La motivación

Entramos en el tramo suroeste del círculo, la motivación. Creo que ciertas personas están genéticamente predispuestas a ser optimistas y a no dejarse vencer por la adversidad. Otras crecieron rodeadas de personas muy entusiastas y aprendieron el código durante los primeros años de su vida. Y algunas adquieren ese talante por caminos que irán apareciendo a lo largo de este libro.

Pasar de la resignación a la acción requiere grandes dosis de coraje, honestidad y energía. Se trata, además, de un viaje muy personal, dado que es el propio individuo frustrado el único que puede decidir cómo y cuándo va a cambiar su actitud y su estado de ánimo, además de qué cambios va a adoptar para lograr el objetivo que se ha propuesto.

Acumulamos energía y coraje por distintas razones. Porque nuestra situación es tan desesperada que decidimos saltar al vacío y arriesgarnos cuando ya no tenemos nada que perder; porque alguien nos quiere, confía en nosotros y nos administra la frase mágica «Sé que puedes hacerlo»; o por el estímulo contrario cuando nadie espera nada de nosotros y decidimos demostrar al mundo que está equivocado y que sí podemos lograrlo. O tal vez porque seguimos el ejemplo de alguien que lo ha conseguido antes.

La motivación es la esencia de este libro y me gustaría compartir con ustedes mis reflexiones sobre cómo podemos subir la pendiente del círculo y alcanzar ese estado de ánimo. Yo me he motivado y sigo haciéndolo realizando cuatro tareas básicas para alcanzar la madurez personal, que yo denomino las cuatro T: buscar tiempo para la reflexión, descubrir nuestro propio talento, transmitir optimismo y ejercer la tutoría. El orden es importante, ya que sin tiempo para pensar no podemos encontrar nuestro talento o vocación, y si no hemos descubierto nuestras capacidades difícilmente podremos transmitir optimismo ni hacer de tutores o ayudar a los más jóvenes. Estas cuatro tareas para alcanzar la madurez se proyectan hacia la sociedad a través de cuatro acciones, a las que llamo las cuatro A: actitud positiva, aceptación, autenticidad y altruismo. Estas cuatro maneras de encarar la sociedad también están entrelazadas: si tenemos una actitud positiva ante los problemas, si aceptamos nuestras circunstancias, si somos siempre auténticos, tendremos la voluntad de dar, es decir, la generosidad necesaria para llevar a cabo labores altruistas que nos llenarán de satisfacción.