A mi mujer Isabela, cuyo cariño es un constante apoyo en mi caminar.
A mis hijos Mario, Joaquín y Borja, que me ayudan cada día a mirar en mi interior para descubrir aquello por lo que merece la pena cambiar.
A mi madre María Celia, un ejemplo de coraje y compromiso, y a la memoria de mi padre José María, que sé que desde otra dimensión todavía vela por mí.
Dedico este libro también a José María, Manuel, Juan Ignacio, Fernando y Alejandro, cinco grandes hermanos y cinco extraordinarios amigos.