas que necesitáramos y me esperaran abajo, en el estacionamiento.
Me acerqué a donde estaba Dinna.
— Ya.
Sonrió.
— ¿Te interrumpo?
— Saldré pero dime.
— Te he llamado y no atiendes las llamadas.
Tragué saliva.
— Dinna…
— Lo siento, no debí…
— ¿Qué necesitas?
— Quería que fuéramos a algún lado para poder hablar tranquilos pero…
— Tengo que ir a otro lado.
— Si, lo sé — hizo una mueca — Es que…
Cesar se acercó a donde estábamos.
— Muñeca ¡Qué milagro!
— Hola, Cesar ¿Cómo estás?
— Bien ¿Y tú? Tenía mucho que no te veía.
Sonrió.
— Tú que no me visitas.
— Hay que organizarnos y vamos a comer.
— Claro.
Cesar me miró.
— Te esperamos abajo, sólo faltas tú.
— Claro, ya voy — le dije.
Cesar le dio un beso a Dinna en la mejilla y después desapareció.
— Tengo que irme — le dije.
— Claro — fingió sonreír.
— Bueno, supongo que…
— Estoy embarazada — dijo.
La miré confundido.
— ¿Qué?
La escuché tragar saliva.
— Que estoy embarazada…de ti.
— Pero…
— Si quieres hablamos después, con más calma.
Asentí.
— Por supuesto. Paso en la noche a tu casa.
—De acuerdo — suspiró — Cuídate.
— También tú — me sonrió y comenzó a alejarse — ¡Dinna!
Se giró para  mirarme.
— ¿Si?
Me acerqué a ella.
— ¿Traes auto?
— Si.
— Maneja con cuidado ¿Quieres que alguien te escolte?
Rió.
— No te preocupes, estaré bien.
— ¿Segura?
— Si — sonrió — no te preocupes.
— De acuerdo.
Me dio la espalda y caminó hacia el elevador. Una vez que estuvo dentro, la puerta se cerró y ella desapareció.


Se lo había dicho. Tal vez no de la mejor manera pero no tenía de otra. Su expresión fue exactamente la que espera ; sorpresa, confusión total.
Había prometido ir esa noche a mi casa para poder hablar, si no lo hacía iba a entenderlo.
Subí al auto y conduje con dirección a mi casa.
En el radio se escuchaba Adele.


¨ Hello from the other side 
I must've called a thousand times to tell you 
I'm sorry, for everything that I've done 
But when I call you never seem to be home 

Hello from the outside 
At least I can say that I've tried to tell you 
I'm sorry, for breaking your heart 
But it don't matter, it clearly doesn't tear you apart anymore … ¨

Parecía ser que el mundo conspiraba en mi contra.
La letra de aquella canción era hermosa y en la voz de Adele, hacía que mi piel se erizara y un nudo se formara en mi garganta.
Le había roto el corazón a Sebastián y había llamado varias veces para pedirle perdón pero claramente, él no quería hablar conmigo.
No iba a culparlo si decidía darme la espalda.


Bajé con los chicos y les di indicaciones. Yo abordé el mismo auto que Cesar.
Me miró confundido.
— ¿Estás bien?
— Si… creo.
— ¿Nicole está bien?
— ¿Cómo?
Definitivamente estaba distraído.
  Hablaste con Dinna y  ahora estás como… en otro lado.
— Dinna está embarazada — lo miré — Voy a ser papá.
— ¿Qué?
Detuvo el auto.
— Que Dinna está embarazada y…
— Ni siquiera sabía que tú y ella estaban juntos.
Moví la cabeza en forma de rechazo.
— Ya no lo estamos.
— ¿Entonces?
— No lo sé, no pudimos hablar pero… — suspiré — ¡Dios!
Le expliqué con detalles a Cesar.
Le conté cómo fue que comenzó todo y porqué terminó.
Me dijo lo mismo que todos, que yo conocía lo que Dinna y Nick habían tenido…
No pude concentrarme en otra cosa que no fuera ella.
Iba a ser padre.

Por la noche, tal y cómo le había prometido fui a su casa.
Parecía sorprendida cuando abrió la puerta.
— Hola — dije con nervios.
— Hola, pasa — entré — pensé que no vendrías.
Cerró la puerta
— Lo siento, se me hizo un poco tarde.
— No te preocupes.
La miré.
— ¿Cómo estás?
— Bien — aclaró su voz — ¿Y tú?
— Confundido.
— Escucha, si tú crees que … — bajó la mirada — Si no quieres hacerte cargo lo entenderé, sé que…
— ¿Qué?
Me miró.
— Yo sé que…
Tomé su mano.
— Claro que me haré cargo — me miró —  ¿Por qué pensaste  que no sería así?
— Porque tú y yo…
— Vamos, Dinna. No sé quién me crees pero jamás te dejaría sola en esto.
Me abrazó.
— Gracias.
Acaricié su cabello.
— Verás que todo estará muy bien.
— Gracias, créeme que pensé que… — me miró — No importa que estemos separados, sé que podremos hacer que todo vaya bien.
Un nudo se formó en mi garganta.
— Claro — tragué saliva — Aun separados, todo saldrá bien.
Sonrió.
No esperaba eso.
Yo iba con toda la idea de estar con ella, de ser una familia pero estaba claro que eso no pasaría.
Si, tendríamos un hijo pero eso no significaba que estaríamos juntos.


— ¿Qué dijiste?
— Que tendré un hijo.
Regina me miró confundida.
—  ¿Michelle?
—¡Claro que no! — grité — Obviamente Dinna.
— Pero …
— Tiene casi dos meses.
— ¡Dios!
— Lo sé, es una locura.
Regina me abrazó.
— ¡Felicidades! Serán una bonita familia y…
— No vamos a vivir juntos— la interrumpí.
Me miró.
— ¿Qué? ¿Por qué?
— Dinna…
—¿No quiere?
— Digamos que … — suspiré —  En sus planes está que yo sea el padre pero no un esposo.
Regina hizo una mueca.
— ¿Está bien para ti?
— Voy a tener un hijo. Creo que eso es bueno.
— Serás el mejor, papá —me abrazó — No hay duda.