La frustración

Comencemos por el tramo sureste del círculo, la frustración. Es la culminación de una pasividad interior o una respuesta emocional a los obstáculos que nos impiden avanzar.

A menudo nos enfrentamos a situaciones más o menos difíciles que pueden producirnos tristeza y decepción: perder o no conseguir un trabajo, no poder tener hijos, suspender un examen, no ser correspondidos por el ser amado… Ante esos desengaños es normal sentirse impotente y alicaído, como también lo es estar confundido y no ver una salida a nuestros problemas. Nos vemos privados de la vida que nos gustaría tener y, para colmo de males, no sabemos qué giro podríamos dar para mejorar nuestra realidad.

Algunas personas viven en la insatisfacción o la queja permanente. Otras, hartas de fiascos y sinsabores, deciden tomar las riendas de sus vidas para mejorarlas. Encuentran la energía y el valor que les permiten sobreponerse a los contratiempos vitales y motivarse. Una desgracia o una fase de incertidumbre les proporcionan el empujón necesario para dar un paso adelante.